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architexts ISSN 1809-6298


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A autora ilustra alguns dos conflitos culturais da arquitetura hoteleira contemporânea em Varadero com o interesse de polemizar com a arquitetura destinada ao turismo na região

english
The author shows some of the cultural conflits of contemporary architecture for hotels in Varadero, trying to polemize the architecture designed to tourism in that region

español
La autora ilustra algunos de los conflictos culturales de la arquitectura hotelera contemporánea en Varadero con el interés de polemizar con la arquitectura destinada al turismo en la región


how to quote

RODRÍGUEZ, Kirenia. Turismo y arquitectura: el polo turístico de Varadero. Arquitextos, São Paulo, año 09, n. 107.05, Vitruvius, abr. 2009 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/09.107/60/es>.

“Es necesario considerar la particularidad de la forma en su relación dialéctica con el contenido. La forma, en la labor creativa, requiera de una atención determinada para expresar el contenido correspondiente de modo adecuado y, por ello, es también importante su análisis como parte de otro más amplio." Eliana Cárdenas. 1991

El turismo para el Caribe representa una condición histórica más que un vehículo de desarrollo económico. Las nociones de llegada, descubrimiento, intercambio comercial (legal e ilegal), incidieron primero en la región antillana para luego extenderse por el continente; por lo que la percepción del turismo como fenómeno nocivo y distorsionador de nuestro entorno constituiría una negación de las raíces culturales. Sin embargo, las formulaciones contemporáneas del turismo en el entorno cubano entran en conflicto con la significación histórica entre turismo y cultura. Tomaremos como modelo el polo turístico de Varadero, porque constituye un espacio recreativo desde su génesis, porque ilustra significativos conflictos culturales de la arquitectura contemporánea y por el desarrollo estratégico del polo a partir de los años noventa del siglo XX. Sin profundizar en el recorrido histórico, pretendemos ilustrar algunos de los conflictos culturales de la arquitectura hotelera contemporánea en Varadero, con el interés de polemizar sobre la arquitectura destinada al turismo en la región, con rasgos despersonalizados tendientes hacia la “cancunización” (1).

La tendencia mundial de desarrollar el turismo no encuentra, históricamente, fricciones con el devenir caribeño; mas sí los mecanismos globalizadores del turismo contemporáneo. La internacionalización de modelos turísticos según las normas de confort y seguridad, la serialización de los productos turísticos en paquetes integrales como el mecanismo del “Todo Incluido”, la alta tecnologización, las cadenas hoteleras asociadas al fenómeno de la identidad corporativa, entre otras condicionantes, contribuyen a minimizar los rasgos locales o nacionales al punto de transformarlos en estereotipos culturales de una región. Tal y como ocurre en el caso del Caribe, incluyendo a Cuba y específicamente a Varadero, por ser nuestro objeto de estudio.

Las contradicciones culturales acontecidas en la arquitectura hotelera cubana radican en la destinación de sus servicios a un público masivo y heterogéneo desde la postura de defensa de las identidades locales. Dichas categorías pudieran no ser excluyentes, pero se conceptualizan teóricamente como modelos superados en la industria turística. Según criterios de John Urry en “La Macdonalización de la sociedad” (1990), cuando formula la idea de las eras fordista y post-fordista, los modelos turísticos estandarizados pierden vigencia y se fomentan proyectos especializados (o individualizados) para diversos sectores de público. Mientras, estas teorías del turismo se retoman según la perspectiva cubana a partir de criterios como el de Hernán Venegas Marcelo, en “Un triángulo cubano: turismo, patrimonio, comunidad” (2005): “En su variante posfordista, la práctica del turismo contemporáneo se asocia con la especificidad de los destinos turísticos y la identidad del espacio de acogida, características relacionadas con el interés del posmodernismo en la identidad local y su vinculación con el pasado; el cual, a su vez, se conjuga con el énfasis en los planos regional y local de los teóricos de la actual globalización neoliberal.”

