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architexts ISSN 1809-6298

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Neste artigo se reflete sobre a ideia da arquitetura vernacular nas cidades, ou seja, a existência da arquitetura vernacular urbana.

español
En este artículo se reflexiona sobre la idea de la arquitectura vernácula en las ciudades, es decir, la existencia de la arquitectura vernácula urbana.


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MALDONADO, Diana. ¿Arquitectura vernácula urbana? Arquitextos, São Paulo, año 13, n. 154.01, Vitruvius, mar. 2013 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/13.154/4664>.

La mayoría de las investigaciones sobre arquitectura vernácula incluyen la definición etimológica de la palabra arquitectura. Según el Diccionario de la Lengua Española, arquitectura “proviene” del latín architectura y ésta a su vez del griego achitekten, compuesta por la raíces arkhos, jefe, y tekton, constructor; al final aparece que la palabra arquitectura es un sustantivo femenino que se refiere al arte de proyectar y construir edificios.

Epistemológicamente, numerosos tratadistas han escrito sobre lo que la arquitectura significa. De alguna manera, todos los teóricos de la arquitectura, desde Vitruvio hasta Koolhaas, “hablan” del aspecto comunicativo de la arquitectura; de la importancia de considerar, primero el sitio, luego la ciudad, así como también los avances tecnológicos y los cambios sociales; y de la existencia de la “otra” arquitectura; el acercamiento a los dos últimos temas las más de las veces se hace a partir de oposiciones binarias.

Para Edward Soja, la espacialidad humana está directamente relacionada con los conceptos de lugar, paisaje, medio ambiente, localización, territorio, región, ciudad, hogar y geografía. Siguiendo a Henri Lefebvre(1), el autor propone abrir el estudio de las disciplinas involucradas en la producción social del espacio, considerando no sólo la materialidad (lo real o Primer Espacio) y los pensamientos que tenemos sobre ella (lo imaginado o Segundo Espacio), sino incluyendo the othering, es decir el Tercer Espacio “En esta tercera perspectiva (alternativa), la especificidad espacial es estudiada en el ´espacio vivido`, donde se presentan simultáneamente lo real-e-imaginado, lo actual y lo virtual, la experiencia individual y colectiva”.(2)

La idea de arquitectura no es estática sino cambiante, y por lo tanto, una mejor manera de entenderla es considerarla como un proceso. Para efectos de este documento la arquitectura es una de las disciplinas de la espacialidad humana; tanto el objeto arquitectónico como la formación y adaptación de su entorno, son productos culturales; el espacio, la función, la forma, el ornato, la estructura, la organización y el synekismo (sinecismo)(3)son algunos de sus componentes esenciales; se caracteriza por la búsqueda de belleza(4) y habitabilidad; puede ser pura e híbrida, compleja y peligrosa, pero no por eso deja de ser cotidiana, en ese sentido lo ideal es que participe el mayor número de personas posible; en su concepción pueden intervenir tanto arquitectos académicos como empíricos, por separado y en conjunto; la combinación entre conocimiento y práctica dará mejores resultados; aunque todavía se le vincula con el lugar, cada día cede más ante el “no lugar”, ya que en la era de la globalización, la cultura, la tradición y la identidad tienen menos raíces en el lugar y más bases informacionales.(5)

Una de las divisiones generales de la arquitectura, es la que la divide en prehistórica e histórica, si se piensa en otra organización general de los objetos arquitectónicos, se pudiera hablar de objetos diseñados por arquitectos educados en la academia, y  su opuesto,  al que se ha llamado arquitectura empírica, informal, anónima, popular, tradicional, primitiva, vernácula, entre otros.

De los nombres con los que se ha llamado a la “otra” arquitectura, el término arquitectura vernácula es el más antiguo. De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, la palabra vernáculo viene del latín vernacŭlus, y la define como dicho especialmente del idioma o lengua: doméstico, nativo, de nuestra casa o país. Extendiendo la analogía lingüística, la arquitectura de diseño, hecha por profesionales, constituye el lenguaje formal, el latín de la arquitectura, mientras que lo vernáculo representa el lenguaje de la gente común.(6)

Muchos  teóricos se han visto tentados a explicar el origen de la arquitectura; las hipótesis más famosas están relacionadas con la necesidad del primer refugio y su “belleza primitiva”. Los acercamientos a la arquitectura vernácula, adquieren relevancia y un nuevo enfoque con el surgimiento del Movimiento Moderno, a principios del siglo XX. Con las  observaciones de  algunos de sus principales exponentes (Adolf Loos, Frank Lloyd Wright y Le Corbusier) se reconoce la existencia de la arquitectura “tradicional”, la cual sirve de inspiración a muchos arquitectos profesionales durante la primera fase del movimiento.(7)

