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architexts ISSN 1809-6298


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português
Neste artigo a autora expõe como a arquitetura reconhece o lugar através de edifícios singulares situados em torno da Ronda de Santo Antoni de Barcelona e da área compreendida entre a capela de Santo Llatzér e o Mercado de la Boqueria

english
In this article, the author talks about how architecture recognizes the place through singular buildings located near Ronda Santo Antoni in Barcelona and the area between Santo Llatzér's Chapel and La Boqueria Market

español
En este artículo la autora expone – a través de edificios singulares situados en torno a la Ronda de Sant Antoni de Barcelona y la manzana comprendida entre la capilla de Sant Llatzér y el Mercat de la Boqueria – como la arquitectura reconoce el lugar


how to quote

RIVAS, Marianela. Barcelona, en torno a la ronda de Sant Antoni. Sobre como la arquitectura reconoce e inventa un lugar. Arquitextos, São Paulo, año 10, n. 119.07, Vitruvius, abr. 2010 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/10.119/3358>.

Parece incauto especular que, en un área relativamente pequeña y, en apariencia, desmembrada, del centro de la ciudad de Barcelona, existen relaciones y recurrencias espaciales que a simple vista pasan inadvertidas.

Las posiciones y orientaciones de los objetos singulares situados en torno a la Ronda de Sant Antoni: el Mercat de Sant Antoni, la Universitat de Barcelona y la manzana comprendida entre la capilla de Sant Llatzér  y el Mercat de la Boqueria (1), evidencian como la arquitectura reconoce el lugar preexistente y, a su vez, lo recrea. Y, simultáneamente, en el análisis de las formas intrínsecas de cada uno de los fragmentos relevantes de ésta entidad urbana y las recurrencias arquetípicas existentes entre sus objetos, se evidencia como la arquitectura inventa un lugar.

Observar La Ciudad

Atender a la imagen. Mirar en dos sentidos. Al frente el ambiente originado por el mercado de Sant Antoni en torno a la puerta de la ciudad antigua. En el extremo opuesto, a través del eje constituido por la ronda: el edificio de la universidad.

La perspectiva enmarcada (en escorzo y en toda la profundidad de su cubierta) de la nave central de la universidad, el pabellón del paraninfo, resalta sutilmente en el fondo entre la línea de árboles que acompañan los bordes de la ronda, que consigue una regularidad aparente a pesar de que sus fachadas, a ambos lados de la vía, están conformadas por un sinfín de alteraciones: traza en correspondencia con la impronta de la muralla, variedad en la separación de las intervías, presencia de diversas plazas y cantidad de esquinas, que asoman a la ronda.

Si bien el eje de la avenida se encuentra desplazado respecto al eje del edificio de la universidad, el vacío de la plaza Universitat –originado por la ausencia de la manzana que debía situarse alineada al eje de la ronda– pone de manifiesto la relación entre dicho edificio y la situación existente al otro extremo de la ronda.

Hacia la ciudad antigua, el eje de la calle de Sant Antoni Abad desemboca, como se ve en la imagen, en una verdadera plaza, un espacio caracterizado por la puerta del mercado con su atrio en la encrucijada del camino antiguo con la ronda y con todas las vías que convergen en dicho punto.

El edificio del mercado que está situado en las puertas del ensanche sirve a la ciudad antigua; atrae, como un polo, la vida del centro que después puede expulsar en todas las direcciones.

Diacronía de la ciudad

Reconocer la construcción formal de la ciudad nos permite comprender los elementos estructurantes sobre los cuales se ha conformado el sector y, de este modo, descubrir cómo cada pieza ha sido proyectada y qué condiciones podrían originar nuevos proyectos.

El mercado de Sant Antoni se articula al casco antiguo por la calle de Sant Antoni Abad (que era el camino que llegaba a las antiguas puertas del baluarte de Sant Antoni desde la iglesia de Sant Llatzèr) en la plaza del Pedró, allí donde se unen los dos caminos que ahora se corresponden con las calles del Carme y del Hospital, y que forman, delimitada actualmente por las Ramblas: la gran manzana.

La relación entre el mercado de Sant Antoni y la universidad se establece mediante la ronda de Sant Antoni, construida sobre la traza del tramo de la tercera muralla (s. XIV), que iba del baluarte de Sant Antoni (ubicación actual del mercado) al baluarte de la puerta de Tallers (ubicación actual de la universidad).