El polo turístico de Varadero intenta conciliar estas posturas, ofrecer un producto auténtico para un público masivo con paquetes de ofertas. La autenticidad, si se quiere, entendida como la belleza y calidad de los recursos naturales ofertados, pero en un contexto de desarticulación urbana y estereotipación arquitectónica. Los rasgos más prominentes, socorridos, temáticos, se reformulan como versión de la imagen local, creando un círculo vicioso y resbaladizo entre lo auténtico y lo simulado. Si bien la historia de la arquitectura hotelera en Varadero argumenta un camino turístico legítimo y coherente con la historia local, los resultados de la expansión de la industria a partir de los años noventa han modificado tal comunión, para ejemplificar que los riesgos del turismo no están en su práctica, sino en sus métodos.

La evolución de la arquitectura hotelera en la península está marcada por procesos de continuidad y ruptura del concepto de autenticidad en el producto cultural que ofrece. Si bien las primeras obras construidas hasta 1950 están sintonizadas con el crecimiento urbano, con las condiciones epocales y los procesos de experimentación arquitectónica que exhiben resultados satisfactorios, a partir de la década del sesenta las instalaciones hoteleras ofrecen resultados irregulares en su cualificación estética. La arquitectura hotelera desde los años noventa expone imágenes distorsionadas de la cultura cubana e identidad local a partir de estereotipos visuales, escasa creatividad en el diseño de los proyectos e indagaciones superficiales sobre la historia y la tradición regional.

La década del noventa comienza para Cuba con importantes transformaciones y retos sociales, orientándose la estrategia política de desarrollo del turismo como factor económico fundamental. Estas pretensiones estuvieron matizadas por una escasa infraestructura hotelera a nivel nacional en correspondencia con las exigencias del turismo internacional y la afluencia reducida de turismo extranjero. Resulta ilustrativo que para el período 1960-1980 sólo se construyeron veintinueve hoteles en Cuba, y para el cierre del quinquenio 1975-1980, según la planificación del Ministerio de la Construcción, Varadero apenas contaba con diez hoteles y una base de campismo que brindaban servicios al público. El contexto del turismo nacional cambia sustancialmente con la implementación de mecanismos internacionales de promoción del destino turístico y la aprobación de la ley # 77, en 5 de septiembre de 1995, que regula la inversión extranjera en Cuba y estipula las compañías mixtas (2).

La apertura del circuito turístico nacional a las exigencias y demandas comerciales internacionales establece sustanciales cambios estilísticos en la conformación del producto cubano, interrumpido en la década del cincuenta. El decenio de los noventa condiciona un boom en la arquitectura hotelera relacionado con el fortalecimiento vertiginoso de la industria turística y su posicionamiento en el mercado caribeño y latinoamericano. Según evaluaciones generales del turismo cubano desde la década del ochenta, Manuel Marrero Cruz, Ministro de Turismo para el año 2004, en el discurso de celebración por el arribo del visitante 2 millones planteó:

“Los 15 años de desarrollo del turismo cubano han sido suficientes para ubicarlo como el principal sector de la economía nacional, baste citar algunos indicadores:

En 1990 el turismo era el 4% del ingreso en la balanza de pago del país, ahora es el 41%.

En 1990 de todos los insumos y materiales que se consumían en el turismo el 12% eran producidos en el país y ahora es el 69 %.

En 1990 Cuba ocupaba el lugar 23 entre los principales 25 destinos turísticos de las Américas y el Caribe, ahora ocupa el octavo lugar.

En 1990 solo teníamos en el país 13 000 habitaciones, ahora tenemos 41 000 y el 70 % de ellas son categoría 4 y 5 estrellas.

En 1990 solo venían a Cuba unos 340 000 visitantes y con una media de crecimiento de un 14 % anual, llegaremos en el 2004 a dos millones cincuenta mil.”

A juicio personal, el principal conflicto de la arquitectura hotelera en Varadero consiste en la pérdida paulatina de los valores culturales de la arquitectura tradicional cubana y regional. La sustitución de los indicadores de autenticidad por propuestas formales estereotipadas, falaces y basadas en referentes extranjeros, han definido lineamientos estilísticos que se entrelazan en el discurso de la tipología hotelera varaderense, como el divorcio entre el medio natural y la obra arquitectónica, la funcionalidad como criterio dominante, la imposición cultural de proyectos hoteleros extranjeros, la ausencia de cualificación cultural en las propuestas turísticas, el predominio de las versiones estereotipadas sobre la identidad regional y el kitsch. Todos ellos patrones dominantes en las expresiones recientes de las instalaciones hoteleras cubanas, particularmente en Varadero por condensar una de las mayores tasas de crecimiento inmobiliario.

