Marcio Cotrim e Mónica Cruz Guáqueta: Hubo dos grandes encargos a lo largo de los años 80: la Diputación y el edificio para la Mutua. Sin embargo, a finales de aquella década, tras la muerte de José Luis Cia y durante el auge constructivo de la ciudad, motivado por las olimpiadas de 1992 y la entrada de España en la UE, el Estudio se mantuvo al margen de estos encargos. ¿Por qué?
Francisco Ribas Barangé: Yo daba clases en la ETSAB hasta poco antes de esto, la muerte de mi padre me obligó a acercarme a los negocios de la familia, apartándome del estudio, del colegio y de la escuela de arquitectura. Creo que este distanciamiento a finales de los 70 y a lo largo de los años 80 fue decisivo para no participar del “grupo olímpico”. Sin embargo, me llamaron para hacer cosas en la Expo Sevilla, aunque a partir de un concurso y no por contactos personales.
MC/MCG: ¿Qué implicaciones tuvo, en la obra del estudio, no haber participado de este grupo?
FRB: Desde el punto de vista de flujo de trabajo, nada, pues siempre predominó un tipo de cliente privado muy definido que nos llega básicamente por el boca a boca. Nunca hemos sido un estudio enorme, y por esto nunca hemos sentido los reflujos de clientes. Ahora quizá nos hayamos apartado un poco de la discusión arquitectónica que surgió en estos años.