Autores entre otras obras del Musac de León, estos arquitectos unen el rigor en sus estructuras con la libertad de sus ideas.

El Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León (Musac) es, conceptualmente, un edificio sobre la posibilidad: sobre la disposición de libertad dentro de un entorno espacial ordenado mediante reglas precisas. El pensamiento de sus proyectistas Luís Moreno Mansilla y Emilio Tuñón, formados en la práctica moderna trabajando junto a Rafael Moneo, y constructores de una arquitectura formalmente vinculada a la tradición académica española, se ubica en esa misma coordenada. La trayectoria de estos arquitectos viene marcada por la objetividad y el rigor de sus estructuras construidas, patentes en el Centro Documental de la Comunidad de Madrid, el Museo de Bellas Artes de Castellón y el Auditorio Municipal de León. Y señalada también por la actitud de compromiso intelectual ético y radical latente en la edición de Circo, un cuadernillo en el que, mensualmente, se publica un breve documento. A través de Circo, Mansilla y Tuñón invitan a pronunciar opinión sobre la arquitectura y puede decirse, rotundamente, que actualmente éste es uno de los mejores materiales a mano para quienquiera que, con auténtico y propio criterio crítico, desee leer y pensar sobre la arquitectura.

Mansilla + Tuñón producen una arquitectura de continuidad: sus proyectos se concatenan en pos de una idea arquitectónica, que va ganando cuerpo en su desarrollo, que emerge del constreñimiento ganando libertad. Una libertad que se detecta en las presentaciones de sus ideas y alcance su escenificación en el colorido y expresividad del Musac: un proyecto que definen como un reactivo y manipulador positivo, tanto como pieza individual como parte articulada en un contexto urbano físico y subjetivo (el conformado por la identidad y el carácter de la ciudad de León a través de su paisaje, improntas históricas…). "Perseguimos que los edificios nos ayuden a explicar cómo vivimos, a conocer lo que ocurre alrededor", dicen, pero aún así su acción arquitectónica, que se reconoce por la producción de sistemas que permiten que un proyecto sea percibido como una de la infinitud de soluciones posibles, hace que sus edificios sean instigadores y catalizadores de interpretaciones transformadoras: "El Musac es un proceso de activación o excitación de un fragmento de lo que nos envuelve, semejante a arrojar una piedra, o una palabra, o un recuerdo, sobre un estanque de perímetro accidentado, que recibe de forma inmediata las ondas directas, reflejándolas y deformándolas al interactuar con aquello que lo rodea" explican.

El Musac es un edificio de una sola planta, construido con muros de hormigón blanco, cuyo esquema interno construye un conjunto de tableros de juego en los que las acciones son las protagonistas del espacio, generando "una sucesión de acontecimientos espaciales continuos pero distintos, salpicados de patios y grandes lucernarios, dando forma a un sistema expresivo que representa un eco de nuestra propia diversidad e igualdad como personas". Planos zigzagueantes y entrelazados que quieren ser también una alusión a los ríos que recorren Castilla-León a la vez que imbuir en un estado que extraiga de la cotidianeidad al visitante penetrando en este espacio. Externamente, se abre como un espacio cóncavo en el que acoger la realización de eventos, envuelta por los grandes vidrios de colores que singularizan la fachada del edificio, creando un foro en el que los colores quieren ser una representación de lo público: "los colores nos hablan de la vitalidad, de la ropa tendida, de las plantas que cuelgan desde los balcones de las plazas, de niños asomados y curiosos", explican sus arquitectos. Esos colores resplandecientes proceden de la digitalización de un fragmento de las vidrieras de la Catedral de León, una reincorporación de lo antiguo, de lo histórico.

