1. La universidad y el mito de la productividad
Hace 25 años, el día 21 de febrero de 1988, domingo, el periódico Folha de S. Paulo –el mayor y más importante periódico de circulación diaria de Brasil– divulgó los nombres de los profesores e investigadores de la Universidad de Sao Paulo (USP) que no habían escrito y publicado en el periodo 1985-1986.
Fueron dedicadas cinco páginas al tema, que contenía una extensa lista con los nombres de los profesores de todas las facultades e institutos de la universidad. El artículo fue firmado por los periodistas Paulo Francis y por los profesores de la USP José Goldemberg, Paul Singer, Rogério Cezar de Cerqueira Leite. Todos los artículos defendían la evaluación de los profesores universitarios.
En está época, este episodio fue conocido como “La lista de los improductivos de la USP”.
El hecho podría haber pasado desapercibido si el caso no fuera el de la USP, una de las universidades más reconocidas de América Latina. En los meses siguientes, diversos intelectuales de gran prestigio, en Brasil y en el exterior, se pronunciaron con artículos publicados en el mismo periódico Folha de S. Paulo. Apenas para citar algunos, dentro del grupo de profesores que tomaron posición contra la lista de los improductivos aparecieron Marilena Chaui, Francisco Weffort, Modesto Carvalhosa, Nicolau Sevcenko, Carlos Guilherme Mota, Antonio Candido, José Arthur Giannotti, Florestan Fernandes, Paul Singer e Nestor Goulart Reis Filho.
Según la sicóloga María Luisa Sandoval Schmidt (1), los argumentos de los profesores podrían ser divididos en tres grupos: los que defendían una evaluación cualitativa; los que proponían una articulación entre criterios cualitativos y cuantitativos; los que defendían que las diversas actividades docentes en áreas de enseñanza, investigación y extensión, deberían ser tomados como parámetros para la evaluación (lo que haría necesario un “programa eficiente de compilación y almacenamiento de información”) (2).
Como se ve, con visiones y propuestas diferentes, la absoluta mayoría de las posturas aceptaban la “ideología de la evaluación”, lo que implicaba consecuencias inesperadas tanto en el futuro inmediato como a medio y largo plazo: el privilegio de lo cuantitativo, la evaluación como fin en sí misma, el distanciamiento de la sociedad, el desprestigio de la investigación en las áreas de las humanidades, etc.
Con mayor lucidez que los compañeros de la USP, la historiadora Maria Sylvia de Carvalho Franco, en su artículo “Invectiva contra bárbaros – 2”, se enfrentó al sistema de evaluación, indicando problemas insolubles (por ejemplo, “quien evalúa al evaluador”) los nuevos comportamientos que ellos observan (“rapidez, superficialidad, falta de estudio, ansiedad de éxito) y los intereses que ellos representan:
“Vale decir, que su concepción de universidad es estática, hacer ‘pasar lo que es ya popularmente aceptado’. Opera con una lógica de prejuicios y de resultados rápidos, hechos sobre sí mismos, inmediatamente productivo, sin considerar los rigores de la invención, costosa y muchas veces incierta. Es muy conforme con los patrones vigentes, que en los mercados se ha tomado como criterio” (3).
Lo que dice con respecto a la divulgación de la investigación, el veredicto de Maria Sylvia de Carvalho Franco es mucho más duro:
“El relajamiento del trabajo de investigación, correlato del trabajo de editar, conduce a la mutilación, sin demoras, de nociones tomadas en el momento de una conversación, transformándose en folletines seudo-eruditos o hasta en bases críticas, en artículos de libros de amplia circulación. Apoyándose, justamente, en la facilidad que ofrecen esas simplificaciones de “escuchar decir” como forma de conocimiento, desdoblándose en tesis y otros tantos libros y artículos” (4).
La publicación de la lista de los improductivos de la Folha de S. Paulo en 1988 es un dato decisivo para comprender la transformación de la universidad brasileña a partir de las experiencias vividas por su más importante encarnación: la Universidad de São Paulo. En el cuarto de siglo que nos separa de esa discusión, se montó una estructura burocrática sofisticada a partir del gobierno central, teniendo al Ministerio de Educación como promotor. La noción de productividad esencialmente cuantitativa, basada en el mercado, se convirtió en el criterio principal de evaluación, y el propio sistema de evaluación se tornó en criterio para la distribución de recursos.
