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architexts ISSN 1809-6298


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Ana Gómez Pintus discorre sobre a intenção de reordenar a cidade de Buenos Aires na déc. de 20 do séc.XX a partir de diferentes tendências. Uma delas se desenvolve tendo como base a recepção das idéias britânicas da Cidade Jardim


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GÓMEZ PINTUS, Ana. Entre la ciudad del ocio y la ciudad del trabajo. La recepción de la ciudad jardín en Arge. Arquitextos, São Paulo, año 08, n. 096.07, Vitruvius, mayo 2008 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/08.096/145/es>.

A través del análisis de la literatura sobre el urbanismo local y de la creciente cantidad de instituciones que intervienen en la disciplina, se observa en Argentina, y fundamentalmente en la ciudad de Buenos Aires, a partir de la década del 20 una intención de reordenar la ciudad. (1)

Los planes urbanos que se formulan para Buenos Aires prestan atención a los conceptos de estética, salubridad y circulación, pero también agregan las ideas de reforma social, sobre todo, en las condiciones de vida urbana y vivienda económica.

Dentro de este contexto comienzan a perfilarse diferentes tendencias. Una de ellas se desarrolla teniendo como base la recepción de las ideas británicas de la Ciudad Jardín (C. J).

Una pequeña descripción del modelo nos ayudará a comprender mejor. La C. J en su forma original fue teorizada por el británico Ebenezer Howard, quien planteó la formación de un centro urbano que pudiera unir las virtudes naturales del campo y las posibilidades sociales y culturales que brindaba la ciudad. Esta ciudad se organizaría sobre la posesión cooperativa de las tierras y el trabajo conjunto de sus habitantes. La ciudad de 30.000 habitantes funcionaría como una entidad autónoma en cuanto a abastecimiento y dependencia de la metrópolis.

El cuerpo de ideas que se desarrolla alrededor de la idea de la C.J en el ámbito internacional, comienza a partir de la década del 10 a ser tamizado con otras lógicas de desarrollo urbano que tienen que ver con la posibilidad de realización del proyecto. La incorporación de agentes inmobiliarios y de arquitectos y diseñadores, ajenos al ámbito creador del modelo original, condujo irremediablemente a una re-elaboracion y a la pérdida de algunos de sus valores originarios.

A partir de la gran difusión que se lleva a cabo en el período de entreguerras, podemos decir que este corpus de ideas llega al país tamizado por la difusión y las realizaciones que se dieron a nivel internacional. (2)

Una posible hipótesis sería que la C. J aparece de manera introductoria en la Argentina entre los años 1910-30, como parte del repertorio estilístico que ofrece el urbanismo a nivel internacional a la hora de diseñar, ampliar o remodelar un sector urbano. Y que su utilización es habitualmente un modo de intervención en la micro-escala urbana (como barrios para el personal de una empresa) o está generalmente sujeto a un plan de intervenciones más amplio, dentro del cual la C. J constituye solo una forma de cualificar un sector urbano.

En una etapa más avanzada, entre los años 1930-50 las soluciones del tipo C. J comienzan a tomar forma en un cuerpo más compacto y homogéneo; se piensa en la utilización del modelo en una escala suburbana y hasta territorial. Los actores que protagonizan dichos cambios urbanos van a provenir de diferentes sectores, tanto privados como estatales; sumando a la teoría Howardiana (3), las experiencias norteamericanas del planeamiento regional (4).

Desarrollaremos entonces, las diferentes vías por las cuales el urbanismo deudor de la C. J es introducido en el país, – análisis de casos y proyectos teóricos – estableciendo tres etapas en base al criterio de agrupamientos temáticos, que en general se corresponden con un orden cronológico, salvo algunos casos específicos, difíciles de encasillar dentro las líneas de pensamiento hegemónicas de su tiempo.

Primer Etapa: El repertorio de la Ciudad Jardín en la concepción de los arquitectos paisajistas

Las urbanizaciones en la línea de la CJ son en un primer momento introducidas en nuestro país por los paisajistas. En este sentido, no debemos olvidar que el concepto de C.J aparece inicialmente ligado a las arquitecturas pintoresquistas, que tuvieron sus primeros desarrollos en estas tierras hacia fines del siglo XIX en las arquitecturas de estancias y villas de veraneo (5). No debe resultar extraño entonces que los paisajistas introdujeran los primeros motivos de C.J en el ámbito urbano. Lo que tampoco debe resultar extraño es la noción de la ciudad construida desde ese campo de saberes: fueron en un momento los profesionales de la jardinería los únicos que poseían métodos suficientes para controlar vastas extensiones de territorio, después de un siglo de prueba en los parques privados de la aristocracia. (6)

Charles Thays fue el pionero en la introducción de dichos motivos. Se desempeñó como presidente de la Dirección de Paseos de la ciudad de Buenos Aires para la fecha del Centenario y desde allí produjo sus realizaciones. El diseño del Barrio Parque de Palermo lo muestra como un urbanista con amplios recursos proyectuales.

Introdujo el barrio parque Gran Bourg – Palermo Chico, que se caracterizó por el trazado de calles curvilíneas y la ocupación parcial del suelo.

