Introducción
Los incesantes tránsitos y cruces que se dieron a lo largo de la frontera francesa durante la Guerra Civil española tuvieron su momento álgido en el instante en que la gran avalancha humana, acorralada por las huestes franquistas, se plantó ante las puertas del país galo, anunciando sine qua non la caída de Cataluña. El contingente que se aglomeró desesperadamente ante la única salida posible: trasponer la línea fronteriza en una huida incesante, puso en evidencia más allá de todo límite el drama humano asociado a la guerra y la inescrutable, y nueva, condición de exiliado que estaba a punto de adquirir todo aquél que lograra pasar dicha línea. Una vez situado del otro lado, su existencia, su memoria y su condición personal se veían rebajadas a casi nada. Constituía un acto de despojamiento total, descarnado y, lo que es peor, sin elección. Para Michael Marrus, los refugiados son, por definición, olvidados: “caídos en las grietas de la historia”. Desesperados, dominados por el pánico, atraviesan fronteras en masa o vagan de un lugar a otro en las situaciones de crisis.(2)
A lo largo de los tres años de guerra, la frontera francesa se convirtió en un sitio de paso continuo, en el que un ir y venir acuciante permitía la entrada en la única zona republicana que mantuvo una cierta estabilidad, indemne ante la amenaza bélica en ciernes, o la salida, con el claro propósito de ya no regresar a un territorio diezmado en su gran mayoría. Como hecho incontestable que denota la esperanza todavía a resguardo y la expectativa de una pronta y decisiva aparición de ayuda internacional, la participación de la República Española en la Exposición Internacional de las Artes Decorativas de París en 1937 se yergue como un hito clave en el papel desempeñado por la arquitectura en el entramado propagandístico que rodea el enfrentamiento bélico, y en la íntima preocupación ética y estética que lograron conjugarse en las adyacencias del Trocadero parisino.
Miguel Ángel Baldellou ha traído a la discusión la necesidad de prestar atención a los pasos iniciales de la arquitectura del exilio, que podemos ver en esa especie de espejo de dos caras que tiene lugar en territorio francés y cuya primera cara es, sin duda, la ejecución de dicho Pabellón Español en la Exposición de París, un edificio cuyo carácter efímero y urgente parece anunciar ya la futura dispersión y la fragilidad de todo exilio, y que tiene su revés, terrible revés, en la segunda cara, en el acondicionamiento del campo de refugiados de St. Cyprien(3) que realiza, más simbólica que efectivamente, Eduardo Robles Piquer, y que, como en el caso del Pabellón, tiene el sentido de lo urgente, de lo provisorio, pero se trata de algo realizado ya “en unas condiciones inequívocas de extrañamiento”, en las que no caben ni “la expresión de las ideas” ni la aparición de la “esperanza”.(4)
Del racionalismo y la ausencia de retórica presentes en el Pabellón a la urgencia desatada en el campo de concentración media un tiempo que marca el declive forzado de una idea, de una forma de entender la realidad, que convierte sin proponérselo por ningún lado al Pabellón Español en el auténtico “canto de cisne” de una forma de entender la arquitectura en un ámbito preclaro de modernidad. Resulta pertinente traer a colación cómo dicho edificio tuvo que ver con una participación evidente de lo más granado del arte que se hacía para el momento en España, así como aglutinó la presencia de un grupo de arquitectos que, directa o indirectamente, tuvo que ver con su irrupción, y que necesariamente quedarían marcados como exiliados. Es el caso no solamente de sus autores, Luis Lacasa y Josep Lluís Sert, y más allá de la diatriba originada sobre posibles autorías o relevancias en el tratamiento formal definitivo, cuya participación en el diseño del edificio constituiría un agravante de su condición de depurados.(5)
Las trayectorias de Sert y Lacasa divergen a partir de la finalización del Pabellón. Mientras Sert continuará en París, pasando posteriormente a Estados Unidos, con un breve paréntesis en Cuba, Lacasa regresará a Barcelona, siendo movilizada su quinta a filas, ya al final de la guerra,(6) y luego atravesará la frontera francesa a pie, siendo internado en el campo de concentración(7) de Argelès-sur-Mer, de donde saldrá gracias a las gestiones de unos arquitectos franceses, trasladándose entonces a la URSS.(8) Otros dos arquitectos catalanes tuvieron relación directa con el Pabellón de España: Antonio Bonet Castellana y Domingo Escorsa Badía. Presente en París desde 1936, Bonet trabajaba en el taller de Le Corbusier. Tal como ha destacado Baldellou, su papel de colaborador en la construcción del Pabellón fue más determinante de lo que se piensa, siendo clave su presencia por ejemplo en la resolución constructiva de la Fuente de Mercurio de Calder.(9) El camino de Bonet lo llevaría en 1938 a Buenos Aires. Escorsa era miembro del Comité Catalán designado por la Generalitat de Catalunya para la Exposición Internacional de 1937. Las funciones de dicho Comité dependían de un Presidente Delegado directamente nombrado por el Presidente de la Generalitat, y que en este caso fue Antonio M. Sbert. Sert también fue miembro del Comité Catalán. Josefina Alix Trueba ha recalcado el papel desempeñado por Escorsa, “quien colaboró con José Luis Sert en los trabajos del Pabellón”.(10) Otro arquitecto ligado a la construcción del pabellón fue José Lino Vaamonde. El 11 de septiembre de 1937 sustituyó al escritor José Bergamín como Comisario General Adjunto.(11) Vaamonde participó prácticamente en todas las actividades relevantes a nivel cultural durante la guerra. Conocida su actuación determinante en la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico(12), en la que laboró no sólo en la proyección de los refugios que albergarían las obras de arte sino que hizo un registro minucioso de todo lo que concernía a la actividad de “salvación” del mismo; participó también en las acciones de la Subsecretaría de Propaganda, desempeñándose como Secretario general y trabajando con Manuel Sánchez Arcas.(13)
Así pues, la momentánea reunión en París de estos cinco arquitectos sería sustituida dos años después por la dispersión total de sus caminos y trayectorias. Como si de una encrucijada se tratara, los itinerarios vitales de estos personajes se desperdigarían hacia diversos puntos cardinales pero manteniendo sin embargo una fijación: Sert a Estados Unidos, Vaamonde a Venezuela, Bonet a Argentina, Lacasa a la URSS, y Escorsa en Francia.
