Este artículo presenta algunos resultados de la investigación de la Tesis Doctoral: “Carlos González Lobo... Caminos hacia lo alternativo dentro del ámbito conceptual, proyectual y contextual de la arquitectura” (1) Después de varias pláticas con Carlos González Lobo nos llamó la atención su constante necesidad de referirse a personajes, etapas de su vida, familiares y arquitectos para explicarnos su quehacer arquitectónico.
Por ello la trayectoria profesional de Carlos González Lobo esta necesariamente ligada, a la historiografía arquitectónica mexicana. Ofrecemos en el presente texto una historia arquitectónica circular que empieza y termina en los referentes teóricos que han llevado a Carlos González Lobo a necia búsqueda por ofrecernos una Vivienda y Ciudad Posibles.
Pretendo confirmar el hecho de que la realidad social y el hecho histórico en el cual se desarrolla una idea, influyen en la propuesta arquitectónica. Para entender el presente, los historiadores recurren a hechos del pasado para, paso a paso, conducirnos a respuestas más o menos objetivas de los hechos por los cuales transcurre la vida del hombre. Normalmente en arquitectura, no se incide lo suficiente en los hechos históricos que acompañan a los análisis arquitectónicos.
Habitualmente los análisis de arquitectura, se basan más en aspectos formales, estéticos y funcionales de las obras, para intentar comprender los avances de las tendencias arquitectónicas de tal o cual arquitecto. Inclusive, muchas veces, solo se “analiza” una intención “meramente filosófica” de la intención “artística” de las obras de arquitectura.
No pretendo resaltar meramente los aspectos formales de la obra de Carlos González Lobo. Y tampoco pretendo hacer una reseña biográfica exhaustiva de los personajes o los hechos culturales que tienen algo que ver con su obra, simplemente me recreo en una especie de “genealogía”; a través de la cual, quiero evidenciar “otra manera de enfocar la investigación en arquitectura”. Y que parte necesariamente de la realidad tanto cultural, como social y arquitectónica en que el arquitecto se desenvuelve, y que le influye e impulsa a asumir una posición arquitectónica crítica, con esa realidad concreta.
Y este análisis, hacía falta en la obra de Carlos González Lobo, arquitecto crítico con la realidad arquitectónica actual y que propone “sus bóvedas y sus techos raros” a partir de una necesidad concreta y creciente de espacios para habitar por parte de usuarios de escasos recursos.
Eduardo Torroja Miret (1899-1961)
Constructor imaginativo, creó (2) el Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación (3), teniendo como objetivo ambicioso, el desarrollo de la ciencia de la construcción persiguiendo criterios más modernos. (ver imagen 1)
La obra de Eduardo Torroja se caracteriza por el uso desmedido de la imaginación puesta al servicio de la técnica, de la lógica estructural y de la necesidad constructiva. Eduardo Torroja revolucionó de manera clara el uso de las estructuras en los proyectos de arquitectura, que pasaron de ser un grupo de cálculos tediosos, a una manera lógica, bella y sencilla de entender a la naturaleza, y por tanto, la técnica.
Eduardo Torroja colaboró con infinidad de arquitectos para poner a disposición del diseño su amplio criterio lógico en el uso de los esfuerzos.
Eduardo Torroja nos enseñó a mirar y a observar la naturaleza, construyendo obras de hormigón armado, sostenidas casi de milagro en el aire. Como si el viento las delineara para poder ser disfrutadas por sus usuarios. El uso de las estructuras laminares de Torroja, es un gran aporte para la arquitectura y la tecnología actuales que confirman la tenacidad y entrega profesional del trabajo del ingeniero. A este respecto afirma el arquitecto y constructor popular venezolano Fruto Vivas: “Eduardo Torroja, con quien trabajé en el diseño de la cubierta del Club Táchira (ver imagen 2), aún no construida. De él aprendí a manejar la lógica de los tipos estructurales, a descubrir que la maestra de todas las estructuras óptimas es la naturaleza, aprender a observar las ramas de las palmeras y el vuelo de las gaviotas o la magia delirante de un colibrí o una libélula para luego aplicarlo a la dura realidad del mundo en que vivimos” (4)
Eduardo Torroja fue capaz de darle una ligereza inusual al uso del hormigón armado y descifró de alguna manera, un procedimiento lógico de usar los materiales, para que con el mínimo de armados se pudiera tener el máximo de resistencia de los mismos. Torroja tuvo el rigor científico de demostrar que lo que proponía, con un respaldo de cálculos matemáticos que sostenían sus construcciones. Esta constante perseverancia por la investigación, lo coloca en un sitio privilegiado dentro de la historia de la arquitectura del siglo XX.