“Tanto en la arquitectura como en el urbanismo, el diseño pintoresquista se asociaba a una cierta informalidad en el modo de vida pero, si bien en la edificación doméstica tenía vigencia en nuestro medio desde varias décadas atrás, su introducción en el diseño urbano fue concretada por Thays.” (7)

La C.J aparece como alternativa para el trazado de sectores urbanos diferenciados o suburbios cualificados; y en ningún momento se plantea el conflicto que debería representar la unión en un mismo proyecto entre la C.J y la ciudad capitalista que crece bajo las leyes del mercado.

El continuador de las tareas de Carlos Thays fue Benito Carrasco, quien desempeñó su trabajo a cargo de la Dirección de Paseos de la ciudad de Buenos Aires. Desde este puesto expresó: “la tarea de la Dirección de Paseos no debe limitarse a la creación de parques y jardines (sino) que tiene una misión social que llenar”. Emprendió así una polémica sobre la especificidad de los Parques y Jardines, entendidos como parte integradora del urbanismo: “el proyectista y constructor de parques y jardines no es el jardinero, ni el horticultor, ni tampoco el arquitecto (que sólo trabaja con materiales inertes) ya que el estudio de Parques y Jardines debe unir las cuestiones técnicas con las artísticas” (8). Con este propósito, creó en 1918 la cátedra de Parques y Jardines en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

Su gran interés por la transformación de la ciudad se manifestó, en principio, en el proyecto de Ampliación y Rectificación del trazado de la ciudad de Mendoza. (9)

En dicho proyecto se introdujeron los motivos de la ciudad jardín para las zonas de expansión donde la ciudad todavía no había tomado una forma definitiva.

En un proyecto posterior para una hipotética Ciudad Moderna, Carrasco tuvo la posibilidad de mostrar sin condicionantes previos sus ideas sobre el urbanismo. El autor lo llamó proyecto de referencia, a fin de que sirviera de guía para nuevas creaciones o transformaciones a realizarse en viejas ciudades.

El proyecto estaba organizado a partir de diferentes sectores constituidos según las nuevas teorías del “zonning”: un núcleo central urbano, una zona de residencias o ciudad jardín, un barrio fabril con casas para obreros y una zona recreativa con campo de deportes.

Para la construcción de los barrios obreros se propiciaba la edificación de casas económicas, higiénicas y bellas, “como una aspiración universal de mejorar el medio físico donde se desenvuelve la vida de los que contribuyen con su trabajo al progreso y al engrandecimiento del país” (10).

Se aprecia en las palabras del autor cómo el concepto de planificación urbana no está unido solamente a la idea de orden, sino, principalmente, a la concepción de reforma social.

La imbricación que tenía en la época la constitución del espacio con las ideas reformistas queda demostrada en el texto de  Anahí Ballent,

“En el mundo ‘la cuestión de la vivienda’ constituye una preocupación propia de las sociedades modernas. En nuestro país se instala como consecuencia del impacto inmigratorio, que superó la capacidad de alojamiento de las ciudades del litoral. [...] Un conjunto variado de actores, que incluía médicos, higienistas, políticos, reformadores sociales e instituciones de beneficencia, analizaron las condiciones del habitar popular, abordando en primer lugar las características físicas de la vivienda, para convertirla poco después en objeto de una crítica moral”. (11)

Retomando a Carrasco, además de la descripción del proyecto en sí, el autor proporciona una serie de definiciones de los conceptos aplicados:

“Puede definirse a la ciudad jardín como el centro urbano en cuya realización ha intervenido un plan de unidad superior y orgánico que encierra, todas y cada una de las cuestiones que se relacionan con la técnica, la higiene, la economía y la educación, y que además, se diferencia de una ciudad común en su menor densidad de población y por el aumento de espacios libres.La realización de las ciudades-jardines constituyen un ejemplo de orden y previsión.” (12)

Nuevamente encontramos la idea de C.J ligada a una serie de cuestiones que no necesariamente tienen que ver con su concepción. La recepción de la C.J se realiza dentro de una selecta amalgama, en la cual también asoman rasgos formales pertenecientes a otras corrientes del urbanismo, pero ninguna de ellas en su estado puro. Los conceptos ligados a la C.J aparecen sueltos: plan orgánico y pintoresco son las palabras que más frecuentemente surgen ligadas a esta idea.

Más allá de la visión inicial de Carrasco, el trabajo de J.N.C Forestier y la Comisión de Estética Edilicia constituyó uno de los primeros planes que consideraron al urbanismo como un medio técnico-científico para la transformación de la ciudad. El paisajista francés  fue llamado a la Argentina, en el marco de este proyecto, como técnico al cual se le pidió que realizara una propuesta.

Originalmente ésta consistió en sustituir la red de espacios y edificios monumentales por un sistema de espacios verdes y bulevares que organizaran el espacio urbano. En su libro Grandes Ciudades y Sistemas de Parques dice:

“los parques, los jardines y los terrenos de recreación son necesarios, no sólo porque aumentan el valor de los terrenos urbanos, sino porque deben aportarnos la luminosidad, el aire y la visión de naturaleza reconfortante en medio de las fatigas y sucesos cotidianos en la vida de las grandes ciudades. Algo indispensable, a medida que ésta se agranda y la campiña está cada vez más lejos.” (13)

En Forestier se mezclan, por un lado, la idea de nostalgia de los utopistas por la vida sencilla en contacto con la naturaleza, pero, por otro, aparecen resabios Haussmanianos en su admiración por las avenidas. También entra en juego el urbanismo en la línea de la City Beautiful en todo el desarrollo de parques urbanos, avenidas parque, etc.

