Conozco Brasilia desde hace más de veinte años. Fui invitado a Brasil por el Iphan y Unesco para ilustrar, en los cursos de formación de profesionales del Iphan, las experiencias europeas (en algunas de las cuales había participado con mi taller en Francia) en el campo de la preservación y la valorización de centros históricos y de barrios antiguos. Pero fue la investigación sobre el estado de Brasilia, el “état des lieux” de la ciudad, que me encarga Icomos-Brasil en 2001, quien me obliga a completar mis observaciones y a sistematizar mis argumentos y, por primera vez, constatar que la ciudad se degrada.
Las conclusiones de esta investigación fueron compiladas en el informe que intitulé “Patrimonio cultural y dinámica urbana”, porque considero que la voluntad proteger una ciudad (o un centro antiguo) como patrimonio histórico no puede ni debe constituir un impedimento, un obstáculo al proceso “natural” de evolución de la ciudad, un obstáculo a su dinámica urbana. Creo en cambio, como he tratado de enseñarlo desde hace más de treinta años, que esa “protección”, completada por una voluntad explícita de “poner en valor” lo que se está preservando, debe constituir el marco dentro del cual la “dinámica urbana”, indispensable a la vida de la ciudad, encontrará terreno propicio, podrá ser una realidad. Para que protección y valorización del patrimonio sean una realidad compatible con la dinámica urbana, los criterios de protección patrimonial, sus campos y sus límites tienen que ser claros, objetivos, explícitos, y diversos. La experiencia nos muestra que es muy raro que todos los elementos que componen el conjunto urbano que se quiere proteger tengan el mismo valor monumental. Esta diversidad a la cual nos referimos será el reflejo de la complejidad que caracteriza el hecho urbano.
En mi informe al Icomos-Brasil del 2001, a través del análisis de la ciudad hoy, de su génesis y de su evolución, del contexto en el cual fue concebido el proyecto, de los motivos que guiaron su autor, de las que fueron sus referencias explícitas, de los actores de su producción, trato de identificar los criterios que permiten de decidir o de mantener la inscripción de una ciudad contemporánea al Patrimonio Cultural de la Humanidad. Este informe, como años más tarde mi participación al Simposio organizado por Icomos-Brasil en Brasilia en diciembre del 2010, “Diversidad y desafíos de la preservación”, me ofrece la ocasión de exponer mi tesis sobre la identidad “sudamericana” de la obra de Lucio Costa en Brasilia. Creo, y no trataré de demostrarlo aquí, que no es pertinente establecer una relación directa, casi filial, entre el proyecto de Brasilia y la Carta de Atenas. El análisis fino del proyecto y de su realización, leídos a través de los principios expuestos en la Carta, pone en evidencia la riqueza, la complejidad, la singularidad de Brasilia, e insisto: su identidad “sudamericana”, en la cual si bien es cierto que se pueden identificar ciertos elementos inspirados de la Carta de Atenas, me parece reductor considerarla “LA” referencia para Lucio Costa. Esto equivale a ignorar o a olvidar “la precursora adhesión de los arquitectos brasileños al Movimiento Moderno, que ellos van a difundir en el sub continente, confiriéndole un carácter local latino-americano” (1).
Entretanto en el 2002, había vuelto a Brasilia como consultor de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Habitación (SEDUH), sobre la evolución de la ciudad y en particular del Plano Piloto, lo que me permite formular una serie de recomendaciones, bien aceptadas por los funcionarios pero nunca aplicadas, y reiterar una serie de críticas tanto a ciertos proyectos como a ciertas formas de la gestión urbana.
Quiero aclara que no soy un experto de Brasilia ni de su historia, pero como sudamericano, como arquitecto-urbanista, como profesor de escuelas de arquitectura en Europa y en América, como consultor Unesco para los centros históricos en América Latina, lo que he podido observar de la evolución de la ciudad en estos últimos diez años, entre 2001 y 2010, no lo puedo ni ignorar ni callar. Trato de no exagerar hablando de la degradación de la ciudad que he podido constatar, tanto del Plano Piloto como de las ciudades satélites. Trato de abordar con realismo, pero sin concesiones ni censura, la situación actual de la ciudad de Brasilia que es grave, alarmante, y en varios aspectos, irreversible.
