Richard Rogers, el humanista tecnológico
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste
En un palacio barroco sito en el centro de Londres, Richard Rogers (Florencia, 1933) recibirá la medalla de bronce y la concesión económica que le acreditan como Laureado 2007 del Premio de Arquitectura Pritzker el próximo día 4 de junio.
El reconocimiento le llega tras más de cuatro décadas en activo, constantemente vigente dentro del panorama arquitectónico internacional desde su consagración con el proyecto para la sede del Centro Georges Pompidou de París, realizado junto a Renzo Piano en 1971.
Formado entre la Architectural Association de Londres y la Universidad de Yale (Estados Unidos) – donde fue subyugado por la influencia de su ‘primer dios’, Frank Lloyd Wright y la influencia de algunos de los grandes maestros modernos-, Richard Rogers estableció su propia oficina en 1978 tras disolver su asociación con Piano, posterior al efímero TEAM 4 que creó en los sesenta por junto Norman Foster, Su Brumwell y Wendy Cheeseman. Con el Edificio Lloyd’s en la City de Londres, Rogers consolidó su lugar como uno de los protagonistas de la arquitectura de la segunda mitad del siglo siendo figura clave del movimiento que se denominó high-tech. La reputación de su obra ha hecho de este arquitecto la figura visible de una corporación que actualmente opera a escala global.
Algunos de los edificios clave de Richard Rogers constituyen ya representaciones de momentos definitorios de la historia contemporánea. A través de tres de sus edificios, el Jurado del Premio Pritzker traza las razones por las que ha distinguido la trayectoria de este arquitecto que no ha dejado de afirmar el potencial de la ciudad para actuar como catalizador del cambio social:
“Con el Centro Georges Pompidou, que diseñó junto a Piano, revolucionó el concepto de museo: transformó lo que antes había constituido un monumento elitista en un lugar público de intercambio social y cultural.El Edificio Lloyd’s consolidó su prestigio como creador de grandes infraestructuras y definió el carácter de su propia expresión arquitectónica.La Terminal T4 encapsula su interpretación de la fascinación del Movimiento Moderno con el edificio concebido como máquina y sintetiza aspectos definitorios de su obra: el interés en la claridad arquitectónica y la transparencia, la integración del espacio público y privado y la búsqueda de una flexibilidad que permita al edificio adaptarse a los eventuales cambios requeridos por sus usuarios”.