“Me censuraban el hecho de que teniendo, supuestamente, esa obligación no indicase caminos claros a los estudiantes, a lo que yo respondía claro que no, porque los caminos no son claros”.
Álvaro Siza. Fragmentos de una experiência
Con este volumen, que además bautiza a toda la colección, la editorial madrileña Lampreave inauguró, en 2012, una serie de libros sobre temas de arquitectura y creatividad: La palabra y el dibujo.
En esencia, podríamos decir que esta obra es un tributo a los bocetos del arquitecto portugués Álvaro Siza Vieira (Matosinhos, 1933). El texto introductorio de Ángel Martínez García-Posada nos revela que la colección lleva, en realidad, el título de una conferencia impartida en 1998 por el profesor Juan Luis Trillo de Leyva, catedrático de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla. Su disertación consistía en un intento de desvelar los secretos de los bosquejos de Álvaro Siza.
Ángel Martínez aborda estos preliminares considerando al dibujo como una danza de líneas sobre el papel que crea composiciones varias. La serie que dirige se centra en el enigma y la poética gráfica de la arquitectura, indagando en el dibujo y en la escritura como medio para plasmar lo inefable. La analogía entre dibujo y escritura como medios de exploración y proyección creativos es el concepto que trata de subrayarse. Dibujo y escritura tienen aspectos afines. Son metáforas, son prolongaciones de nuestra gestualidad, son amplificaciones de la imaginación, y así como pueden precisar un momento exacto en el tiempo, nos pueden transportar al pasado con su poder evocativo. La palabra y el dibujo son dos vías de comunicación natural, y en ellas casi no interfiere la técnica. Son lenguajes antiguos que hemos interiorizado porque sirven para proyectar emociones y revelar experiencias.
Se trata, por tanto, de recuperar las cualidades sensibles del espíritu para recapacitar sobre la arquitectura, una línea de investigación muy viva en la actualidad, sondeada por teóricos tan destacados como Juhani Pallasmaa, donde se recurre al mundo de la poesía, la literatura, la filosofía y la psicología para repensar la arquitectura. En este sentido, la expresión gráfica favorece una forma de ver el mundo lírica, algo que los artistas saben de manera natural, de ahí que se recojan abundantes citas y testimonios de poetas como Rilke, García Lorca o Mallarmé, toda vez que surgen nombres de arquitectos visionarios como Enric Millares o Vittorio Gregotti.
El grueso de la obra está conformado por el discurso La palabra y el dibujo, de Juan Luis Trillo de Leyva, ilustrado con abundantes sketches de Álvaro Siza. El dibujo es para el arquitecto portugués una parte importante de su trabajo creativo, pero él apenas ha comentado nada sobre sus bosquejos. Hay muchas entrevistas que desvelan sus pensamientos, y con estos elementos, aunque Siza no haya sido proclive a dar explicaciones de su propia labor (y de hecho ha renunciado a hacerlo), es posible intuir algunas pautas teóricas. A través de sus dibujos es posible acercarse a su trabajo, intuir su voluntad de comprender el mundo, su compromiso con la realidad. Así, Trillo de Leyva observa, medita y plantea una interpretación. Existen algunos escritos de Siza que le sirven para obtener una panorámica más completa. La reflexión sobre ciertos fragmentos sirve así de hilo argumental. Por otro lado, redacta epígrafes sobre conceptos que cree advertir en la obra del portugués, tales como la idea de inmediatez o la tendencia a la narración.
Como hemos dicho, Álvaro Siza se abstiene de valorar metodología alguna en su proceso creativo, y en general acepta opiniones críticas con total ingenuidad. “Es verdad que dibujo en los cafés”, respondió en una ocasión. Nos viene de inmediato al recuerdo un boceto de 1986, donde se aprecia el entorno de una cafetería al aire libre mientras sus manos escriben “Salzbu…”, revelando el nombre de la ciudad que le sirve de modelo. Por esta razón, Juan Luis Trillo aduce que Siza es un cartógrafo del mundo que trabaja por fragmentos, porque elabora aparentemente un mapa compartimentado en instantes tan fugaces como un soplo de viento. En efecto, el dibujo surca la página como una corriente de viento.
Lo cierto es que Siza dibuja habitualmente sus propias manos, incorporándose a la creación y dando un giro reflexivo a la mirada del espectador. De pronto tomamos consciencia del dibujante a ver esas manos que son un “sismógrafo de pensamientos” (p. 37). Conociendo la mirada del dibujante recordamos tener en cuenta nuestra propia mirada. La mirada es siempre intérprete de la realidad y la conclusión a la que llega es siempre una verdad íntima. Por eso hemos de comprender que Juan Luis Trillo, al pensar en Siza, incluya abundantes ideas propias, concebidas desde su experiencia en el mundo de la expresión gráfica.
En conclusión, “La palabra y el dibujo” es una obra muy recomendable que nos permite descubrir la creatividad introspectiva de uno de los grandes arquitectos vivos de nuestra época. A través de los ojos de Ángel Martínez y Juan Luis Trillo vislumbramos que el acto de dibujar es consecuencia de una admiración sin límites por el espacio y el tiempo, un singular vínculo en tre el ser humano y su entorno, eternamente circunstancial. Los rincones de las ciudades modeladas en grafito por Álvaro Siza nos hablan de “la incertidumbre de toda creación” (p. 39). La vida urbana en estado de vibrante naturalidad, pergeñada de resquebrajadas presencias.
sobre el autor
José Luis Crespo Fajardo es profesor en Universidad de Cuenca, Ecuador