En primer lugar esta situación afecta considerablemente el Plano Piloto Patrimonio de la Humanidad y ello nos interpela particularmente considerando el carácter universal del consenso que decidió su inscripción. Pero no por ello podemos ignorar lo que está sucediendo globalmente en Brasilia y en su conurbación desde hace ya varios decenios. El Plano Piloto, las ciudades satélites y las ciudades históricas, (Sobradinho y Planantina), son objeto de la agresión de un grupo insignificante de especuladores y sus cómplices, agresión que padecen particularmente los habitantes de medios y bajos recursos y que hoy denuncian todos los habitantes cada vez con más insistencia y precisión. Los problemas a los cuales nos referimos no afectan solo el Plano Piloto, estos problemas son arquitectónicos, urbanísticos y también territoriales.
Los problemas que soporta la arquitectura del Plano Piloto desde hace varios decenios son familiares a todos aquellos que conocen Brasilia o el proyecto de Lucio. Resumidos estos son: construir edificios de siete pisos donde la altura está limitada a seis, ocupar con locales, cada vez más grandes las plantas bajas y los pilotis de los edificios de las super-cuadras, construir parkings y techarlos, crear barreras que privatizan las plantas bajas, aumentar las superficies habitables construidas en las terrazas de los bloques. El límite de la altura de los edificios a seis pisos corresponde a una voluntad de Lucio Costa de establecer una relación armónica entre vacíos y llenos, espacios libres vegetales y espacios construidos minerales, luz y sombra, vistas, perspectivas, arboles y cielo.
Arquitectónicamente una de las ideas más luminosas propuestas por Lucio es la reducción al máximo del espacio construido en planta baja de los edificios, limitando el número y la sección de las columnas, obtiene que los edificios se posen en el suelo, sin peso, sin masa, y con ello libera, efecto único en el mundo, la vista de los peatones a 360 ° a través de los edificios. Esto que se puede ver aún, por ejemplo, en ciertas super-cuadras del eje Sur, se pierde cada vez más en las realizaciones de los promotores durante la última década. Como casi todas las agresiones al patrimonio estas, que entre otras sufre la arquitectura de Brasilia, son el fruto de la ignorancia de sus autores, de la ciega y egoísta satisfacción del confort individual, asociadas a la ambición de lucro, deporte que aficionan los especuladores inmobiliarios (2).
Las agresiones a escala urbanística en el Plano Piloto son mucho más numerosas. Todas tienen como “blanco” el espacio público, los espacios non-aedificandi y el espacio de la escala bucólica. El objetivo, siempre el mismo, es apropiarse de este espacio considerado como un espacio“libre” del cual se puede disponer en cualquier forma, aunque haya que recurrir a prácticas o procedimientos reprensibles o francamente ilegales. La reflexión sobre el Plano Piloto a esta escala, la he limitado voluntariamente a los cinco puntos que me parecen ser los que hay que resolver urgentemente puesto que son ellos los más peligrosos para el futuro del Plano Piloto: el carácter incompleto la ciudad-parque (3) cuyo “parque” nunca fue ni proyectado ni programado; la necesaria recuperación de la orilla del Lago Paranoá y reformular la zona de los clubes; estudiar en forma global e integrada la circulación, el estacionamiento y el transporte público en el Plano Piloto en su relación con las ciudades de su entorno; desmontar los mecanismos que permiten la existencia de la especulación inmobiliaria a todas las escalas y condenar sus actores sean estos cuales sean. Creo que es necesario que en complemento de estas acciones se proceda a una reflexión pluri sectorial sobre el actual perímetro monumental. Su objetivo deberá ser la diversificación de los niveles de preservación monumental al interior del Plano Piloto y de su entorno que, voluntariamente, extendemos a las orillas Este del lago Paranoá, incluyendo las zonas de las “mansiones”, puesto que son el horizonte, el paisaje visual de la ciudad al Este.