En el proyecto para Buenos Aires, dentro del programa edilicio propuesto, se marcó una clara diferenciación entre la zona urbana, organizada a partir de trazados reguladores de grandes avenidas, mientras que, para las zonas suburbanas, se previó una distribución más pintoresca ligada a lo natural y al fomento de las actividades recreativas y deportivas con la construcción de parques destinados a ejercicios físicos en torno a los barrios obreros.

Con respecto a la idea de lo natural y lo pintoresco, uno de los apartados del Proyecto Orgánico para la Urbanización del Municipio. 1923-25 dice

“En estos barrios, los terrenos o quintas arboladas que el trazado rectilíneo de la calle destruiría, deberán ser motivo de bifurcaciones o de líneas curvas encargadas de aumentar el sentido pintoresco.

Con igual criterio las pequeñas lomas, lejos de ser allanadas con trabajosos desmontes, darán ocasión a que las nuevas calles o avenidas pierdan su apática horizontalidad, tanto más, que nuestra ciudad, por su naturaleza, carece por lo general de éstos desniveles tan favorables para animar las perspectivas de esas calles.” (14)

Aparece reiteradamente el proyecto de la C. J. como recurso del urbanismo moderno capaz de ser considerado y puesto en práctica para un sector urbano que quiere diferenciarse del resto; en este caso, la proyección de Barrios Parque para la vivienda obrera.

Con respecto a la utilización de la C.J Adrián Gorelik afirma:

“al pintoresquismo no le queda más remedio que renunciar a las propuestas globales, planteando proyectos sumamente puntuales, de difícil integración en la malla, y discutiendo interminablemente por detalles. Podría desarrollar las típicas propuestas de la urbanística pintoresquista de barrios-jardín para el suburbio, discutiendo la expansión cuadriculada; pero el que apenas lo haga, demuestra la imposibilidad del debate urbanístico de la época de observar con atención lo que ocurría fuera del centro tradicional: en este caso, las omisiones le generan al pintoresquismo la paradoja principal de no poder discutir lo único sobre lo que podría ofrecer instrumentos globales, la expansión.”

De todos modos, a pesar de la falta de integración de las propuestas mencionadas con la trama existente, todas las prácticas introducidas en esta primera fase van a servir de modelo para los procesos más amplios que observaremos posteriormente.

Segunda Etapa: El nacimiento del urbanismo

En la década del treinta irrumpe en la escena nacional el urbanista Carlos María Della Paolera. (15) El principal introductor del urbanismo científico en nuestro país, publicó en 1933 una de sus conferencias en Revista de Arquitectura. “Enseñanza del urbanismo” reza el titulo del articulo que recorre los principales temas y autores que sirven de guía a la disciplina según se desarrollaba en esos años.

Introduce, en principio, una reafirmación de la necesidad del urbanismo como conocimiento técnico y también la de recorrer la bibliografía de los autores más influyentes del planeamiento, entre los que aparecen Ebenezer Howard y Raymond Unwin. Della Paolera concede, al igual que dichos autores, especial importancia al reconocimiento de las tradiciones de cada ciudad, aunque también es necesario entender que esa belleza original ha sido engendrada por condiciones de vida que no existen más y que sería una mala inspiración pretender reproducirla.

“El arte urbano o urbanización requiere de un desarrollo metódico. Es un hecho prudente respetar las escalas de estudio y concepción de los elementos que constituyen la ciudad.

Estos elementos deben ser: la célula urbana – barrios modernos de habitación: barrios de viviendas económicas, barrios y ciudades jardín – calles, plazas y centros cívicos – espacios libres – zonificación – redes de tráfico.”

Así la idea de C. J. aparece como uno de los elementos constituyentes de la ciudad moderna. Se pasa directamente a la escala de barrio o ciudad jardín como elementos intercambiables que forman parte de un organismo mayor.

Invitado por Della Paolera, llega a la Argentina en 1947 Gastón Bardet,  con la intención de dictar un curso de urbanismo y varias conferencias.

El pasaje del urbanista francés, con quien Della Paolera había compartido sus años de formación en París, no aportó, al ámbito nacional, nuevas temáticas de discusión para el urbanismo, ya que temas como la concepción orgánica de la ciudad, las propuestas de descentralización, la idea de fortalecimiento de las ciudades a escala metropolitana y territorial que planteó, ya estaban plenamente instaladas.

En cambio, su concepción de la familia como célula primaria y de la reforma como recuperación de valores y formas agregativas próximas a un mundo provinciano, fueron un apoyo impensado para los programas propuestos por Mendioroz y el grupo de arquitectos católicos, así como también para  Pastor y su recreación del urbanismo anglosajón.

La presencia de Bardet en el país, en 1947, cuando el urbanismo basado en los principios de la Carta de Atenas se hacía cada vez más fuerte, vino a reforzar la posición de aquellos personajes que se situaban en una posición contraria y que perdían protagonismo en la discusión nacional frente a las políticas de la tabula rasa. (16)

José Pastor fue en esta época uno de los principales introductores del planeamiento regional en Argentina, no sólo a través de sus proyectos, sino también por la gran cantidad de textos y reflexiones que aportó al urbanismo nacional.

Desde la Revista de Arquitectura, la cual dirigió entre 1947-51, se dedicó a la difusión pedagógica de los principios del planeamiento regional.