Así aparecen obras de impresionantes dimensiones emplazadas arbitrariamente en el espacio peninsular, que exponen una volumetría imponente y antidiscursiva, con un predominio del hotel en altura, módulos habitacionales a modo de bloques compactos y el protagonismo formal de materiales como el cristal. Este modelo básico difundido en la región, a modo de moles de hormigón en permanente competencia por el protagonismo visual, se extiende sin criterios rectores sobre hitos o nodos urbanos.

La influencia de imágenes foráneas resalta como una tendencia estilística delineada a través de casi dos décadas en el Polo Turístico de Varadero. La apropiación de imágenes, soluciones espaciales y formales como fórmulas de éxito y atracción del turismo devienen mecanismos reiterados visualmente en el contexto urbano. Su protagonismo visual merece un balance desde los años noventa, en que comienza a perfilarse la descualificación estética de la arquitectura hotelera en Varadero como característica esencial, hasta la actualidad, a través de ejemplos representativos.

La copia de referentes extranjeros, ya sea de manera impuesta o selectiva por criterios de identidad corporativa o legitimación formal, presenta tempranas apariciones en el contexto cubano a partir del proyecto del Meliá Cohíba en La Habana, para argumentar el fenómeno definido como proceso de neocolonización cultural a través de la arquitectura hotelera. En el caso de Varadero pudieran sugerirse otras asociaciones como el hotel Bella Costa (1993); el cual combina las referencias internacionales en su diseño y el discurso antidialógico entre la obra y el contexto. El avance tecnológico y las pretensiones simbólicas se articulan mediante formas “expresionistas” de la postmodernidad como la alegoría del barco, perfectamente acentuado a través de los techos a dos aguas. Sin embargo, su imagen socorrida como nave encuentra nexos formales cercanos en otros polos turísticos con ejemplos como el Barceló Radisson Orlando, ubicado en los Estados Unidos.

 La imposición cultural expresada en la ejecución del proyecto del Blau Varadero constituyó una copia mutilada del Meliá Cancún, con resultados que implican un fracaso cultural y topográfico. Los antecedentes culturales que remeda la pirámide trunca pierden vitalidad y validez histórica al ser ubicada en la península de Varadero, con un desarrollo histórico distante de los grandes centros precolombinos continentales. Por su parte, la volumetría y la compacidad de la obra exponen formas con escasa cualificación del entorno, aún cuando el proyecto de áreas verdes y pavimentación de los espacios de acceso se encuentran inconclusos, el resultado final no podría aligerar la fuerte carga visual que impone el diseño rígido del Blau. El predominio de la forma piramidal en el polo turístico de Cancún establece líneas estilísticas difundidas en la contemporaneidad y variantes estructurales a través de juegos de volúmenes con soluciones escalonadas, la cual también encuentra referentes significativos en el Meliá Varadero (1991) y en el hotel Panorama (La Habana, 2001).

Otras expresiones con rasgos morfológicos postmodernos se vinculan al predominio del cristal en la solución formal de los inmuebles mediante el aprovechamiento del material como rasgo estilístico fundamental. El acceso principal del Gran Hotel de Varadero, actualmente Club Los Amigos, introduce una impresionante pared-cortina a modo de cápsula alrededor del lobby. El material se presenta como exacerbación del discurso expresivo de la tecnología y las propuestas postmodernas, al potenciar la visualidad arriesgada, novedosa y asociada a la imagen contemporánea de la arquitectura hotelera. La cortina de cristal actúa como barrera estructural que quiebra la concepción abierta y comunicativa de la herencia arquitectónica caribeña y rechaza las condiciones naturales de Varadero al resaltar las metáforas discursivas contemporáneas.

El Neohistoricismo constituye una de las variantes estilísticas del Arte Postmoderno, ya sea desde la revisitación Neovernacular, Neobarroca o Neoecléctica, en permanente controversia con los estereotipos culturales de la arquitectura nacional condicionados por la imagen de Cuba desde el extranjero. Es así que han florecido variantes tipológicas hoteleras del ranchón campesino como símbolo de un pasado cultural con singular presencia en los campos cubanos. El estereotipo comercial del guano y la madera como materiales tropológicos y cargados de significación histórica, deviene icono turístico del Caribe, convertido en solución obligatoria de los espacios intrahoteleros y extrahoteleros de los polos turísticos. Los grandes y pendientes techos en estructuras cerradas, la disposición radial, la forma cónica o simplemente los paragüitas de guano, han proliferado en la región como expresión notable de la diversidad formal de tal tipología, pero en condiciones ajenas a su contexto y función original, como representación mimética alejada de la reactualización simbólica de las estructuras pasadas.