Las carreras dentro de las escuelas, desde entonces, son consideradas exitosas o fracasadas a partir de los criterios que castigan investigaciones sólidas y prolongadas, y premian las investigaciones rápidas y superficiales. El pensamiento se valora menos que la ortodoxia, la investigación pura vale menos que la instrumental, un burócrata vale más que un profesor. No es solo posible, sino fácilmente se encuentran carreras exitosas apoyadas en una impresionante producción de textos, participación en eventos, mesas redondas, entrevistas, etc., sin que en ellas nada significativo haya sido realmente realizado.
El filósofo Roberto Romano, esposo de María Sylvia, en entrevista dada en el año 1999 –diez años después de la “lista de los improductivos”– hace una fina ironía de la situación vivida en aquel momento en la universidad brasileña y que se ve acentuada hasta el día de hoy:
“Existe ahora una profesión dentro de la universidad que es la de evaluador. No hago evaluación 24 horas por día, estudio a Diderot, doy clase, dicto conferencias, discuto con mis colegas etc., no hago evaluación. Mas existe gente especializada en evaluar, existen núcleos de evaluación. Pregunto lo siguiente: ¿qué hacen ellos en el campo de la investigación? Quién es el antropólogo que solo evalúa a los otros… De repente, usted tiene evaluadores, que evalúan físicos, matemáticos, químicos, etc., etc. No conozco un individuo o un grupo que pueda tener un dominio de saber tan grande que pueda evaluar todo. Eso significa que la evaluación, en ese sentido, es pura especulación. ¡Existen tesis doctorales sobre evaluación!" (5)
El filósofo Roberto Romano escribe una dura frase final:
“La idea de productividad es una idea extremadamente dañina a la investigación científica. Existen pensadores, como es el caso de Wittgenstein, que habría obtenido un cero en el Capes, porque pasaron décadas sin publicar casi nada” (6).
Cada vez la universidad es menos un lugar de investigación verdadera y de crítica elevada.
2. La proliferación de escuelas de arquitectura
Según la Asociación Brasileña de Enseñanza de Arquitectura –Abea– de Brasil cuenta hoy con 293 programas de arquitectura y urbanismo, localizados en 147 ciudades distribuidas las 27 unidades de federación (o sea, los 26 Estados brasileños y el Distrito Federal cuentan con cursos de arquitectura) (7).
Estos datos son de marzo de 2013. Seguramente ya no corresponden con la realidad, pues las estadísticas muestran un crecimiento vertiginoso a lo largo de las décadas. Según el Abea, la evolución ha sido la siguiente:
1933 – 4 escuelas de arquitectura
1966 – 12 escuelas de arquitectura
1974 – 28 escuelas de arquitectura
1994 – 72 escuelas de arquitectura
2002 – 147 escuelas de arquitectura
2008 – 184 escuelas de arquitectura
2013 – 293 escuelas de arquitectura
Según la investigadora Elena Salvatori, “los periodos de crecimiento más significativos ocurrieron entre 1966 y 1974, y entre 1994 y 2002, del 16,66% y 13,02% al año, respectivamente (8). El texto de Salvatori es de 2008, por tanto desde entonces Brasil ganó 109 escuelas de arquitectura, aproximadamente 22 escuelas por año, con un crecimiento medio un tanto superior al 10%. O sea que, aun conociendo el decrecimiento del ritmo, nada permite pensar que ese proceso se haya estancado.
Existe otro fenómeno que expresa la falta de control del crecimiento de las escuelas. De las 293 escuelas de arquitectura incluidas en el censo de Asbea de marzo de 2013, 198 están concentradas en apenas seis Estados del país. De las 147 ciudades que cuentan con escuelas de arquitectura, 106 de ellas están situadas dentro de esos seis Estados. La realidad expresada en números es así:
São Paulo – 78 programas / 36 ciudades
Minas Gerais – 27 programas / 19 ciudades
Santa Catarina – 26 programas / 19 ciudades
Rio Grande do Sul – 25 programas / 14 ciudades
Paraná – 21 programas / 10 ciudades
Rio de Janeiro – 21 programas / 8 ciudades (9)
Al comparar la concentración de escuelas con los Estados más ricos del país, encontramos una gran superposición.
