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SALINAS, Fernando. La identidad ante el espejo. Resenhas Online, São Paulo, año 02, n. 023.02, Vitruvius, nov. 2003 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/resenhasonline/02.023/3202/es>.


Para algunos profesionales de la arquitectura, la búsqueda y el encuentro de la identidad parece ser, en la cultura de nuestro tiempo, una de las necesidades casi obsesivas de esclarecimiento, a juzgar por la persistencia del tema en investigaciones, eventos y reflexiones personales publicadas.

Sin embargo, identidad, no es más que ser idéntico a uno mismo; no ser idéntico a los demás como persona, familia, sociedad o nación; en la producción y en la creación, en la cultura y el arte: identidad es personalidad natural. Por eso, Martí denominaba “naturales de América” y no indios, a los habitantes originales de nuestras tierras.

Nadie puede evitar el hecho de ser idéntico a sí mismo, para bien o para mal.

El colonizado lo es porque asume los rasgos que le impone el colonizador, sean éstos humanizantes o deshumanizadores; el rebelde lo es porque rechaza las imposiciones, y en el proceso ambos alcanzan diferentes estadios culturales y humanos.

Los lenguajes de la arquitectura integrados al escenario ambiental donde se desenvuelve la vida  cotidiana de la sociedad y de los individuos, reflejan fielmente, como resultado de las decisiones que los conformaron, estas actitudes de sumisión, resistencia o independencia de criterios, que como un largo proceso de aprendizaje van configurando el desarrollo de las identidades culturales nacionales.

Los que se pasan la vida buscando la identidad – identidad que, por tanto, es la incertidumbre –, no saben que la llevan dentro, puesta, y a su alrededor: basta con mirarse a los ojos ante el espejo, observar el entorno, recordar e imaginar. Éstos somos, todos y cada uno: realidad, memorias e imaginación.

La geografía, sin duda, tanto como la sociología o la economía, ha influido en el carácter de nuestra identidad cultural, y en el sentido de nuestras historias. Si el lugar determinó la ecología; y las dimensiones físicas y demográficas, la escala; el relativo aislamiento propició tanto las imposiciones como la independencia. Somos un coro de pueblos vecinos separados por el mar, y unidos por la cultura y por la historia. Nos hermana el sol fuerte, el cielo claro y el aire fino, la lluvia súbita, y como una perspectiva generosa, el horizonte verdeazul del Caribe. Compartimos el sufrimiento de la servidumbre y la voluntad de libertad.

Somos antesala o traspatio entre las las Américas y el resto del mundo, y por tanto llave que abre o cierra los encuentros y las proyecciones entre nuestras culturas y el mundo que nos llega.  Se nos puede sobrevolar, pero aquí estamos.

Tal vez el factor más revelador de esos valores, y a la vez el menos reconocido como tal en el mundo actual – lo que constituye la mayor paradoja cultural y política de nuestro tiempo –, encuentra su expresión en los ambientes de la vida cotidiana de la sociedad. Somos en gran medida como vivimos. Si la ciudad integra el cuerpo de nuestra cultura, en ella la arquitectura integra el cuerpo de la cotidianidad, y en ambas, como ambientes de vida, cada ciudadano encuentra diariamente la infelicidad, la indiferencia o la felicidad. La justicia ambiental materializa la justicia social, y con ella, la humanidad real.

Por eso, la investigación que se plasma en este libro de Roberto Segre – siempre digo el penúltimo, esperando el próximo –, se encuentra no solamente entre las más importantes abordadas coherentemente por él a lo largo del serio trabajo intelectual realizado durante su vida, sino entre los esclarecimientos más necesarios de la cultura ambiental contemporánea – tan limitada generalmente por las superficialidades, las incertidumbres y las mediocridades sensacionalistas –, cuando más lo demanda el desarrollo humanizado de la sociedad.

Aquí se plasma, con indudable erudición que requiere talento, experiencia, madurez y voluntad, el panorama histórico singular de la evolución en la vida de nuestras islas antillanas, y el consecuente proceso de creación y concreción de los ambientes que acompañan esta evolución, en las circunstancias específicas de cada lugar y cada época. Esta visión de conjunto permite relacionar lo que antes fueron sucesos paralelos o aislados; así como apreciar la coherencia en la diversidad de sus respectivos desarrollos, el papel de las influencias estilísticas foráneas, impuestas o aceptadas como modelos culturales, la adaptación de estos últimos a las condiciones locales, al tiempo que el esclarecimiento, difícil pero seguro, de los principios surgidos de nuestra realidad, con validez y proyección universales, ejemplificados en las obras de los maestros, practicantes y aficionados a la construcción y el diseño.

Las cuestiones más relevantes de la cultura arquitectónica y ambiental en la actualidad se muestran en la multiplicidad de nuestras realidades. Mejor que el regionalismo crítico, podemos hablar aquí de cultura almbiental, insular y tropical.

Aquí estamos, ante el espejo de la historia, con nuestras huellas, con nuestros recuerdos, con nuestras realidades y nuestras esperanzas. Así somos: cada uno y todos.

nota

1
Este nuevo libro de Roberto Segre sobre la arquitectura y el urbanismo de las islas del Caribe, fue realizado en la segunda mitad de los años ochenta, con el apoyo de la Fundación John Simon Guggenheim de Nueva York. Su contenido versa sobre la evolución de las particularidades que definieron una expresión regional en la arquitectura antillana, desde las tradiciones vernáculas de inicios de siglo, hasta los recientes movimientos de vanguardia. Transcribimos la presentación del arquitecto Fernando Salinas (1930-1992), uno de los profesionales más destacados de la arquitectura cubana del siglo XX, fallecido poco después de escribir el prólogo. Su biografía será publicada próximamente en la revista AU, Arquitetura & Urbanismo.

sobre el autor

Fernando Salinas, formado em arquitetura pela Universidade de Havana em 1957, colaborou com o Studio de Philip Johnson em Nova York. Após a revolução cubana, retorna ao país e realiza importante conjunto de obras: Sede da Empresa Mecânico-Agrícola (1963), Sistema de Habitação Multiflex (1969), Embaixada Cubana na Cidade do México (1977). É autor também de expressiva obra teórica.

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Arquitectura antillana del siglo XX

Arquitectura antillana del siglo XX

Roberto Segre

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