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architexts ISSN 1809-6298


abstracts

português
A preservação do patrimônio não monumental é hoje um novo campo de atuação profissional que deve ser considerado com atenção por parte de todos os arquitetos

english
The preservation of non-monumental heritage is today a new field of professional activity that should be considered carefully by all architects

español
La preservación del patrimonio no monumental es un campo de acción profesional que tiene que ser considerado atentamente por todos los arquitectos


how to quote

VIÑUALES, Graciela María. El tratamiento del patrimonio, nuevo campo profesional. Arquitextos, São Paulo, año 02, n. 024.06, Vitruvius, mayo 2002 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/02.024/784>.

Salimos de un siglo en el que muchas veces se ha hecho caso omiso de los valores de la herencia arquitectónica o se la ha contemplado principalmente para valerse de ella en beneficio de un nuevo proyecto. Pero en las últimas décadas, hay una nueva valoración que hace necesario abordar el tema desde diferentes puntos de vista, no sólo el de los especialistas, ya que todos quienes operan en la ciudad o en el territorio encuentran entornos en los que se halla alguna herencia del pasado.

En los países que cuentan con un patrimonio prehispánico importante – como México y Perú – la consideración del patrimonio comenzó en el siglo XIX y de allí ha ido expandiéndose a toda el área latinoamericana. Hoy ya se ve que esa consideración abarca también a las obras coloniales y llega hasta la buena arquitectura de la pasada centuria. Es por eso que cuando hablamos de “patrimonio” nos estamos refiriendo igualmente a edificios art déco, del movimiento moderno y aun posteriores.

Frente a esta realidad, casi siempre estaremos dentro de un contexto con calidades que debemos respetar. Por lo general se ha tendido a dejar el tema en manos de arquitectos restauradores o bien, desconociendo los valores patrimoniales, se ha demolido o reutilizado equivocadamente lo preexistente. Es cierto: los profesionales formados en la conservación patrimonial deben ser convocados para tratamientos específicos, pero todo arquitecto debería conocer los principios básicos de este tipo de tareas.

Es necesario saber cómo abordar el asunto y reconocer las distintas escalas de consideración y de actuación, que estarán acordes con el tipo de edificio o conjunto en el cual se está trabajando. A grandes rasgos, deberían diferenciarse tres niveles: los monumentos, el patrimonio no monumental y las obras de acompañamiento. Lógicamente, en el primer nivel se hace necesaria la intervención de un especialista. Por ello, este tipo de obras no es lo que trataremos aquí, sino que nos detendremos en los otros dos casos.

El tema de los edificios o conjuntos no monumentales, o bien de consideración histórica local, debería poder ser abordado por el profesional sin preparación específica. Sin embargo, aun las escuelas de arquitectura no proveen la suficiente capacitación general que prepare a sus alumnos para esa tarea. Asimismo, muchas veces los profesionales no tienen ni siquiera una idea precisa de cuándo hacer una consulta especializada o interdisciplinaria como para afrontar la labor.

Esto se hace más acuciante cuando se trata del tercer nivel, en que lo que debe respetarse no es un edificio particular o de gran importancia individual, sino que debe actuarse en un entorno cuyos valores surgen justamente del conjunto como tal y no por una sumatoria de elementos. Esto, que a veces se ha llamado “patrimonio modesto” o “de acompañamiento”, es lo que ha merecido menos consideraciones por parte de los proyectistas, cuando por lo general su presencia es lo que ha motivado la elección de un barrio o de una zona para delinear la nueva intervención.

Es así, que como ya propusiéramos en ocasiones anteriores (2), se hace necesario incorporar estos temas en los curricula de escuelas y facultades de arquitectura. No sólo como una materia que analice el asunto desde el punto de vista histórico o meramente constructivo, sino que se inserte en todas las áreas del conocimiento, como estructuras, instalaciones, tecnología de los materiales y, sobre todo, en diseño. Es fundamental que no se vea al tema patrimonial como un “adorno”, sino que por el contrario se considere dentro de los talleres de arquitectura y de planeamiento, llegando a tener incidencia en los temas de tesis.

La misma propuesta valdría para los cursos académicos de posgrado o los que dictaran los colegios gremiales. Como los ya egresados suelen no tener formación en estas líneas, sería preciso apoyarlos para conseguirla en forma libre, pero eficaz. Lo propio cabría decir de los temas de jornadas y congresos, como es el caso de los Seminarios de Arquitectura Latinoamericana, que ya los incluyen.

Porque con el tratamiento del patrimonio se abre toda una perspectiva nueva para el ejercicio profesional. En primer lugar hay que conocer de qué estamos hablando y así, poder respetar esa herencia que hemos recibido. Si bien ya es un logro no pensar en demoler, la conservación debe hacerse concientemente para no cometer algunos errores en los que a veces se ha caído, como la utilización de un viejo edificio sólo como excusa para apoyar la nueva obra que así aprovecha el prestigio de aquél. Con ello, el patrimonio pierde protagonismo para quedar relegado a un mero papel de detalle romántico.