Los análisis reflexivos sobre arquitectura vernácula comenzaron por el año de 1957, con el trabajo de Sibyl Moholy- Nagy titulado Native Genius in Anonymus Architecture in North America(8), a este estudio siguieron otras investigaciones, de las que destacan los textos de Bernard Rudofsky, Amos Rapoport y Paul Oliver, estos primeros estudios conciben la arquitectura vernácula como rural y sólo en los trabajos de Rapoport y Oliver aparece la hipótesis de la existencia de la arquitectura vernácula en las ciudades.

En el libro Vivienda y cultura(9), Amos Rapoport divide la arquitectura perteneciente a la tradición folk en dos grupos, por un lado los edificios primitivos y por otro los vernáculos, estos a su vez se subdividen en vernáculos preindustriales y vernáculos modernos o posindustriales. En trabajos posteriores, Rapoport identifica dos fases en los estudios de arquitectura vernácula, la primera representa la etapa histórica, donde se han descrito y documentado los edificios vernáculos, identificando tipologías y estableciendo clasificaciones generales; la segunda fase está más orientada a resolver problemas a través del análisis y de estudios comparativos, así como a la creación de teorías y conceptos. Rapoport explica que es momento de concentrarse en la segunda etapa, propone la redefinición de lo vernáculo remplazando el concepto monotético por una definición politética; sugiere la utilización de la arquitectura vernácula como un sistema modelo, el cual permite estudiar la arquitectura vernácula desde otra perspectiva rebasando la simple inspiración de elementos formales vinculada con un concepto romantizado de tradición.(10)

En la segunda parte del texto Cobijo y Sociedad(11), Paul Oliver señala que el objetivo es exponer tipos de arquitectura vernácula en contextos distintos, considerando edificios característicos de formas vernáculas tradicionales y también arquitectura vernácula “contemporánea”. Dentro de esta segunda parte del texto se encuentran algunos artículos donde se trata el tema de la demanda de vivienda en ciudades latinoamericanas, y cómo los usuarios la resuelven. En 1997, Oliver establece que la arquitectura vernácula es aquella que comprende las viviendas y edificios de la “gente”; la arquitectura vernácula está relacionada con su contexto ambiental, es construida por los propios usuarios o miembros de la comunidad, y se utilizan los recursos disponibles y tecnologías tradicionales. Toda la arquitectura vernácula es construida para satisfacer necesidades específicas de acuerdo con los valores, economías y modos de vida de los grupos culturales que la producen.(12) La publicación de la Encyclopedia of Vernacular Architecture of the World, ayuda a validar los estudios vernáculos dentro del discurso arquitectónico y marca el final de lo que se podría considerar la primera etapa de los estudios sobre arquitectura vernácula a la que se refiere Rapoport en párrafos anteriores.

Durante los últimos dos siglos el mundo ha experimentado un rápido crecimiento urbano, primero sucedió en los países industrializados, y a partir de la Segunda Guerra Mundial, el incremento de la población urbana afectó a los países en vías de desarrollo. Se espera que este proceso de urbanización sin precedente en la historia de la humanidad, continúe durante el siglo XXI, y que el crecimiento de población mundial que se presente hasta el año 2030 tenga lugar en zonas urbanas.(13)

Se considera que es en las ciudades donde la civilización humana se ha desarrollado desde siempre. Edward Soja, siguiendo a Jane Jacobs, sitúa a la proto-ciudad en el primer peldaño de las organizaciones sociales, alterando la secuencia tradicional dada por la mayoría de los estudiosos del tema: cazadores y recolectores - agricultura - villas - ciudades - estados. De acuerdo con la propuesta del autor el esquema evolutivo es el siguiente: cazadores, recolectores y  proto-ciudades - agricultura - villas - ciudades - estados - estado nación.

La hipótesis de Jacobs se fundamenta en que fue la constante interdependencia y la creatividad económica de las primeras ciudades lo que hizo posible el surgimiento de nuevas opciones de trabajo, entre ellas la agricultura. Por lo que la separación hecha entre comercio urbano e industria,  y agricultura rural, es imaginaria, ya que ambos bloques proceden de la misma fuente: la manufactura de ropa o el cultivo de alimentos no es otra cosa que trabajo urbano trasladado(14); de acuerdo a lo anterior, se podría decir entonces que la organización espacial rural, y la arquitectura vernácula rural, son prácticas culturales urbanas trasplantadas.

