La obra de BAAS, el estudio dirigido por Jordi Badia, emerge de una concepción evidentemente pragmática, donde cada proyecto se inicia desde el sentido común y el conocimiento y respeto por los principios esenciales de la arquitectura. A través de sus edificios, puede percibirse con gran claridad que el rasgo fundamental de su trabajo como arquitecto, el compromiso básico de su tarea, es tener como objetivo el producir un edificio dotado de una singularidad propia. Con su obra se afirma que en lograr esa singularidad única para cada obra radica el sentido de la buena arquitectura y del hacer del arquitecto.
De la reflexiones de Badia, se trasluce su convicción en concebir todo edificio como un elemento que debe resultar efectivo y adecuado, surgido y desarrollado mediante el sustento de una inventiva consistente. La razón de ser fundamental de cada obra es cumplir eficientemente con el uso que deberá desempeñar, buscando el vínculo sin imposiciones.
En tiempos de trampas, efectismos y virtualidades, la arquitectura de BAAS se constituye como un referente a través del que comprender que la arquitectura integra indisolublemente pensamiento, diseño y construcción, evidenciando cómo el verdadero trabajo del arquitecto no se sustenta en cultivar una vanidad intelectual ni creativa que imbuya a la obra de un aura que la distancie de su propia materialidad. Badia elige partir de base desde la creación y definición de los fundamentos esenciales de lo que ha de ser construido para, posteriormente, nutrirlo de aquellas ideas o imágenes que ayudarán a ir dotando al edificio de su ‘expresión y alma’. En su arquitectura se evidencia cómo la capacidad profunda de comprensión es capaz de lograr imbuir de gran fuerza y significado propio a una referencia sencilla, diáfana y directa al aplicarla, relacionarla con un edificio en proceso de creación.
Pero que la arquitectura se haga y culmine en una presencia sosegada, que trabaje sus connotaciones simbólicas desde una sensibilidad que considera que ni la pomposidad ni la exageración son necesarias, no significa que se trate de una visión intemporal y anodina y que rehuya las constantes de nuestro tiempo: nada más alejado de su propia realidad, puesto que puede decirse que, a través de su propio hacer, Badia formula una especie de silencioso manifiesto que afirma serenamente la necesidad de ir contracorriente y de hacerlo a través de la sensatez. Una sensatez de la que forma parte su voluntad de negar el individualismo absoluto sobre la concepción de la obra arquitectónica, atribuyéndola a la integridad de un trabajo de equipo, y de tratar de “alejar las imágenes demasiado frívolas que con demasiada frecuencia la sociedad tiene de los arquitectos”.
A través de su propia obra, desde un lenguaje arquitectónico controlado, mesurado, que hace que lo que es verdaderamente difícil parezca fácil, Badia evidencia cómo desde la comprensión y sobretodo desde la autoexigencia y el compromiso constante se hace posible producir buena arquitectura para lugares que a priori podrían ser pasto de arquitecturas mediocres.
Su edificio para el Palacio de Justicia en Sant Boi (Barcelona) ha sido planteado con el propósito de ‘recuperar de esa manera la ética y función social que había caracterizado el oficio de la arquitectura durante las vanguardias y que en los últimos años se ha perdido en medio de una avalancha de arquitecturas egoístas y autistas respecto a su entorno’.
El edificio se plantea como objetivo prioritario conformar y presidir una nueva plaza en torno a la cual converjan diferentes equipamientos de uso público. Su posición se articula atendiendo a la búsqueda de trazar una conexión con el casco antiguo de la localidad –suprimiendo la vista del paso del ferrocarril- y para establecer una relación dialéctica de equilibrado paralelismo simbólico con la presencia de la plaza del ayuntamiento, que se establece mediante la creación de una relación visual entre la sala de espera a la sala de vistas (como pieza más representativa del edificio de la sede judicial) y dicha plaza.
El programa de funcionamiento se organiza a partir de tras barras apoyadas sobre un zócalo y separadas entre sí mediante tres patios que iluminan el vestíbulo en planta baja. Este vestíbulo actúa como rótula de todas las piezas de acceso público y sus núcleos verticales. El zócalo contiene las salas de vistas, mientras que en las barras superiores se sitúan las dependencias judiciales. Los cuatro núcleos verticales sitos en cada esquina organizan las comunicaciones internas.
El sencillo volumen exterior se configura a partir de la imagen de las barras dispuestas sobre un zócalo, se desdibuja con la aplicación de una piel continua, uniformadora, con una componente marcadamente vertical que destaca la presencia de la pieza dentro del encaje urbano. La verticalidad es proporcionada por unas grandes lamas de hormigón blanco, que sugieren la imagen de los libros de leyes dispuestos en una gran biblioteca, filtran la visión desde el exterior y permiten la máxima transparencia desde el interior. Las lamas se colocan con diferentes separaciones e inclinaciones, de manera que la imagen del edificio se modifica: en perspectiva, se percibe como un cuerpo opaco y sólido, mientras que al acercarse adopta una apariencia más transparente, sugiriendo así una imagen de aquello que debe ser la justicia para el ciudadano.
Sumándose a una lista de proyectos donde destacan los tanatorios de León y Terrassa (Barcelona), la Casa CH (Barcelona) y el Colegio de Educación Primaria Ferrer i Guàrdia (Granollers), BAAS acaba de concluir un Centro de Atención Primaria en Salt (Girona), está finalizando la sede del museo de arte de la Fundación Vila Casas en el distrito 22@ (Barcelona) y emprende el arriesgado paso de la internacionalización y lo hace con el riesgo de desarrollar un proyecto de un millar viviendas unifamiliares en Dubai, donde este arquitecto podrá demostrar si la arquitectura del sensible sentido común también tiene cabida.
Como él mismo comprende, la arquitectura de BAAS (www.jordibadia.com) es clara heredera conceptual y formal del Movimiento Moderno; y ha sabido adaptarse, como pocas, al espíritu del presente, manteniendo vivas las constantes más intrínsecas de éste sin dejar de aceptar la pertenencia a un tiempo donde el concepto de arquitectura ha cambiado fundamentalmente. Jordi Badia posee una aceptación del funcionamiento de los resortes de cómo estructurar la situación desde la que hacer arquitectura hoy, sin que esto hayan disminuido el peso y valor de su capacidad propositiva y creativa, preservando para su obra y discurso un tono sereno y efectivo.
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Publicado originalmente en ABCD las Artes y las Letras, nº 873, sábado 25 de octubre de 2008.
sobre el autor
Fredy Massad, titular del estudio ¿btbW con Alicia Guerrero Yeste, co-autor del libro “Enric Miralles: Metamorfosi del paesaggio”, editora Testo & Immagine, 2004.