Después de la primera guerra mundial desde América Latina surge un modelo que se irá definiendo por el rol orgánico del estado democrático en los procesos de desarrollo de la educación, la ciencia, y la tecnología hasta inicios de los años setenta. Estos proyectos generaron una identidad regional reforzada después de la segunda guerra mundial. De manera doble su referencia fue la vanguardia europea de los primeros años veinte, y al vez la alternativa de algunos de sus protagonistas que vieron a la región como escenario para sus postulados utópicos. Resultando determinantes la HfG Bauhaus, fundada por Walter Gropius en Weimar en 1919.
Esta escuela no fue un ente homogéneo, fiel reflejo del espíritu de la república social demócrata en la que se fundó, y que significó un referente de los proyectos de Gobierno progresista del Cono Sur. En este clima de reconfiguración social los artistas se pusieron a prueba para participar de los cambios de la época, en abierta crítica al modelo de modernidad que habría fragmentado los procesos de construcción de significado racionales y emocionales propios del ser humano durante el siglo XIX, y que habría llevado al sin sentido de la guerra.
Destacados ex alumnos y profesores de la Bauhaus visitaron la región de forma temporal y permanente, logrando en algunos casos excepcionales transformaciones estructurales, representaron una pluralidad de tendencias.
El primero de ellos fue Alexandre Altberg, estudiante del Bauhaus de Weimar y Dessau y socio de Arthur Korn. Desde Lisboa emigra a Rio de Janeiro huyendo de la persecución a los judíos en 1932, como también hizo Grete Stern y probablemente por la misma causa lo hiciera Gunter Hirschel-Protsch, ex alumno de diseño de muebles en el Bauhaus que murió en Chile antes de la segunda guerra mundial. Altberg, al asentarse editó la revista base y en 1933 organizó el 1er Salón de Arquitectura Tropical. Vivió en Brasil hasta después de los 100 años.
Tras un período en Inglaterra Grete Stern llega a Buenos Aires con su marido el fotógrafo porteño Horacio Coppola, quien también curso estudios en el Bauhaus con Walter Peterhans. Constituyéndose ambos en un referente de la fotografía moderna en la región a partir de la exposición que organizan en 1936 y permaneciendo en Argentina hasta su muerte.
Durante el año 2015 se presenta una retrospectiva de Grete Stern en el Museo de Arte Moderno de Nueva York titulada: “From Bauhaus to Buenos Aires“.
Entre los bauhausers en Sudamérica destaca el ex alumno y profesor Joseph Albers a través de la difusión de su curso de inicio o vorkurs, en sus viajes por México, Cuba, Perú y Chile, y por la investigación que realiza sobre la abstracción geométrica precolombina con su esposa Anni Albers. El proceso iniciado por Sergio Larraín al visitar la Bauhaus de Hannes Meyer en 1928, y como director de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica de Chile, unido al apoyo del ex alumno de Walter Gropius, Emilio Duhart, culmina con Albers realizando una experiencia trascendental para esta Facultad y la de Perú, en 1953. Persiguiendo la idea de la arquitectura como la más científica de las artes, y la más artística de las ciencias al igual que el Departamento de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería de Lima (UNI Lima), entidad educativa que encabezada por Fernando Belaunde Terry venía gestando un cambio profundo. Con el apoyo de un ex alumno de Walter Gropius en la Bauhaus de Weimar, Paul Linder, quien a través de Chile se trasladó a Lima en 1939, donde gestiona la vista de Walter e Ise Gropius en el mismo 1953.
Este movimiento de renovación regional cobró más fuerza después de la segunda guerra mundial, de la cual fue testimonio el encuentro panamericano de 1947 en Lima, donde se reunieron representantes de las Escuelas de Buenos Aires, Tucumán, Montevideo, Ciudad de México y Santiago de Chile.
La presentación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile fue preparada por Jorge Bruno González y Abraham Schapira, con supervisión de un ex discípulo del segundo director del Bauhaus Hannes Meyer, Tibor Weiner, que se encontraba en Chile desde 1939 casi los mismo años en que su maestro residió en México. Para ellos el arquitecto no era un artista sino un técnico comprometido con la sociedad.
El interés que despertaba América del Sur para los defensores del Bauhaus se manifiesta en el temprano intercambio de Walter Gropius on Buenos Aires a través de Victoria Ocampo y con el arquitecto Frank Moller, y luego con la visita que desarrolló junto a Max Bill en 1953 a Sao Paulo, y después junto a Ise Gropius y José Luis Sert a la UNI Lima de Linder y Belaúnde. Esta influencia local queda de manifiesto en el proyecto de Marcel Breuer para Mar del Plata en 1947, y el malogrado proyecto de la embajada alemana en Buenos Aires de Walter Gropius y Amancio Williams en 1968.
Iniciativas que se unen a las materializadas durante años por Grete Stern, Coppola, Weiner, Bill, Hirschel-Protsch, Linder y Altberg en el horizonte de construir una modernidad humanista en el Cono Sur Americano.
nota
NE – Publicación original: MAULÉN, David F. La Bauhaus y la modernidad humanista en el Cono Sur latinoamericano. Goethe-Institut Chile, Redacción online, Santiago, diciembre 2014 <www.goethe.de/ins/cl/es/sao/kul/mag/arc/20456694.html>.
acerca del autor
David F. Maulén es Licenciado en Artes, con especialización en crítica cultural y Magister en Comunicación. Desde 1999 investigador de las interfaces entre arte, ciencia, tecnología y sociedad en Sudamérica, y diseñador de visualización de datos. Fue coordinador de contenidos del ciclo "Bauhaus en Chile 2014".