“Pastor va organizando sus propias posiciones en lo que podríamos llamar un planeamiento regional pragmático, que asume los principales motivos anglosajones, pero como una caja de herramientas que puede usarse a conveniencia en las tan diferentes realidades jurídicas e históricas de los asentamientos urbanos en la Argentina.” (17)

Pastor, por su pertenencia a un grupo católico con ideología de derecha, en donde se ponderaban los valores de la familia como pilar de la sociedad, se encontraba ligado a las ideas de la C. J. en su versión de pequeña comunidad, donde se reforzaban los valores familiares y la sociedad participaba conjuntamente de las actividades de la ciudad.

“La ciudad medieval era un organismo pleno de civismo(...) La ciudad medieval nos demuestra que el espíritu comunal se mantiene dentro de ciertas medidas, pero que pasado un límite en cuanto a población y extensión, ese espíritu social se pierde y se convierte la ciudad en un mero conjunto de casas por un lado y de masa humana por otro.” (18)

En esta frase se ve claramente el por qué de la importancia de mantener la pequeña escala, para lograr una comunidad cohesionada. Al igual que en la C. J. se prioriza la escala de la aldea como momento cumbre de la civilidad.

De la C.J resalta el concepto de organismo social y económico perfectamente coherente.

El planeamiento que propone José Pastor hunde su raíz en la teoría de la C.J, pero está fuertemente influida por los desarrollos que luego se dieron en Estados Unidos, sobre todo con las teorías de Mumford y con los planes puestos en práctica en Tennessee Valley (19) en la década de 1940.

En un editorial de la revista que titula “Ciudades Jardín del presente” (20) propone, la necesidad de la introducción de esta corriente del urbanismo en nuestro país:

“en nuestro país, aunque todavía en forma bastante indefinida, el criterio de la descentralización howardiana cobra cuerpo cada vez mayor a pesar de la escasa difusión que tiene y no ha de pasar mucho tiempo sin que broten Letchworths y Welwyns en torno del Gran Buenos Aires, pero para eso hacen falta unos cuantos “Howards”. Que el último medio siglo del milenio en que estamos sea propicio a la remodelación de nuestras ciudades y campos en el espíritu de las Garden Cities of To-Morrow”.

El tono discursivo de Pastor fuertemente utópico carece de una mirada global de la realidad circundante, que le habría permitido notar que al ideal de la C.J le quedaban ya, pocas esperanzas en nuestro país. A mediados de los 40 la corriente hegemónica del urbanismo nacional, aunque también moderna y con fuertes reminiscencias anglosajonas, tuvo como protagonistas a las propuestas de Kurchan o de los jóvenes Eduardo Sarrailh y Odilia Suarez que lograron posicionarse en la Dirección de Urbanismo de la Municipalidad de Buenos Aires. Será ésta la línea que va a realizar los planes de mayor impacto en la cultura urbana en las décadas posteriores.

En la nota “Ciudades Jardín del futuro” que forma parte de la revista ya mencionada, Pastor se centra en la descripción de los dos ejemplos de C.J llevados a cabo en Inglaterra. La nota comienza con un acápite

“Soy de esos inversores que prefieren mirar dónde poner su capital en vez de hacer una mera transacción con tal o cual viejo especulador, sin añadir nada al capital fijo de mi país: en ese sentido las ciudades jardín son justo lo que yo quería. He visto con satisfacción lugares baldíos transformados en bien planeados barrios de vivienda y en elegantes mercados. Ese tipo de inversión jamás me dio dolores de cabeza ni me produjo ansiedades: fue siempre y es, del todo satisfactorio, tanto moral como económicamente”.

Este párrafo escrito por George Bernard Shaw y retomado por Pastor en la revista, nos sirve para ejemplificar la dimensión comercial y económica que tomó el modelo en nuestro país.

Así la C.J y todas sus posteriores versiones: barrio jardín , barrio parque, suburbio verde, ciudad satélite fueron absorbidas, por un lado, por los especialistas y técnicos que lo adoptaron en mayor o menor medida en su práctica profesional, pero, sobre todo, por inversores y agentes inmobiliarios que usufructuaron el término y sus connotaciones para promover acciones aisladas con fines especulativos.

En agosto de 1950 publicó en “Revista de Arquitectura” el proyecto, realizado junto a sus socios José Bonilla y A.Etcheverry, para una ciudad nueva y moderna consagrada a la memoria del General San Martín.

Allí  trazaba un plano regulador basado en los nuevos criterios de zonificación y a partir de núcleos de unidades vecinales. El croquis de presentación del sistema circulatorio y su vinculación con las unidades vecinales, iba acompañado de la leyenda: “las cuatro funciones urbanas primordiales: habitar, trabajar, recrearse y circular. La Ciudad Jardín debe satisfacer dentro de sus límites las cuatro funciones” (21)

Aparecen en el proyecto conceptos derivados de diferentes corrientes del planeamiento: la C.J inglesa, el Planeamiento Regional norteamericano y la zonificación propuesta por la Carta de Atenas.

Sin embargo, no se trataba de la primera realización de este tipo, ya que, en de la década de 1930 se habían producido las primeras pruebas.