En el Frontón de Recoletos (ver imagen 4) cubre una luz de 55 metros con una gran bóveda que trabaja como una viga, sostenida en los muros. Se trata del concepto de la viga díptera, uno de los principales aportes tecnológicos de Eduardo Torroja.
Torroja fue un constructor entusiasta y un investigador constante. Le emocionaba la posibilidad de que otros proyectistas utilizaran las cubiertas laminares para realizar cubiertas, que como membranas, envolvieran y dieran una nueva vida a los espacios construidos. Experimentó construyendo, fue descubriendo en la práctica esta posibilidad de ir adelgazando las membranas de hormigón hasta reducirlas a su mínima expresión. La imaginación de Eduardo Torroja le permitió construir con hormigón infinidad de sueños, hoy existe en Madrid una fundación que lleva su nombre y que se dedica a la investigación entusiasta en los avances de la tecnología y la construcción, ese es solo uno de los tantos legados de Torroja al mundo de la construcción y de la arquitectura.
La adaptación de la viga dípetra de Eduardo Torroja
Las investigaciones de Carlos González Lobo sobre bóvedas de hormigón armado sin encofrado, parten de la idea de Eduardo Torroja sobre la viga díptera (ver imagen 5), el propio Eduardo Torroja explica el principio de su reflexión:
“Si se coge una hoja de papel y se la quiere sostener horizontalmente sobre dos de sus bordes paralelos se observa que se dobla y se cae por falta de resistencia a la flexión. Pero, si se la sostiene de los centros de esos lados, dejándola que se curve por su peso a uno y otro lado de la recta que se une los puntos de apoyo, se sostiene perfectamente gracias a la forma curvada que ha tomado. La superficie cilíndrica, así formada, trabaja como una viga cuya sección transversal viene determinada por la directriz del cilindro. Este experimento enseña, por sí solo, cual es la ventaja fundamental de este tipo estructural. La lámina, aunque tenga la forma de una bóveda, es tensionalmente otra cosa completamente distinta; mucho más que a una bóveda, podría asimilarse a una viga” (5)
Con este sistema, Torroja eliminó a las estructuras cilíndricas del coceo y distribuyó los esfuerzos, logrando un equilibrio de la estructura, haciéndola trabajar como “una sola” forma monolítica.
Este concepto (poner a trabajar a las bóvedas como vigas) (ver imagen 6) lo ha adaptado Carlos González Lobo y lo ha puesto en práctica en un sistema constructivo denominado CGL-1 (6).
González Lobo, en su búsqueda formal, asoció de alguna manera sus hallazgos geométricos aplicados a sus formas arquitectónicas, y las enlazó con sus experiencias personales y las de otros arquitectos que también intentaron hacer llegar la modernidad a sus usuarios: “para ensanchar el campo de lo conocido”
Fue entonces que Carlos González Lobo consolidó un sistema constructivo de bóvedas de hormigón armado, liberándolas del problema del coceo lateral por el empuje mismo de la bóveda.
Carlos González Lobo (7) experimentó sobre las posibilidades del metal desplegado, y construyó (8) espacios maravillosos, donde lo improbable sucede y donde el usuario participa al descubrir posibilidades espaciales que nunca pensó como posibles, pero finalmente estas cubiertas audaces de González Lobo, resultaban “caras” y necesitaban de mano de obra calificada que las construyera.
Entonces su mayor aporte vino, cuando “adaptó” el concepto de la viga díptera y descubrió, que prefabricando bóvedas de metal desplegado, podía construir cubiertas abovedadas con usuarios pobres en autoconstrucción. La viga díptera resultó más interesante cuando Carlos González Lobo descubrió que “también” era barata.
Dice Carlos González Lobo: “Yo lo que hice, fue hacer mis maquetas, ponerles carga, y ver como se doblaban, hacer la bóveda y ver como se abría y por último hacerla así (como viga díptera) y llenarla y llenarla de cosas, y ver cómo no se caía. Con el mismo grueso de material las tres maquetas, para comprobar la experiencia de Torroja y hacerla mía. Si te mandan a preguntar que tengo yo que ver con Eduardo Torroja, pues tengo que ver con él, el descubrimiento de la lógica de las estructuras y en especial, de las bóvedas que trabajan como vigas dípteras. Cuando él me enseñó a hacer bóvedas dípteras, yo había descubierto el techo más barato. Con el que estamos haciendo toda la arquitectura popular que estamos haciendo en nuestro despacho, y que hacemos con grupos de usuarios de escasos recursos” (9)
Eduardo Torroja utilizó la viga díptera en la construcción formal de espacios arquitectónicos novedosos, sin embargo, Carlos González Lobo consiguió “trasladar” este conocimiento a un sistema constructivo apropiable y otorgó la posibilidad a la construcción “informal” de espacios arquitectónicos para que usuarios de escasos recursos, lo utilizaran en autoconstrucción.