Desde hace aproximadamente 40000 años, cazadores y recolectores de diferentes partes del mundo comenzaron a “sedentarizarse”. La sedentarización fue fundamental para la sociedad agrícola, las aldeas crecieron sustancialmente de tamaño, el orden social se fundamentó en  grupos que compartían lazos familiares o étnicos. En este punto se puede hablar de proto-urbanización.

A la lista común de eventos relacionados con la formación de ciudades, algunos investigadores agregan el estímulo de la aglomeración (synekismo) que se produce en todos los asentamientos humanos; los académicos más conservadores consideran que el resultado de esta aglomeración fue la creación “virtual” de la ciudad y el estado; la corriente más crítica lo define como la fuerza fundamental y constante presente en toda la secuencia del desarrollo de la humanidad, esquematizada en las proto-ciudades, y presente hasta nuestros días.(15)

A partir de pensar esa fuerza generada por la estimulación de la aglomeración urbana, como la pieza clave en la comprensión del fenómeno urbano, podemos invertir el esquema del desarrollo social de la humanidad, y situar la ciudad antes de la Revolución Agrícola, provocando no sólo el desarrollo de la agricultura en sí mismo, sino también la aparición de las villas agrícolas, la vida urbana, la aparición de pastores y campesinos, la escritura, la formación de clases y el estado.(16) Si consideramos continuar el proceso de desarrollo de organización humana (urbano-urbano/rural- otra vez urbano-), la periferia de las ciudades latinoamericanas conformadas por favelas, barrios y villas miseria serían las nuevas proto-ciudades del siglo XXI, con un synekismo propio; la compresión de la materialidad e inmaterialidad que conforma esa proto-urbanización, deberá ser el punto de partida para nuevas propuestas.

Las metrópolis representan la figura privilegiada de la modernidad, son su metáfora, una realidad metafísica. La primera revolución urbana se dio con el surgimiento de las proto-ciudades de los cazadores y recolectores; la segunda, con la expansión de la agricultura como medio de producción y el establecimiento del estado-ciudad.; la tercera revolución urbana surge como consecuencia de la industria manufacturera y su inserción del espacio urbano a gran escala. A partir de este momento se desarrolla una relación simbiótica y expansiva entre los procesos de urbanización e industrialización. Antes de la tercera transformación urbana existían tres tipos de ciudades, la ciudad agrícola, la ciudad minera y la ciudad comercial, cada una de ellas era el centro de coordinación, administración y control político-económico-cultural. La mayoría de las grandes ciudades fueron consecuencia del modelo difundido por la vieja ciudad-estado; sin embargo, a finales del siglo XVIII, se observa la incorporación de una jerarquía inter-regional, definida por límites territoriales: el estado-nación.

La principal causa de urbanización en los países en vías de desarrollo, durante el siglo XIX, fue la migración; los habitantes del campo se vieron atraídos por las oportunidades de empleo generadas por el proceso de industrialización. En 1960 se registró, en todas las ciudades del mundo, una nueva crisis urbana, señalando el final del auge económico de los países industrializados. Los centros nacionales y regionales de control de la economía global que constituían el orden urbano, se desintegraron. La crisis del capitalismo, generó una crisis en la modernidad, lo que provocó la generación de nuevas formas de modernización como herramienta para re-direccionar la perspectiva, y crear instrumentos prácticos y teóricos que dieran sentido al nuevo mundo revelado. La crisis urbana expuso los puntos débiles y las grandes deficiencias de las teorías y prácticas urbana-arquitectónicas hasta entonces utilizadas.

El incremento de la población en el área urbana trajo como consecuencia el surgimiento de asentamientos informales. El United Nations Human Settlements Programme, señala que en el año 2001, el 32% de la población vivía en asentamientos ilegales. Los pronósticos de urbanización global estiman que para el año 2030 América Latina será 80% urbana(17); muchas de las favelas, barrios populares y villas miseria, que constituyen el tejido informal de las ciudades latinoamericanas, han existido por más de 50 años, siendo el cobijo de casi tres generaciones de habitantes.