En 1937, por encargo del Ministerio de Obras Públicas, el arquitecto Antonio Bilbao La Vieja proyecta el Barrio Parque La Tablada, según un trazado derivado de la C.J. El centro de la ciudad estaba conformado por una plaza y en los terrenos adyacentes se ubicaban la capilla, terrenos para deportes, la escuela, y demás equipamiento público. La zona residencial se dividía en dos centros, con un total de 500 viviendas.

En este caso la resolución del conjunto se da todavía de manera poco articulada, respetando simetrías y con intervenciones poco novedosas que recuerdan más a los proyectos de la CNCB (22) que a las nuevas intervenciones que empezaban a surgir, adoptando ya influencias norteamericanas.

Un ejemplo contemporáneo del ya citado, que sí incorporó las nuevas técnicas fue el Barrio de Suboficiales Sargento Cabral, promovido por la Dirección General de Ingenieros del Ministerio de Guerra y proyectado por los arquitectos A. Prebisch, F. Bereterbide y C. Muzio y los ingenieros, J.Rocca y J.Palazzo. Aquí se introdujo el equipamiento colectivo, la separación auto-peatón y las calles en cul de sac, constituyendo un ejemplo pionero para los desarrollos futuros.

Otro caso a destacar es el de Ciudad Jardín Lomas del Palomar, una iniciativa privada, iniciada en 1943 por el Dr. Erich Zeyen para su empresa FINCA, que combinaba una empresa económicamente rentable con la idea de vida comunitaria alejada de la metrópoli.

La romántica iniciativa privada terminó fusionándose con la intervención oficial, dando como resultado una amplia gama de residencias, desde el gran chalet hasta la vivienda de clase media y los bloques de vivienda social. A pesar de la variación de tipologías todas tienen en común su cubierta de tejas, y un matiz de “chalet argentino” (23) propio del tipo constructivo que fomentara el Estado para sus conjuntos suburbanos.

El planteo general consistía en la organización del conjunto a partir de unidades vecinales y una gradación de densidades y alturas.

Estas primeras realizaciones constituyeron la base sobre la cual el gobierno peronista desarrolló las propuestas descentralizadoras que veremos a continuación.

Tercera Etapa: La escala territorial

Los programas de Estado y la iniciativa privada

El caso de Ciudad Evita, constituye sin duda uno de los grandes ejemplos del planeamiento en la línea de la C.J de la Argentina. Y desde ese punto de vista marca un quiebre con respecto al traslado de sus principios a nuestro país, los cuales, a pesar de mantener durante esta segunda etapa la mezcla de fuentes y referencias desarrolladas, van a virar hacia la idea de planeamiento regional, en donde se modifica la escala de intervención y entran en juego las últimas tendencias desarrolladas en Estados Unidos.

El conjunto de 5.000 viviendas, fue el de mayor envergadura encarado en la historia del país y formó parte de una operación más amplia que transformó toda el área de Ezeiza.

El plan de conjunto (trazado, jerarquía circulatoria, distribución del equipamiento y loteo) fue proyectado por el arquitecto italiano Liugi Piccinato (24), quien ya contaba con algunas experiencias de ordenamiento territorial y descentralización urbana en su país.

En el plano para Ciudad Evita reconocemos un trazado urbano de C.J, relativamente complejo, basado en un trazado de líneas curvas, en la jerarquización y la segregación de vías de tránsito, en la articulación entre equipamiento y vivienda y en formas novedosas de loteo. El conjunto está, a su vez, organizado por unidades menores, que retoman las propuestas del planeamiento norteamericano desarrollado en los años 20. (25)

Esta línea conceptual consideraba los conjuntos habitacionales en términos de comunidad, es decir, de un grupo humano cohesionado, en oposición a la anomia metropolitana. Al respecto Anahí Ballent dice: “No es extraño que el peronismo adoptara con vigor este concepto, ya que sintonizaba con una idea central de su programa social: una sociedad armónica y organizada. La unidad vecinal operaba como correlato espacial de un programa social.” (26)

En Ciudad Evita, las vías de circulación principales organizaban cinco sectores de vivienda según el esquema ya mencionado de unidades vecinales. Las viviendas edificadas no continuaron las propuestas de Piccinato que consistían en pabellones modernistas; en cambio, siguieron los modelos locales de chalets californianos como los del Barrio Sargento Cabral.

“En Ezeiza, técnicas urbanísticas sofisticadas, como las de Piccinato, se combinaban con imágenes que no pertenecían a ellas: así el resultado consistía en una articulación de un urbanismo complejo y aún renovador e imágenes que el uso social había transformado en convencionales.” (27)

Otro ejemplo de la utilización del concepto de C.J en el periodo peronista lo constituye el Barrio Brigadier General Cornelio Saavedra. (28)

Aquí se construyeron 362 viviendas unifamiliares en la zona de Saavedra en Capital Federal y forma parte de la larga lista de conjuntos de la época inspirados en las ciudades jardín que, al igual que en el caso anterior, adecuan el lenguaje pintoresquista, asociado originalmente a este tipo de urbanizaciones, con el californiano, ya instalado en la sociedad Argentina.