1º São Paulo (R$1,4 trillones)
2º Rio de Janeiro (R$407 billones)
3º Minas Gerais (R$351 billones)
4º Rio Grande do Sul (R$252 billones)
5º Paraná (R$217 billones)
6º Bahia (R$154 billones)
7º Santa Catarina (R$152 billones)
8º Distrito Federal (R$149 billones)
9º Goiás (R$97 billones)
10º Pernambuco (R$95 billones) (10)
Con todo, tenemos también algunas distorsiones visibles, pues Estados ricos y tradicionales (el caso de Bahía y Pernambuco) y Estados con desarrollo más reciente (caso de Goiás) cuentan con un número mucho menor de escuelas:
Bahia – 7 programas / 4 ciudades
Distrito Federal – 11 programas / 1 ciudad
Goiás – 7 programas / 2 ciudades
Pernambuco – 7 programas / 2 ciudades (11)
Brasilia, por tratarse del Distrito Federal, es un caso aparte. Con todo, es interesante anotar que regiones específicas con gran desarrollo en el país, donde tenemos el surgimiento de nuevos núcleos urbanos y la instalación de complejas infraestructuras, no cuentan con un número suficiente de arquitectos.
El desequilibrio es similar a la distribución de los médicos, que llevó al gobierno central a promover el programa “Más Médicos”, con la importación de profesionales formados en otros países (Cuba, Argentina, Uruguay, España y Portugal). Los profesionales calificados se concentraron en los grandes centros urbanos y ellos no están dispuestos a trasladarse a otras ciudades y a otros Estados. En el caso específico de los arquitectos, tenemos un número mucho mayor de arquitectos de los que necesitamos, pero tenemos diversas regiones que carecen de estos profesionales.
Estos números me hacen recordar una conversación con Juan Herreros al final del año 1999, cuando él participó en la Bienal Internacional de Arquitectura de San Pablo. Cuando mencioné el número de escuelas brasileñas de arquitectura (en esa oportunidad, alrededor de 130), en vez de preguntar sobre la localización de un número tan grande de nuevos arquitectos, Herreros hizo una pregunta sorprendente: ¿ustedes dónde consiguen tantos profesores?
Lo que hemos visto en los últimos años es la formación de un ciclo cerrado, en donde la ampliación constante de nuevas escuelas de arquitectura crean nuevas plazas para profesores de arquitectura; estos cada vez más jóvenes, con poca o ninguna experiencia en hacer o pensar arquitectura, regresan a los ámbitos escolares para realizar sus cursos de posgrado (maestría o doctorado). Para los criterios cuantitativos de evaluación, es un gran balance. Este proceso puede llegar a situaciones caricaturescas.
Hace pocas semanas, una profesora de una universidad federal del nordeste brasileño me dijo que su escuela le estaba yendo muy bien, con óptima evaluación del Capes (gobierno federal), con diversos grupos de investigación activos. Yo, que estaba preocupado por no haber publicado ningún artículo derivado de esas investigaciones tan formidables, quedé aún más sorprendido con la afirmación final de mi colega, después de contar todas las maravillas de su escuela: “nosotros tenemos un pequeño problema: no hay ningún profesor con experiencia en construcción en nuestros grupos de investigación” ¡¡¡Un pequeño problema!!!
En ese sentido, si en el proceso de evaluación adoptado hace 25 años ha implicado un empobrecimiento de las investigaciones sentido en las áreas de humanidades, en el caso específico de la arquitectura contamos con un fenómeno adicional que afecta nuestra disciplina: un crecimiento incontrolado de escuelas. Este fenómeno se transformó –él mismo– en tema de investigación, con una multiplicación de maestrías y tesis sobre “la enseñanza de la arquitectura”. No deja de ser curioso que en un ambiente donde se sabe menos de “arquitectura” tengamos un número cada vez mayor de especialistas en “enseñanza de arquitectura”.
Sería injusto de parte mía afirmar que todos los trabajos en esta área sean malos o poco importantes. La verdad, tenemos varios trabajos calificados, bien fundamentados, que toman en cuenta que el papel de una escuela de arquitectura es formar arquitectos. Con todo, la mayor parte de esa producción es inocua, pues se apropia de teorías y conceptos pedagógicos, construyendo un discurso opaco, estancado y sin vasos comunicantes con el ejercicio práctico de la profesión. Si existe hoy en una universidad brasileña un profesional que es el “evaluador de sus pares”, en el caso específico de las facultades de arquitectura tenemos a un personaje extra: un “especialista en la enseñanza de la arquitectura”.