Sin medios propagandísticos

La arquitectura de Mansilla + Tuñón ha destacado sin la utilización de medios propagandísticos de uso común en otros arquitectos de su generación. Construida sobre bases muy sólidas, se trata de una arquitectura que no se permite el divismo; con una fuerte cultura arquitectónica, una apertura mental y erudición de las que se echan en falta en estos tiempos, en que es más valorado gritar que susurrar. El progresivo y consistente crecimiento intelectual y profesional ha ayudado a Mansilla y Tuñón a romper con el constreñimiento de una arquitectura influenciada ideológicamente por el riguroso Moneo. Son arquitectos de esos en cuyas manos hacer arquitectura, construir, deviene un instrumento con el que accionar y forzar el pensamiento para resolver, inventar, frente a las constricciones, limitaciones y complejidad de una situación. Mansilla y Tuñón aluden con interés a los juegos -ejercicios literarios y artísticos cuyo autor se obliga a sujetarse a unas reglas que restrinjan el flujo creativo. Trabajos en los que lo producido adquiere una dimensión abstracta paralela a la dimensión formal y sensible: una lógica interna que debe considerarse la esencia fundamental y clave de la definición compleja de lo qué es hacer, cómo es hacer y qué es posible hacer. Trabajadores de disciplina, curiosidad e inteligencia, diálogo y consenso, sensibilidad e imaginación, creadores y elaboradores de ideas, sus proyectos son planteamientos de una propia postura intelectual ante la contemporaneidad que, a la vez, formulan activamente una definición posible de ésta mediante la materia y la esencia arquitectónica. Mansilla y Tuñón son herederos del Movimiento Moderno, al que han agregado una estética neo-pop hibridada con la audacia mental de las vanguardias del siglo XX, que les lleva al disfrute del hecho de crear.

Resulta significativo que en la web del estudio (2), que estos arquitectos establecieron en 1992, los proyectos se cataloguen mediante una división entre aquellos realizados en el siglo XX y los realizados en el siglo XXI, posiblemente reflejo de la conciencia del advenimiento de algo diferente en su forma de procesar su pensamiento, en su postura ante el hecho de hacer arquitectura, sustentada por la fascinación por la potencialidad -de aquello a descubrir fruto del enfrentamiento al reto que plantea la resolución de todo proyecto-. Mansilla y Tuñón encaran la disciplina de la arquitectura sosteniendo que "cazar es lo opuesto a poseer": "Los coleccionistas ansían poseer un objeto que colocan en una vitrina para disfrutar de él durante toda la vida, mientras que los cazadores siempre buscan la pieza más difícil. Aquélla que les puede producir la muerte, aquella en la que se puede fracasar. Y cuando ésta se consigue, se ambiciona la siguiente".

Arquitectos despiertos, reconocen que las ideas están ahí y hay que saber atraparlas y que el hacer arquitectura es un juego en el que lo más bello es jugarlo, antes que ganar o perder la partida: esa constante y pausada evolución les ha permitido pasar de la introspección del Museo Provincial de Zamora a la imagen, felizmente corbusierana, del Auditorio Municipal de León y, de ahí, a la sensualidad y colorido del Musac y los juegos formales propuestos para el Grand Slam de Madrid y la Villa 08 en Naijing. Una progresión que hace confiar que Mansilla + Tuñón van a proporcionar, con sus obras, muchos más interesantes e inteligentes juegos de arquitectura. "El mundo es tan diverso que uno queda fascinado por su diversidad, por lo diferentes que somos todos y los intereses tan distintos que tenemos. Por eso preferimos andar camino y dejarnos sorprender por la vida, por las personas que nos rodean y conocemos. Es otra forma de entender la arquitectura, quizá más costosa y a veces más satisfactoria", afirman.

notas

1
Publicado originalmente en La Vanguardia, 03/08/2005

2
Mansilla + Tuñón [www.mansilla-tunon.com]

sobre el autor

Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste, titulares del studio ¿btbW, son autores del libro "Enric Miralles: Metamorfosi del paesaggio", editorial Testo & Immagine, 2004.