Como hemos dicho, tanto las obras que no alcanzan una significación monumental, cuanto los conjuntos de patrimonio modesto podrían mantenerse y ser objeto de tratamiento por cualquier profesional respetuoso. Pero para ello, ese profesional debe tener una sólida formación general que le permita reconocer el edificio en el que va a trabajar. Más allá de un conocimiento de la historia general del país y de la zona en que actúe, deberá saber cómo está funcionando la estructura, cuáles son los materiales y técnicas empleados (no sólo de los muros, techos y aberturas), reconocer el partido general de la obra y a qué respondía, cómo son las instalaciones y cuáles de ellas aun cumplen su cometido, qué usos se dieron en su origen y a lo largo de su vida, cuál ha sido el mantenimiento que se le ha hecho.

La consideración de todo este panorama ayudará al proyectista a definir cuáles de esos aspectos pueden ser hoy retomados y revalorizados y cuáles deben ser renovados. Porque la recuperación de este patrimonio no sólo atiende a lo constructivo, sino también a lo funcional y a otros aspectos que le permitan al edificio tener de allí en adelante una vida útil y sostenible.

Si para los monumentos habrá que pensar casi siempre en una restauración, en los casos del patrimonio modesto podrá tenerse en cuenta labores de rehabilitación y refuncionalización, además de una correcta conservación general. Restaurar, rehabilitar y refuncionalizar son tareas diferentes, aunque participen de criterios comunes. Así como no debemos caer en tratar a todas las obras como si fuesen monumentos, tampoco debemos creer que cualquiera de estos criterios es aplicable en toda ocasión.

Puede darse el caso en que en una refuncionalización no sea necesaria una intervención arquitectónica, ya que puede bastar una adecuación del mobiliario y alguna tarea menor. La rehabilitación sugiere una labor que le devuelva al edificio o conjunto las posibilidades de uso que lo hagan nuevamente hábil. Para ello, es casi seguro que deban hacerse acciones edilicias.

En todos los casos será lógico incorporar tecnología moderna, pero su incidencia tendrá diferentes grados inversamente proporcionales al valor patrimonial del bien, e irá dirigida a diversos rubros. Siempre se tratará de minimizar la agresión a lo existente, pero no por eso se dejarán de lado las tareas necesarias, entre las que se destacan el comportamiento estructural y la capacidad de mantenimiento posterior. Cuanto menos discordantes sean las intervenciones, mejor resultado se obtendrá. Los estudios de tipo económico no deberán ser dejados de lado para todas las etapas de la obra y para el futuro de ella.

Si consideramos nuestro patrimonio construido, aun el más modesto, veremos que él tiene muchas potencialidades como para ser reutilizado. Generalmente, nos encontramos con edificios de gran nobleza constructiva, que han dado muestras de durabilidad y de soluciones adecuadas a las necesidades de uso y de clima. Su relación con el entorno ha sido buena, aunque en casos individuales hoy esté desequilibrada y precise ajustes. Además de todo esto, constituye una reserva de parque construido que las ciudades no deberían desperdiciar. Cuando se trata de conjuntos, todos estos valores se ven potenciados por la vecindad y la complementación de cada caso individual, a lo que se agrega el paisaje urbano que han generado.

Todo ello nos deja bien en claro que el tratamiento del patrimonio es hoy un nuevo campo de aplicación profesional. Un nuevo campo que debe ser considerado con respeto por parte de todos los arquitectos. Si los especialistas debieran ser convocados para intervenciones que involucren a los monumentos, todos los arquitectos deberían saber cómo abordar los temas del patrimonio modesto y de acompañamiento.

Se abren entonces nuevos horizontes para el trabajo profesional en obras medianas y menores, en edificios donde la rehabilitación y la refuncionalización permitan dar nueva vida a los edificios y a los barrios existentes. Sólo es necesario que se reconozcan los valores de esta arquitectura del pasado, aun del pasado reciente, y que se trabaje sobre ellos con cuidado. No hay que pretender poner de relieve lo que hoy incorporamos, sino buscar el protagonismo de lo preexistente. Esa intervención casi anónima será la que a la larga haga respetable también esta obra nueva que hoy se está emprendiendo.

Estos nuevos caminos deben ser transitados con sabiduría. Los jóvenes podrán beneficiarse con planes de estudio que incluyan esta formación. Los profesionales maduros podrán hacerlo a través de la actualización constante que hoy apenas se contempla para algunos aspectos técnicos. Escuelas, facultades, colegios profesionales, todos deberían sentirse comprometidos con el tema, tanto para conservar nuestra herencia arquitectónica cuanto para hacer que este nuevo campo profesional se haga una realidad afortunada.

notas

1
Artículo presentado en el SAL de Puerto Rico, agosto 2001.

2
II Jornadas Chilenas de Patrimonio. Antofagasta, 1990.

sobre el autor

Graciela María Viñuales es arquitecta, Conicet, Argentina

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