Al final, aparece un fenómeno no mencionado, de extrema importancia para la comprensión de la situación: la proliferación de programas de posgrado. Hace unos 15 o 20 años, los posgrados en arquitectura estaban circunscritos a pocas universidades tradicionales, todas ellas públicas, con la noble excepción de la PUC-Rio. La necesidad creciente de nuevos profesores con posgrado creó una demanda que fue atendida por el aumento exponencial de cursos de maestría y doctorado. Decenas de universidades públicas y privadas pasaron a ofrecer estos cursos, con una gran variedad de calificaciones de su cuerpo docente y de las condiciones de sus infraestructuras.
3. Las dificultades actuales de la crítica de arquitectura en Brasil
Las dos partes iniciales nos conducen a algunas consideraciones sobre el estado actual de la crítica de arquitectura en Brasil.
En primer lugar, es importante presentar lo que entiendo yo como “crítica de arquitectura”. En las artes en general, en el momento de la concepción tenemos una dinámica del intelecto y de la imaginación que articula o abstrae de lo material, resultando una forma artística construible, que es –al mismo tiempo– una expresión de conocimientos teóricos y prácticos. Las dos disciplinas tradicionales que tratan los conocimientos teóricos con mayor rigor son la historia y la teoría de la arquitectura.
Si la historia de la arquitectura conecta un hecho construido a una determinada sociedad, cabe en la teoría hacer otro tipo de conexión: del hecho construido a los procedimientos abstractos que le han dado sustancia. Este procedimiento no solo aproxima la teoría de la arquitectura a la filosofía del arte (estética), sino que también permite que un fenómeno aislado sea comprensible a partir de matrices genéricas, posibilitando que un determinado objeto estético (edificio) sea comprendido como singularidad y como parte de un estilo o encaminamiento estético.
Con todo, historia y teoría son inseparables. Solo es posible hacer una historia de la arquitectura que destaque el valor cualitativo de las obras si fueren convocados criterios estéticos para este enjuiciamiento. Solo es posible hacer teoría de la arquitectura recurriendo al campo del pensamiento histórico, pues las teorías de la arquitectura son datadas y tienen en sus fundamentos la condición de ser oriundos de una determinada sociedad, históricamente constituida.
No existe una teoría de la arquitectura trans-histórica, que permanezca en trascendencia y que puede ser convocada a cualquier momento. Existen “teorías de arquitectura” que habitan el imaginario de una determinada época, en un ambiente intelectual definido, que dan sentido o significado a una determinada producción estética.
En mi concepto, la crítica de arquitectura es el género que hace converger los conocimientos históricos y teóricos para la comprensión de fenómenos más específicos (obras construidas) con la finalidad de diseminar ese conocimiento no solo para arquitectos o especialistas en el área, sino para la propia sociedad. La critica tiene, por tanto, un papel fundamental de explicar a la colectividad la importancia, o el significado, la comprensión y el compromiso de la actividad arquitectónica junto a la opinión pública. La legitimidad de la arquitectura, su valor social en última instancia, tiene en la crítica una aliada fundamental.
La crítica, como cualquier actividad humana, depende de la práctica constante para su perfeccionamiento. Las preguntas que se plantean aquí son muy sencillas: ¿dónde se forma un crítico?, ¿dónde desarrolla sus capacidades?, ¿dónde difunde sus ideas?
En Brasil no hay –como es común en algunos países latinoamericanos– un espacio fijo para la crítica de arquitectura en los grandes periódicos. El tema de la arquitectura es abordado dentro de la rutina cotidiana como “materia caliente”, donde se indaga sobre el comportamiento profesional del arquitecto, sobre la propuesta formal de la edificación, o quizás en algún elemento exótico asociado. Casi siempre la arquitectura es abordada por periodistas no especializados o por arquitectos sin entrenamiento en el tema de la critica de arquitectura. Así, en las grandes casa editoriales tenemos muchas opiniones y poca crítica.
