Desde que se creara en 1980 la Mostra de Arquitectura y hasta 1991, el Comisario del Pabellón Italia constituía una figura central dentro de la Bienal de Venecia. Lo demuestra el papel ejercido por Portoghesi, primer Comisario del Pabellón, que se convierte en Director de la Bienal, designando a Rossi primero y a Dal Co después para la organización de las ediciones sucesivas. El Pabellón Italia se concibe como el motor de la Mostra, y sobre todo como cantera de proyectos de arquitectura cuya finalidad es la de impulsar un debate teórico dentro de la propia disciplina, cerrada en la autonomía autorreferencial propia del posmodernismo. Se trata, dice Portoghesi, de “pensar con la arquitectura y no sobre arquitectura”. Con el “Teatro del mondo” o “La Strada novísima” la Bienal proyecta a la escena internacional la tendencia italiana a conjugar el presente con el pasado, utilizando el proyecto como puente e instrumento de conexión.Es Hollein, en 1991, quien determina un cambio de tendencia. Se trata, claro está, del primer Comisario extranjero en dirigir la Mostra, en un momento en el que declina del historicismo postmodernista a nivel internacional. Si el arquitecto es un “sismógrafo”, como plantea el arquitecto austríaco, la propia Bienal no puede ser otra cosa que un registro sensible de nuevas energías y tendencias emergentes. El Pabellón Italia se dedica ese año a “Radicals”, la retrospectiva de las vanguardias implicadas, entre los años ’50 y ’70 del siglo XX, en la renovación de la arquitectura urbana y se abre en los años sucesivos a proyectos realizados por figuras internacionales sobre el territorio de la península italiana. Portoghesi – Hollein vienen a representar dos tipologías de comisarios y dos formas de entender la Mostra claramente polarizadas en las que no cabe clasificar sin embargo el planteamiento amplio y ambicioso de Luca Molinari, Comisario de la edición de este año. Sin polemizar con las reseñas anteriores y ajeno a posturas radicales, Molinari articula, en las dos naves del Pabellón Italia, la exposición “AILATI. Riflesssi dal futuro”, que se desmarca del tema propuesto por la Directora de la Mostra. Se manifiesta así a nuestro parecer una cierta aspiración a la autonomía y centralidad de un Pabellón que este año duplica su superficie dentro del Arsenale, al anexionar una nueva nave, contigua a la preexistente. La extensión le permite organizlar la exposición en tres momentos paralelos en los que pasado, presente y futuro se alimentan mutuamente. En el Pabellón antiguo Molinari sitúa el Laboratorio Italia, una demostración de la presencia en el país de energías capaces de responder a las problemáticas emergentes que, según el comisario, son básicamente 10 y pueden resumirse en una atención al espacio público, a las nuevas comunidades, a la reducción en los costes de la construcción, al patrimonio y al paisaje. Destacan por su interés los proyectos de reutilización de los bienes expropiados a las mafias, como los realizados por Orazio La Monaca, y el Incompiuto sicliano, que propone una reutilización de aquellos obras nunca acabadas que caracterizan gran parte del paisaje del sur de Italia. Por su elegancia y tecnología, se distingue el pequeño Museo Vedova, construido por Renzo Piano en la Punta de la Dogana en Venecia, donde un sofisticado sistema de carriles móviles permite a las obras desplazarse a lo largo del espacio del expositivo, modificándolo continuamente.Dentro de la misma nave, en el interior de un cilindro, Molinari, escenifica en forma cónica la historia de la arquitectura italiana de los últimos 20 años, un capítulo que sostiene haber sido hasta ahora inexplorado y que aborda a través de una selección de libros, expuestos en estructura escalonada, y de entrevistas, que se proyectan en el vértice de la instalación. El título, “Amnesia del presente. Italia 1990-2010” invita a revalorizar el pasado reciente, que se entiende por tanto como base de arranque para el próximo futuro. Éste se vislumbra en el nuevo espacio expositivo donde el comisario plantea su reto más interesante: una exploración de una Italia 2050 que se enfrenta, sin miedo y con ideas, a su futuro. Para ello Molinari propone un espacio destinado a acoger proyectos y debates, derivados de una interacción entre arquitectos y expertos de diferentes disciplinas, propuestos por la Revista Wired. El espacio se presenta de forma metafórica como una obra inacaba, un taller de experimentación montado sobre andamios inaccesibles, en el que se apoyan los proyectos y las maquetas seleccionados. Unas rampas de escalera permiten asomarse a este espacio flotante, mientras unas gradas laterales prometen convertir la nave en un lugar de interacción abierto al debate sobre el futuro y a la experimentación.A Molinari reconocemos una extraordinaria riqueza de contenidos y una coherencia sólo alterada por algunas concesiones inoportunas, como son por ejemplo el espacio reservado dentro del Laboratorio a los arquetipos de Franco Purini, que de esta forma mantiene su presencia dentro de la Mostra, o la forzada presencia de la investigación universitaria con el proyecto “Rumore di fondo”, que, a pesar de su interés, no se acaba de situar dentro del contexto. Italia 2050 finalmente abre el debate arquitectónico a otras disciplinas y crea nuevos canales de difusión y acercamiento a un público más amplio. Molinari dialoga con un inteligente y siempre mediático Baricco, que aparece en número especial que Wired dedica al Pabellón Italia. El proyecto por tanto promete pero no seduce pues la metáfora de un futuro no del todo accesible se escapa al visitador no preparado que abandona rápidamente un espacio desnudo mientras no se produzca la experimentación anunciada.
sobre la autora
Graziella Trovato, Profesora del Departamento de Composición de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (Universidad Politécnica), es Arquitecta por la Universidad de Palermo (Italia, 1994) y Master de Restauración y Doctora por la E.T.S.A. de Madrid (U.P.M., 1998 y 2004). Es autora del libros “Des-velos. Autonomía de la envolvente en la arquitectura contemporánea” (Akal, 2007) y de diversas publicaciones colectivas como “Social Hosing & the City” (Ministerio de la vivienda, 2009), “La Torre de cristal” (Turner, 2010) y “La ciudad escaparate” (Lengua de Trapo, 2003). Desde 2009 pertenece al Consejo de Redacción de la Revista “Ciudad y Territorio. Estudios Territoriales” y es corresponsal para España de la Revista Compasses. Architecture and Design. Desde 1998 comparte el estudio de arquitectura y urbanismo con Luis Moya González en Madrid.