Tránsito de refugiados
Si bien el número de arquitectos que saldrían en definitiva al exilio ronda el medio centenar, tan sólo cinco de ellos permanecerían la mayor parte de su exilio en territorio europeo. Dos se quedaron en Francia, Escorsa y Gabriel Pradal, dos se trasladaron a la extinta URSS, Lacasa, quien se iría luego a China, y Manuel Sánchez Arcas, quien estaría posteriormente en Polonia y finalmente en la también fenecida República Democrática Alemana, siempre dentro de la órbita comunista; y por último, Jordi Tell Novellas, quien se radicó en Noruega, aunque pasó cerca de cinco años en México, aguardando el final de la Segunda Guerra Mundial. También estuvo un tiempo en Francia, José María Deu Amat, quien vivió durante toda la confrontación mundial en dicho país, para trasladarse una vez culminada la guerra a Bélgica, y tras tres años allí, dirigirse a Venezuela, en donde vivió casi cuarenta años. No se puede dejar de mencionar la estadía de Bernardo Giner de los Ríos en París, entre 1946 y 1948, debido a sus responsabilidades como Secretario General de la Presidencia de la República Española en el Exilio, quien barajó la posibilidad de quedarse en Francia.(14)
Esta proporción, 5 de casi 50, un 10%, pone en evidencia la “exclusión” que se vivió a la hora de dar el salto a Latinoamérica desde un continente europeo enfrascada en una contienda asfixiante. Los refugiados españoles que pudieron irse a América eran casi todos profesionales o intelectuales, o tenían una filiación política que facilitó el viaje.(15) Los organismos de auxilio a los refugiados, el SERE –Servicio de Evacuación de Refugiados Españoles- y la JARE –Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles-, que organizaron las principales expediciones trasatlánticas, hicieron una “selección” en muchos casos perversa. Estaa preponderancia del sector terciario y de los intelectuales se debía a múltiples causas. Geneviève Dreyfus-Armand anota varias de ellas:
Pesaron, sin duda, mucho en ello las dificultades con las que tropezaba esta categoría social para encontrar, en Francia, una ocupación que se correspondiera con sus capacidades. La emigración en cadena de intelectuales, a partir de núcleos iniciales que se habían integrado satisfactoriamente en América hizo el resto. Además, [p. 186] probablemente estos refugiados se encontraban en una situación financiera algo mejor para comenzar una nueva vida en tierras americanas y posiblemente tenían también una conciencia más clara de la magnitud de la derrota. El exilio de la guerra civil estuvo, pues, no sólo disperso geográficamente, sino también, en cierta forma, escindido socialmente.(16)
Los arquitectos, miembros de una profesión liberal, fueron favorecidos en la mayoría de los casos. De hecho, tanto Pradal como Escorsa trataron de irse a América, pero debido a la restricción de salida en el caso del primero, y aparentemente a no ser profesional en el caso del segundo, ninguno de los dos salió de Francia.
El nombre de Gabriel Pradal, dirigente socialista, apareció en la lista de españoles susceptibles de ser reclamados por el gobierno franquista. En dicha lista se encontraban personalidades de gran relevancia pública, como Francisco Largo Caballero, Rodolfo Llopis, Julián Zugazagoitia Mendiete y José Moix Regás.(17) La aparición en dicha lista implicaba la retención en Francia de los que tuvieran planes de trasladarse a México, como en efecto ocurrió con Pradal, a quien le fue negado el visado de salida. Como ha señalado Dreyfus-Armand, los refugiados estaban atrapados entre la política de exclusión de Vichy y las peticiones franquistas de extradición.(18) En todo caso, no serían muchos los miembros de profesiones liberales que se quedarían en el exilio francés. Pradal uno de ellos.
En el caso de Escorsa existe abundante documentación que comprueba su intención de dirigirse a Latinoamérica. Entre los países cuya posibilidad de asentamiento barajó se encuentran México, Venezuela y Colombia. La correspondencia que le dirige Juan Larrea, miembro de la Junta de Cultura Española, es esclarecedora en este sentido. Larrea le señala que ha sido recomendado “como intelectual” por la Junta para su inclusión en un barco fletado por el SERE que se dirige a México.(19) No logra entrar en el Mexique, pues de “cien intelectuales” que presenta la Junta tan sólo se aceptan siete.(20) Tampoco logra marcharse cuando su nombre es propuesto, “juntamente con el del compañero Rodríguez Arias” para otro de los viajes.(21) La siguiente comunicación que reciba ya no será enviada por Larrea, quien estaba ya en México tras viajar con el grupo central de la Junta de Cultura Española, vía Nueva York. Será una comunicación del SERE, firmada por José María Giner Pantoja, quien seguirá haciéndole llegar cartas en las que le anuncia su inminente salida hacia México pero sin que se concrete nada.(22) Hasta 1941 seguirá tratando de ir a México. Después del final de la Segunda Guerra Mundial, en cambio, dirigirá su horizonte hacia Colombia(23) y Venezuela,(24) resultando infructuosos ambos intentos.