Adhiero a los “Principios defendidos por el IAB para el Distrito Federal” y de los cuales quiero destacar y comentar en particular la gravedad y, desgraciadamente, la actualidad. Me refiero en particular a la necesidad de: instituir mecanismos democráticos para debatir y deliberar sobre la política de desenvolvimiento urbano del Distrito Federal. Creo que es necesario que la indispensable revisión del PDOT se haga críticamente rechazando toda voluntad o intención de regularizar lo que podríamos llamar “las indulgencias acordadas” y los errores cometidos por las administraciones y los planes precedentes. Creo que es necesario, como lo propone el IBA, “implantar un proceso de planeamiento a largo plazo orientado hacia el aprovechamiento de las infraestructuras existente y a la reducción de la expansión urbana”. Se propone revitalizar las áreas degradadas, cierto, pero es urgente combatir la construcción ilegal y las complicidades que ella supone, a todos los niveles y con los medios legales disponibles, con firmeza y sin concesiones. En el mismo espíritu es necesario romper claramente y decididamente con la política de distribución de tierras, que favorece la especulación inmobiliaria que, desde hace décadas, actúa con total impunidad (y tal vez cierta complicidad) como ya decía Lucio Costa durante la construcción de la ciudad, refiriéndose a los lotes y las urbanizaciones ilegales, que han sido creadas “beneficiando de todo tipo de complicidades” (4). Esa especulación que durante las últimas décadas, construyendo miles de metros cuadrados no reglamentarios, en zonas non-aedificandi ha degradado ya en forma irreversible importantes sectores de la ciudad. La misma especulación que ignora las necesidades de buena parte de los habitantes de Brasilia DF que desea y no podrá vivir en el Plano Piloto y hace hoy necesario instituir una política habitacional que responda efectivamente al pedido de la población de baja y de media renta.
Hay que impedir por todos los medios que continúe la ocupación urbana de las áreas de preservación permanente. No se puede aceptar que los empresarios inmobiliarios continúen ocupando impunemente vastas áreas de lo que Lucio llama la escala bucólica del Plano Piloto, que es en realidad el parque de su “ciudad – parque” que nunca fue. Porque aparte algunas intervenciones puntuales, cierto importantes como el Parque de la Ciudad, el resto del espacio ha sido dejado inculto. Desgraciadamente esta dimensión del proyecto no ha sido realizada y por ello la percepción que se tiene hoy de la ciudad está deformada por la presencia de estos espacios “vacíos” que cinturan la ciudad, espacios que hay que atravesar para entrar en esta “obra incompleta”. Estos terrenos que aparecen como baldíos e incultos constituyen, de una cierta manera, una “barrera” para los habitantes de las ciudades satélites, para ellos difícil de aceptar ya que se sienten excluidos, privados del uso de uno de los espacios urbanos de mayor valor simbólico del país. Pensar un futuro para Brasilia-Plano Piloto supone pensar simultáneamente y en forma integrada su relación con los núcleos urbanos que constituyen su entorno, ciudades satélites y centros históricos (5).
Antes que todo el espacio dejado vacio por Lucio Costa, las áreas “non-aedificadi” de su proyecto para desarrollar el parque de su ciudad, sea ocupado por todo tipo de construcciones abusivas, ilegales, parásitas o atribuidas por concesiones de favor (o de poder), proponemos que se licite el estudio de un Parque que ocupe los espacios que actualmente existen o rodean el PP, integrando todos los espacios vegetales existentes, el Parque de la ciudad, la orilla del lago, etc. Se propone que en esos espacios se estudie como poner en valor en forma natural y relativamente espontanea, la vegetación del paisaje natural del cerrado, cultivando las especies que revelan la diversidad natural que caracteriza la flora brasileña, “un espacio de vegetación espontanea,” que en ciertos y determinados lugares que el estudio podrá definir, dejará espacio a zonas cultivadas o “ajardinadas”, mostrando así todas las posibilidades que la naturaleza ofrece en esta zona (6).