“los tipos y lenguajes arquitectónicos utilizados por el peronismo se habían consolidado en la década de 1930. El estilo californiano era un símbolo del habitar del ocio de los sectores medios y altos, que más tarde el peronismo llevaría a sus construcciones populares. Al mismo tiempo, se afianzaba como una imagen adecuada a la totalidad del país, como una imagen modernizadora del habitar, aunque no metropolitana.” (29)

Si bien no quedan dudas de la proyectación del barrio en sintonía con los principios de la C.J no se puede pasar por alto que la plaza central de la urbanización queda conformada por el equipamiento civil y la iglesia como foco geométrico del trazado. Resulta así, el conjunto, una amalgama del planeamiento anglosajón con la tradición hispanocriolla.

En el mismo periodo, asistimos a la utilización de los diseños de la c.j como nuevas fundaciones, que fueron aplicadas en la urbanización de la costa atlántica, para la generación de villas balnearias modernas.

Las nuevas urbanizaciones de la costa sur de la provincia de Buenos Aires, surgieron ligadas a un fenómeno especulativo, vinculado con la generalización y cambio en el sentido del turismo, la revalorización de la naturaleza y la cultura del aire libre. (30)

Dos de los ejemplos más destacados son Playa Chapadmalal, en las afueras de Mar del Plata y Pinamar.

En el primer caso, los hermanos Martinez de Hoz elevaron en 1939 el proyecto para una urbanización de 400 has. que diera respuesta al alojamiento veraniego en un “barrio apartado, espacioso y tranquilo, junto a la orilla del mar” que, difícilmente se pudiera hallar en Mar del Plata, con la creciente popularización de dicho balneario. Los arquitectos, Acevedo, Becú y Moreno, destacaron la necesidad de evitar la “monótona subdivisión en damero” con la intención de dar al conjunto una “fisonomía moderna”. Propusieron, entonces, un trazado de calle curvas, del que se destaca el abanico junto al arroyo apoyado sobre el camino.

En el caso de Pinamar, se creó en 1940 la Sociedad Anónima Pinamar con el propósito específico de fundar una ciudad balnearia.

El trazado fue el de C.J, que, en forma irregular, se adecuaba a los desniveles del terreno y proponía la división en tres zonas con usos característicos definidos: la zona balnearia y comercial, el centro cívico y la zona residencial; quedando los usos industriales en una zona alejada al centro urbano.

Según Perla Bruno, Pinamar, adquiere relevancia, más que por su propuesta de trazado, por su concepción unitaria y por la organización funcional en zonas, no ya para un suburbio, sino para una ciudad autónoma. Nada en su construcción se ha librado al azahar, lo cual queda garantizado por la venta de terrenos sujeta a restricciones, con especificaciones para la construcción de arquitectura residencial. (31)

Así, los casos de la costa atlántica constituyen la versión de la C.J en su predominio formal, vinculados a las imágenes románticas y posibilitados por la generalización de loteos de tipo “barrio parque”, caracterizados por la fuerte especulación inmobiliaria.

Esta última etapa, se puede resumir entonces, además de por el cambio de escala, por la consolidación de dos modelos urbanos antagónicos: por un lado, la gestión estatal del peronismo en busca de una democratización del bienestar y del acercamiento de los sectores trabajadores a los modelos de vivienda antiguamente reservados para los sectores medio-altos, y, por otro lado, la consolidación de modelos de urbanización para elites que buscaban diferenciarse de los tradicionales centros de veraneo que eran ahora invadidos por esos trabajadores, beneficiados por el crecimiento del Estado y la modernización introducida a partir de los años 30.

Reflexiones finales

En una primera instancia, queda claro que la introducción de la C.J en el urbanismo argentino registra distintos matices.

Se reconocen muy diversas experiencias con un común denominador: la utilización de la C.J como evocadora de un modo de vida alternativo al de la gran ciudad, en donde prevalecen la naturaleza y la vivienda unifamiliar.

La primera etapa, en la cual predominaron las intervenciones a cargo de los ingenieros paisajistas, estuvo signada por la singularidad de las propuestas y por su escasa integración a la trama urbana, ya consolidada, en la cual se insertaron. Queda claro que resultaba imposible pensar el urbanismo de la C.J como fórmula global para la transformación urbana y no estban dadas en el país las condiciones para pensar una escala territorial que incluyera a los desarrollos suburbanos.

La segunda etapa se caracterizó por la consolidación de la disciplina urbanística, dentro de una línea científica que combinaba connotaciones culturalistas y tecnocráticas.

Casos como el de Carlos della Paolera y posteriormente José Pastor dieron cuenta del planeamiento como disciplina comprehensiva que debía dar respuesta a los problemas de orden formal, pero también social de la ciudad.

En el caso de Pastor entraron en juego recursos provenientes de diversos ambientes, la técnicas modernas se combinaron con la nostalgia por lo pintoresco y medieval. Como ya se mencionó, para estos autores resultaba lícito combinar el urbanismo organicista con la línea más técnica procedente de la Carta de Atenas. A pesar de la amalgama de modelos, los desarrollos de esta etapa se configuraron como la base teórica sobre la que, posteriormente, se producirían los grandes conjuntos de la década de 1940.

Finalmente, luego del proceso de pruebas donde la C.J conformó una de las hipótesis de ciudad posible en un universo de opciones más vasto; se entró lentamente en una etapa de concretización: el modelo de la ciudad jardín fue puesto a prueba en la escala territorial para la cual había sido diseñada.

El cambio producido a partir de Ciudad Evita, además del indiscutible cambio de escala, fue su utilización como símbolo del bienestar adquirido por las clases populares en el periodo peronista. Si antiguamente la C.J y el pintoresquismo eran asociados a los modos de vida de las clases acomodadas; a partir de esta intervención el peronismo acercaba a las clases populares a un habitar que hasta el momento parecía exclusivista.