Como vemos, el exilio es un fenómeno móvil y complejo, lo que hace casi imposible su cuantificación precisa. Como ha señalado Dreyfus-Armand:
En muchos casos, para una fecha determinada, las cifras proporcionadas por los organismos oficiales concernidos o, incluso, por distintos departamentos de un mismo ministerio, difieren sensiblemente. Las bases de cálculo no son uniformes y los datos ofrecidos con frecuencia tienen una utilidad política en el seno de una argumentación determinada. Por tanto, únicamente es posible, habida cuenta de los datos de que disponemos, establecer magnitudes de volumen.(25) Saber la cantidad de españoles que cruzó la frontera francesa para convertirse en exiliados es muy complejo, pero estar conscientes de la minúscula parte que representa dentro de dicha cantidad el número de arquitectos refugiados, así como las posibilidades de movilidad que tuvieron debido a su condición profesional, es algo que nos interesa conocer.
Para Dreyfus-Armand, son tan falaces la “precisión” mostrada por el presidente de la comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Diputados, Jean Mistler, al contabilizar, el 15 de febrero de 1939, 353.107 refugiados; como la del Ministerio del Interior, que brindaba en 1940, según un recuento “meticuloso”, la cifra de 514.337 refugiados.(26)
En 1939 el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia habla de 450.000 refugiados divididos en 210.000 civiles, 220.000 milicianos y 10.000 heridos. Lo que se aproxima a los cerca de 470.000 que anota Javier Rubio en sus trabajos.(27)
Arquitectura de urgencia: Campos de concentración
Los dos decretos que el gobierno de Éduard Daladier dispuso el 12 de noviembre de 1938 tenían como fin “el control y la vigilancia” de los extranjeros, previendo la avalancha que representaría el inminente triunfo nacionalista en la guerra civil española.(28) Uno de ellos determinaba que “los indeseables ‘incapaces de encontrar un país que les aceptara’, serían enviados a ‘centros especiales’ o serían objeto de vigilancia constante”.(29) Todo ello antes de que se produjera el gran éxodo de los republicanos españoles.
El primer “centro especial” de internamiento se creó en Rieucros, en Lozère.(30) Los refugiados republicanos fueron los “primeros” en ser internados en dichos centros, por lo que vivieron todo el proceso de improvisación de tan ignominiosa medida.(31) Es decir que fueron los que “probaron” el carácter “experimental”, de ensayo y variabilidad que tuvieron los mismos, cosa que continuaría a lo largo de la Segunda Guerra Mundial, y que llegaría incluso hasta la guerra de liberación de Argelia.
Los refugiados podrían eludir el internamiento si tenían parientes en Francia o amigos que se ofrecieran como avaladores en la prefectura. Tal es el caso de Deu Amat cuya vinculación con la familia Martí, le permitió vivir en casa de éstos, en Céret, cerca de Perpignan, sin pasar por ningún campo de concentración. Distinta suerte corrieron la mayoría de los arquitectos exiliados. Félix Candela, Óscar Coll, Mariano Rodríguez Orgaz, los ya mencionados Robles Piquer y Lacasa, entre muchos otros, se cuentan entre los que vivieron la terrible experiencia del internamiento. En Argelès-sur-Mer y Saint-Cyprien, en los Pirineos orientales, se agrupaban, durante las primeras semanas casi dos tercios de los internados, en unas condiciones extremadamente precarias.(32) La construcción de barracones, el tendido de lonas, la disposición en un espacio congestionado constituían parte de las “labores” de emergencia que intentaban realizar los profesionales ligados a estas áreas, cosa que resultaba extremadamente fútil. Los dibujos de Robles Piquer son reveladores en ese sentido.(33)
Destino soviético y paréntesis chino
Mientras Robles Piquer, Candela y compañía “montaban” con sogas y lonas el refugio provisorio de miles de españoles en las playas francesas, al igual que Deu Amat, otros arquitectos lograban eludir la reclusión. Es el caso de Manuel Sánchez Arcas, quien tuviera una activa participación desde la subsecretaría de Propaganda durante la guerra. Sánchez Arcas estuvo alojado en Versalles, en casa del intelectual Wolkowich.(34) Estuvo allí entre marzo y abril de 1939, dirigiéndose a la URSS, arribando a Leningrado, simbólicamente, el 1 de mayo. En dicha ciudad se encontró con sus hijas, a quienes había enviado previamente en los viajes organizados por los republicanos que llevaban niños a las colonias escolares, en este caso de la URSS.(35)
De allí se dirigieron a Moscú, siendo acogidos en una casa de reposo, hasta que le consiguieron trabajo y un apartamento en el que residir. Al principio trabajó en la Academia de Arquitectura de Moscú, institución que era un bastión de la arquitectura “stalinista”. Su labor inicial, y dado el clima de preguerra que se vivía, fue brindar consultas sobre temas de fortificaciones, dada su reciente experiencia en la guerra, participando en la construcción de numerosos refugios. Igualmente, y según el testimonio de su hija Mercedes Sánchez Cruz-López, en la Academia le fue propuesta la realización de una “Historia de la arquitectura española”, labor que comenzó pero que no concluyó debido a las vicisitudes originadas por el estallido de la Segunda Guerra Mundial.(36)
En el otoño de 1941, y ante la amenaza de invasión nazi, la Academia de Arquitectura, al igual que la mayoría de las instituciones e industrias soviéticas, fue evacuada a los Urales. Debido a unaa contingencia, la familia perdió el viaje organizado por la Academia, lo que resultaba un contratiempo severo en un mundo sin mayor posibilidad de actuación y decisión individual. Gracias al apoyo de unos militares consiguieron llegar a Ufa, la ciudad en la que se radicaron la Academia y demás instituciones. Allí trabajó en un estudio de arquitectura dedicado al desarrollo de hospitales “portátiles” de madera, que podían construirse en cualquier lado. Se trataba del material más abundante en Rusia, y el ejército disponía de enormes cantidades para la construcción de los “hospitales de campaña”.
