En muchas actividades y ámbitos de la Argentina de hoy se está trabajando para un gran acontecimiento: en el 2016 se cumple el bicentenario de la Declaración de la Independencia.
Hay mucho que conmemorar, y se están preparando algunos iconos interesantes (edificios patrimoniales a recuperar, grandes equipamientos e infraestructuras). Sin embargo, es un motivo de urgencia asegurarnos como argentinos, que se comiencen desde ahora a estructurar o reestructurar algunas de las cuestiones de fondo, que garanticen para el próximo futuro una independencia real como la que declaramos en 1816.
Una de ellas es la práctica real del federalismo, de aquél diseñado en las Provincias Unidas del Río de la Plata, el gran proyecto homólogo a la entonces naciente grandeza de los Estados Unidos de Norteamérica.
El federalismo está en nuestra Constitución Nacional y en los sentimientos de casi todos los argentinos. Los provincianos nos marcan el rumbo en este sentido, con su destacada identidad y sus reclamos de mayor consideración. Sin embargo, el “unitarismo de Buenos Aires” siempre resucita, ya sea en la vocación de centralismo del poder económico o del poder político, y con frecuentes manifestaciones de articulación entre ambos.
¿Es una historia antigua? Claro, porque tiene olor a las terribles guerras civiles en que nos movimos entre 1820 y 1880 hasta la definitiva consolidación nacional. Sin embargo, ha rebrotado periódicamente en nuestro país, porque el tipo de problemas que da lugar a esa controversia subsiste aún. En este mismo momento, existe una tendencia del Gobierno Nacional hacia una clara centralización de poderes, y un marcado intervencionismo del Estado sobre las provincias y los municipios del país. Cuestión por otra parte, puesta de manifiesto en muchísimas notas periodísticas, así como en la interpretación de muchos sectores de la oposición política.
¿Por qué planteamos que esto es un motivo de urgencia ahora, en estos tiempos, para poder llegar dignamente al 2016?
Porque los modelos más exitosos de desarrollo social y económico que a nivel internacional se están manejando en las últimas décadas contienen la idea de región de desarrollo o región urbana de desarrollo, como una estrategia imprescindible. Hace años que venimos manejando este concepto y lo hemos aplicado en escritos teóricos, proyectos de planificación y programas de enseñanza.
La gran socióloga y urbanista canadiense Jane Jacobs investigó profundamente la etapa del post-capitalismo y comprobó que la nueva riqueza de las naciones, aludiendo a las teorías económicas liberales de Adam Smith, se manifiesta hoy en las ciudades, y en especial, en lo que ella denomina regiones urbanas (1).
La autora describe así a las redes de ciudades medianas, que no se tocan físicamente entre sí, pero que se complementan y compiten como una gran unidad económica, evitando sin embargo, las deseconomías que producen las macro concentraciones urbanas.
Los 3 mejores ejemplos de región urbana que diagnosticó y comprobó Jacobs son la Isla Central de Japón, la Región del Valle del Rurh, en Alemania, y en especial, la Región del Valle del Po en Italia del Norte. Las tres, entre las regiones más ricas del mundo y con mejor distribución social de esas riquezas.
En estas regiones viven millones de habitantes, pero cada ciudad articulada conserva la escala humana; generando un gran mercado propio con diversidad de productos y empleos, y una verdadera economía de escala, salvando sin embargo, los problemas de deseconomías de escala de las grandes conurbaciones continuas: hiperconcentración, deterioro de la ciudad y del campo, contaminación de los recursos naturales, pérdida de identidad y escala.
Precisamente la gran conurbación de Buenos Aires, formada históricamente a expensas de un fuerte vaciamiento del interior (proceso de alta agudez entre 1940 y 1990), es uno de los más salientes ejemplos que expone Jane Jacobs sobre cómo las grandes ciudades atentan contra las riquezas de las naciones.
Afortunadamente desde hace 20 años, las tendencias de crecimiento poblacional en la Argentina marcan un mayor desarrollo de las ciudades medianas y pequeñas y en particular, de las metrópolis regionales, en relación con el crecimiento del Gran Buenos Aires. Algunas oportunidades internacionales, juntamente con ciertas modernizaciones del aparato productivo, están afianzando en especial las ciudades de Salta, Mendoza, Córdoba, Rosario, Bahía Blanca, Neuquén y Comodoro Rivadavia, y esa es una oportunidad grandísima que se está abriendo precisamente en la línea de la idea de región urbana:
- muy competitivas, pero a escala humana,
- con mentalidad globalizada, y a resguardo de la identidad local,
- con diversidad cosmopolita, pero con calidad de vida mayor que en las grandes conurbaciones, más seguras, donde todo está más cerca.
Otros casos están encontrando esa misma oportunidad, a partir de las ventajas de localización y proximidad. Como las complementariedades entre Corrientes y Resistencia, entre Paraná y Santa Fe entre las mencionada Neuquén y la cadena de ciudades del Alto, entre Puerto Madryn / Trelew / Rawson, etc. En particular estos últimos casos, son un ejemplo de región urbana (y urbana- rural) por el Valle del Río Chubut, de alta modernidad.