De acuerdo con lo descrito en párrafos anteriores pareciera que el conocimiento epistemológico de la arquitectura vernácula, y por lo tanto su discurso, debieran cambiar, dejar la búsqueda de una definición única (o monotética) identificada con la “auténtica” tradición, y su reflejo en el ambiente construido(18), para  abrir el diálogo radical y permanentemente, con el fin de encontrar nuevas propuestas de análisis e intervención; un nuevo espacio abierto que se considere la “Terra Incognita que permita una arquitectura con potencial de crecimiento y cambio, donde las personas puedan adaptar y adoptar “la otredad” como una forma legítima de identidad.(19)

Por lo general, el término de arquitectura vernácula está vinculado con el concepto de tradición. De acuerdo con el diccionario, la palabra tradición viene de Latín traditĭo, -ōnis, y se le define como transmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación.

Nezar AlSayyad explica que la tradición puede ser más provechosa si se considera una lámina donde se exploren las subjetividades involucradas en la producción y/o la ocupación del espacio. De este modo, los productos tangibles de la tradición son aquellos procesos por los cuales las identidades son definidas y redefinidas constantemente. Para el autor, la tradición no debe ser interpretada como un legado estático del pasado, sino como un modelo para la reinterpretación dinámica del presente.

Sobre el ambiente construido y la tradición, AlSayyad explica que una de las preocupaciones centrales ha sido el “cambio” en las sociedades y la discusión de las propuestas para enfrentarlo;  el autor identifica dos posturas distintas y por lo general antagónicas; dentro de la primera se considera que la arquitectura es la encarnación de normas culturales, que anteceden a los edificios individuales, que los paisajes culturales adquieren sentido debido a los rasgos comunes en una sociedad determinada y que a medida que la tradición se debilita, va disminuyendo el grado de las particularidades compartidas. El resultado es la reducción en la claridad de los distintos paisajes culturales, especialmente en los de mayor escala, con su consecuente desdibujo y a partir de ahí una declinación de la especificidad del lugar de las tradiciones vernáculas.

La segunda postura propone que las investigaciones sobre arquitectura tradicional deberían acomodarse en lo activo, tenue e impuro, para buscar configuraciones ambiguas y múltiples, y examinar los puntos de contacto y transformación en el mercado, en el borde, en lo nuevo y en lo decadente; los partidarios de esta postura rechazan que la posmodernidad arquitectónica represente una amenaza para la coherencia y la autenticidad, ya que eso sería negar la posibilidad de que las formas de arte innovadoras puedan ser generadas a partir de la incorporación de las tradiciones de los demás. La tradición sigue operando, lo que llega a su fin es la tradición como un concepto basado en el lugar, temporalmente situado; como un legado autoritario estático; AlSayyad señala que es necesario reconocer que en la actualidad, lo que dura en la tradición es lo transitorio, lo fugaz, lo contingente ya que es esa la nueva manera de encontrar lo eterno e inmutable.(20)

De acuerdo con Paul Oliver, en todas las sociedades, las tradiciones simbolizan la continuidad entre el pasado y el presente:

Las tradiciones se manifiestan en la orientación y organización del asentamiento, en los ritos, en la tipología de los edificios, en los sistemas estructurales y en las formas de los techos; en las tecnologías y técnicas de construcción, funciones especializadas y roles de género de los constructores; en la relación de los espacios significativos; y en los elementos de decoración con un valor simbólico. La arquitectura representa la síntesis de muchas tradiciones.(21)

Dentro de la arquitectura vernácula urbana, el objeto más común, es la vivienda, para su construcción, se utilizan los materiales que están “a la mano” ya sean prefabricados, industriales, artesanales, de desperdicio o la combinación de dos o más de ellos; la manera de “entender y hacer” arquitectura es transmitida de generación en generación; se basa en un modelo empírico, se nutre del contexto y tiene capacidad de “agregación”; como consecuencia de su cualidad de ser incluyente, incorpora elementos de la arquitectura académica; existe adaptación al sitio y al contexto arquitectónico; el espacio público es donde se refuerza la relación con los demás, la solidaridad y el sentido de pertenencia; en la arquitectura vernácula urbana, el concepto de tradición sigue operando.

Las tradiciones vernáculas urbanas se manifiestan a través de componentes (espacio, función, forma, ornato, estructura, organización, synekismo, entre otros) y subcomponentes (color, luz, organización, uso, materiales, armonía, sonidos, jerarquía, movimiento, olores, dimensiones, etcétera). A continuación se presenta una descripción general de cómo las tradiciones vernáculas pueden manifestarse en la arquitectura vernácula urbana. Para el análisis se utilizaron ejemplos localizados en ciudades latinoamericanas: Monterrey, México y Buenos Aires, Argentina.