En el verano de 1943 se produjo el regreso a Moscú. Sánchez Arcas y familia volvieron a su apartamento. Era un edificio asignado a la Academia, y los pisos eran compartidos, en algunos casos se trataba de apartamentos, como era habitual en el modelo soviético, que diversas familias compartían, siendo la residencia propiamente la habitación en la que dormía la familia. Todo lo demás era de dominio “público”, compartido por todas las familias. Se le encomendó trabajar en el diseño de mobiliario de hospitales. Se trataba de piezas seriales que debían ser producidas por la industria estatal. No retomó la investigación del libro, sin embargo comenzó a asistir a numerosos cursos de diversa índole.
En el mismo edificio de la Academia vivía Luis Lacasa con su familia.(37) Trabajaba igualmente en la Academia de Arquitectura. Tras el regreso de la evacuación a Bashkiria, se incorpora a la sección de experiencias extranjeras, desarrollando diversos trabajos e informes sobre temas de urbanismo de occidente.(38) La práctica profesional le es vedada por ser extranjero.(39) La estadía de Lacasa en la Academia coincide con el periodo, como hemos mencionado, de la llamada arquitectura “stalinista”, lo que impone de antemano unas formas de concebir la realidad arquitectónica. No por casualidad su salida de la Academia coincidirá con la muerte de Stalin, dirigiéndose a China, en donde ejercerá, al igual que su madre, según su hijo Jorge, labores de Consejero del gobierno chino.(40) Allí dirige la publicación de la revista China en castellano, revista cuya producción se pensaba especialmente para su envío a América Latina. Todo ello dentro de la sección española de la Editorial en Lenguas Extranjeras de Pekín.(41)
La actividad de Lacasa se traducirá además en una serie de investigaciones y artículos, algunos de los cuales han sido editados póstumamente, permaneciendo inéditos gran parte de ellos.(42) En Pekín mantiene contacto con la Escuela de Arquitectura Quinhua y su decano Lian Sichen, dictando conferencias en dicha escuela. Su estadía china culmina en 1960, año en el que decide volver a España. Las autoridades franquistas, proclamando una especie de etapa aperturista, le conceden un pasaporte para su regreso. Al cabo de tan sólo un mes, es obligado a abandonar el país, regresando a Moscú.(43) Se incorpora al Instituto de Historia del Arte de la Academia de Ciencias, realizando trabajos sobre la arquitectura contemporánea de occidente.
En la órbita comunista
El tránsito de Sánchez Arcas en la URSS concluye a final de 1945. Su ingreso en el gobierno republicano en el exilio tras aceptar la designación como Ministro Plenipotenciario de la II República Española en Polonia, implica su traslado a Varsovia.(44) Llega a dicha ciudad en diciembre de 1945. Se trata de una ciudad en ruinas, desolada, y con múltiples problemas para su reconstrucción. Al ser Polonia uno de los países que reconocen al gobierno republicano en el exilio, y tras la desafiliación internacional de la España franquista, Sánchez Arcas se encuentra con un panorama alentador. Es importante en este sentido la presencia de Oskar Lange, embajador de Polonia en la ONU y amigo de Sánchez Arcas, quien es uno de los más activos en la defensa de la república. Entre las actividades que desarrolla se encuentra un viaje a París, realizado con el fin de reunirse con el gobierno en el exilio, así como la organización de la visita, en 1946, de José Giral, presidente del gobierno de la república. Al año siguiente recibe a un grupo de intelectuales como Pablo Neruda, José Bergamín, Ilya Ehrenburg, etc. Igualmente entra en contacto con la arquitecta polaca Helena Syrkus, integrante del CIAM, y con un papel importante en la reconstrucción mimética de Varsovia. En 1948 recibe a Pablo Picasso y Paul Eluard, asistentes al Congreso Mundial de Intelectuales por la Paz, y, conjuntamente con Syrkus, organiza una serie de reuniones de ellos con el gobierno polaco.
A final de año decide dimitir y comienza a trabajar en la oficina de proyectos del Ministerio de Sanidad, en donde realiza diversos proyectos de hospitales, en donde combina las instalaciones técnicas modernas con una arquitectura de referencias centroeuropeas, con un exterior descarnado y austero, en consonancia con los trabajos que se desarrollan en la ciudad en ruinas. El Hospital de Saska-Kepa es producto de esa labor, y un ejemplo preclaro de la línea establecida. En 1950 publica una serie de artículos en la revista, editada en París, Cultura y Democracia. Uno de ellos, “La cultura soviética y su significado en el futuro de la cultura española”, denota claramente su militancia comunista y su disciplina política, pues exhibe su fidelidad al stalinismo.(45)
Una última mudanza, el traslado a la República Democrática Alemana, que obedece más a motivaciones familiares, habiendo conseguido su hija Mercedes y su esposo mejores posibilidades en el Berlín Oriental. Sánchez Arcas llega allí en 1958. Consigue trabajo en el Institut für Hochbau. Hacia 1960 labora en el Institut für Theorie und Geschichte der Baukunst, lugar en el que desarrollará diversas investigaciones urbanísticas, teniendo como norte el tráfico y la experiencia de la ciudad contemporánea occidental. Fruto de dichas investigaciones son los libros Form und Bauweise der Schalen;(46) - Akademija stroitel'stva GDR: Inst. teorii i istorii stroitel'nogo istkusstva ; Obolocki ; Zelezobetonnye obolocki i skladki, ich formy visjacie sistemy pokrytij,(47) y Stadt und Verkehr: Verkehrs- und Stadtplanung in den USA und in Westeuropa.(48).
