Nuno Correia, Flavio Coddou y Albert Brito: ¿Qué importancia tuvieron los arquitectos madrileños en ese proceso? Si podemos decir que en Madrid, sus encargos más oficialistas contrastaban con los encargos que vosotros teníais en MBM, por ejemplo...
Oriol Bohigas: Bueno, yo creo que el papel de los arquitectos de Madrid y los de Barcelona fue muy diferente.
Incluso yo creo que la posición teórica y política de los dos grupos de arquitectos fue muy diferente. Madrid continuó siendo el feudo de los arquitectos del régimen. Muy críticos, muy no sequé, pero en realidad, poco críticos. Pero en realidad digamos que tenían la idea de que podían salvar la arquitectura a partir de las raíces claramente españolas e incluso hasta claramente franquistas. No querían reconocer que teníamos que recoger la evolución que había hecho la arquitectura del mundo democrático, siempre continuaban pensando que a partir de las revisiones franquistas o españolistas de la historia de la arquitectura se podía llegar a una nueva modernidad.
Por ejemplo, arquitectos como Oíza, o como... bueno, no hace falta que los diga todos... que son arquitectos buenísimos pero que no eran “anti-Lecorbusianos”, “anti-CIAM”, “anti-arquitectura Movimiento Moderno”, “anti-urbanismo democratico”... también tengo que decir que estas posiciones fueron cambiando a lo largo del tiempo y cuando el franquismo se moría ellos también abandonaron la ideología franquista y más o menos se pasaron a la normalidad democrática.
En realidad, en Cataluña creo que solo había un arquitecto que también estaba en esta posición, aunque era mucho más bueno el de Cataluña que los de Madrid, que era Coderch.
Coderch era el que se parecía más a esta actitud de “el hijo de puta de Le Corbusier”, "si viene Sert a España me saldré del país, para no pisar el mismo suelo que pisa el rojo separatista de Sert"...
Los arquitectos de Cataluña no hablaban nunca así. Se suponía que eran demócratas, catalanistas, de izquierdas, siendo “anti-franquistas” evidentemente.
Pero es muy curioso como Coderch de temperamento y de método podría haber sido un arquitecto madrileño, pero, de arquitectura era claramente un arquitecto catalán.
Y a parte es un arquitecto buenísimo. Yo creo que él y Bonet, que era de otra generación, han sido los dos arquitectos españoles más interesantes del siglo XX.
Bonet muy adscrito al movimiento internacional sin ninguna vergüenza de adherírsele.
Coderch, en cambio, intentando hacer por su cuenta un descubrimiento de la arquitectura a través de los hechos naturales o de los hechos históricos, y no de los hechos culturales que se habían producido en todos estos años de cerramiento franquista.
Otro arquitecto madrileño, en este sentido es Fisac. Yo creo que era un arquitecto muy interesante y que tenía cosas muy interesantes, pero siempre a partir de la afirmación católico-nacionalista, franquista en cierta manera, y con un punto de fascismo que se establece un poco en una de sus expresiones formales de su arquitectura.
NC, FC, AB: ¿Y Moneo?
OB: Hombre, yo creo que es el que más lleva a la escuela de Madrid el cambio radical.
Lleva un respeto científico y histórico al movimiento moderno y ve la necesidad imperiosa y el camino ineludible de integrar la arquitectura española moderna en el movimiento moderno.
Él lo ve más que sentimentalmente, sinceramente lo ve a través de un proceso intelectual.
La manera de integrarse en la cultura europea era en primer lugar conocerla a fondo, estudiarla, dedicarse a descubrirla y una vez descubierta ya ves que el camino de la arquitectura era uno... bueno, eran varios, pero estaban en la línea del movimiento europeo, del movimiento internacional en general.
Yo creo que Moneo fue un poco el descubridor, en el mundo de Madrid, de esta visión más global del movimiento moderno. Y también señalando que estoy exagerando un poco porque hay un montón de gente que también estaba en esa misma línea. A lo mejor, no de una manera tan brillante como él, pero de todas maneras igualmente efectiva.
Además, fue muy importante su estancia en Barcelona… para él y para Barcelona, porque se produjo una especie de contacto, sobretodo a través de la escuela, porque claro, la cosa buena de Moneo es que cuando estuvo en Barcelona estuvo en la escuela, es decir, no era un arquitecto turista, sino era un arquitecto que tenía el trabajo diario de la escuela y por tanto influyó en toda una generación de arquitectos.