La Brasilia, y no solo la del Plano Piloto, que quieren y están construyendo hoy los especuladores está destinada a una población de elevados recursos, aquella de alto poder adquisitivo. Guiados únicamente por el espíritu de lucro los especuladores que actúan en Brasilia, solo quieren construir, no importa donde, no importa que, no importa como, pero solo para aquellos que puedan pagar, para aquellos clientes que les permitan el beneficio más alto posible. No importa si para ello hay que ocupar el espacio público, si hay que construir en terrenos non-aedificandi, si hay que privatizar la orilla del lago u otras áreas verdes, si construyendo torres de 15 pisos donde el reglamento estipula seis se cierra el paisaje de la ciudad … siempre se puede esperar que todo esto será regularizado un día, tal vez por el próximo PDOT!?
Para ilustrar lo que escribo refiero lo que leí en un número de noviembre 2010 de “caderno Brasilia”. En la sección Mercado inmobiliario se informa que “en septiembre la región de mayor valorización inmobiliaria fue Aguas Claras … con un aumento del 1,20 % en dos meses del precio de venta de un apartamento de dos cuartos”. El artículo informa que podemos visitar el stand de ventas de un proyecto que además de una serie de servicios ofrece 336 departamentos en un edificio de 28 pisos! Altura reglamentaria? Aguas Claras en el 2001 era un barrio, un modesto conjunto de edificios de seis pisos, de vivienda social colectiva que integraba discretamente el horizonte-paisaje construido del sur-oeste de la ciudad. Hoy es una barrera infranqueable de edificios cada vez más altos que reducen el horizonte-paisaje de la ciudad a pocos cientos de metros. En la página siguiente de este misma publicación se publicita “un emprendimiento de lujo” cuyo sexto piso está destinado a duplex, creando así un séptimo piso, reconociendo la ocupación privada y no reglamentaria de la terraza. Dos ejemplos aislados pero elocuentes de lo que exponemos. Por ello pensamos que es necesario que las instituciones y las instancias encargadas controlar la aplicación de los reglamentos lo hagan con eficacia y severidad y como lo propone el IBA, permitan “calificar las áreas residenciales desde el punto de vista arquitectónico y urbanístico”.
“Brasilia merece respeto. Es preciso acabar con ese juego de me gusta – no me gusta…. Lo que se necesita ahora es comprenderla. Se trata de una ciudad inconclusa y como tal tiene necesidad de muchas cosas. Lo que espanta no es lo que falta, es lo que ya tiene.” Declara Lucio Costa 13/01/88 al Estado de Sao Paulo. Cuantas lecciones en unas pocas frases del maestro. Primera lección: que no es posible juzgar ni Brasilia ni ninguna ciudad del mundo a partir de criterios subjetivos; segunda: que comprender la ciudad es indispensable si se quieren establecer las bases de su evolución y/o de su desarrollo; tercera: que la ciudad, por definición, no estará terminada nunca porque la ciudad es construcción permanente, porque la ciudad es proceso; cuarta: si lo que se pretende es que el proyecto de desarrollo urbano sea una respuesta pertinente a los problemas de la ciudad, es necesario integrar el proceso de producción, partir de su historia y apoyarse (críticamente) sobre lo existente.
“finalmente, como dijo Lucio Costa, lo importante si se piensa en completar, en preservar, en densificar o en la expansión de Brasilia, es no perder de vista la propuesta original, es actuar con lucidez y sensibilidad al tratar los problemas urbanos” (7).
Si se analiza la evolución de Brasilia Plano Piloto desde el proyecto que fue premiado en 1956 hasta la ciudad que vemos construida hoy, podemos decir con Lucio Costa: “encuentro extraordinario que (esta ciudad) hostilizada como lo ha sido apenas nacida, haya podido resistir a tantos cambios” (8). Esos cambios, a algunos de los cuales Lucio Costa efectivamente asistió y aceptó, son tantos y tan importantes que podemos preguntarnos cuales son los valores que puede pretender proteger la inscripción de la ciudad a la lista del Patrimonio de la Humanidad. He podido analizar en forma detallada la evolución del proyecto desde la que fue su respuesta ganadora al concurso y lo que se fue realizando y transformando hasta hoy, con el acuerdo de Lucio y sin él. Lo que ha sido objeto del mayor número de agresiones ha sido sin duda el espacio público en todas sus formas, la escala bucólica, la orilla del lago, la escala residencial y las super-cuadras, las calles comerciales, el sector hotelero, el sector bancario, el sector de las artes gráficas y la prensa, permitiendo abusos y desvirtuando los espacios de sus usos originales, sin hablar de lo que se ha “dejado hacer” y de lo que se está aún haciendo en las penínsulas y en las ciudades satélites a través de miles de metros cuadrados construidos en infracción a los reglamentos. Desgraciadamente esto no es historia antigua sino actualidad cotidiana, como el proyecto en debate de construcción de un conjunto de 14 hoteles! entre el estadio y la W5, no prevista en el plano de “Brasilia revisitada”.