En la arquitectura vernácula urbana la selección de materiales tiene que ver con la cercanía respecto al lugar de construcción y a las facilidades económicas para obtenerlos; las formas más comunes en la vivienda vernácula urbana son prismas rectangulares como volúmenes generales; también se encontraron prismas triangulares en techumbres (sistema de estructura de vector activo o superficie activa). Las formas masa son predominantes y las formas espaciales se presentan en elementos secundarios o en “formas funcionales”.

1. La imagen muestra objetos arquitectónicos localizados en: Colonia Paraíso, Guadalupe, N.L., México; Villa San Jorge, San Fernando, Argentina; Villa 31, Buenos Aires, Argentina; Barrio Jorge Hardoy, San Fernando, Argentina; Colonia Tierra y Libertad, Mo

El ornato es el componente que está en constante modificación, en ciertos ejemplos analizados se utiliza la textura y color con fines tanto de adorno como funcionales, algunos de los colores observados son: rosa, azul, celeste, terracota, café, amarillo, verde, naranja, entre otros; en un principio los materiales son aparentes y los recubrimientos se colocan por etapas, de acuerdo a la capacidad económica de cada usuario. En la arquitectura vernácula urbana las áreas construidas son las necesarias para el desarrollo de sus habitantes, las dimensiones son aproximadas. De acuerdo con lo observado los elementos ornamentales de origen constructivo más comunes son: columnas con capitel clásico, jambas, jambas cromáticas, celosías, rodapié y arcos, balaustradas, cartelas, tejas, sigma y volutas.

2. Las imagen muestra objetos arquitectónicos localizados en: Barrio Jorge Hardoy, San Fernando, Argentina; Colonia Paraíso, Guadalupe, N.L., México; Colonia Tres Caminos, Guadalupe, N.L., México; Colonia Independencia, Monterrey, N.L., México; Villa 31,

La vivienda vernácula urbana frecuentemente está constituida por una sucesión de “cuartos” polivalentes, de inicio las áreas pueden servir como recámara-cocina, luego dos recámaras y cocina, más tarde, recámara, cocina, y comercio y así conforme van satisfaciendo las necesidades de ese momento; en el mismo “cuarto”, pueden tener recámara, sala y cocina, separando cada uno de los espacios con mamparas o delimitándolos con el mismo mobiliario; otros lugares que tienen usos múltiples son patios, azoteas y garajes. Los arquitectos vernáculos urbanos utilizan el sistema trilítico para salvar claros de puertas y ventanas, así como para el soporte general del inmueble. La construcción de escaleras exteriores para acceder al segundo, tercero o cuarto nivel de la vivienda, es frecuente.

En la arquitectura vernácula urbana los elementos de sostén o decorativos son colocados en grupos de dos (dualidad), tres (trinidad) y cuatro, (terrenal, el hombre). Las posiciones de los volúmenes tienen diferentes significados vertical (hombre), horizontal (mujer). También es común la utilización de imágenes religiosas; en la arquitectura vernácula urbana se utilizan colores relacionados con la religión, como son los franciscanos que comprenden la gama de cafés, ocres y terrosos; o los que corresponden al orden mariano que son los azules y el blanco. Las cantidades se pueden encontrar en el número de vanos y en el acomodo de los mismos. En la arquitectura vernácula urbana el espacio público tiene otra escala, está relacionado con la calle; con sentarse afuera de la vivienda, con cruzar la vía y estar con los otros, con regresar y estar en casa.

3. Las imagen muestra objetos arquitectónicos localizados en: Villa San Jorge, San Fernando, Argentina; Villa 31, Buenos Aires, Argentina; Colonia Tierra y Libertad, Monterrey, N.L., México; Colonia Independencia, Monterrey, N.L., México; Barrio Jorge Ha

Mediante el análisis general expuesto en párrafos anteriores, se evidencia la existencia de la arquitectura vernácula en las ciudades. Condiciones como sobrepoblación, desempleo, aumento de pobreza (especialmente en los países en vías de desarrollo), son características comunes en muchas de las ciudades del mundo; bajo estas condiciones, encontrar un cobijo, para los pobres urbanos, es cada día más difícil; muchas de los aspectos específicos de la primera arquitectura vernácula (o vernácula rural), se pierden, algunos de ellos relacionadas con el cuidado del medio ambiente, por ejemplo, al construir el predio en su totalidad, se suprimen las áreas permeables, también se ignoran factores del medio físico (clima, luz, sonido, etcétera) que afectan el confort de los habitantes de la vivienda; una de las razones de esta situación es porque los arquitectos vernáculos urbanos priorizan la resolución de necesidades más urgentes.

