Ana Petronsi: Con tanta sabiduría encima, ¿nunca se le dio por enseñar?
Eduardo Larrán: Debo reconocer que mi carácter es un tanto indomable y me caracteriza una gran seguridad que ayudó a rebuscármelas solo. Nunca estuve frente a una clase con alumnos, no tenía alma de docente, pero sí enseñaba cuando trabajaban conmigo, en mi propio estudio. Te digo, llegué a tener nueve arquitectos colaboradores de excelentes cualidades. Una vez, tuve un intento de asociarme cuando trabaja en la Dirección de Vivienda, pero no resultó. Sentía que perdía el tiempo, así que preferí cargar yo solo con todos los aciertos y fracasos.
AP: ¿Qué piensa de la arquitectura actual, qué mensaje le gustaría dejar?
EL: Me sorprenden, sinceramente, las cosas disparatadas que se hacen, complejas y difíciles de entender, de formas extrañas. Creo que ese no es el camino más acertado de hacer arquitectura. Incluso va en contra de la propia estática. Me parece que hay que concentrarse más en producir espacios para que puedan ser vividos por el hombre, tomando conciencia sobre los puntos a resolver.
La vivienda como tema de arquitectura sigue siendo compleja, difícil y muy importante, pues abarca a la totalidad de los seres humanos de todos los niveles económicos y socio-culturales, a los que debemos satisfacer en sus necesidades físicas y espirituales con toda nuestra pasión. Para muchos de nosotros el tema vivienda es el mas apasionante.
Para ello es fundamental que nuestras propuestas sean de la máxima capacidad de síntesis, sobriedad y simplicidad, sin olvidar que todo esto se vuelque en el momento de su materialización.
Mirá, cuando uno entra a un edificio y ve que nada lo inquieta y o le llama la atención es porque esta muy bien resuelto, ese parámetro nunca falla.