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MASSAD, Fredy; GUERRERO YESTE, Alicia. Curtis, sustancia crítica. Resenhas Online, São Paulo, año 07, n. 075.03, Vitruvius, mar. 2008 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/resenhasonline/07.075/3084>.


“Si puedes decirlo, no lo pintes; si lo puedes pintar, no lo digas. De la misma forma, la arquitectura debe hablar por sí misma”, dice el historiador y crítico de arquitectura William J. R. Curtis, citando a Francis Bacon mientras muestra ejemplos de sus pinturas, “paisajes mentales”: imágenes abstractas imbuidas de una sutil intensidad surgidas de su interés sensible por la luz, el movimiento a través del espacio, el paisaje… La idea de la inefabilidad de la arquitectura, del componente emocional del que es capaz de estar imbuida y comunicar la obra arquitectónica, es un componente de su pensamiento pragmático y lúcido. La alusión a lo indecible que contiene esencialmente la experiencia de la arquitectura reemerge en la conversación cuando menciona su perenne fascinación por el Gimnasio Maravillas de Alejandro de la Sota, “un edificio extraordinario que aún me conmueve, que instantáneamente puedo sentir y reconocer como arquitectura”.

Una obra crucial

Curtis es autor de uno de los libros cruciales para el estudio de la arquitectura del siglo XX, La arquitectura moderna desde 1900 (Phaidon, 2006), del que acaba de publicarse su tercera edición en castellano y que constituye asimismo un proyecto de investigación que este autor mantiene activo, en el que queda plasmado su crecimiento como historiador y su solidez como analista de la arquitectura contemporánea. Publicado originalmente en 1982, en plena eclosión de la posmodernidad, para este pensador poco amigo de ideologías y modas, “el libro era un intento de desmitificar la arquitectura moderna, salvarla de sus propios mitos y apologistas, de evitar las caricaturas creadas por sus enemigos o por sus partidarios, y de plasmar las cosas con toda su complejidad”. “La arquitectura ?explica? es un fenómeno con múltiples estratos que funde ideas y formas, mitos sociales y espacios poéticos, imágenes y materiales, la función y la estructura, el pasado y el presente. Los edificios son fruto de procesos complejos, y a mí me interesa la materialización en formas de las imágenes y las ideas. Además de sus intenciones subyacentes, me preocupa la acogida y las lecturas posteriores de una obra”. Como enfatiza en su prefacio a esta última edición, a Curtis le interesa fundar un terreno de pensamiento firme, alejado de las subjetividades y frivolizaciones a las que abocan los análisis efectuados desde posturas intelectuales efímeras.

Su afirmación y la constancia de su compromiso con este libro son evidencia de una actitud casi perentoriamente necesaria para la construcción de una cultura crítica y de la crítica en este momento, reivindicando la importancia y sentido del conocimiento sobre la Historia para reconocer cuál es la sustancia de lo arquitectónico. “Distingo muy tajantemente entre el tiempo de la moda y el tiempo histórico”, dice Curtis, sin ocultar que incluye en esa afirmación el valor y consistencia que reconoce a su trabajo y a su actitud insobornable de acusador de muchos de los comportamientos de la arquitectura actual y de los modos de hacer de la crítica.

“Es peligroso dejarse seducir por el aura teórica de la arquitectura”, opina Curtis, convencido de que la proliferación de la actividad teórica actual está simplemente ocultando la liviandad de las ideas de muchos discursos radicales y las distancia remota que separa insalvablemente la mirada de los académicos sobre las cuestiones verdaderamente reales de las que tendría que ocuparse la arquitectura.

“En mi opinión, las escuelas de arquitectura están incitando a producir teorías excesivamente cínicas acerca del mundo en que vivimos. El teorizar se ha convertido en algo demasiado pretencioso. Muchas ideas teóricas actuales son excesivamente livianas, pero pueden actuar como una forma de arrogarse poder y prestigio, a la manera en que lo son también reconocimientos como el Premio Pritzker, un galardón que sitúa al laureado que lo obtiene más allá de cualquier crítica porque, desafortunadamente, en el mundo estúpido en que vivimos el obtener estos reconocimientos de prestigio sirve como arma de poder”.

Curtis lamenta cómo esta creciente adquisición de “poder” por parte de los arquitectos, tanto para opinar como para construir, está suponiendo un desastre para la arquitectura no sólo en su dimensión creativa sino también en su dimensión de objeto cultural y social. “Los arquitectos están entrando en una dinámica de producción veloz, y esto no les permite dedicarse a elaborar sus proyectos con el debido esmero. Creen que sus edificios son un objeto cultural, cuando lo que están haciendo es un negocio”.

Aferrado a la cualidad sensible e intangible de la arquitectura, Curtis da a entender de nuevo que su materia de estudio son las obras construidas. A contracorriente, sin duda, de los modos predominantes en la actualidad en que la técnica es hecha tema de reflexión, ni escritos-manifiestos, ni el carisma de un arquitecto son materia para Curtis: “Dejo que la obra me hable. No me impresionan demasiado las palabras de los arquitectos. Sería ingenuo aferrarse a lo que escriben, la relación entre lo que escriben y lo que construyen nunca es obvia. No me interesa en absoluto el carácter de un arquitecto. Lo que me interesa es saber cómo afronta éste la difícil tarea de hacer arquitectura, en qué tipo de intervenciones está trabajando, cómo asimila e interpreta el debate social? Hay una diferencia sustancial entre las personas que toman los tics específicos de un periodo y la gente que adquiere una profunda comprensión del tiempo al que pertenece. El mismo lenguaje puede derivar en una obra de arte o en un mero gesto de moda”.

Evidencia de que “escribir Historia implica usar tanto la razón como la imaginación”, esta gran monografía de Curtis es reflejo y conclusión de cómo el siglo XX fue una época fundamental para el desarrollo de la Arquitectura. La consolidación de la tecnología estructural y constructiva surgida de la Revolución Industrial llevó a la arquitectura a momentos de gran creación y desarrollo de ideas nunca antes experimentadas. Estando actualmente en el proceso de transición a otra época -con sus propias complejidades-, que requiere otros mecanismos de análisis, no debe incurrirse en posiciones ahistoricistas o en la falsa rebeldía de ideologías rupturistas que nos privarían del bagaje de conocimiento y la perspectiva con los que aprender y disfrutar de la sustancia de la arquitectura moderna, cuya extrema complejidad, Curtis ha sabido comprender y diseccionar.

sobre el autor Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste, titulares del studio ¿btbW, son autores del libro "Enric Miralles: Metamorfosi del paesaggio", editorial Testo & Immagine, 2004.

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La arquitectura moderna desde 1900

La arquitectura moderna desde 1900

William J.R. Curtis

2006

075.03
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