Recomponer temporalmente la fisonomía de la ciudad a través de diversos planos nos proporcionará las bases para poder considerar esta área de la ciudad como un conjunto y desvelar como están hechas las obras.

Los caminos de la ciudad vieja

El primer conjunto del que tenemos conocimiento es el hospital de Sant Llatzèr (s. XII) al cual perteneció la iglesia homónima; que aún perdura. Ésta nave, con ábside trasero y fachada (con espadaña central) orientada hacia el oeste, es piedra fundamental del área y reconoce, a la vez, la elemental estructura urbana precedente al tercer recinto amurallado de la ciudad. Se sitúa en la encrucijada de dos caminos (de Montjuïc y Llobregat) fuera de la segunda muralla de la ciudad. Ambos caminos parten de las puertas (Porta Bisbal –plaza Nova– y Portal Nou –calle de la Boqueria–) del cuadrante oeste de la muralla romana, que fue el primer recinto de la ciudad, y pasan por las dos puertas (Porta Ferrisa y puerta de la Boqueria) del segundo recinto, hoy derrumbado y convertido en Ramblas, para unirse en la plaza del Pedró frente a la pequeña iglesia.

Dicha plaza, triangular, está definida por la ausencia de edificación. La fachada de la iglesia se encuentra retirada del punto de intersección de los caminos; evita un edificio en ángulo agudo y crea  –junto a las fachadas ahora enfrentadas de las calles del Carme y del Hospital y su propio plano– el espacio vacío frente a ella. En el vértice de la plaza, casi en la intersección de los caminos hay una columna (monumento a Santa Eulàlia: fuente, obelisco y figura) que plasma el vértice de dicho triángulo.

El edificio de la iglesia, como una proa, deja por detrás el cuerpo estructurado de la gran manzana (compacto ya en el s. XVII) cuya popa se sitúa frente a la segunda muralla. Por entonces, esta “embarcación” estaba compuesta por el hospital de la Santa Creu junto a la Casa de Convalescència, el convento de Jerusalem y el convento de los carmelitas descalzos de Sant Josep.

A ambos lados, los caminos que constituyen el conjunto se completan con edificios residenciales, y en la calle del Carme, frente al hospital, con el convento del Carme.

Por delante, hacia el oeste por Sant Antoni Abad, el baluarte de Sant Antoni, y atravesándolo se abre el camino que conecta la ciudad con el territorio, desde donde luego distinguiremos la relación de la ciudad antigua con el ensanche moderno.

El borde moderno

En los planos anteriores a la construcción del ensanche (por ejemplo Mas i Vila o Cerdà: Levantamiento topográfico, 1855) comprobamos que el único sector que aún no se encontraba completamente construido (aún persistían huertas) de la ciudad antigua era el cuadrante oeste; aquel, que lindará con el nuevo tejido una vez demolida la muralla.

En el Plan de Ensanche de Barcelona (2), donde la sutura entre la ciudad vieja y la nueva ciudad se confortan, apenas se entrevé el contundente límite que conformará la ronda de Sant Antoni entre las dos ciudades. Por un lado, la edificación de las manzanas propuestas para el ensanche se alinean sobre la impronta de la muralla y conforman un límite claro; mientras que, en el borde correspondiente a la ciudad vieja no se define un límite. Los únicos bordes que el plano deja indefinidos en cuanto a edificación de sutura de la ciudad antigua son los de la ronda de Sant Antoni y la calle de Pelai.

Si bien, el espacio de la ronda, por su extremo sur, formalmente finaliza en el chaflán de una manzana residencial que no se hace eco de su situación, funcionalmente se extiende a la manzana lateral destinada a mercado –en el sitio donde se encontraba el baluarte (3) y las puertas de la ciudad–. Esta manzana singular, que fue puerta de la ciudad y que ahora flanquea la ronda en su extremo, se dispone frente al antiguo camino del Llobregat (4) siendo el mercado el objeto que pone en relación la antigua ciudad con la nueva.

En el extremo norte, la ciudad antigua deja entrever el ángulo agudo que la desaparecida muralla cerraba con un baluarte, la edificación existente expuesta no conforma un borde de sutura. El plano deja allí un vacío ante la dificultad de la aparición de nuevas manzanas en el estrecho espacio que queda hasta el eje de la Gran Via de les Corts Catalanes (5)(decumano de la nueva fundación); enfrentando ambas ciudades por medio de un espacio desocupado. Al otro lado de la Gran Via aparece el nuevo tejido sin alteración alguna; aún, no se vislumbra el edificio de la universidad en su posición actual.