Nuestro deber como profesionales del urbanismo y de la arquitectura es proteger los valores del proyecto original de Lucio Costa y en primer lugar su espíritu. Pero los problemas que hemos podido constatar no se limitan al Plano Piloto. El Plano Piloto está hoy literalmente asediado por los edificios construidos en las ciudades periféricas y en particular Aguas Claras cuya proximidad y alturas superan todas las previsibles, ocultando, como lo dijimos antes, el horizonte sudoeste del Plano Piloto. Desgraciadamente no podemos intervenir en lo que son las ciudades satélites hoy. Es evidente que lamentamos la ausencia, en el proceso de fundación de una capital, del indispensable Plano Global de Planificación Territorial. “Lo que se produce con la creación de estas ciudades es una ocupación arbitraria casi aleatoria del territorio. Focalizando su acción sobre la construcción del Plano Piloto de Brasilia, Novacap cuyo único objetivo parece ser el respeto del calendario político, revela que no estaba en condiciones de asegurar la gestión de una empresa de tan grande complejidad y envergadura” (9). Lucio Costa lamenta la acción de este organismo en estas dos frases: “Quien trabaja en Brasilia debe vivir en Brasilia y no a 20 km. de distancia en esas “pseudo ciudades-satélites”. Las verdaderas ciudades satélites debían venir una vez que el área metropolitana había sido completada y no antes, en una anticipación irracional” (10).
Hoy se puede decir que la acción de la Compañía inmobiliaria de Brasilia, Terracap, que le sucede con las atribuciones de la empresa de la cual es una emanación, se prolonga en el mercado inmobiliario en general y en el de tierras públicas en particular. El carácter relativamente absoluto del ejercicio de sus poderes y su consecuencia, la ausencia de intermediario, de moderador que cuide la evolución del proceso y califique su pasaje a la realización, tienen como consecuencia que toda la ciudad, Plano Piloto y ciudades satélites, sufren de esta concentración de poder en una instancia única. Nadie puede decir hoy que hubiera sido Brasilia si, en lo que respecta a la extensión de la ciudad, se hubiera respetado lo dispuesto por el jurado y lo que deseaba Lucio. Hoy, constatando lo que es Brasilia y sus núcleos periféricos, podemos afirmar que decidir la construcción de ciudades satélites antes de completar el Plano Piloto y sin un plano integral de desarrollo territorial, no fue una buena decisión y podemos reiterar con Lucio que fue “una anticipación irracional”. Pero no es el caso de reescribir la historia. Hoy en cambio es indispensable tratar en forma integrada el futuro del Plano Piloto y el de las ciudades satélites. Si bien es evidente que no pueden ser tratadas de la misma manera, si deben ser tratadas simultáneamente.
Lucio Costa decía que a Brasilia no interesa ser una gran metrópolis. Pero Brasilia-Plano Piloto forma parte, sin integrarla, de lo que tiene ya, en una cierta medida, las características de una metrópolis. Creo que hoy se trata de establecer las bases, los objetivos y los instrumentos, por un medio como podría ser un proceso de regulación armónico y coordenado del desarrollo durable e integral de los núcleos urbanos que constituirán, lo que podrá ser un día, el territorio metropolitano (11).
