Flavio Coddou: El hecho de trabajar con Álvaro Siza te dio la oportunidad de fotografiar la Fundação Iberê Camargo en Porto Alegre. ¿Eso fue una invitación para muchos fotógrafos al finalizar la obra?
Duccio Malagamba: Siza tiene una forma peculiar de gestionar la fotografía. De hecho, no la gestiona. Hay muchos estudios hoy en día que se preocupan muchísimo de la imagen que circula de sus obras. Siza, en cambio, maneja en ese sentido su estudio como si estuviera en el siglo pasado. A él le preocupa que sus edificios se construyan, que salgan bien, pero la difusión de su trabajo le preocupa más bien poco. También es verdad que tampoco necesita darse a conocer … Sea como sea, a estas alturas no le preocupa quien hace fotografías de sus edificios ni qué pasa con las fotos.
FC: ¿Cómo fue descubrir a Siza en Puerto Alegre? ¿Se identifica todo su repertorio en esta obra?
DM: Siza, a diferencia de otros arquitectos maduros, consigue mantener una frescura en sus diseños realmente encomiable. Hay otros arquitectos muy válidos y admirables que conforme se acercan a una edad avanzada van reduciendo su capacidad de inventar nuevas cosas. Siempre están profundizando y reelaborando lenguajes o discursos que han desarrollado en años anteriores. Siza, en cambio, está viviendo una segunda juventud. Y la obra en Puerto Alegre es especialmente innovadora, diría incluso rompedora, respecto de muchos trabajos anteriores. Así que no es más de lo mismo, ni mucho menos.
Desde luego la Iberê Camargo ha sido una sorpresa, si bien relativa porque ya se habían visto fotografías de esta obra. Pero aunque yo sea un profesional las fotografías siguen engañándome en relación a la escala, a las proporciones, etc... Por ejemplo, la Fundação me resultó más pequeña de lo que imaginaba… a pesar de no ser nada pequeña. Y respecto a la ubicación, tenía la sensación de que estaría emplazada en lo alto de una colina y en cambio está delante del agua. También me sorprendió la calidad de construcción del proyecto y en este punto hay que mencionar la extraordinaria aportación de José Luiz Canal, un ingeniero de Porto Alegre que también estudió en Barcelona y que fue un gran impulsor de esta operación.