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ALIATA, Fernando. La transformación territorial de la costa atlántica bonaerense. Resenhas Online, São Paulo, año 03, n. 026.01, Vitruvius, feb. 2004 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/resenhasonline/03.026/3197/es>.


El libro de Perla Bruno y Carlos Mazza avanza sobre un campo todavía muy poco estudiado y no por ello menos significativo: la transformación territorial de la costa atlántica bonaerense. Un área que tiene su epicentro en Mar del Plata pero que, como plantean los autores, abarca operaciones de reorganización del paisaje marítimo de más vastas proporciones. Ambos investigadores pertenecen al grupo de historiadores del CEHAU de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata que dirige Fernando Cacopardo y que en los últimos años ha producido una importante serie de trabajos sobre la historia urbana regional. Las investigaciones ya realizadas por los miembros del CEHAU revelan un riguroso empleo de las fuentes y una renovada utilización de metodologías para el abordaje de esta vertiginosa historia de la conformación de un territorio singular, cuyo crecimiento durante el siglo XX es una de las manifestaciones más significativas de la expansión de la cultura moderna en la Argentina. Estos trabajos, en general, plantean un cambio dentro de las categorías habituales de análisis que transita la historia urbana. En ese sentido la invención de la playa, los desarrollos alternativos de la cuadrícula, la construcción del paisaje costero, la evolución de las políticas de turismo, las transformaciones de la cultura del ocio, aparecen como constantes pero a la vez como elementos innovadores en las investigaciones del grupo. Dentro de esta producción, la singularidad del trabajo de Bruno y Mazza radica en destacar la importancia que tuvo en la configuración de la región costera el fenómeno de la construcción de un paisaje que, organizado fundamentalmente a partir de las políticas estatales desarrolladas durante los años ´30, fue caracterizando la zona y permitió la materialización dinámica de una imagen que aún hoy la caracteriza. Un paisaje que combina las condiciones previas naturales con las artificialmente concebidas y cuya construcción material e intelectual los autores describen meticulosamente.

El libro, que cuenta con una interesante introducción de Roberto Fernández quien analiza los instrumentos conceptuales utilizados en la investigación, se divide en un par de capítulos introductorios en los cuales los Bruno y Mazza detallan el marco natural de la región y las características de las primeras urbanizaciones realizadas a fines del siglo XIX y un corpus de cuatro capítulos, dos por autor, que abarcan dos etapas diferenciadas: la de la acción del Estado sobre el territorio a partir de su burocracia técnica y la implementación de una normativa durante las décadas del ’30 al ‘50, y la de la acción de los municipios a partir de la instrumentación de planes reguladores entre 1958 y 1965. Perla Bruno aborda en la parte inicial de su escrito los primeros planes realizados por el urbanismo científico a partir de los años ´30. Fundamentalmente compara los de Montevideo, Rosario y Mar del Plata y destaca la centralidad que en estas formulaciones adquiere el nuevo verde público como estrategia de organización territorial. En el capítulo siguiente Bruno analiza la transformación del paisaje regional en función de las políticas desarrolladas por el Estado provincial y nacional durante el período 1930-52. Una acción que confirma el rol superlativo que alcanza el espacio verde publico como articulador y organizador de la escala territorial del Plan. La ampliación de la red caminera y la construcción de un paisaje carretero, la creación de bosques artificiales para contener las dunas marítimas, el sistema de parques provinciales y las áreas de verde deportivo aparecen claramente evidenciados como instrumentos de esas políticas. Colonias de vacaciones, expropiaciones de áreas que arboladas sistemáticamente puedan servir como futuros parques turísticos, construcción de hoteles hosterías y parques para la preservación del patrimonio histórico y natural, son acciones de escala territorial que modifican profundamente el paisaje. Pero no sólo debe destacarse el valor que la ideología del urbanismo moderno ha adquirido en estas realizaciones; lo que los autores también descubren en este accionar es el cambio de paradigma en la manera de abordar el paisaje. La existencia, ya para los años 30, de formas diferenciadas de establecer una relación cultural con la naturaleza. De un primer momento en el cual existe una conciencia de que esta necesaria transformación territorial produce una destrucción de las características naturales, se pasa a una etapa en la cual se construye una mirada cultural sobre la naturaleza local, y en eso –cabe señalarlo- la periodización de los autores coincide con la formación de los paisajes argentinos estudiada por Graciela Silvestri (1) a partir de la incorporación al imaginario estético de la “gran dimensión” y el carácter sublime de la naturaleza nacional. Finalmente Bruno nos presente una tercera etapa en la cual surge con claridad la idea de que el paisaje puede construirse pragmáticamente allí donde se lo necesite y con las características que se le quiera otorgar de manera artificial. Esta etapa, propia de la edad del turismo masivo, contrasta con las primeras aproximaciones pintorescas que encontraban en la singularidad de Mar del Plata con su conjunción de mar y sierra, la posibilidad de construir un micropaisaje acotado frente al vacío pampeano cuya consideración como paisaje turístico estaba lejos de ser abordada. En ese sentido, analiza el complejo de Chapadmalal como creación ex novo que exalta el valor paisajístico del arroyo e incorpora elementos pintorescos como la capilla que remite a los ya consagrados modelos del sur argentino. Por último la autora examina la arquitectura realizada y observa que puede leerse en función de su adscripción a una idea de paisaje determinado, y esto le sirve para caracterizar las diferentes propuestas arquitectónicas del período que van del Pintoresquismo al Racionalismo. Pero también esta clasificación de ideas de paisaje conjugadas con estilos arquitectónicos le sirven para verificar la simultaneidad contrapuesta de ideas evidenciada en la realización contemporánea del complejo hotelero de Chapadmalal y la urbanización de Playa Serena donde se erige el parador Ariston.

