Your browser is out-of-date.

In order to have a more interesting navigation, we suggest upgrading your browser, clicking in one of the following links.
All browsers are free and easy to install.

 
  • in vitruvius
    • in magazines
    • in journal
  • \/
  •  

research

magazines

interview ISSN 2175-6708

abstracts

português
Giuliano Pelaio entrevista o arquiteto Luís de Garrido, enfocando os conceitos de arquitetura sustentável a partir de um ponto de vista crítico sobre a manipulação que o mercado exerce sobre os certificados e standards

english
Giuliano Pelaio's interview is focused on the concepts created and developed by Luís de Garrido concerning sustainability in architecture with a critical point of view, pointing to the market manipulation over certifications and standards

español
Giuliano Pelaio entrevista a Luís de Garrido sobre los conceptos creados y desarrollados por él para entender la sustentabilidad en la arquitectura con una mirada crítica, incluso a través del desmontaje de las usuales manipulaciones del mercado

how to quote

AUGUSTO PELAIO, Giuliano. Entrevista Luís de Garrido. Entrevista, São Paulo, año 12, n. 046.01, Vitruvius, mar. 2011 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/entrevista/11.046/3793>.


Casa Hernández - Luis De Garrido. Barcelona, 2006

Giuliano Pelaio: Se ha llegado al punto extremo en que la sostenibilidad es vista por la sociedad, por la mayoría de los arquitectos y principalmente por el mercado como una medalla, un certificado que se estampa en la pared del edificio. ¿En qué y a quién podemos atribuir este cambio enorme de significados?     

Luís de Garrido: Por desgracia esto es así. La base del problema es que hasta el momento no se ha definido con precisión lo que debe entenderse como arquitectura ecológica, ni cuales deben ser sus características concretas.

Por un lado los intereses económicos y políticos están llevando a la arquitectura por una dirección errónea, fomentando el uso de artefactos supuestamente ecológicos, que eliminan el carácter ecológico de la arquitectura, y a la vez, la encarecen. Por otro lado, los profesionales están dotando al concepto de arquitectura ecológica un componente subjetivo que no debería tener (hay tantos conceptos de arquitectura sostenible, como arquitectos en el planeta). Esta combinación de interés y ignorancia, ha dejado vía libre a un hecho insólito y sin precedentes: la aparición de certificaciones supuestamente ecológicas, y de sellos supuestamente ecológicos (que se aplican después de estar diseñado y construido el edificio), que encarecen mucho mas la arquitectura, la llenan de artefactos, y la alejan todavía mas de la meta correcta.

El mayor peligro para la arquitectura sostenible de Brasil son precisamente las certificaciones. El uso de las certificaciones no solo no fomenta la arquitectura sostenible, sino que la aparta del camino correcto para su evolución futura.

La solución no es otra que los arquitectos tomen el liderazgo de la sostenibilidad, y se centren a formarse en diversas disciplinas ecológicas y en hacer un buen proyecto arquitectónico. Solo un buen diseño racional y honesto es el que proporcionará una verdadera arquitectura sostenible, sin necesidad de artefactos, sellos, ni manipulación mediática. En este sentido, existe a nivel internacional un puñado de arquitectos capaces y sensibles que se han impuesto el reto profesional y personal de crear una buena arquitectura ecológica. El análisis de sus obras es el que proporcionará a la sociedad las bases de lo que debe entenderse por una verdadera arquitectura ecológica. Unos proyectos son más completos y acertados que otros, pero sin duda, el conjunto proporciona el verdadero camino a seguir por todos los arquitectos del planeta.

GP: ¿Por qué se sigue actuando de este modo, si se disponen de todos los medios para hacer un edificio realmente sostenible? ¿Cuál es el problema, si es que existe?

LG: Una promotora desea hacer un edificio modélico, sabe que le cuesta el mismo dinero que otro edificio, cuenta con los arquitectos adecuados, cuenta con la información precisa y decide no hacer nada de eso, y seguir haciendo lo de siempre, pero pretende venderlo como “sostenible”, y “respetuoso con el medio ambiente”, simplemente negociando y comprando un sello sostenible. (me gustaría recordar que estos sellos se compran, y no son baratos).

GP: ¿Qué es lo que impulsa a los promotores a hacer este tipo de ejercicio?

LG: Hacer lo que siempre han hecho, y manipular al ciudadano, en lugar de hacer algo mejor, por el mismo precio.

He meditado mucho sobre este tema, y la conclusión a la que he llegado se sustenta en dos fenómenos, uno social, y otro económico.

1. El social es el más peligroso, y se basa en la misma naturaleza humana. Resulta que se ha descubierto que, a lo largo de la evolución humana, una mutación genética favorable en el humano, va seguida casi de inmediato por un descubrimiento científico importante (por ejemplo, el descubrimiento del fuego, de la rueda, de la silla de montar...). En cambio, se pueden tardar generaciones enteras hasta que el nuevo descubrimiento sea aceptado por la sociedad. La inercia cultural es enorme. Y quizás incluso sea un mecanismo evolutivo que proteja al hombre, pero que al mismo tiempo lo deja desvalido ante la evolución.