La ciudad interpretada

El Plano de la urbanización de Barcelona, de 1891, muestra un estado avanzado de consolidación del área de estudio. En líneas generales, se puede observar cómo las características formales de la ciudad antigua permanecen y cómo se constituye la ciudad moderna a partir del plano de Ensanche.

El perímetro correspondiente al vacío que dejan las antiguas rondas se encuentra definido; tanto en el borde de la ciudad antigua que Cerdà deja indefinido como el propuesto en el plano de Ensanche.

En el extremo sur, la manzana destinada al mercado por el edificio del mercado de Sant Antoni (6). Edificio que por su disposición en cruz griega sobre las diagonales de la manzana con una de sus fachadas orientada al camino reafirma la relación entre la ciudad antigua y la nueva. Da continuidad a la directriz marcada por el primitivo camino de conexión a Madrid, ahora en desuso, cuya impronta continua presente como calle (Sant Antoni Abad o la nueva avenida de Mistral) o bien como crujía interna del mercado.

En el extremo norte, se observa la nueva definición del sector que el plano de Ensanche dejaba abierta; si bien, proponía un vacío como relación entre los dos tejidos. El vacío ya está conformado y tiene todos sus bordes definidos: la plaza Universitat (moderna, sin pretensiones neoclásicas como se proponía en el proyecto de la universidad) junto a la Gran Via separa el edificio singular de la universidad de la antigua traza.

Las plazas en la traza cuadricular homogénea se originan por la desaparición de uno o varios de sus bloques. Éste es uno de los casos. De haber sido construida, la manzana ausente (de 27 m de ancho aproximadamente) quedaría ceñida entre el borde de la edificación de la ciudad antigua y la alineación de la Gran Vía. Su desaparición permite distinguir el vértice del encuentro de las antiguas murallas; se reemplaza lleno por vacío, las murallas se ahuecan, y su encuentro también.

En el borde convexo (sobre el lado antiguo) se regulariza la edificación completando las manzanas con edificios de nueva planta. En el plano de Ensanche de 1859 se deja entrever el conflicto de la llegada en este ángulo agudo de la ciudad antigua al proyecto de ampliación y reforma. En el plano de Ensanche realizado en 1861 (7) queda claro el conflicto con la superposición de la muralla sobre dichas manzanas. Ambos planos prevén la desaparición de dos manzanas, aunque, finalmente, desaparece sólo una: aquella en la que se intersectan las trazas de las rondas.

Frente a la plaza al otro lado de la Gran Via, la unificación de las dos manzanas, con el edificio de la Universitat de Barcelona (8), que enfrenta en parte la desocupación hacia el casco antiguo.

Por último, en lo que se refiere a la citada embarcación se observan algunas sustituciones: el claustro del convento de los carmelitas descalzos es reemplazado por la plaza-mercado de Sant Josep, el convento de Jerusalem ha sido derrumbado y se nombra al sitio como plaza de la Gardunya, el conjunto del hospital se encuentra en el momento de su mayor compacidad perimetral y los claustros del convento del Carme han sido reemplazados por la urbanización del las calles del Pintor Fortuny y del Doctor Dou. A pesar de los reemplazos su estructura perdura soportando escasas variaciones formales y manteniendo las mismas relaciones espaciales preexistentes.

Sincronía: las relaciones intrínsecas de la ciudad

Como hemos comprobado, a través los planos, no es casual que exista este orden en este pequeño sector de ciudad. Primero, porque la arquitectura reconoce el lugar donde se dispone y, segundo, porque cada arquitectura posee en si misma otras arquitectura.

Para comprobar el orden expuesto podríamos analizar la posición de un arquetipo de edificio recurrente en el sector: el pabellón (en general, iglesias) cuya disposición es de vital importancia para comprender el orden sobre el cual se configuran. Naves y atrios están dispuestos en relación con los caminos.

Frente a la gran manzana, hacia 1292 se edifica el convento del Carme. La nave de la iglesia se coloca paralela a la calle del Carme –en sentido perpendicular a la nave del hospital de Colom– dispuesto su lateral tangente al camino principal, lo cual, junto a la estrechez del patio dispuesto enfrente y ocupado por diversas instalaciones del conjunto, obliga a colocar su puerta principal a un costado accediendo así por el transepto.