Asimismo, el peronismo era consciente de su elección en relación con el imaginario de los valores familiares que promovía; dejando de lado los aspectos cooperativistas, lograba desarrollar la C.J sólo en su aspecto más paternalista, de comunidad controlada a escala reducida.

Por otra parte, al igual que en el caso de José Pastor, el urbanismo de la C.J llegó tamizado por las experiencias del planeamiento regional norteamericano, que marcó un nuevo rumbo para las realizaciones posteriores.

La complejización alcanzada en los últimos casos presentados, fue tan marcada que, en algunas publicaciones se llegó a interpretar como una verdadera síntesis lograda por los profesionales nacionales. (32)

Creemos más apropiado decir que, más que una síntesis urbanística y arquitectónica, el resultado al que asistimos se debió a la combinación de actores y del bagaje arquitectónico que aportó cada uno de ellos de manera individual. Como sabemos, el primer peronismo se valió de arquitectos y profesionales que ya formaban parte de las oficinas y dependencias estatales, lo que arrojó como resultado multiplicidad de propuestas y obras.

A pesar de que, como ya mencionamos, en estos años se presentó una conceptualización más acabada de la C.J, nunca dejó de ser un recurso que pudiera ser utilizado a conveniencia, ya que, simultáneamente, el mismo gobierno planteaba un modo de vida totalmente diferente en conjuntos de vivienda contemporáneos. (33)

Vimos entonces que, coincidentemente con los casos introducidos por el Estado Nacional, se gestó la idea de la fundación de ciudades balnearias, donde la C.J pudo ser utilizada como dador de formas para un habitar residencial de los sectores medios, ligado al ocio y al aire libre. En estos casos se rescató la valencia formal del modelo, y se reforzaron sus imágenes antimetropolitanas, idealmente representadas en una estética residencial de origen romántico, mientras se dejaban de lado los presupuestos ideológicos presentes en el modelo original.

En síntesis, podemos decir que la C.J transitó a lo largo de la primera mitad del siglo XX el pasaje de la ciudad del trabajo, de la mano de los primeros ejemplos que emplearon sus propuestas para dar forma a barrios obreros y de vivienda económica, a la ciudad del ocio, barrios y hasta ciudades enteras concebidas inicialmente para dar respuesta al habitar recreativo. Esta es la historia que hemos mostrado, la historia de la C.J como un modelo que surgió en un contexto temporal y espacial determinado y que, a partir de allí, inició su periplo como recurso de diseño a escala internacional. Su introducción en el debate disciplinar argentino debe ser entendida en el marco de los complejos procesos de traducción de ideas y referentes que, al trasladarse, sufren modificaciones y adaptaciones surgidas del contacto con realidades diferentes. (34)

Lo curioso es que el legado más palpable que la C.J nos ha dejado, se gestó paralelamente al proceso descrito, y tomó la forma de barrios parque, o simplemente suburbios, que fueron moldeados sobre la base de la expansión urbana, del capital privado y la especulación inmobiliaria. En este ambiente, el modelo de la C.J se introdujo por su valencia formal y se expandió, ajeno a cualquier tipo de debate sobre el crecimiento urbano y los modelos del habitar que ella proponía.

notas

1
Este tema ha sido extensamente tratado por Alicia Novick en su tesis doctoral, Planes realizados y proyectos inconclusos en la construcción de la ciudad moderna. Buenos Aires, 1900-1940. Buenos Aires, 2007.

2
La construcción de las primeras ciudades jardín en Inglaterra, Letchworth, Welwyn y Hampstead, más las experiencias norteamericanas, primero Sunnyside y luego Radburn, modificaron el planteamiento original al enfrentarse a disposiciones legales y prácticas sociales que dificultaban la imposición del modelo comunitario tal como Howard lo había planteado.  

3
Ebenezer Howard escribió n 1898 el libro Garden Cities of-tomorrow, en él planteaba su teoría sobre la ciudad jardín, además de introducir un análisis de los costos y las posibles iniciativas a llevar a cabo para la construcción de la primer ciudad que siguiera su modelo.

4
El planeamiento regional surge en Estados Unidos, en los años 20, a partir de la fusión de las ideas del biólogo Patrick Geddes y las del inglés Howard, llevada a cabo por el sociólogo-urbanista Lewis Mumford. La planificación regional surge como respuesta a la extensión indefinida de la metrópolis y estudia el modo en que la población y los servicios cívicos pueden distribuirse de manera que permitan y estimulen una vida intensa y creativa en toda la región.

5
Ver en Anahí Ballent entrada”Pintoresca, arquitectura.” En: LIERNUR, Jorge; ALIATA, Fernando (dirs) Diccionario de Arquitectura en Argentina.