2. El económico es más sencillo, y mucho más fácil de corregir. Resulta que cuando un hombre de negocios descubre una forma de hacer dinero, desea seguir explotándola de forma indefinida, sin límite alguno. Crean una primera etapa de innovación, y continúan con la de explotación. Intuyen que deben seguir innovando, pero cuanto menos mejor. Si pueden hacer lo mismo toda su vida, ganando mas dinero, mejor!.

Es por esto por lo que se ha escrito el libro “¿Quién se ha robado mi queso?”, para informar a los empresarios, que el queso hay que buscarlo en cada momento y con un esfuerzo continuado. Y así me consta que se hacen en muchas empresas. Pero el caso de la construcción no es igual.

El proceso constructivo es casi-un-monopolio, por lo que se pueden permitir el lujo de no innovar. De este modo, todos los promotores hacen lo mismo, con el mismo modelo de negocio, ya que el cliente no tiene donde elegir.

De este modo se han acostumbrado tanto a un proceso sin cambios, que tienen  un verdadero pánico al cambio, y a la necesidad de innovación, aun incluso cuando su supervivencia está en juego. Por esto, a pesar de tenerlo todo en sus manos, y emprender un nuevo rumbo (como el ratón avispado), se quedan llorando en la celda sin queso, llorando, reclamando “su” queso, e intentando manipular a todos cuantos le rodean para seguir comiéndolo, sin más esfuerzo.

Estos dos fenómenos dejan un tanto desvalidos tanto al ciudadano, como al medio ambiente.

GP: ¿Puede aclararnos porque las certificaciones sostenibles no tienen ninguna utilidad, y además constituyen un peligro para la arquitectura sostenible?

LG: Me agrada mucho que me haga esta pregunta, ya que el mayor peligro actual para el desarrollo y implantación de una auténtica, honesta y verdadera arquitectura sostenible son precisamente estas supuestas certificaciones sostenibles. El uso de las certificaciones no sólo no fomenta la arquitectura sostenible, sino que la aparta del camino correcto para su evolución futura.

Esos tipos de certificaciones supuestamente sostenibles no tienen ninguna utilidad.  La sostenibilidad es una cuestión básicamente de decisiones generales de dibujos arquitectónicos:

Orientación sur de la plana fachada sur (hemisferio norte), extensión longitudinal este-oeste, tipología con patio central, intercambiadores arquitectónicos de calor, espacios verticales de comunicación, chimeneas arquitectónicas de extracción de aire caliente, ubicación de la mayor parte de vidrios al sur (hemisferio norte), no poner vidrios al oeste ni al este si no son estrictamente necesarios, fachadas ventiladas, sistemas naturales de ventilación etc., es decir, prácticamente el 90% de una auténtica arquitectura sostenible solo son decisiones arquitectónicas, es decir, consiste en la redisposición de los espacios y objetos arquitectónicos habituales y ya existentes, y en la buena toma de decisiones, sin coste adicional alguno. El otro 10% concierne a detalles constructivos, tecnologías y materiales especiales.

Pues bien, las supuestas certificaciones sostenibles prácticamente no tiene en cuenta para nada el diseño arquitectónico (responsable de un 90% del nivel de sostenibilidad de un edificio), y se centran en cuestiones relativas a sistemas de recogida de agua, sistemas alternativos de energía, vidrios espaciales, sistemas de control, sistemas de gestión del edificio,… en definitiva, en los aspectos menos importantes de la sostenibilidad de un edificio (el 10% restante).

O lo que es lo mismo, lo que pretenden calificar las supuestas certificaciones sostenibles, es una mínima fracción del nivel de sostenibilidad de un edificio, que además es justo lo que lo encarece.

En definitiva, detrás de estas supuestas certificaciones sostenibles, simplemente hay un encubrimiento de la venta de tecnologías y materiales especiales que no sirven para nada.

Voy a poner un ejemplo. En el transcurso de la certificación energética, los certificadores pueden aconsejar que se ponga un vidrio muy especial, que reduzca el calentamiento de un edificio. Este consejo aumentaría, según ellos el nivel de sostenibilidad del edificio, al ahorrar consumo energético de aire acondicionado. Sin embargo, en realidad es una estupidez, porque el arquitecto podría haber diseñado en las fachadas de su edificio huecos más pequeños, y mejor orientados, que garantizaran las vistas y el nivel de iluminación deseados, que no necesitaran vidrios especiales, y que además, el edificio fuera mas barato. En definitiva, las supuestas certificaciones sostenibles simplemente fomentan el encarecimiento de los edificios, y la utilización de materiales y tecnologías caras, que además ni siquiera serían necesarias, si el edificio estuviera bien diseñado.

La arquitectura sostenible, al igual que cualquier faceta del desarrollo sostenible, es algo completamente local. Por tanto, aplicar unos supuestos y unos programas informáticos y una concepción de la arquitectura realizadas en Washington o en Londres, y pretender aplicarlos a cualquier rincón del planeta, es una soberana bellaquería.