Para contrastar su disposición, compárese con dos ejemplos ubicados sobre los caminos (entre otros) pero con su eje perpendicular: la iglesia de Sant Agustí y la iglesia de Betlem, ambas dispuestas a los lados de los caminos pero enfrentadas a ellos. Sus atrios y nártex (vestíbulos) se orientan hacia los caminos desde los cuales se accede. Por ello, la orientación que hoy parece extraña de la iglesia de Betlem, con su lateral a lo largo de las Ramblas, se comprende al comprobar que en el momento de su construcción las Ramblas conformaban la muralla y el camino, ya existente, era quién dictaba la ubicación.

Dispuesto de forma análoga a los ejemplos anteriores, se encuentra el contrapuesto y complejo caso del edificio de la Academia de Medicina que –situado de forma lógica (el pabellón con eje perpendicular al camino) y posibilitado por la sala centrípeta del teatro de cámara interior–, en lugar invertir la planta y dejar expuesto al camino el vestíbulo, crea dos calles, una lateral y otra trasera, para generar el atrio que no hubiera podido disponer en su frente sobre la calle del Carme.

Tras todos estos casos, la posibilidad  más obvia hubiera sido girar la (hoy desaparecida) iglesia del Carme; pero, también, se podría haber reorganizado su atrio abriendo el escueto patio que estaba en su fachada principal y, de este modo, recomponer su puerta sobre la calle de los Àngels, poniéndola en diálogo con la iglesia de los Àngels situada en la misma posición sobre el camino.

Una orientación diferente tienen el mercado de Sant Antoni y la iglesia de Sant Llatzèr, ya que ambas enfrentan al camino que dan fin; por ello, su eje principal se continúa en el sentido del camino al que sirven.

De este modo, en la ciudad moderna, el paraninfo de la universidad encuentra analogías con ambas maneras de posicionarse. El edificio se plantea dando respuesta, con su eje principal, a la continuidad con la ronda de Sant Antoni, dando fin a este espacio. Pero, a su vez, su frente se encuentra tangente a la gran acera de la Gran Via que hace de atrio al vestíbulo situado debajo de la gran aula.

Reconocer los fragmentos

Comprendida la estructura del sector y definidos los fragmentos que lo componen se observa como nuevos órdenes y recurrencias correspondientes a cada parte responden a su propia situación y, cómo ésta define, a su vez, cada una de las partes.

Cerdà, la manzana singular y la interpretación del mercado de Rovira i Trías

En el plano de Ensanche se definen una serie de manzanas singulares, que son de dos tipos: las dedicadas a los mercados y las dedicadas a edificios para el culto y la beneficencia: iglesias, asilos, escuelas. En estas últimas, Cerdá describe unas alteraciones en los bloques linderos. Esta condición nos lleva a la hipótesis de que existe una búsqueda de particularizar la relación entre las funciones allí designadas y el espacio público circundante. Las manzanas alteradas se distinguen por la presencia de pasajes que desembocan en el centro de las fachadas de las manzanas singulares o por su estrechamiento en los lados frente a ellas, lo que produce una ampliación de la calle y las separa de las otras.

Estas alteraciones, no obstante, son contradictorias con el sistema viario del ensanche ya que es el cruce entre dos calles, formado por las fachadas de los chaflanes, el punto de mayor dimensión y más afluencia (en cierto modo, una plaza); no siéndolo los tramos laterales de las manzanas a donde desembocan los nuevos pasajes. Como muestra el gráfico, se recrea un nuevo sistema de calles secundarias para vincular la manzana pública con el viario principal y, a su vez, se acentúa la relación entre espacio urbano y edificio por medio de la dilatación del vacío.

La manzana singular del mercado de Sant Antoni, cuya ubicación decide Cerdà, está definida por Rovira i Trías.

La propuesta del mercado como una encrucijada de calles cubiertas cuyos cuatro accesos se sitúan en los cruceros de la ciudad subraya el sentido formal de la trama del ensanche, que otorga valor añadido a las encrucijadas de las vías principales y convierte al propio edificio en un sistema de calles secundarias que se basan geométricamente en el propio plan.

