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interview ISSN 2175-6708

abstracts

português
Flavio Coddou conversa sobre viagens e a profissão com o fotógrafo italiano radicado em Barcelona, Duccio Malagamba

english
Flavio Coddou talks about trips and the profession of architect with the italian photographer Duccio Malagamba, who lives and works in Barcelona

español
Flavio Coddou habla sobre viajes y la profesión de arquitecto con el fotógrafo italiano radicado en Barcelona, Duccio Malagamba

how to quote

CODDOU, Flávio. Duccio Malagamba. Entrevista, São Paulo, año 11, n. 044.01, Vitruvius, nov. 2010 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/entrevista/11.044/3549>.


Catedral, Brasília. Arquitecto Oscar Niemeyer, 1958-1960

Flavio Coddou: Ese viaje a Porto Alegre te llevó a visitar Brasilia por primera vez.

Duccio Malagamba: Sí, llevaba muchísimos años queriendo ir a Brasil, siempre decía que no quería morir sin ver Río de Janeiro. Los croquis de Río hechos por Le Corbusier me habían impresionado mucho en mi etapa de estudiante y creo que marcaron mi subconsciente. Era algo que deseaba ver en la realidad: necesitaba conocer de primera mano esa ciudad singular asentada en medio de curiosas montañas, construida con rascacielos y barracas, rodeada por playas fabulosas y poblada por chicas de ensueño... Al haber deseado y esperado tanto esa visita las expectativas eran enormes y como suele pasar en estos casos, acabé algo decepcionado por la realidad. La ciudad es tan inmensa que todos esos episodios orográficos especiales difícilmente se perciben a la vez así que su impacto resulta algo diluido. También me impresionó negativamente la sensación de inseguridad y el permanente estado de alerta que delataban las miradas de la gente que encontraba en la calle...

De todas formas como arquitecto también tenía mucho interés por ir a Brasilia.

FC: Haciendo un paréntesis, en tu época de estudiante, la crítica que se hacía de Brasilia en Italia era muy dura.

DM: En la facultad no nos dedicamos a estudiar Brasilia de forma especial porque, desde un punto de vista italiano, tan enfocado a la conservación del patrimonio histórico, una gran ciudad de nueva fundación representa algo muy exótico. Una capital al estilo de Canberra o Dacca  –ciudades que por otra parte sigo sin conocer a día de hoy– se estudia solo superficialmente, como parte del bagaje cultural que cualquier titulado en arquitectura tiene que poseer...

Museu Nacional Honestino Guimarães, Brasília. Arquitecto Oscar Niemeyer, 2009

FC: ¿Qué te impresionó de esa ciudad en el primer momento de tu llegada?

DM: Muchas cosas. Incluso antes de llegar lo primero que me impresionó fue la dirección del hotel: “Sector Hotelero Oeste”! Me pareció alucinante... Me preguntaba: y cuando sales del Sector Hotelero ¿qué te encuentras? ¿El Sector Hospitalario? ¿El Escolar? Un esquema tan poco familiar me daba muchísima curiosidad.

Luego ya en Brasilia me chocó el tamaño de la ciudad. La casi imposibilidad de poder llegar de un sitio a otro con los pies. Algo sorprendente, pero en sentido negativo. No puedes creer que personajes que se cuentan entre los grandes genios del urbanismo no hayan reparado en lo desagradable que llega a ser tener que tardar un cuarto de hora para cruzar una calle... En resumen, me impresionó la monumentalidad de ciertos espacios y edificios pero al mismo tiempo la poca practicidad que tiene eso. Es la gran diferencia entre ver fotografías y vivir una experiencia, con el sol, el calor y sabiendo lo que duelen los pies al ir de un sitio al otro. Es inimaginable, por ejemplo, lo distancia que hay entre la Catedral y la plaza de los Tres Poderes, cuando en teoría son adyacentes.

FC: Tus fotos revelan eso mismo: hay tanto fotografías de arquitectura, de los edificios, como de esos espacios de la nada.