Brasilia es una ciudad muy joven, es una ciudad adolescente, ¿que son cincuenta años en la vida de una ciudad? Ciudad frágil y en pleno desarrollo, Brasilia Plano Piloto necesita respeto y cuidado. Su inscripción a la lista del Patrimonio Mundial puede procurarle esta protección que le hace falta. Para ello es necesario elaborar un documento idóneo y pertinente, que constituya la referencia indiscutible, permanente, abierto y evolutivo, que sea el marco común a la preservación monumental y al desarrollo de la ciudad. En coherencia con las conclusiones y las recomendaciones de la Misión Unesco - Icomos, pienso que es necesario crear un grupo interdisciplinario que implemente un proceso de reflexión que (más allá de una simple revisión del PDOT), con la participación de miembros de la sociedad civil a través de sus asociaciones, de la universidad, del IBA y que en función de los estudios precedentes, se proponga la elaboración, con serenidad y sin presiones de ningún tipo, de un Plano de Preservación, Valorización y Desarrollo Integral del Plano Piloto y de su entorno. Este plano ¿podrá un día constituir la base de un “Plano Territorial de Desarrollo Integral Durable de Brasilia – Metrópolis?”.
Esta grave situación que he tratado de describir, que parece inexplicable puesto que nos estamos refiriendo a la capital del Brasil en 2011, se sigue desarrollando impunemente ante la aparente indiferencia de las autoridades y del resto del país. ¿No es posible organizar una manifestación de nuestra profesión, cuyas formas quedan aún por definir, que exprese su intolerancia, como ciudadanos y como profesionales de lo urbano, ante lo que está sucediendo en Brasilia Plano Piloto Ciudad Capital? Por mi parte, en solidaridad con los argumentos esgrimidos por las asociaciones locales y los valores de democracia participativa reivindicados por los habitantes y previstos por la constitución brasileña, ante la magnitud de las agresiones a todas las escalas que padece Brasilia y su territorio, he querido dejar con estas líneas el testimonio de mi indignación que creo compartir con todos aquellos que aman el Brasil y sus gentes.
notas
1
PASTRANA, Raúl. Diversidad y desafíos de la preservación. Simposio Icomos – Brasil, diciembre 2010.
2
Idem, ibidem.
3
Brasília e cidade-parque são constituídos pelos seguintes aspectos: definição em escalas, abertura da cidade, propriedade pública do solo, parcelamento, hierarquização viária e harmonia do conjunto volumétrico de sua fisionomia, integrado ao terreno. Ver JUCÁ, Jane Monte. Princípios da Cidade-Parque: categoria urbana concebida no Plano Piloto de Brasília. Minha Cidade, São Paulo, 10.113, Vitruvius, dez 2009 <http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/minhacidade/10.113/1824>.
4
COSTA, Lúcio. "Restez chez vous". In COSTA, Lúcio. Registro de uma vivência. São Paulo, Empresa das Artes, 1995, p.314
5
PASTRANA, Raúl. Op. cit.
6
Idem, ibidem.
7
COSTA, Lúcio. "Brasília revisitada". In COSTA, Lúcio. Registro de uma vivência. São Paulo, Empresa das Artes, 1995, p. 330-331.
8
COSTA, Lúcio. "Brasilia dez anos". Revista Clube de Engenharia, n. 386, 1970.
9
PASTRANA, Raúl. Op. cit.
10
COSTA, Lúcio. "O urbanista defende sua cidade (1967)". In COSTA, Lúcio. Registro de uma vivência. São Paulo, Empresa das Artes, 1995, p. 302.
11
PASTRANA, Raúl. Op. cit.
12
Fonte: Segre, R. Silva, Eliel. XIV ENCONTRO NACIONAL DA ANPUR, “Quem planeja o territorio?” Rio de Janeiro. 2011
sobre o autor
Raúl Pastrana Neira es Arquitecto urbanista (Bueno Aires, 1957). Naturalizado francés, vive en Paris desde 1961. Becado del Gobierno Italiano, IUA Venezia, asistente de G. Astengo, (1960-1961). Profesor en escuelas de arquitectura de Europa y América. Cofundador de la E. Superior de Arquitectura de Paris la Villette (1967-1999). Taller Internacional Permanente de estudios urbanos de La Habana: Cuba, Taller de Cerro, cofundador, coordinador para Francia (1999 - 2005). Atelier Jean Prouvé (1962-1965) y Oscar Niemeyer, Paris (1972-1973). Consultor Unesco para la Restructuración de Centros Históricos en América Latina. Consultor Icomos Brasil, Brasilia 2001, 2002, 2010.