La consolidación del espacio interior como cruce propone cuatro plazas exteriores triangulares recintadas por un bajo muro perimetral al que se superpone una verja que permite comprender la volumetría que compone el edificio entendiéndose, así, las relaciones antes mencionadas con la trama urbana, que, actualmente, quedan recluidas detrás del nuevo mercado perimetral que oculta sus patios y fragmenta los testeros de las esquinas que son las fachadas de las plazas urbanas.

La primigenia gran manzana

El conjunto comprendido desde la iglesia de Sant Llatzèr a las Ramblas se entiende como una entidad compuesta análoga a una embarcación (9).

En su organización podemos reconocer dos sentidos dominantes: uno representado por las vías paralelas al mar, en el  sentido del decumano romano, que desempeñan el papel de urdimbre; y otro, perpendicular, que completa el tejido –como si del orden formal de un telar se tratara–, que son las vías secundarias y desempeñan el papel de trama. Dichos caminos secundarios tienen mayor libertad ya que se constituyen en tramos independientes entre los principales: continuos y estructurantes. Se pueden observar caminos de traza ya existente en el s. XVII que se han mantenido: unos sin modificaciones; algunos, otros, reemplazando su tejido original como la calle Egipcíaques; otros son de nueva traza como la calle de Maria Aurèlia Capmany que, por su dimensión, representa una importante fragmentación del conjunto; y, el caso particular de la calle de las Floristes de la Rambla, que se fragmentó en tres tramos y perdió, frente a las plazas, en cada tramo uno de sus frentes dejando de ser identificable como calle, no obstante, el encuentro de vértices de las tres plazas cruzadas permite intuir su alineación. Excepto las singularidades que trataremos, las calles se definen por edificios residenciales.

Como ya precisamos, en la proa se sitúa la pequeña nave de la iglesia y, frente a ella, como la quilla que asoma en la roda, la columna de Santa Eulàlia. El primer espacio identificado es la plaza del Pedró que, haciendo de atrio de la contigua nave se vacía por su estrechez; al igual que en una embarcación, donde se suele situar un tanque de agua o una caja de almacenaje para el ancla o, simplemente, es un vacío denominado boyante.

En la mitad de la estructura, el tejido residencial se ve alterado por el objeto singular del hospital de la Santa Creu, actualmente la Biblioteca de Catalunya, que atraviesa toda la sección entre los caminos principales y crea una calle interior que se corresponde con la trama del tejido. Está superestructura, aquí representada por el conjunto edilicio del hospital, equivale a la superestructura situada en la embarcación sobre la cubierta principal donde se disponen cuartos de diversos usos, entre ellos: cuartos de radio y puente de navegación. La Biblioteca de Catalunya y los edificios aledaños constituyen un conjunto compuesto de edificios independientes anexados que han dado solución a una diversidad de programas. Formalmente, es un grupo autónomo que no tiene una organización clara más que en su espacialidad interior externa.

Al otro lado del hospital, hacia la parte posterior de la embarcación, continúa el tejido residencial. Sin embargo, el ensanchamiento de la crujía posibilita una nueva alteración: la concavidad de la plaza de Sant Josep o mercado de la Boqueria. En el solar de lo que fuera el convento de los carmelitas descalzos, situado delante de la popa, se propone un vacío exterior confinado, rodeado perimetralmente de porches como, si se tratara de una pequeña embarcación, una cámara abierta, alrededor de la cual se situarían unas bancas para sus ocupantes.

La plaza cerrada a las Ramblas se conecta con ella por medio de una abertura principal y otras dos más, reducidas y secundarias; del mismo modo que las aberturas estancas por donde salen los ejes que hacen girar las hélices del barco en la popa.

El perímetro de la gran manzana casi anodino denota su interioridad. Sólo en la proa, mirando al frente, y en la popa, tangente a las Ramblas, se asoman las fachadas urbanas al igual que en sus exteriores internos, siendo los elementos esenciales de esta composición introvertida.

La manzana doble en el ensanche

Si bien, el edificio singular de la Universitat Barcelona, ocupa la trama homogénea del ensanche, su posición hace sospechar que está en un sitio privilegiado y en relación a otros objetos.

El conjunto está situado en lo que fue el vértice exterior noroeste del recinto de la tercera muralla mirando hacia la ciudad antigua a través del vacío de la plaza Universitat en el punto tangente al encuentro de las rondas.