Estadía nórdica
La presencia de Jordi Tell en Noruega constituye un evento singular dentro del conjunto de arquitectos que vivieron el drama del exilio. Tras una turbulenta historia en la que logró escapar sucesivamente de la GESTAPO y del régimen franquista, y tras cinco años de instalación en México D. F., Tell regresó a Noruega, siendo designado representante de la República en el exilio en los países nórdicos. Se instala en Sarpsborg y poco tiempo después comienza la construcción de una cabaña en un islote de Hvaler. Dicha cabaña, hecha con sus propias manos, será la expresión visible de un estilo de vida singular, en armonía con el entorno y de profunda raigambre naturista. El diseño y la construcción del mobiliario, así como la disposición sencilla y austera, de una arquitectura de vertiente tradicional, en este caso incursionando en una tradición que de entrada no le pertenece, y en la que se adentra con soltura, son elementos destacables de la propuesta arquitectónica de Tell.
Viviendo prácticamente aislado, en un entorno agreste, la cabaña, como la mayoría de las obras del lugar, presenta una habitación abierta al exterior, y sin comunicación con el interior, cuyo fin es brindar albergue en caso de hallarse atrapado alguien en la intemperie. Igual que la presencia de esa habitación vinculante, Tell mantiene la comunicación con los exiliados que compartieron los momentos de escuela y las primeras acechanzas profesionales. Es notable por ejemplo su cercanía a Ricardo Ribas Seva, quien ideológicamente resulta bastante lejano de Tell aunque sin duda tienen en común un dinamismo arrollador y una pasión vital desmedida. Ribas Seva visitará la cabaña en alguna oportunidad, siendo testigo de una naturaleza bastante virulenta, en la que un mediterráneo como Tell se desenvuelve a la perfección.
Hacia 1960 “regresa” a la rutina de la oficina, trabajando como arquitecto superior en la Oficina de Arquitectura Provincial de Ostfold. Se encarga básicamente del diseño de arquitectura asistencial: hospitales y sanatorios mentales. A mediados de la década concluye una nueva casa en Moss, inaugurando una nueva etapa en su vida, mucho más tranquila si se quiere. Vuelve a España, haciéndose mucho más prolongadas sus estancias a partir de 1974, cuando se jubila d ela ofician municipal, y teniendo como colofón de su reencuentro con la tierra que lo vio nacer, el reconocimiento que le hacen en Granollers. Sus últimos años los pasa en Fredrikstad.
Francia otra vez
Si anteriormente destacamos la obligatoria circunstancia de haber sido receptora Francia de la mayor parte del exilio español, en numerosos casos como simple lugar de paso, ahora quisiéramos destacar la presencia en dicho territorio de varios arquitectos exiliados. Si bien es cierto que Deu Amat prolongó su estadía en Céret hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, tras su instalación en Bélgica y posterior traslado a Venezuela, su contacto con Francia se redujo drásticamente. Un caso muy puntual fue el de Amós Salvador, quien pasó una temporada en Biarritz, viniendo de Nueva York, mientras trataba de volver a España. En definitiva, la representación de los arquitectos exiliados en Francia se reduce a los dos señalados con anterioridad: Escorsa y Pradal, y su actuación no puede haber sido de naturaleza más disímil, si bien la historiografía del exilio los ha ubicado hasta el momento en un mismo estanco.
Curiosamente, ya a pesar de la cercanía que mantuvo con él mientras residió en París, Giner de los Ríos tan solo se limita a mencionar el nombre de Escorsa en la lista que establece de los arquitectos exiliados y su ubicación geográfica. Más extraña resulta todavía la reseña que hace Arturo Sáenz de la Calzada en su texto sobre los arquitectos del exilio:
No resultó, profesionalmente, favorable para Domingo Escorsa y Gabriel Pradal su permanencia en Francia, donde muy poco o nada pudieron hacer con su probada competencia de arquitectos y en donde, además, tuvieron que arrastrar, en los años de guerra y ocupación, una existencia azarosa y doliente.(49)
Cuando menos es obvio que Sáenz de la Calzada le perdió el rastro a Escorsa, o simplemente se limitó a aludir muy sucintamente a él. Y si bien es cierto que vivió una situación extremadamente indefinida a lo largo de la guerra y del inicio de la posguerra, no en balde los señalados intentos de migración a Latinoamérica que hemos señalado, es indudable que a partir de 1947 logró estabilizarse profesionalmente, una vez se hubo mudado a la ciudad de Béziers. Allí desarrolló una labor sólida sustentada en su conocimiento de la construcción y en su competencia para el diseño arquitectónico. En dicho año obtuvo el segundo premio en el concurso del proyecto de la Clínica Mutualista de Béziers, un verdadero logro para un exiliado en un contexto como la Francia de la posguerra. Unas líneas de felicitación que le hace llegar J. Quero Morales resumen muy bien la condición vital de Escorsa en ese momento:
No vui acabar sense felicitar-te, molt cordialment per l’exit obtingut en el concurs per a la Clinica Mutualista de Béziers. En la teva situacio un segon premi es el reconeixement d’una gran victoria moral.(50)
La ya mencionada carta que le envía Giner de los Ríos, nos da cuenta de una persona que comienza a tener ciertos nexos de trabajo y, sobre todo, oportunidades para realizar el trabajo. En este sentido, la relación con Le Corbusier, seguramente propiciada por Sert, le permitirá dar otros pasos todavía mucho más sólidos. La correspondencia sostenida con éste nos permite observar las líneas de trabajo desarrolladas en el entorno del estudio de le Corbusier. Por un lado, son frecuentes las consultas realizadas por éste a Escorsa en relación con el tema de las bóvedas catalanas,(51) incluso hay una concreta que le dirige uno de los asistentes de Le Corbusier, Jacques Michel, mientras éste se halla en Chandigarh, sobre el uso de dichas bóvedas en la maison Jaoul.(52)
Pero la obra que representará el proyecto más importante en la carrera de Escorsa estará indirectamente ligada a Le Corbusier. Se trata del edificio que desarrolla con Pierre Jeanneret en Béziers: el Centro de Aprendizaje Público de dicha ciudad, un proyecto que se iniciará en 1951 y que se logrará concluir su construcción en 1959. En el mismo participa también el Atelier Jean Prouvé, desarrollando el entramado metálico de la fachada. Sin embargo son fallidos los intentos por parte de Escorsa de lograr contar con la participación de Picasso, quien en algún momento parece interesado en desarrollar una obra en la fachada, al igual que no queda claro el papel del mismo Le Corbusier en relación con una propuesta escultórica para dicha fachada.