El Neohistoricismo de la arquitectura hotelera se convierte, fundamentalmente, en revisitación del pasado colonial. Dicha tradición, con una continuidad histórica en el contexto latinoamericano a través de la tendencia Neocolonial de principios del siglo XX, ha sido revisitada por la industria hotelera como expresiones simbólicas legitimantes, que establecen rasgos formales y tendencias estilísticas estereotipadas del devenir cultural. Así aparecen construcciones en el polo turístico de Islas Vírgenes que aprovechan frívolamente las formas quebradas a modo de remates de pequeños muros, la solución tipológica de los arcos de medio punto acristalados y techos a cuatro aguas con referencias de torres. Las soluciones arquitectónicas de la  instalación hotelera Sandals Inn, en Jamaica, se asemejan al tratamiento de frontones estilizados con reminiscencias neoclásicas, así como el Sheraton Hacienda del Mar, México, que propone una actualización del remate de fachada a manera de espadaña.

Dicha estructura posee referentes históricos en la evolución de la arquitectura doméstica y religiosa cubanas; que en Varadero encuentra exponentes en el diseño de la Iglesia Santa Elvira (1920) y en el antiguo campanario del hotel Los Delfines – residencia de los años cuarenta del pasado siglo (3). La expresión más contemporánea de estos rasgos estilísticos en Varadero se aprecia desde principios del siglo XXI con el hotel Princesa del Mar, el cual sintetiza el discurso neohistoricista mediante la recreación de frontones estilizados, techos quebrados, barandajes a modo de remate, torrecillas eclécticas, lucetas en arcos de medio punto y elementos a modo de pináculos con funciones ornamentales que se articulan orgánicamente en el discurso estilístico de la instalación.

Si bien el Neohistoricismo constituye una interpretación estéticamente válida para la arquitectura contemporánea, la recurrencia permanente a rasgos significativos como símbolos culturales de la región introducen otro conflicto contemporáneo relacionado con la imagen estereotipada y formularia de los códigos arquitectónicos identitarios. El énfasis en el arco de medio punto y las lucetas tradicionales, el predominio de las tejas criollas, entre otros, denotan una visualidad homogénea en la península de Varadero, que a decir del arquitecto Enrique Lanza: “Si fuera ese el único aporte que un patrimonio construido de más de cuatrocientos años fuera capaz de ofrecer, realmente tal legado podría ser fácilmente desechable” (4)

La ambientación interior constituye uno de los componentes del diseño hotelero con mayores pretensiones de cualificación cultural en las expresiones de Varadero. Las obras plásticas de artistas locales, el diseño de vajillas u objetos de uso cotidiano y los murales cerámicos o escultóricos conforman el repertorio formal de las propuestas turísticas con logros estéticos polémicos y diversos, que también acogen los presupuestos estereotipados de la visualidad kitsch en proyectos hoteleros como el Princesa del Mar. Los arcos y su policromía se redimensionan a modo de instalación bidimensional con sugerentes imágenes de campos cubanos, como  ventanas de acceso a otras cualidades regionales. Sin embargo, la minimización de su trascendencia cultural a la mera función ornamental, como aditamento de legitimación de un espacio establece criterios de ambientación superfluos, en conjunción con los frisos escultóricos que traducen en imágenes la evolución histórica de Varadero. Estas propuestas se caracterizan por facturas simplistas, sin logros estéticos, que componen un espacio de entronizamiento del kitsch en la región.

Los motivos zoomorfos predominan como referentes directos de metáforas relacionados con el hotel y su funcionalidad, expresados a través de diversos conjuntos escultóricos que componen espacios de escasa cualificación estética. Como ejemplo de ello resalta el interiorismo de los hoteles Kawama Beach Club, Princesa del Mar y Los Delfines. Este último expresa la contraposición conceptual de las estructuras funcionales y estilísticas en la ambientación del inmueble, a través de una fuente disfuncional que interrumpe la circulación fluida del lobby con motivos naturalistas en directa asociación con el nombre del hotel. La solución casi naif, denota una tendencia formal de la ambientación interior vinculada a las formas pedestres, de mala factura artesanal y como expresión de los limitados aciertos del diseño general del hotel.