6
ALIATA, Fernando; SILVESTRI, Graciela. El paisaje como cifra de armonía. Buenos Aires, Nueva Visión, 2001.

7
PAULA, Alberto De. La arquitectura paisajista en Argentina.

8
CARRASCO, Benito. Parques y Jardines. Buenos Aires, Peuser, 1923, p 5.

9
CARRASCO, Benito. Idem, ibidem, p 6.

10
CARRASCO, Benito. Idem, ibidem, p 7.

11
BALLENT, Anahí. Las huellas de la política. Buenos Aires, Editorial Prometeo, 2005, p. 56.

12
CARRASCO, Benito. Op cit., p. 172.

13
FORESTIER, J.N.C.. Grandes Villes et Systèmes de Parcs. Paris, Hachette, 1905, p. 14.

14
BUENOS AIRES. Proyecto Orgánico para la urbanización del municipio. El plano regulador y de reforma de la Capital Federal, Bs.As., talleres Peuser, 1925.

15
Carlos María Della Paolera es uno de los primeros urbanistas profesionales de la Argentina, se gradúa como ingeniero en la UBA y cursa estudios de postgrado en el instituto de Urbanismo de París. Forma parte de la generación de urbanistas que pretenden instalar el urbanismo científico a partir de la introducción de planes reguladores. A partir de 1929 abrirá la primer cátedra de urbanismo en la Argentina. Es uno de los principales difusores del urbanismo en nuestro país y consecuentemente dictará una serie de cursos y conferencias sobre la materia.

16
RIGOTTI, Ana María. “Un francés en las pampas. Los viajes a América de Gastón Bardet.” , A&P n 15. Julio, 2001, p. 9-17.

17
Adrián Gorelik entrada”Pastor, José.M.F.” En: LIERNUR, Jorge; ALIATA, Fernando. DarqA. Op.cit.

18
PASTOR, José María. Planeamiento. Suma integral de Técnicas Sociales. Instituto de Planeamiento Regional y Urbano. Buenos Aires, 1947.p 35.

19
La política del New Deal de Roosevelt proporcionó la infraestructura para las numerosas obras ce carácter social que se ejecutaron entre la promulgación de la ley de vivienda en 1934 y el final de la II Guerra Mundial. Los proyectos de planificación y asentamiento más famosos fueron la ordenación del valle de Tennessee y las nuevas ciudades de Greenbelt, realizadas por Clarence Stein a partir de 1936. En: FRAMPTON, Keneth. Historia crítica de la arquitectura moderna. Gustavo Gili. 10ma edición, 2000.

20
Revista de Arquitectura
. Enero, 1950.

21
Ciudad Jardín “El Libertador”, Revista de Arquitectura nº 356, agosto 1950.

22
Ver en BALLENT, Anahí. Entrada ”Comisión Nacional de Casas Baratas” en LIERNUR, Jorge, ALIATA, Fernando (dirs) DArqA. Op. cit.

23
En la revista Arquitectura y Comunidad Nacional se lo llamará “chalet argentino” aunque se parece al chalet inglés o al californiano “ evidencia claramente la intención de resolver situaciones de implantación , funcionamiento y simbología dentro de un contexto propio”.

24
Piccinato fue un destacado urbanista italiano que se radicó en nuestro país durante la segunda posguerra, junto a otras figuras como Cino Calcaprina o Enrico Tedeschi. Jorge.F Liernur. “Luigi Piccinato.” En LIERNUR, Jorge; ALIATA, Fernando. Diccionario de arquitectura en Argentina. Clarín. Bs. As. 2004.

25
Unidad vecinal: Desarrollada originalmente en Estados Unidos en los años 20 y tomadas luego como instrumento del urbanismo a nivel mundial. El concepto implicaba la definición de sectores de la ciudad como unidades funcionales menores que conjugaban equipamiento y vivienda, en una cohesión geográfica, social y cultural.

26
BALLENT, Anahí. Las huellas de la política, Op. Cit., p. 146.

27
BALLENT, Anahí. Idem, ibidem, p. 148.

28
Barrio Presidente Perón. En Revista de Arquitectura. Febrero 1952

29
BALLENT, Anahí. Las huellas de... Op. Cit. p. 71.

30
BRUNO, Perla. “Reflexiones para una historia conjunta: derivaciones americanas de la ciudad jardín en la extensión y planificación moderna de ciudades de Argentina y Brasil 1930-1945” Registros nº1, Universidad Nacional de Mar del Plata, 2003, p. 69-84.

31
Pinamar.S.A imponía al comprador condiciones de venta, tales como: servidumbres reales y continuas, prohibiendo la subdivisión del lote adquirido, dejando libre el 75% del mismo. Obligación de retirar las edificaciones del fondo, del frente y medianeras; límite de altura de no más de dos pisos. Restricciones con respecto a materiales, obligándose también al comprador a someter los planos de edificios a la aprobación de la compañía y a edificar en un plazo no mayor a 5 años.

32
“Arquitectura y Comunidad Nacional”, Historia Argentina de la Vivienda de Interés Social. Periodo 1943-55.

33
Barrio Los Perales: ver. ABOY, Rosa. Viviendas para el pueblo. Espacio urbano y sociabilidad en el barrio Los Perales. 1946-1955. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires, 2005.

34
Este concepto fue expuesto por Heliana Angotti Salgueiro en “Camillo Sitte and the circulation of ideas on urban aesthetics. Europe and Latin America : 1880-1930.” International Conference on Town planning History, 2004.

sobre el autor

Ana Gómez Pintus. Arquitecta Universidad Nacional de La Plata-UNLP. Becaria investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas-CONICET. Maestrando en Historia y Cultura de la Arquitectura y la Ciudad, Universidad Torcuato DiTella. Docente en Historia de la Arquitectura, Facultad de Arquitectura, UNLP.

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