Las “Green-Building-easy-business”, son empresas privadas con ánimo de lucro, y que por tanto harán lo posible por lucrarse, dejando de lado la autenticidad de lo que hacen, todavía mas en cuanto que su actividad no está regulada por ley. No tiene responsabilidad ni civil, ni penal. En definitiva un campo de cultivo perfecto para sacarle el dinero a los idiotas.

Con el fin de ganar dinero las “Green-Building-easy-business”, no dudarán en poner a cualquier edificio, por malo que sea, el adjetivo de “golden”, o “platinum”, siempre que se les pague. Quizás necesiten una mínima justificación para que no se les vea el plumero, pero su labor siempre estará bajo sospecha.

Para mi, estas evaluaciones solo tendría alguna validez (y muy poca según lo expuesto en el punto 1), si el organismo evaluador fuera estatal y no privado, estuviera regulado por ley, y fuera gratis, o casi gratis. Es decir, que no se ganara dinero con ello, y que lo hiciera un funcionario público.

Supongo que por el hecho de ir dirigidos a un público ignorante, pero con ansias de notoriedad, las etiquetas resultantes de la evaluación de estas certificaciones supuestamente sostenibles, son histriónicas e infantiles; “plus”, “golden”, “platinum”...

Y si muchos malos edificios tienen esta calificación (la mayoría), no puedo evitar pensar en la calificación que deberían tener los edificios realizados por cualquiera de mis alumnos (por comparación). Los edificios de mis alumnos deberían tener la calificación de “criptonitum plus plus plus”. Y los edificios realizados por buenos profesionales deberían ser calificados como “Supernova criptonitum super plus”. Y los edificios realizados por los arquitectos de mayor nivel (Ken Yeang, Jonathan Hines, Hansen and Petersen...) deberían ser calificados como “Big Bang criptonitum por Snoopy lo mas plus de lo plus”. En fin, completamente ridículo.

En resumen, pienso sinceramente, por todo lo expuesto y por muchas mas razones, que estas certificaciones supuestamente sostenibles no sirven para nada, y que solo existen debido a la ignorancia y pasividad de la sociedad y de los arquitectos. El diseño sostenible debería enseñarse en todas las facultades de Arquitectura del mundo. Y así los edificios serían muy buenos, mucho más baratos, y no se titaría el dinero en certificaciones que no sirven para nada.

GP: ¿Cómo quedan las cuestiones estéticas y formalistas cuando pensamos en un diseño bioclimático?

LG: Muchos arquitectos diseñan lo que les viene en gana, y después poner cuatro cosillas para justificar un mejor comportamiento medioambiental de su edificio.

Me parece ridículo. Me da vergüenza ajena. El verdadero diseño arquitectónico es holístico. Como no puede ser de otro modo.

GP: ¿Cuál es la ciudad que mejor ha entendido la convivencia entre Arquitectura y Naturaleza, y porqué?  

LG: Para mi, en este sentido existen dos ciudades modélicas ya existentes: Seattle y Reikjavik (y por extensión, toda Islandia), y una sola ciudad en proyecto: Masdar City.

Seattle es un ejemplo de cómo una ciudad norteamericana ha sabido compactarse, culturizarse y autocontrolarse en la dirección medioambiental, social y cultural correcta (y eso que, estando en Estados Unidos, su nivel inicial era muy bajo). Que yo sepa es la primera ciudad que empezó a utilizar indicadores sostenibles para canalizar su desarrollo sostenible.

Reikjavik es una ciudad de una nación pobre, ubicada en una isla aislada (valga la redundancia) y extremadamente fría, con pocos recursos. A pesar de eso ha sabido utilizar la energía geotérmica y del mar para conseguir una autosuficiencia energética limpia, y un desarrollo sostenible.

Masdar City es una ciudad que actualmente se está creando, impulsada por el Emirato Árabe más rico de todos: Abu Dhabi. Este emirato ha sabido esperar, aprender y no cometer los mismos errores que su hermano pobre Dubai, con todas las catástrofes sociales, humanas, económicas y medioambientales que ha cometido. En lugar de hacer pendejadas arquitectónicas llamativas y caóticas, Abu Dhabi ha estructurado su desarrollo en tres pilares; la cultura (a través de una jerarquía que pivota en 5 grandes museos), la sociedad (haciendo una ciudad para que funciones como tal, y no un nuevo “Disney Dubai World”), y la sostenibilidad (haciendo asentamientos autosuficientes en agua, energía y alimentos). Este es el caso de la nueva ciudad Masdar City.

Masdar City. Foster + Partners. 2009.

comments

046.01
abstracts
how to quote

languages

original: español

outros: português

share

046

046.02

Entrevista Manfred Schiedhelm

Jordi Viñals Terres and Xavier Bosch Canals

newspaper


© 2000–2024 Vitruvius
All rights reserved

The sources are always responsible for the accuracy of the information provided