Lo cierto es que el edificio forma parte del Patrimonio Arquitectónico francés del siglo XX, y es considerada la obra más importante realizada por Jeanneret fuera de la égida de Le Corbusier. Convertido actualmente en un liceo público, la presencia de este edificio constituye uno de los momentos más relevantes de la arquitectura del exilio español dada su calidad, su conjunción de propuestas racionalistas en el entorno de la cultura arquitectónica de los Cincuenta, aparte de las incursiones transitorias que tuvieron en el desarrollo del proyecto iconos de la modernidad como Picasso y Le Corbusier.
Aparentemente, según testimonios familiares, la obra de Escorsa se extiende por Andorra, lugar en el que pudo construir algunos edificios. Sin embargo, sus últimos años significan el reencuentro con su tierra y su familia, si bien de una manera discreta. Es de destacar su colaboración con el proyecto de investigación que originó la llegada del Guernica a España, y por tanto la revalorización del momento y de las circunstancias arquitectónicas que le dieron cabida, léase el Pabellón Español de París de 1937.
En cuanto a Gabriel Pradal, su difícil situación política y económica, en el albor de la Segunda Guerra Mundial y la inmediata posguerra, se vio un poco aplacada por la oportunidad que tuvo de trabajar como delineante en oficinas como la de Le Maresquier.(53)
Instalado en Toulouse, epicentro del exilio español, en 1948 tuvo un rol importante en la invitación que un año antes había hecho la Unión Internacional de Arquitectos a los arquitectos exiliados españoles a fin de otorgarles la representación española en el Primer Congreso de la Unión Internacional de Arquitectos, a celebrarse en 1948 en Lausanne, Suiza. Dicha invitación, cursada a través de Bernardo Giner de los Ríos, fue por un lado la concreción del proyecto editorial que Giner de los Ríos se había propuesto realizar: una recopilación de la obra primera del exilio, entroncada con unas memorias de su vida.
La recopilación de los proyectos y obras iniciales de dichos arquitectos constituye una verdadera exhibición de un cuerpo “colegiado” a pesar de las distancias y la falta de oportunidades. Por otro lado, se trata de algo que permitió dar visibilidad a ese grupo de seres que inconexamente había vivido una experiencia traumática común, más desde una perspectiva cada vez más disímil y enraizada individualmente. Así pues, la asistencia de Pradal al congreso de la UIA, única ocasión en que este grupo pudo ser contemplado como tal, marca un punto de inflexión en el desarrollo del exilio arquitectónico, que tiene su correspondencia en el momento sociopolítico que se está viviendo, que constituye una especie de “alborada”, en el que la ilusión del regreso se acelera, y la posibilidad de desmontaje del gobierno franquista en España parecía una tarea inminente por parte de los triunfadores en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ese breve destello, pronto cedería paso a la confirmación de un exilio ya permanente, en el que mirar hacia atrás no era más que una constante forma de obcecación. La invitación de la UIA ya no se repetiría, y ese cuerpo arquitectural que por un momento se vio conjuntado, no podría reunirse ya más que a través del recuerdo y el tono elegíaco de un texto como de Sáenz de la Calzada, hecho ya de regreso de un exilio prolongado.
En 1952 Pradal asumió la dirección del periódico El Socialista, labor en la que permanecería casi hasta el final de sus días. Desde allí escribió sus célebres artículos breves, bajo el seudónimo de Pericles García, en los que empleaba la ironía para cambiar el cristal con el que se veía la ineludible España ya perdida. En dichos artículos se paseó por múltiples temas, siempre con el fondo político inalterable. En “No volverán, pero…”, alude a la inquietud que siguen generando los exiliados en el día a día español:
“Ellos no volverán”. Así dice un ostentoso editorial del diario madrileño « Ya » refiriéndose a los exiliados políticos españoles. Pero no se trata de una nostalgia becqueriana, sino, al contrario, de un encarnado deseo de que los exiliados no vuelvan nunca. Y hasta se dirige a ellos en condición de supervivientes, como dando a entender que los otros, en el hecho de no sobrevivir, tuvieron ya su merecido.(54) La usurpación de uno de sus edificios, la imprenta de El Socialista, convertido en la sede de las publicaciones oficiales durante el régimen, será motivo de otra de sus reflexiones:
Todo fue obra nuestra. Nuestros fueron los consejeros y los administradores de nuestras cuotas; nuestros los arquitectos que proyectaron y dirigieron las obras; nuestros, los muchos cuidados y preocupaciones para evitar que aquellas casas inmediatas, fundadas sobre un terreno flojo, se cayeran sobre el gran vaciado de nuestro solar, que antes había sido un profundo vertedero.