El tema de los conflictos culturales planteados por la arquitectura hotelera contemporánea no se agota en el análisis de un reducido número de inmuebles, motivo por el cual hemos insistido frecuentemente en la necesidad de estudios interdisciplinarios sobre el impacto del turismo en Varadero y su repercusión social desde enfoques sociológicos, arquitectónicos, urbanísticos, etc. Los cambios morfológicos de los barrios periféricos alrededor de la península constituyen un fenómeno pendiente de análisis y atención especializada, pues concentran interesantes prolongaciones formales imitativas de las propuestas legitimadas por el discurso de la arquitectura hotelera, cuyo análisis se debate en la interrogante sobre su futura inclusión en la versión popular cubana. La expresión formal y simbólica de la categoría social denominada los nuevos ricos, principales impulsores del crecimiento repentino de humildes barrios varaderenses. El “proyecto arquitectónico”, responde a la asociación de variantes Neohistoricistas frecuentes en el discurso hotelero local, que agrupa arbitrariamente las formas estereotipadas de frontones, torres, techos almenados, herrería, balaustradas y pináculos a modo de versiones kitsch e inorgánicas, sin requisitos espaciales y armónicos del diseño general. Su intercambio epocal a través de una imagen contemporánea con pretensiones de jerarquización urbana y social proporciona algunos códigos de funcionamiento de la arquitectura por cuenta propia, que en esta región exhibe resultados interesantes, con préstamos estilísticos entre las expresiones domésticas y hoteleras.

Descalificar por anticipado las soluciones contemporáneas del repertorio arquitectónico cubano no constituye una evaluación objetiva del tema, pues en estos momentos corresponde evaluar y posicionar sus aportes y desventajas para la conformación del futuro patrimonio nacional. Varadero y su arquitectura constituye uno de los centros fundamentales de valoración a partir de las tendencias estilísticas novedosas en permanente polémica por la conformación de sus espacios en perdurable contradicción histórica, cultural, estética, funcional y tecnológica. Por ello, quería hacerme eco de la interrogante que se plantea Rafael López Rangel en el texto  “El pensamiento latinoamericano contemporáneo” como clave para proyectarnos hacia el futuro común de los arquitectos, historiadores del arte, diseñadores y sociedad en general: ¿Cómo podemos lograr una arquitectura que responda, con un sentido moderno, a la grave problemática de la  cultura arquitectónica en América Latina y que al mismo tiempo coadyuve a la prevalencia de las identidades nacionales?

La arquitectura hotelera, como una de las variantes arquitectónicas que lidera el crecimiento inmobiliario a nivel mundial y nacional, con perspectivas de mayor incremento futuro, no ha de ser homogénea ni anticultural, porque Cuba es Caribe, como también es América, pero no ha de diluirse en la imagen del Caribe ni en la de América (5).

notas

1
Término acuñado por el Doctor en Arquitectura Mario Coyula para calificar el contexto turístico contemporáneo en Varadero.

2
QUINTANA, Rogelio (et.al). Efectos y futuro del turismo en la economía cubana. Montevideo, Tradinco S.A. 2005, p. 58.

3
El campanario representa la tipología de espadaña dictada por los Tratados de Arquitectura para el Nuevo Mundo por Serlio y Vitruvio, que concebía la estructura asociada al campanario para ganar en funcionalidad y economía de las construcciones.

4
LANZA, Enrique. “La toma de las Américas por los canarios”. Arquitectura Cuba, n. 377. La Habana, 1998, p. 52.

5
RODRÍGUEZ PUERTO, Kirenia. Varadero entre la historia y la arquitectura. Una visión a través de sus hoteles. Tesis de Diploma. Tutores: Dra. Concepción Otero y Dr. Arq. Raúl González Romero. La Habana. 2007, p. 62.

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sobre el autor

Kirenia Rodríguez Puerto, licenciada en Historia del Arte y profesora de Arte Latinoamericano en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Su trabajo de licenciatura estuvo relacionado con el estudio historiográfico y crítico de la evolución de la arquitectura hotelera en la región de Varadero.

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