Esta nueva manera de ver asociadas las oportunidades socio-económicas con las ventajas territoriales no tiene respaldo claro en las políticas actuales, frecuentemente demasiado unitaristas y centralistas, y otras dominadas por pasiones provincialistas. Cuando antiguas rivalidades entre países europeos, se ven contrapesadas hoy por el gran proyecto político de la Unión Europea y grandes proyectos de integración física como el Túnel bajo el Canal de la Mancha, es perentorio promover la integración mediante corredores o áreas articuladas de desarrollo. Entre dos o más provincias, entre un área fronteriza con la correspondiente del país vecino (como las ciudades del bajo Uruguay, envueltas ahora en un conflicto que nos debería avergonzar), entre dos grandes ciudades vecinas o entre áreas de desarrollo que conviene compartir entre varias ciudades vecinas.
Argentina posee varias proto-regiones urbanas, que ya se percibieron en esfuerzos anteriores de planificación (2): el área metropolitana de Buenos Aires, el eje La Plata – Rosario, el eje Rosario – Santa Fe, la complementariedad Santa Fe – Paraná, o Corrientes- Resistencia, las ciudades del centro de la provincia de Buenos Aires, el corredor Córdoba – Río Cuarto, el corredor Mendoza- San Rafael, etc.
Estas y otras áreas con ese potencial podrían formar parte de un gran proyecto de fortalecimiento de regiones urbanas en la Argentina, con sus respectivas economías regionales y sus corredores de influencia. Un proceso de inversiones públicas y privadas focalizado sobre estas regiones de desarrollo sin perjuicio de continuar atendiendo los presupuestos clásicos por jurisdicción provincial, y sobretodo descentralizando roles y funciones a esas regiones urbanas, con capacidad de negociar de este modo desconcentrado su colocación en el mundo de la cultura y los negocios internacionales.
Es semejante a la idea de ciudades globales, como las gigantescas metrópolis que sustituyen sus espacios nacionales por espacios globales de competitividad. Pero a diferencia de ese esquema que ya tiene más de 100 años, y donde no se consideró suficientemente los impactos negativos de la aglomeración, esta red de ciudades articuladas como región, se insertan en ese diálogo global, pero evitan las consecuencias negativas.
En América Latina esto comienza a suceder en el corredor Río – San Pablo – Curitiba, entre Santiago y Valparaíso también se hace evidente esta complementariedad. Y la Argentina tiene como hemos visto varias oportunidades a potenciar el fenómeno tendencial con algunas fortalezas iniciales: en general, contamos con un patrimonio urbanístico más ordenado y unas infraestructuras de comunicaciones y de saneamiento que supieron estar a muy alto nivel.
¿Por qué planteos tan evidentes, cuasi obvios, y de innegable comprobación internacional, no se convierten en metas innegociables para nuestros gobiernos? (3)
Una respuesta a no dudar es que la descentralización y la desconcentración lesionan intereses contrarios (monopolios, empresas hegemónicas, concentración de poder político, feudos provincialistas).
Pero otra respuesta que me aterra tanto o más es que se trate de simples atrasos en las ideas y en los instrumentos para un desarrollo genuino.
Consideramos un motivo de urgencia para el horizonte de festejo del 2016 la instrumentación de un gran esfuerzo federal para potenciar las regiones urbanas dinámicas de nuestro país, logrando acuerdos entre provincias, entre provincias y el estado nacional, entre las fuerzas vivas de los distintos núcleos urbanos de esas regiones, para un desarrollo más sustentable en lo económico, en lo ambiental y en el aumento de justicia social.
Es sólo seguir las mejores tendencias y propiciarlas. Como tomar los mejores vientos. Un gran festejo como el del 2016 merece revisar el modelo de país que queremos.
notas
1
Véase JACOBS, Jane. Las ciudades y la riqueza de las Naciones. Barcelona, Alfaguaras, 1999.
2
Véase cuerpo central del este número de la revista Ambiente Digital
3
Sólo el Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable, 2005-2016, Secretaría de Turismo de La Nación / CFI, expresa con claridad un enfoque de este tipo. Véase http://www.turismo.gov.ar/esp/menu.htm.
[artículo publicado originalmente en Revista Ambiente Digital]
sobre el autor
Rubén Pesci, arquitecto, fue Profesor Titular de las Universidades Nacional de La Plata, Católica de La Plata y de Belgrano. Profesor Invitado en las Universidades de Venecia (Italia), Menéndez y Pelayo y Valencia (España), Tucumán y Mendoza (Argentina), Mérida y Caracas (Venezuela) y Porto Alegre y Curitiba (Brasil). Dirigió el Curso Superior de Proyectación Ambiental (Universidad de Belgrano, 1980-87), el Taller Latinoamericano de Formación Ambiental (1985-87), varios Cursos y Talleres de Grado y Post-Grado en Formación Ambiental de la FLACAM (Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales) (1989-continúa) y es desde 1994 Director de la Cátedra UNESCO/FLACAM para el Desarrollo Sustentable. Es autor de diversos libros