En los dos capítulos siguientes Carlos Mazza aborda el rol del paisaje en las diversas doctrinas del urbanismo del siglo XX, para luego centralizar su análisis en los planes regionales del área costera de la provincia de Buenos Aires realizados entre fines de los años ´50 y comienzos de los ´60. Lo interesante de su trabajo está en la demostración del modo en que los urbanistas locales se apropian pragmáticamente de aquellos contenidos de las teorías de le Corbusier o del plan de Londres, para citar sólo dos ejemplos bien diferentes, para utilizarlos luego en la construcción de planes reguladores. Nuevos instrumentos que no sólo evidencian las posibilidades del urbanismo, sino que confluyen con la legislación y las hipótesis ya elaboradas por los técnicos del Estado provincial. El análisis los tres planes reguladores regionales elaborados durante el período de estudio: General Pueyrredón, General Madariaga y Batán – Chapadmalal presentan una posible y convincente narración acerca del modo en que evoluciona la idea de paisaje durante la vertiginosa etapa de crecimiento regional que el trabajo aborda. Mientras el plan para el partido de General Pueyrredón plantea una búsqueda simultaneidad de opciones paisajísticas derivadas de un conjunto urbano complejo y estratificado, el plan para general Madariaga busca la homogeneidad y la construcción de una identidad a partir del Parque Marítimo y finalmente el plan para Batán-Chapadmalal que intenta asignar sentido de lugar a un área singular dentro de la micro región marplatense.

Lo que asombra al leer el libro, construido a partir de la paciente lectura y análisis de muchas fuentes inéditas, es el rol que asume el Estado en la construcción del paisaje. Cómo, al menos hasta mediados de la década del ´60, existe en la sociedad una voluntad formalizadora del territorio que se expresa en la acción continua y asombrosamente homogénea –si tenemos en cuenta la heterogeneidad de otras políticas- del Estado y la importancia cuantitativa y cualitativa de la obra programada y realizada por las oficinas de la burocracia provincial. Este hecho parece desmentir una idea difundida hasta el hartazgo: que la operación transformadora sería producto sólo de la acción de pioneros o visionarios como Gesell o Bunge que supieron vencer y transformar una naturaleza difícil mediante la forestación y la fundación de villas marítimas. No queremos con ello minimizar la importancia de estas acciones, pero el trabajo sirve para calibrar su dimensión dentro de una operación de gran escala donde el Estado es el gran protagonista y que hoy podemos admirar no sin cierta nostalgia. Sobre todo cuando la comparamos con lo que sucedió después. Es que como bien prueban los autores, esta voluntad formalizadora del territorio que nace de un ideal participativo se va diluyendo a partir de los años sesenta, cuando las ideas de generación de un paisaje de ocio ligado al turismo se enfrentan con acciones privadas de loteos indiscriminados que saturan y cuadriculan la región en forma abusiva, construyendo emprendimientos destinados al fracaso o a la monotonía más absoluta.

Esta voluntad estatal de formalización del territorio hasta constituir un paisaje que debe servir de marco al turismo masivo, puede contrastarse también con las acciones más recientes tendientes a la construcción de espacios cualificados que a partir de los 80 se instaura como modelo único de organización del espacio de esparcimiento mediante los emprendimientos de tiempo compartido, las playas privadas, los complejos autosuficientes que buscan el aislamiento y la privacidad etc. Frente a ello la reconstrucción de la historia de la política gubernamental durante el ciclo del “estado de bienestar” a la que no podemos observar como producto de una homogeneidad monolítica ya que está, como demuestra el libro, permanentemente ligada a transformaciones, debates, cambios de rumbo, nos permite repensar de otra manera el futuro de la región frente a la etapa que se abre con el comienzo de este nuevo siglo.

notas

1
Graciela Silvestri, “Postales argentinas” en Carlos Altamirano (editor), La Argentina en el siglo XX, Ariel/UNQUI, Buenos Aires, 1999.

sobre el autor

Fernando Aliata es investigador CONICET /IDEHAB y profesor ordinario del Taller de Historia de la Arquitectura nº 1. FAU/UNLP, Argentina.

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