La culminación de aquellos trabajos y cuidados coincidió con el « glorioso alzamiento ». Poco tiempo disfrutó EL SOCIALISTA —entonces diario— su nueva y espléndida instalación: No habíamos trabajado para nosotros. (…) Habíamos trabajado para los que alaban a Dios por haberles dado ese marcial derecho de conquista con el que se apoderaron de tantas obras ajenas y con el cual hasta se adjudicaron la victoria de Trafalgar, de Trafalgar, 29.(55)
Si algún texto puede servir de cierre a este repaso de varias trayectorias que se encuentran y se vuelven divergentes pero que conservan un punto de comunión: su condición perenne de exiliados, ese texto es sin duda, “Elogio de la trashumancia”. Allí, escribe Pradal esta síntesis de tantas dificultades y tantas motivaciones a la vez:
Trashumar es más incómodo y difícil. Sin embargo —dicho sea para alivio de trashumantes—, acertar a vivir en trashumancia da confianza en sí mismo y hasta ofrece una cierta garantía de subsistencia en la mañana. Quien está bien probado en las dificultades de cada día, se siente dueño de una fuerza viva capaz de vencer los puntos muertos del porvenir. En cambio, ese porvenir puede generar muy graves inseguridades para quienes, burlándose de la trashumancia, sólo han aprendido a comer en el pesebre.(56)
nota1
Capítulo de libro. Referencia: Henry Vicente Garrido 2007 “De Europa y Asia: elogio de la trashumancia”, en Henry Vicente Garrido, dir., Arquitecturas desplazadas. Arquitecturas del exilio español (Madrid: Ministerio de Vivienda de España): pp. 37-50
2
Michael R. Marrus 1986 Les Exclus. Les réfugiés européens au XXè siècle (París: Calmann-Lévy): p. 20
3
Diversos, y de nefasto recuerdo, fueron los campos de refugiados, campos de concentración, en los que los franceses colocaron a los exiliados españoles que habían huido de la derrota republicana. Saint-Cyprien, Bram, Argèles-Sur-Mer, son algunos de ellos
4
Miguel Ángel Baldellou 1995b “Desarraigo y encuentro. Las arquitecturas del exilio”, Arquitectura nº 303: p. 16
5
Arxiu Historic del Col.legi de Arquitectes de Catalunya (AHCOAC): Expedients de depuració professional. En las fichas elaboradas por la Comisión de Depuración Profesional del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña en julio de 1940 pueden verse dos tipos: una que lista los “Señores colegiados que no tienen ninguna nota desfavorable” y otra que se denomina “Fichas de los restantes señores colegiados”, en la que aparecen todos aquellos arquitectos catalanes que serán “depurados”, encerrados o forzados al exilio. Así pues, en el renglón nº 58, que corresponde a “SERT LOPEZ, José Luis” leemos: “Huido al extranjero. Actuación destacada, en España y en el extranjero. Era el fundador y alma del GATPAC (sic). Antecedentes comunistas. Proyectó y dirijió el Pabellón de la España Roja en París.”. El subrayado es mío. Es decir que, aparte de hechos “graves” como la huida y la actuación destacada en el extranjero, el hecho de proyectar y dirigir el “Pabellón de la España Roja”, también en el extranjero, constituye un factor de gravedad extrema.
6
Archivo General de la Guerra Civil, Salamanca (AGGC): “Luis Lacasa Navarro” 1939 Gaceta de la República nº 14 (enero)
7
Es preciso recordar que el término “campo de concentración”, tal como ha señalado Marie-Claude Rafaneau-Boj, era empleado en los documentos administrativos franceses de la época. Se definía como un “campo de concentración” y no como un “centro penitenciario”, porque los internados “no permanecerán allí más tiempo del necesario para preparar su expulsión” o “su vuelta a España”. Marie-Claude Rafaneau-Boj 1993 Odyssée pour la liberté. Les camps de prisonniers espagnols, 1939-1945 (París, Denoël)
8
Luis Lacasa 1976 Escritos 1922-1931, introd. Carlos Sambricio (Madrid: Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid): p. 98
9
Desde que organizara, junto al Colegio de Arquitectos de Galicia, el “mítico” encuentro entre Sert, Bonet y Candela en Santiago de Compostela en 1975, cuando todavía no había muerto Franco, Baldellou tuvo una gran cercanía con Bonet, quien pasaba largas temporadas, debido a compromisos profesionales, en Madrid. En dicho encuentro, Sert y Bonet relataron esa “colaboración” desarrollada en el Pabellón.
10
Josefina Alix Trueba, ed. 1987 Pabellón Español Exposición Internacional de París 1937, catálogo de exhibición, (Madrid: Centro de Arte Reina Sofía): p. 30. De hecho, señala que los colaboradores de Sert fueron “Domingo Escorsa Badía y Antonio Bonet Castellana”, op. cit., p. 31
11
Archivo General de Administración, Alcalá de Henares (AGA): Sección Exteriores, Legajo 4491
12
Véase en este sentido: Isabel Argerich y Judith Ara, eds. 2005 Arte Protegido. Palacio de Naciones, Ginebra, marzo-abril 2005, catálogo de exhibición (Madrid: Sociedad Estatal para la Acción Cultural Exterior de España / Museo Nacional del Prado / Instituto del Patrimonio Histórico Español); así como las tempranas publicaciones de Vaamonde al respecto: José Lino Vaamonde 1973 Salvamento y protección del tesoro artístico español (Caracas: Cromotip); y José Lino Vaamonde 1976 “Objetivo: Museo del Prado”, Historia 16 nº 7 (noviembre): pp. 51-59
13
Ministerio de Estado 1938 “Orden nombrando Secretario general de la Subsecretaría de Propaganda a don José-Lino Vaamonde, Gaceta de la República nº 183 (2 de julio): p. 17
14
Arxiu Nacional de Catalunya (ANC): Fons Escorsa. Como se ve en una carta enviada por Giner de los Ríos a Escorsa: “(…) no descarto la idea de que el dia (sic) de mañana pudiera trabajar en Francia, y Vd tuviera ocasion (sic) de proporcionarme algun (sic) trabajo.”. Bernardo Giner de los Ríos 1947 “Carta a Domingo Escorsa (Béziers)”, París, (29 de diciembre)
15
Muchos representantes de profesiones liberales y de intelectuales habían emigrado a América Latina y los que quedaban en Francia eran, en su gran mayoría, soldados de tropa del ejército republicano. En la mayor parte de los barcos que partieron hacia América, como, por ejemplo, el Sinaia, el Ipanema o el Mexique, la proporción de refugiados pertenecientes al sector terciario era muy elevada y estaba compuesta por profesores, artistas, médicos, periodistas y abogados. Vicente Lloréns 1976-1978 La emigración republicana, p. 127, tomo I de El exilio español de 1939, dirigido por José Luis Abellán (Madrid, Taurus)
16
Geneviève Dreyfus-Armand 2000 [1999] El exilio de los republicanos españoles en Francia. De la guerra civil a la muerte de Franco, Dolors Poch, trad. (Barcelona: Editorial Crítica): pp. 186-187
17
La lista fue elaborada por el ministro franquista Serrano Suñer el 25 de noviembre de 1940. Entre los efectos inmediatos que tuvo la misma se encuentran la deportación de Largo Caballero a Alemania y la detención y entrega de Zugazagoitia a Franco y su posterior ejecución. Dreyfus-Armand, op. cit.: p.142
18
Ibid.: p. 139
19
ANC: Fons Escorsa. Juan Larrea 1939 “Carta a Domingo Escorsa (París)”, París (18 de mayo)
20
ANC: Fons Escorsa. Juan Larrea 1939 “Carta a Domingo Escorsa (París)”, París (27 de mayo)
21
ANC: Fons Escorsa. Juan Larrea 1939 “Carta a Domingo Escorsa (Maureilhan)”, París (29 de junio)
22
Probablemente la condición de no profesional de Escorsa, quien estudió arquitectura en la Escuela de Barcelona pero que no pudo completar la carrera, habrá pesado en la exclusión que sufrió, además de otro tipo de factores.