Los primeros hallazgos formales del sistema CGL-2
La viga díptera es económica: ¿y si entonces, adaptamos este principio para construir “vigas de ladrillo”, para que las señoras puedan construir bóvedas en el suelo, sin ningún peligro de edificación?
Pues esto es lo que Carlos González Lobo hizo posible, al proponer su sistema de cubiertas de bóvedas de barro armado sin encofrado (CGL-2).
Los primeros esbozos de lo que es el sistema constructivo CGL-2 los encontramos, en la Escuelita que el arquitecto Antoni Gaudí construyó en Barcelona, y posteriormente en los hallazgos del ingeniero uruguayo Eladio Dieste y su manejo del ladrillo armado. Así como, en las aplicaciones que de las técnicas de Eladio Dieste, hacen los arquitectos Mariano Arana y José Luis Livni en Uruguay para cooperativas de viviendas, y que Carlos González Lobo, conoció en 1975. (Ver imagen 7)
Antoni Gaudí aplicó la lógica de la forma; Gaudí descubrió que la forma de las parábolas y la forma de los flujos continuos, eran las formas estructuralmente más resistentes y venían de la biología.
Y Eladio Dieste lo vio casi de la misma manera, utilizando también el ladrillo como elemento estructural, pero, acompañándolo del acero de refuerzo y del hormigón para construir sus grandes cubiertas de ladrillo armado.
Los avances tecnológicos logrados por Eladio Dieste se basan en el estudio de la estructura que Gaudí construyó en las cubiertas de la Escuela de la Sagrada Familia. Eladio Dieste rescató y estudio cuidadosamente esta obra, para crear posteriormente, formas mágicas que se sostienen de manera sorprendente en el aire y que utilizan también el ladrillo como elemento estructural.
El ladrillo ha sido utilizado comúnmente como elemento decorativo y de ornamentación, sin embargo Eladio Dieste le ha dado un nuevo significado en la construcción latinoamericana, dice Eladio Dieste: “empecé a estudiar y a utilizar estructuralmente el ladrillo, al descubrir un material de ilimitadas posibilidades, casi completamente ignorado por la técnica moderna. Lo que se ha hecho hasta ahora con ladrillo es poco y no bien orientado… ()… La arquitectura sana no puede producirse sin un uso racional y económico de los materiales de construcción. Hablo incluso de la arquitectura como arte y en su nivel más elevado… ()… Es moral lo que lleva al logro final del hombre y para este logro es indispensable una utilización racional y respetuosa de los recursos de la naturaleza. Éste es el sentido de la palabra economía: uso cuidadoso y, por tanto, profundo, de las posibilidades de lo natural… ()… Estoy convencido de que la cerámica estructural es una técnica con posibilidades tan grandes como el hormigón armado” (10)
Y ¿si además conseguimos que estos avances de la técnica lleguen a le gente de recursos escasos y les damos la posibilidad de autoconstruir sus techos y sus casas con ladrillos, utilizados como cerámica estructural? Si utilizamos los materiales comunes (11) y los adaptamos en una construcción integral, se consigue que la mayoría de sus partes se conformen en “un todo”, articulando y optimizando las posibilidades estructurales del material. Y, si en México (y Latinoamérica) el material utilizado más común en la construcción es el ladrillo; ¿por qué no lo utilizamos también como elemento estructural en las cubiertas y no solamente en muros como se ha utilizado hasta ahora?
La cerámica armada (12) como la llama Eladio Dieste (13), consiste en una pieza prefabricada monolítica, que combina el ladrillo, el acero y el hormigón, conformando una pieza única que trabaja como una unidad estructural sólida. Con la adaptación de este sistema constructivo en viviendas de autoconstrucción, Carlos González Lobo consiguió el ahorro en material, ya que las cantidades de acero y hormigón son menores en comparación al empleo de una estructura similar de hormigón o de otro material comúnmente utilizado. Reducir el precio de la cubierta manteniendo su mayor volumen y su mayor resistencia.