Tenemos en Brasil apenas dos revistas impresas, especializadas, con circulación nacional, ambas editadas en San Pablo: Projeto Design (editada desde 1979) y AU – Arquitetura e Urbanismo (editada desde 1985). Las dos publicaciones han pasado por diferentes fases a lo largo del tiempo, con la crítica de arquitectura ocupando espacios variables, dependiendo del editor y de la estrategia de mercado de sus propietarios.
En términos de la excelencia gráfica, ninguna de las dos revistas alcanza una calidad comparable a las mejores del continente –el caso de Summa+ (Argentina), Arq (Chile) o, Arquine (México)– no obstante ellas llegaron a tener, en algún momento, un buen contenido crítico de arquitectura que reveló la consolidación de nombres importantes como Ruth Verde Zein, Carlos Eduardo Comas, Hugo Segawa, Cecília Rodrigues dos Santos, Alessandro Castroviejo, Ana Luiza Nobre, entre muchos otros. Hoy, el espacio para la crítica en estas revistas es mínimo y es más fácil encontrar crítica publicada en revistas extranjeras.
En las universidades brasileñas actuales el ambiente es extremadamente endógeno y autosuficiente, un espacio para la actividad crítica es asfixiado por la enorme demanda de productividad. El tiempo disponible debe ser repartido entre clases, asesorías a alumnos de iniciación científica, maestrías y doctorados, investigación, participación en eventos y –con aquello que es un verdadero martirio en nuestras universidades: la comprobación de producción.
Es importante mencionar que la mayoría absoluta de críticos de la vieja generación está vinculada a las escuelas de arquitectura más tradicionales del país. Mas, se percibe que aún nuestros principales profesores tienen hoy un trabajo menos crítico, y cada vez más histórico y teórico, pues la forma de vinculación de esta producción sucede fundamentalmente dentro de las universidades, en seminarios, congresos, conferencias y en revistas académicas. Toda esa vasta producción, con raras excepciones, es endógena, o sea, circula exclusivamente dentro de los muros universitarios.
En mi opinión sobre la dimensión pública de la crítica de arquitectura, podemos decir que ella es una rara circunstancia en nuestro país.
Para terminar, y no dejar de hablar sobre mi trabajo como editor, pienso que el portal Vitruvius se beneficia de esta situación, pues es un espacio democrático de difusión de la producción histórica, teórica y crítica en el campo de la arquitectura. Mas yo no me sentiría tranquilo si no menciono que percibo un deterioro gradual de los contenidos que publicamos, como también, es muy claro, que lo que publicamos cada vez tiene menor relación con la sociedad brasileña.
Todos los días, a todo momento, me pregunto: ¿vale la pena continuar?
4. Epílogo: dos proyectos a la espera de un crítico
De manera sumaria menciono dos proyectos muy recientes, ambos en Sao Paulo. Los dos son espacios públicos recuperados para actividades culturales y sobre los cuales hago aproximaciones críticas ligeras, que merecen desarrollos futuros.
El primero, la Plaza de Artes, un enorme complejo que concentra las diferentes orquestas y grupos de danza de la ciudad. Hace parte de la estrategia de la Prefectura Municipal para promover la renovación del centro histórico de San Pablo. El edifico tiene múltiples aspectos, siendo los diálogos con el patrimonio y con el espacio público los más evidentes (12).
El segundo, la Biblioteca Brasileña Guita y Jose Mindlin, en el campus universitario de la USP, con sus pasajes y su plaza cubierta, busca convertirse en un espacio –al mismo tiempo– articulado con el maravilloso parque del campus, como también en lugar de concentración cultural de la vida universitaria (13).
Los dos proyectos están vinculados a la tradición moderna brasileña, tanto en lo que hay de vigoroso –relación con lo urbano y con la naturaleza- como también con lo que tiene de problemático– nuestra insistencia en seguir construyendo en concreto armado, a pesar de las evidencias que tenemos hoy de los problemas ecológicos que esto produce.
Los críticos serán bienvenidos para establecer el diálogo entre arquitectos y sociedad civil.
