Las mal llamadas tecnologías alternativas
ni son tecnologías ni son alternativas.
Como es sabido, la palabra tecnología se utiliza tanto en el lenguaje común, como en el lenguaje académico. Es una palabra un poco extraña, pues se diferencia de las demás, como veremos líneas adelante. Pero empecemos por el principio, por sus raíces etimológicas. Consultando, como siempre, a Joan Corominas la palabra tiene dos raíces: la primera es tékhne “arte, industria, habilidad, expediente, destreza”, y la segunda es logos “discurso, palabra, razón, argumento, conocimiento”. De donde tecnología, en nuestra definición, es un conjunto de conocimientos en torno a un arte, a un hacer determinado. Para complementar lo anterior, anotemos otras definiciones: “conjunto de conocimientos propios de una técnica” y “conjunto de instrumentos, recursos técnicos o procedimientos empleados en un determinado campo o sector” (Oxford Language Dictionary). El Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (por sus siglas, CYTED) define a la tecnología como “conjunto de conocimientos y procedimientos que sirven para producir objetos y procesos, ya sea físicos o sociales”. También, R. S. Merril, en su libro Tecnología y su desarrollo, lo define como “el conjunto de conocimientos, habilidades y procedimientos para la fabricación, el uso y la ejecución de cosas útiles”.
De lo anterior, tenemos que tanto la tecnología como la ciencia son conjuntos de conocimientos. Ambas se diferencian sólo por su finalidad: la de la ciencia es saber, explicar, y conocer, y la tecnología es aplicar los conocimientos para satisfacer necesidades humanas.
Como podemos observar, las raíces de tecnología no definen la tékhne, es decir el tipo de conocimiento. Si observamos palabras parecidas como biología, antropología, etiología, vemos que ellas especifican los conocimientos correspondientes sobre la vida, sobre el hombre, sobre las causas de las cosas, respectivamente.
¿Qué sucede con nuestra palabra? Sucede que necesita una segunda para definir el tipo de conocimiento, la raíz tékhne a la que se refiere. Por ejemplo: tecnología educativa o de la educación, tecnología médica o de la medicina, tecnología arquitectónica o de la arquitectura y un largo etcétera. En el ámbito académico, la palabra no sólo se usa en forma parcial, sino, en algunas ocasiones, en forma equivocada. Por ejemplo, en el campo de la construcción, cuando ésta se refiere a la utilización de materiales como la madera, la piedra, la tierra, el adobe, el ladrillo, el bambú, entre otros (materiales que ahora los llamamos sostenibles), se suele decir que empleamos “tecnologías alternativas”. En este caso, la palabra “tecnología” se confunde con la palabra “técnica” que, aunque comparten la misma raíz (tékhne), sus significados son muy diferentes. La primera, como ya vimos, significa un conjunto de conocimientos, y la segunda significa formas de hacer y, en este caso, formas de construir. Ésta es la visión inmediata de la técnica, pero en su sentido profundo, en su sentido filosófico, las técnicas son formas de descubrir lo cubierto, desocultar lo oculto, hacer visible lo invisible. Por tanto, las mal llamadas tecnologías alternativas no son ni lo uno ni lo otro, son técnicas propias porque nos han pertenecido desde siempre, pues las hemos utilizado durante siglos.
Pondré otro ejemplo. En el plan de estudios de la Licenciatura en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México – UNAM, aparecen los conocimientos divididos en cuatro áreas: teoría, proyectos, tecnología y extensión universitaria. Vemos aquí la contradicción, pues la tecnología, tal y como lo hemos dicho, no es una parte de los conocimientos, sino que es el todo. Esto, dicho en otras palabras, significa que el área llamada tecnología es un nombre inapropiado. Entonces, ¿cómo debería llamarse esta área del conocimiento? Si recordamos al que hemos llamado el Proceso de Producción de las Obras Arquitectónicas (PPOA, por sus siglas), vemos que a la etapa del Proyecto le sigue la etapa de la Construcción. Éste sería el nombre del área citada. Tendríamos, así: el área programática o de teoría, el área proyectual o de proyecto y el área constructiva o de construcción. Ante una posible y futura revisión del plan de estudios, espero que estas ideas puedan ser útiles.
En resumen, el tema de la tecnología está íntimamente relacionado con las técnicas y las actividades transformadoras, y las fases o etapas del que hemos llamado PPOA. Aquí lo hemos citado tangencialmente, pero para profundizar y descubrir las dos existencias de la arquitectura -tema discutible entre los especialistas-, tendremos que elaborar un próximo artículo.
nota
NE – Los artículos de la serie “Sobre el lenguaje” son los siguientes:
RAMÍREZ PONCE, José Alfonso. Las palabras “medio” y “ambiente”. Sobre el linguaje 1. Drops, São Paulo, año 23, n. 185.02, Vitruvius, feb. 2023 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/drops/23.185/8756>.
RAMÍREZ PONCE, José Alfonso. La palabra “tecnología”. Sobre el lenguaje 2. Drops, São Paulo, año 23, n. 185.04, Vitruvius, feb. 2023 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/drops/23.185/8758>.
sobre el autor
José Alfonso Ramírez Ponce es arquitecto mexicano, profesor de Teoría de la Arquitectura y Taller de Proyectos de la Facultad de Arquitectura de la UNAM.