La maqueta del proyecto de restauración del complejo arquitectónico del Solar do Unhão, expuesta en el Museo de Arte Moderno de Bahía es un aperitivo para recordar la presencia de la arquitecta Lina Bo Bardi en Salvador, sin melancolía y sin nostalgia. Ni tampoco, para excusarnos por la estupidez con que tratamos el pasado y despreciamos la memoria de la ciudad. La “Muestra de maquetas del taller de Lina Bo Bardi” nos aproxima al proyecto pensado por la arquitecta para ese espacio y a un fragmento reciente de la historia de esta ciudad.
El Solar do Unhão, con la intervención de Lina, es un ejemplo exitoso de un proyecto de restauración y revitalización que debería servir de referencia para otras partes de la ciudad. Lina tenía una visión moderna sobre el pasado, con una sensibilidad que sorprendía hasta a la racionalidad que guiaba la arquitectura moderna. Tenemos aún mucho que aprender de su estadía en Salvador, aquel era un momento en que el intelectual podía soñar y la ciudad tenía más arquitectura y menos especulación inmobiliaria. La universidad era un espacio que abrigaba sueños y tenía un contacto más efectivo con la sociedad y lo cotidiano, a diferencia de hoy en día, donde se vuelca a la formación de mano de obra para el mercado del trabajo.
La presencia de Lina fue decisiva para la cultura bahiana, arquitecta con una obra personal, rica en sutileza de detalles, como la escalera helicoidal del MAM, un monumento a ese invento milenario del hombre para dominar el espacio, y a la sabiduría popular responsable por los encajes del sistema portante de la misma. Su contacto con las raíces de la cultura popular de Bahía y del nordeste la llevó a relacionar de forma inteligente el diseño y la artesanía. Emprendedora cultura, creó el Museo de Arte Moderno de Bahía, con una valiosa colección de arte moderno brasilero que se encuentra resguardado en una reserva técnica, lejos del ojo del público, contraviniendo la propuesta de la arquitecta. El museo era también un lugar para la formación y la información con los talleres del MAM, actualmente sin los principales cursos que tanto contribuyeron para la formación de público y artistas.
Es difícil visitar la exposición, prestar atención al trabajo minucioso de las maquetas, y no pensar en el conjunto de obras de la arquitecta en la ciudad de Salvador, en sus intervenciones arquitectónicas, marcadas por un modelo de pensamiento. Un arquitecto de verdad sabe que antes de cualquier intervención o proyecto, existen ideas y conceptos que orientan la práctica, por más empírica que esta parezca. En ese caso, el trabajo del arquitecto es el testimonio y la expresión de una sociedad o de una generación. Es lo que documenta la Casa do Benin, el Teatro Gregorio de Matos, en la ladera de la Misericordia, en el centro histórico de Salvador, tan mencionado y tan poco cuidado, masacrado por una política que tiene como prioridad a una industria del turismo que transforma todo en espectáculo y esconde la historia. Como diría el maestro de muchos doctores, el geógrafo Milton Santos, que sin precisar de recursos de cotas, demostró al mundo que el saber está por encima de la discriminación: -El turista es el habitante de ningún lugar-. Y si es de ningún lugar, sin historia, ¿que se preserva y para qué? La industria turística trae la maravilla del dinero, pero es también el virus que corroe la cultura.
Hay un conjunto de obras de esta arquitecta que enriquece el patrimonio cultural de Salvador, que pasa desapercibido por los bahianos, aparte de los estudiosos, investigadores y curiosos que visitan la ciudad queriendo conocer la arquitectura de Lina Bo Bardi. La “bandada” embriagada detrás del trio eléctrico ya no siente más la falta del teatro Gregorio de Mattos, proyecto de la arquitecta, que espera pacientemente las obras de mantenimiento para reabrir sus puertas y volver a prestar su importante servicio a la cultura bahiana. Lina proyectó un espacio vacío, sin distinción entre palco y platea, con una espectacular escalera, un teatro experimental, manteniendo ventanas para la entrada de luz y la ventilación naturales. Quien mejor utilizó el teatro fue José Celso Martinez, en 1992, cuando realizó un taller alrededor de “Las Bacantes”.
“Triste Bahía”, dice el poeta y pocos escuchan. En mi modesto conocimiento, dos arquitectos pensaron un proyecto de teatro para transformar la concepción del teatro. Flávio de Carvalho, en São Paulo, en 1930 con el “Teatro de la Experiencia”, clausurado por la policía poco después de su inauguración, y Lina Bo Bardi con el Teatro Gregorio de Mattos, en Salvador, en la década de 1980.
Mi imaginación de arquitecto, artista y ex-profesor de los talleres del MAM, delante de la muestra de maquetas del Solar do Unhião, quiere ver más. Que la obra ejemplar de la arquitecta, con su singular y cordial diálogo entre modernidad y pasado, en esta ciudad, no se reduzca un día a maquetas y objetos de investigación de historiadores.
notas
NE
Publicación original: ALMANDRADE. A maquete do Unhião e a Bahia de Lina Bardi. A Tarde. Salvador, 6 de febrero. 2013. El texto trata de la exposición de maquetas producidas en el taller de maquetas del MAM-BA, administrada por la arquitecta Carla Zollinger, para estudiantes de arquitectura, a partir del proyecto de reforma de Lina Bo Bardi para el Solar do Unhião. Las maquetas permanecieron expuestas públicamente hasta marzo de 2013; la maqueta mayor (con todo el Solar do Unhião y el Parque de Esculturas) será donada al MAM-BA.
sobre el autor
Antônio Luiz M. de Andrade (Almandrade) es artista plástico, poeta y arquitecto.