En sustancia, la arquitectura de Oscar Niemeyer es una expresión de la espontaneidad de los sentidos ante todo aquello que es hermoso, placentero y sincero en la vida, y de la intensa energía de una vocación idealista que permanece absolutamente inquebrantable en él, aún hoy cuando es un hombre centenario. Echa la mirada atrás, sintiéndose aún activo, afirmando que su voluntad ha sido construir edificios emocionantes que fuesen capaces de expresar su tiempo y contribuir a hacer del mundo un lugar mejor. Y lo ha hecho con coraje ético y audacia creativa.
En estas palabras ha hecho contener en plena integridad su manifiesto vital y estético: “No me siento atraído por los ángulos, ni por las líneas rectas, duras e inflexibles, creadas por el hombre. Me siento atraído hacia las curvas que fluyen libremente, sensuales. Las curvas que encuentro en las montañas de mi país, la sinuosidad de sus ríos, las olas del océano y en el cuerpo de la mujer amada”.
Desde esta perspectiva de su sensibilidad es preciso contemplar su edificio para el Museo de Arte Contemporáneo de Niterói, para evitar interpretarla como un delirio inspirado por alguna idea retrofuturista y poder comprenderla, más allá de esa literalidad que la despojaría de toda su valor poético, como obra cuyo objetivo es constituirse como un cuerpo arquitectónico cuya complejidad tiene como fundamental razón de ser el lograr embellecer y reintensificar la seducción del paisaje natural donde se alza y producir un espacio interior que permita una intensificación de la experiencia perceptiva de ese entorno que circunda al edificio.
Niemeyer diseñó una estructura radial de dieciséis metros de altura y con una cubierta de cincuenta metros de diámetro que se sustenta en un solo apoyo central cilíndrico que se alza sobre una plaza en una ladera ante el mar, el Mirador de Boa Viagem. “El terreno era estrecho, rodeado por el mar y la solución ocurrió naturalmente, teniendo como punto de partida el inevitable apoyo central. De él, la arquitectura ocurrió espontánea como una flor. La vista hacia el mar era bellísima y había que aprovecharla. Suspendí el edificio y bajo él el panorama se extendió todavía más rico. Definí entonces el perfil del museo. Una línea que nace desde el suelo y sin interrupción crece y se despliega, sensual, hasta la cobertura. La forma del edificio, que siempre imaginé circular, se fijó y en su interior me detuve apasionado. Alrededor del museo creé una galería abierta hacia el mar,” explica Niemeyer sobre cómo concibió este edificio cuya inmensa resistencia se yuxtapone a su apariencia de ligereza.
Niemeyer comprende que la realización de la belleza se logra a través del impacto de la monumentalidad y su arquitectura se ha aventurado en alcanzar el logro de comunicar su poder transformador como empuje hacia ese mundo mejor deseado. Y comprende asimismo el poder de la arquitectura para actuar como un mediador que cree una vivencia intensa y activa, que impregne la piel y que actúe sin apelar necesariamente a reacciones en profundidades internas subconscientes. En este museo, Niemeyer huye de la convención de la aislante caja neutra como espacio idóneo para la exhibición y construye un espacio interior donde la bella exuberancia del paisaje de la bahía se secuencializa y deviene intenso trasfondo para las obras de arte y componente intrínseco de la experiencia del edificio para los visitantes.
La obra de Oscar Niemeyer simboliza la culminación del espíritu de la modernidad, donde la arquitectura del siglo XX alcanza uno de sus más elevados vuelos creativos, y por encima todo deja patente que, además de otras cuestiones importantes, la aspiración definitiva de todo edificio debe ser la belleza. En estos tiempos de grandilocuencias exacerbadas, la lección que enseña el Museo de Niterói es que el saber arquitectónico aborrece la espectacularidad gratuita.
notas
Articulo publicado originalmente en ABC, serie "Insólitos. Arquitectura"
sobre los autores
Fredy Massad e Alicia Guerrero Yeste, titulares do escritório ¿btbW, são autores do livro “Enric Miralles: Metamorfosi do paesaggio”, editora Testo & Immagine, 2004.
Fredy Massad e Alicia Guerrero, Barcelona Espanha