Esta manzana, extrovertida, se conforma de un edificio (compuesto: dos claustros unidos por un pabellón) exento alineado a la calle por su fachada principal y un recinto perimetral en el contorno del conjunto de las dos manzanas. Dos de sus laterales (dejando libres las esquinas que se alinean con la fachada principal) van a ser construidos por bloques independientes de edificios residenciales. Estos lados de las manzanas se corresponden aproximadamente con sectores de terreno que quedan fuera de la impronta de la muralla, lo que indica que no eran de propiedad del estado y, por lo tanto, responden a la división tradicional de la manzana típica del ensanche.

El edificio se coloca centrado en el eje de la que debería ser una calle mar-montaña (Enric Granados) de la trama cerrando las perspectivas hacia el ensanche. Por detrás, la concavidad del patio entre los dos bloques de edificio recoge el espacio de la calle en un embudo creado entre los claustros y que salva el desnivel entre una vía y otra. Sin embargo, si bien esta idea se expresa formalmente, el límite posterior del recinto separa ambos lados: el jardín interior de la calle posterior, independizando la estructura de la calle de la composición interior de la manzana. Al otro lado de la Gran Via el eje de la calle truncada, sin continuidad aparente, es recompuesto en el borde de la plaza en un corto recorrido sin tener continuidad hacia el interior de la ciudad antigua.

La fachada tangente a la Gran Vía, mira hacia la ciudad antigua proporcionando, junto al muro perimetral, un gran frente continuo y ordenando, y dejando hacia el jardín posterior las alteraciones formales que proponen diversos espacios.

La distancia que propone la plaza, generando el ensanchamiento de la Gran Via colabora en las perspectivas lejanas del edificio. Sin embargo, la universidad no adquiere una altura prominente que la diferencie de su entorno próximo sino, que es su fachada de 129 m de longitud la que necesita de la dilatación espacial para su visión completa, situación que en pocas ocasiones ocurre siendo común verla por fragmentos; del mismo modo que está compuesta: dos torres, dos tramos de fachada continua y un portal, a los que debemos añadir sus fachadas laterales y posteriores. Desde la ronda de Sant Antoni: el portal; desde la calle de Pelai: la torre del campanario; frente al portal, el retiro de la edificación de la manzana frontal alineada con el borde de la nave permite verlo completo como entidad en si misma. Estas intenciones de visiones fragmentarias probablemente sean resultado del compromiso del edificio con el entorno como del entorno para con él.

notas

1
En adelante, la gran manzana.

2
Respecto al marco de teórico del Plan de Ensanche de Barcelona (Idelfons Cerdà de 1859), en adelante: "plano de Ensanche", ver “El plano Cerdà de 1859 para Barcelona considerado como objeto cultural”, Antonio Armesto, en AA.VV. La Manzana Como Idea De Ciudad: Elementos Teóricos y Propuestas Para Barcelona. Barcelona, 2C, 1982 o en La Barcelona de Cerdà, Grupo 2C, España, Ed. Flor del viento, 2009.

3
Los terrenos propiedad del estado liberados a causa del derribo de las murallas y baluartes pasan a ser reutilizados para bienes públicos, lo que permite recomponer con la edificación actual el sistema formal diluido con la apertura de la ciudad.

4
La nueva organización regida por el plan Cerdà vincula la ciudad con el territorio a través de los nuevos ejes propuestos quedando las antiguas carreteras desafectadas de tal función.

5
En adelante, Gran Via.

6
Proyectado por Antoni Rovira i Trías (1876-1882).

7
Idelfons Cerdà, Proyecto de Ensanche de la Ciudad de Barcelona y su puerto aprobado por el Gobierno S.M. Ver GALERA I MONEGAL, Montserrat, et al.

8
Proyectado por Elies Rogent i Amat (1873).

9
Se entiende que la embarcación es un elemento unitario que, aquí, se contrapone a un conjunto de elementos. La comparación en este caso no es figurativa sino de composición formal. No se tratará el problema de la estratificación que aquí no compete, por tratarse el objeto de análisis de un conjunto formado por partes independientes que poseen cada una de ellas sus propios estratos.

sobre o autor

Marianela Rivas es arquitecta por la Universidad de Buenos Aires (UBA, 2002). Master en teoría y práctica del proyecto en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad Politécnica de Catalunya (UPC, 2009). Becaria de Programa Alban de la CE para realizar el Master Arquitectura, crítica y proyecto (UPC, 2007). Profesora de proyectos en la UBA (2001-2006).

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