Estamos esperándolos.
notas
NE – texto básico de la conferencia celebrada en el 15º Seminario Latinoamericano de Arquitectura – SAL 15, Salón Temático de Comunicación y Crítica, Bogotá, 24 de septiembre de 2013. El texto fue publicado originalmente en la revista argentina, las versiones en portugués y español: GUERRA, Abilio. Universidade e crítica de arquitetura no Brasil. Summa+, Buenos Aires, n. 134, mar. 2014, p. 94-99; GUERRA, Abilio. Universidad y crítica de arquitectura en Brasil. Summa+, Buenos Aires, n. 134, feb. 2014, p. 94-99. Traducción de Jorge Ramírez Nieto.
1
SCHMIDT, Maria Luisa Sandoval. Avaliação acadêmica, ideologia e poder. En: Revista Psicologia USP, São Paulo, n. 22 (2), p. 315-334.
2
El sistema de Currículos Lattes, lanzado por la Coordinación de Perfeccionamiento de Personal de Nivel Superior (Capes) el 16 de agosto de 1999, es fruto directo de la instauración del proceso de evaluación. Se trata de un formidable banco de dados unificado, con información de todos los investigadores del Brasil.
3
FRANCO, Maria Sylvia de Carvalho. Invectiva contra bárbaros – 2. En: Folha de S.Paulo, São Paulo, 16 mar. 1988, p. 3. “Vale decir, su concepción de la universidad es estática haciendo ‘pasar lo que ya está vulgarmente aceptado’. Operan con la lógica de la pereza y el resultado rápido, cerrado sobre sí mismo, lucrativo en lo inmediato, sin considerar los rigores de la invención, costosa y muchas veces incierta. Va de acuerdo con los padrones vigentes, que el mercado sea elegido como criterio”.
4
Idem, ibidem. “El relajamiento del trabajo de investigación, correlato de la tarea de editar, conduce a la mutilación sin demora, de nociones pescadas en alguna conversación, transformándolas en pies de página pseudo eruditos o hasta en principios críticos, en artículos y libros de amplia divulgación. Difundiéndose justamente por la facilidad que ofrecen, estas simplificaciones de ‘oí decir’, peor forma de conocimiento, se desdoblan en tesis y otros tantos libros y artículos”.
5
Entrevista a Roberto Romano, en Caros Amigos, São Pablo, feb. 1999, p. 22-29. Disponible en: <http://silncioerudoasatiraemdenisdiderot.blogspot.com/2012/03/o-preco-da-coerencia-continuo-dizendo-e.html>.
6
Idem, ibidem. Capes es la sigla del Consejo de Apoyo para el Perfeccionamiento del Personal Superior del Gobierno Federal del Brasil.
7
Website da ABEA <http://www.abea-arq.org.br>. Sobre el número de escuelas de arquitectura en Brasil y la evaluación de los cursos, ver el siguiente artículo, con enfoque muy distinto: VIEIRA MARAGNO, Gogliardo. Quase 300 cursos de Arquitetura e Urbanismo no país: como tratar a qualidade com tanta quantidade? Algumas questões sobre qualificação e ensino no Brasil. Arquitextos, São Pablo, año 14, n. 161.07, Vitruvius, out. 2013. Disponible em: <http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/14.161/4930>.
8
SALVATORI, Elena. Arquitetura no Brasil: ensino e profissão. En: Arquitetura Revista, São Leopoldo, vol. 4, n. 2, jul./dic. 2008, p. 57.
9
Datos da Abea, marzo 2013 <http://www.abea-arq.org.br/?page_id=11>.
10
Datos oficiales de IBGE referentes al año 2010, divulgados en 2012.
11
Datos de Abea, marzo 2013 <http://www.abea-arq.org.br/?page_id=11>.
12
GUERRA, Abilio. Prêmio APCA 2012 – Categoria “Obra de arquitetura”. Premiado: Praça das Artes / Brasil Arquitetura e Marcos Cartum. Drops, São Paulo, año 13, n. 063.08, Vitruvius, dic. 2012 <http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/drops/13.063/4629>.
13
GUERRA, Abilio (2013). Biblioteca Brasiliana Guita e José Mindlin. Projeto arquitetônico de Eduardo de Almeida e Rodrigo Mindlin Loeb. Drops, São Paulo, año 13, n. 066.07, Vitruvius, mar. 2013 <http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/drops/13.066/4696>.
sobre el autor
Abilio Guerra es arquitecto, maestro y doctor en Historia (IFCH Unicamp) y profesor de la FAU Mackenzie. Con Silvana Romano, es el editor del portal Vitruvius y Romano Guerra Editora.