De acuerdo a la información anterior, un modelo de diseño para la vivienda vernácula urbana, que recupere características de la arquitectura vernácula rural, en particular las relacionadas con aspectos culturales y de sustentabilidad; y que involucre arquitectos profesionales y usuarios, dando prioridad a procesos de transculturización, podría ser una interesante alternativa.

notas

NE
Este artículo es el cuarto de una serie sobre arquitectura moderna en latino américa, escrito por el grupo LAMA (Latin American Modern Architecture) da Universidad del Texas en Austin, sob a cordinación del Prof. Fernando Luiz Lara.
www.soa.utexas.edu/lama

1
LEFEBVRE, Henri. The Production of Space, ed. Blackwell, Oxford, UK y Cambridge, MA, 1991.

2
SOJA, Edward. Thirdspace: Journeys to Los Angeles and Other Real-and-Imagined Places, ed. Blackwell, Oxford, UK y  Cambridge, MA, 1996, pp.65-68.

3
Ver SOJA, Edward. Postmetropolis. Critical Studies of Cities and Regions, Blackwell Publishers, 2000, p.12.

4
ECO, Umberto. Historia de la Belleza, Lumen, Italy, 2004.

5
ALSAYYAD, Nezar (ed.). The end of tradition? Routledge, London, 2004, p.10.

6
OLIVER, Paul, ed., Encyclopedia of Vernacular Architecture of the World. Cambridge University Press.. 1997.

7
OLIVER, Paul. Dwellings: The Vernacular House Worldwide. Phaidon Press Inc., 2003, p.9.

8
MOHOLY-NAGY, Sybil. Native Genius in Anonymous Architecture in North America, Horizon Books, Nueva York, 1957.

9
RAPOPORT, Amos, Vivienda y cultura, G.Gili, Barcelona, 1972.

10
ASQUITH, Lindsay; VELLINGA, Marcel (ed)., Vernacular architecture in the twenty-first century, Theory, education and practice, ed. Taylor & Francis Group, Nueva York, 2006, p.179.

11
OLIVER, Paul, Cobijo y Sociedad, Blume, Madrid, 1978.

12
OLIVER, Paul. (ed), Encyclopedia of Vernacular Architecture of the World, Cambridge University Press.. 1997.

13
VELLINGA, Marcel, OLIVER Paul, y BRIDGE, Alexander, Atlas of Vernacular Architecture of the World, Routledge, 2007.p. 112.

14
JACOBS, Jane. The Economy of Cities, Nueva York, Random House, 1969, pp. 16-34.

15
Ibid., pp. 23-26.

16
SOJA, Edward. Postmetropolis. Critical Studies of Cities and Regions, Blackwell Publishers, 2000, pp. 76-78.

17
VELLINGA Marcel, OLIVER Paul, y BRIDGE Alexander. Atlas of Vernacular Architecture of the World, Routledge, 2007.p.113.

18
ASQUITH, Lindsay y VELLINGA, Marcel. Vernacular architecture in the twenty-first century, Theory, education and practice, Ed. Taylor & Francis Group, Nueva York, 2006, p.84.

19
ALSAYYAD, Nezar. Hybrid Urbanism: On the Identity Discourse and the built Environment, ed. Preager Publishers. 2001, p.16.

20
ALSAYYAD, Nezar. (ed.). The end of tradition?, Routledge, London, 2004, pp.8-11.

21
ALSAYYAD, Nezar. (ed.). The end of tradition?, Routledge, London, 2004, p.117.

Acerca del autor

Diana I. Maldonado es arquitecta. Maestra en Ciencias por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) y Doctora en Arquitectura por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Maldonado es profesora de Tiempo Completo en la Facultad de Arquitectura, Universidad Autónoma de Nuevo León, su tema de interés es la arquitectura vernácula urbana y la complejidad de su contexto. En febrero de 2010 concluyó una Estancia Posdoctoral en el Centro de Estudios del Hábitat y la Vivienda (CEHyV). Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU). Universidad de Buenos Aires (UBA), Argentina. En el año 2011 obtuvo la beca Fulbright-García Robles realizando una estancia de investigación en The University of Texas at Austin. School of Architecture. Actualmente trabaja en un protocolo de investigación relacionado con procesos participativos para el registro del tejido informal de ciudades latinoamericanas. Desde 2012 es miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). diana@maldonado.org.mx

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