No cualquier país puede tener la oportunidad histórica de construir un millón de viviendas. La oportunidad no se debería considerar solo una cuestión de cantidad.
Hoy en el mundo hay tres países, tres economías, que son modelos para el siglo XXI y uno de ellos es Brasil, sin duda la disminución de la pobreza es un hecho y la mejora de las condiciones de vida de muchos de sus habitantes también, pero aun queda mucho camino y la calidad de la vivienda es un olvido que no perdonarán las generaciones futuras. Ya que como dice Ana Sugranyés, en sus estudios referidos a la producción de vivienda en Chile, el problema será el de los con vivienda.
Vivienda sin ciudad, vivienda sin barrio no es nada y un barrio, una ciudad no se constituye con centenares, millares de casas unifamiliares (dúplex) una al lado de la otra sin solución de continuidad o, en las grandes ciudades, con edificios formados por un apilamiento de cajas. La vivienda no es un reducto de intimidad doméstica sacralizada exenta de modificaciones, cada familia tiene necesidades diversas y la casa tendría que responder a ello. Son necesarias propuestas que piensen en la complejidad de la vida contemporánea y sepan formalizarlas con arquitecturas de calidad, que obedezcan a la cultura, el lugar y la sociedad.
Brasil, a diferencia de los otros dos países modélicos del siglo XXI –India y China- tiene una gran tradición propia de arquitectura pública de gran calidad que construyó sentido de nación, sentido de estado e identidad. ¿Qué ha pasado que se cae hoy en unas soluciones en las que solo importa la cantidad?, ¿Qué pasará en pocos años con esos tapices de vivienda sin atributos?, ¿Volver a invertir para reconstruir-rehabilitar lo que no fue correctamente realizado? Si esta es la respuesta siempre estaremos en falta, no se llegará a formar ciudad, barrio, ni vivienda adecuada.
Brasil tiene profesionales de primera calidad que se disponen a pensar y participar con alternativas, tal como lo demuestra la participación en el Premio CAIXA IAB, que en los años 2002, 2004 y 2006 obtuvieron más de 470 inscripciones, aproximadamente 2000 profesionales (hay que sumar el Premio 2008). La calidad de las propuestas es innegable, son alternativas reales, que se quedan ahí, sobre el papel. Pero ¿qué objetivo tiene el concurso?
- Crear falsas ilusiones sobre la posible aportación de la arquitectura en este nuevo momento histórico del país. ¿Qué hubiera sucedido si se hubiera actuado con las mismas miras en las décadas de los 40, 50 y 60? No habría Pedregulho, ni tampoco Ministerio de Educación, ni MASP, ni Brasilia…
- Generar un fondo documental sobre lo que podría haber sido y no fue
- Desalentar el pensamiento y la producción arquitectónica
Un país no puede dilapidar sus riquezas y el conocimiento es una de las riquezas más importantes de toda sociedad. Si tan solo se realizaran a modo de proyectos pilotos los ganadores de dichos concursos, el panorama sería más prometedor, se podría discutir y estudiar sobre efectos reales. ¿Porqué no construir del millón de viviendas del programa minha casa minha vida un 5% (50000 viviendas) a modo de proyectos de investigación con monitoreo de las universidades?, viviendas que consideran otras fórmulas, otras aproximaciones y respuestas urbanas, viviendas que incorporen el crecimiento y la modificación familiar como parte del programa a resolver, viviendas que consideren la complejidad de la vida contemporánea y que incorporen los espacios adecuados para las tareas de los cuidados o domésticas tanto como las productivas o trabajo de mercado.
Viviendas de programas diferentes entre ellos y usos mixtos insertas en un barrio complejo son el camino básico para construir la sociedad del futuro. Según los discursos políticos la sociedad tiene que caminar hacia la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Escuche al presidente Lula a principios de septiembre defender este camino. Si es así, el espacio cumple un papel fundamental, el espacio no es neutro y en la manera como se configure se establecen las bases para una real igualdad de oportunidades.
Los arquitectos y arquitectas brasileras lo están pensando, lo están proyectando pero falta que las instituciones hagan su parte, que creen las condiciones políticas y económicas para hacerlo posible. Y en este sentido, si los concursos organizados por entidades con medios económicos y capacidad de actuación solo quedan en papel, además de la frustración y el enfado, significan un gasto insostenible de energía creativa, social, económica y también de recursos.
El tren no para dos veces en la misma estación. Minha casa minha vida puede ser una gran ocasión.
nota
Vea la divulgación de los Premios Caixa-IAB 2002, 2004 y 2006 en la revista Projetos del portal Vitruvius.
sobre la autora
Zaida Muxí Martínez es arquitecta doctora, profesora y cordinadora de la ETSAB y co-directora junto con Josep Maria Montaner del programa del Máster Laboratorio de la Vivienda del siglo XXI en la ETSAB.