DM: Esto exactamente es lo que he buscado con este primer contacto, superficial por otro lado. Estoy contento con el resultado pero ojalá tuviera la oportunidad de volver y hacer más, quedándome más tiempo. Ya lo he dicho, para mí la fotografía es también una forma de conocer. Yo fui a conocer Brasilia más que a tomar fotografías, pero hacer fotos me ayuda a entender. En este reportaje concretamente se entremezclan dos visiones: por una parte mi “reconocimiento” de los edificios famosos, los que de alguna forma ya conocía; y por la otra el descubrimiento la de los espacios inmensos, de los edificios recién terminados, de los edificios antiguos con arquitecto desconocido… cosas de las que nadie me había hablado antes. Así que, como bien apuntas, intenté hablar de cosas que ya sabía que existían junto con otras que ni imaginaba pudieran existir.

FC: ¿Cómo hiciste para ubicarte en la ciudad e identificar a los proyectos? ¿Con una guía?

DM: De una forma bastante superficial y azarosa pues no quería privarme del gusto de la sorpresa... Fundamentalmente utilicé un mapa turístico que tenía unos iconos que señalaban las obras que por alguna razón se consideraban importantes. Estaba bien hecho y con su ayuda identificaba los ámbitos donde algo interesante pasaba...

Sin embargo he descuidado la zona de las embajadas porque no estaban señalizadas y de todas formas mi tiempo era limitado. Las he descubierto antes de marcharme pero no he hecho fotografías porque siempre había el problema de acceder a ellas. Al ignorar las dificultades que me esperaban allí, me centré en  cosas más asequibles.

FC/MC: ¿Si tuvieras la oportunidad de volver a Brasilia hoy, qué crees que cambiarías en tu mirada al hacer nuevas fotos?

DM: Desde luego mi mirada sería muy diferente porque ya no me enfrentaría a un territorio virgen. Lógicamente sería una oportunidad para llenar vacíos como el mencionado de las Embajadas, o el Palacio de la Alvorada o el interior del Ministerio de Exteriores... En resumen, me gustaría visitar muchas cosas que necesitan una programación y planificación anticipadas.

FC: Para terminar, ¿el Duccio Malagamba viajero, que va con una maleta pequeña con cámaras, llega a disfrutar de estos viajes?

DM: Desgraciadamente ya no. Me duele tener que admitirlo pero ya no disfruto. Desde mis comienzos uno de los atractivos que encontraba en la fotografía era la excusa para poder viajar. De hecho antes de entrar en la facultad de arquitectura me pagaba los viajes vendiendo mis fotografías a revistas de turismo. Pero en algún momento de mi vida he perdido la capacidad de saborear mis desplazamientos y no porque ya no me guste viajar, sino porque ahora soy incapaz de recortar el tiempo destinado al motivo principal del viaje. Mi nivel de auto-exigencia ha crecido tanto que no alcanzo a interrumpir mi trabajo para dedicarme a otra cosa. Antes, efectivamente, tenía tiempo de desconectar e ir a bares, restaurantes, hacer visitas al margen del encargo, incluso conocer gente, pero esta capacidad se ha ido reduciendo progresivamente y está ahora en su mínima expresión. Por otro lado, viajo muy poco si no es por trabajo. Durante las vacaciones, por ejemplo, siempre voy al mismo sitio. Lo de Brasil ha sido una excepción feliz porque tenía tantas ganas de ir al país y a Río que destiné una semana para la ciudad. En Río de hecho ni saqué la cámara del hotel para poder olvidarme de mi trabajo y no hice ni una sola fotografía. En cambio el viaje a Brasilia lo enfoqué, como te comentaba, de una forma distinta...

(Lea artículo en Architectural Review con texto y fotografías de Duccio Malagamba sobre Brasília)

Museu Nacional Honestino Guimarães, Brasília. Arquitecto Oscar Niemeyer, 2009

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