Estas aportaciones técnicas y arquitectónicas hacen a Carlos González Lobo un personaje importante que permite construir cosas casi iguales, producidas con prácticamente los mismos materiales. Carlos González Lobo ofrece un camino lateral hacia la modernidad verdadera de miles de pobladores pobres. El diseño de Carlos González Lobo aporta un sentido político del proyecto y de la investigación arquitectónica.
Aportaciones de los sistemas constructivos CGL a la arquitectura pobre. Conclusiones finales
Los sistemas descritos, parten “de la forma” como lógica para conseguir una mayor rentabilidad espacial y una reducción considerable de los materiales y en los recursos empleados. Y con ello solventan algunas cuestiones técnicas importantes:
Abaratan el coste del encofrado de la cubierta. Sin tener que elaborar encofrado especial para sostener las bóvedas durante su fraguado. Más aún, con la forma de la bóveda, se consigue un encofrado mínimo indispensable. Lo cual abarata el coste final de la obra.
Las apuestas técnicas descritas y encaminadas a la autoconstrucción, resuelven también un problema importante. Y es el hecho de que Carlos González Lobo consigue que sus “bóvedas” puedan ser “construidas por todos los usuarios”. Hombres, mujeres, ancianos y niños. Mano de obra cautiva y ampliamente participativa y que con sistemas constructivos tradicionales se ven relegados a un papel de meros observadores. Ya que se requiere de jóvenes fuertes capaces de subir por las andamiadas de las obras, para colar las losas planas tradicionales de hormigón con las que se construyen la mayoría de las viviendas definitivas en autoconstrucción. Y, finalmente:
Los sistemas constructivos propuestos, cumplen ampliamente con la “apropiación” por parte de los usuarios, de la tecnología empleada para la construcción de las cubiertas. Y, que una vez terminada la obra, los usuarios, convertidos en constructores, son capaces de reproducir la tecnología aprendida. Lo cual permite la repetición de la técnica aprendida.
Básicamente estos sistemas constructivos superan los hallazgos de Eduardo Torroja de la viga díptera, ya que Carlos González Lobo desarrolló una tecnología pensada para construir cubiertas baratas y en autoconstrucción, partiendo de un problema estético inicialmente y que permite actualmente, que las señoras puedan construir su techo en el suelo y sin peligro.
Estas apuestas arquitectónicas de Carlos González Lobo lo ligan de una manera evidente con la cultura de un mundo que necesita “todo” y que espera la construcción de una arquitectura pobre. Y que sitúan estas propuestas más allá del mero análisis constructivo y práctico de las mismas, y que son la consecuencia de una primera línea cultural que sitúa al arquitecto como parte de una sociedad, y de una segunda línea cultural arquitectónica, que aporta la superación de los hallazgos de otros. Introduciendo ensanchar el campo de lo conocido, para que la modernidad forme parte también, del mundo real.
notas
1
Consultar, GONZÁLEZ, Ortiz Humberto: “Carlos González Lobo. Caminos hacia lo alternativo dentro del ámbito conceptual, proyectual y contextual de la arquitectura (tesis doctoral-2002)”. En Internet: http://www.tesisenred.net/handle/10803/6794
2
Junto a un numeroso grupo de Ingenieros y arquitectos entre los que destacaron José María Aguirre, Modesto López Otero y Manuel Sánchez Arcas
3
www.ietcc.csic.es
4
Vivas, Fruto. Del artículo: “Félix Candela: constructor de sueños de papel”. Encontrado en Internet, Barcelona 1999.
5
Torroja Miret, Eduardo. “Razón y ser de los tipos estructurales”. Textos Universitarios. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Novena Edición. Madrid 1998. Pp-120-121.
6
Y posteriormente también en el CGL-2. Ver punto 4 de este artículo
7
Paralelamente con el Claudio Caveri en Argentina
8
¡Y construye!
9
Entrevista del Dr. en Arq. Humberto González Ortiz al Arquitecto Carlos González Lobo. Ciudad de México, 1996
10
Dieste, Eladio. Del libro: “Eladio Dieste: 1943-1996”. Consejería de Obras Públicas y transportes. Dirección General de Arquitectura y Vivienda. Junta de Andalucía. 2ª Edición. Sevilla 1997. Pp-27/28
11
El ladrillo
12
Recomiendo la lectura cuidadosa de los textos del Libro: “Eladio Dieste: 1946-1996”. Op-cit. pp-33 y siguientes.
13
Ladrillo armado lo llama Carlos González Lobo
sobre el autor
Arquitecto por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México. Doctor en Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, de la Universidad Politécnica de Cataluña. Tesis Doctoral: “Carlos González Lobo... Caminos hacia lo alternativo dentro del ámbito conceptual, proyectual y contextual de la arquitectura”.