23
Ver en este sentido: ANC: Fons Escorsa. V. Valentin-Smith 1947 “Carta a Domingo Escorsa (Béziers)”, París (5 de mayo); y Embajada de Colombia en Francia 1947 “Carta a Domingo Escorsa (Béxiers (sic))”, París (2 de junio)
24
ANC: Fons Escorsa. Bernardo Giner de los Ríos 1948 “Carta a Domingo Escorsa (Béziers)”, París (3 de marzo)
25
Dreyfus-Armand, op. cit.: p. 37
26
Cifra que estaba “compuesta”, según dicho informe, por “300.000 milicianos, 214.337 civiles entre los cuales había 78.162 mujeres, 78.629 niños y 57.546 ancianos e inválidos”. Ibid.
27
Javier Rubio 1977 La emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se produce con el fin de la II República española, 3 vols. (Madrid, Editorial San Martín): p. 72
28
Dreyfuss-Armand, op. cit., p. 59: “Uno de esos dos nuevos decretos se refería a la organización de brigadas de ‘gendarmes de frontera’ y tenía como objetivo asegurar la existencia de sólidas barreras en la frontera, y el otro estaba destinado a marcar una discriminación entre la ‘parte sana y laboriosa de la población extranjera’ y los ‘indeseables’, a los cuales había que eliminar inflexiblemente.”
29
Ibid.
30
Fue creado el 21 de enero de 1939. Ibid.
31
Según testimonio de Jan Ybernégaray en la Cámara de Diputaados el 10 de marzo de 1939, citado por Dreyfus-Armand, la cifra inicial era de 226.000 españoles internados, sobre todo milicianos, repartidos entre los campos de Argelès-sur-Mer (77.000), Saint-Cyprien (90.000), Barcarès (13.000), Arles-sur-Tech y Prats-de-Molló (46.000). Ibid. Javier Rubio sitúa el número en 275.000. Javier Rubio 1994 “La politique française d’accueil: les camps d’internement”, en Exils et migration, Italiens et Espagnols en France, 1938-1946 (Paris, L'Harmattan): p. 129
32
Argelès-sur-Mer fue el primer campo “acondicionado”. Dreyfus-Armand destaca que Pierre Izard, primer adjunto del alcalde de Argelès-sur-Mer en 1939, señalaba que se había “creado el paisaje”. Sin entrar en detalles sobre las características terribles de ese “paisaje”, será sobre el que se verán obligados a actuar los propios internos, a fin de tratar de poner un poco, casi utópico, orden en el caos. Pierre Izard, “Argelès-sur-Mer. L’exode espagnol”, en Plages d’exil: pp. 213-218, citado en Dreyfus-Armand, op. cit.: p. 61
33
Un proyecto de Miguel Salvador Cordón, posteriormente exiliado en Venzuela, podría considerarse parte también de esos diseños de urgencia que son las primeras manifestaciones de la arquitectura del exilio. En su caso, se trata de la adaptación del hospital La Roseraie como residencia y talleres de reeducación de mutilados vascos en Bayona. El dibujo es de 1939. Salvador Cordón no era arquitecto pero había estudiado en la academia particular de dibujo de Manuel García Mercadal, donde se hizo delineante y aprendió topografía. Juan José Martín Frechilla 2004a Diálogos reconstruidos para una historia de la Caracas moderna (Caracas: Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad Central de Venezuela): p. 325
34
Wolkowich, de origen judío, sería asesinado por los nazis durante la invasión de Francia. Henry Vicente Garrido 2007 “Entrevista a Mercedes Sánchez Cruz-López”, Madrid (18 de febrero)
35
Sobre Sánchez Arcas ver: Carlos Sambricio, ed. 2003 Manuel Sánchez Arcas Arquitecto (Madrid: Fundación Caja de Arquitectos / Fundación COAM), así como Alberto Campo Baeza 1982 “La arquitectura racionalista en Madrid”, 3 v., Tesis Doctoral, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid
36
Empezó a recolectar material poniéndose en contacto con los arquitectos exiliados en México. Así pues, tanto Enrique Segarra como Roberto Fernández Balbuena y Félix Candela le enviaron fotografías necesarias para su labor. Segarra y Candela habían trabajado en el estudio de Sánchez Arcas en Madrid. Vicente, op. cit.
37
En la calle Gastello, del barrio Sokolniki, según apunta Jorge Lacasa. Luis Lacasa 2005 Notas para un estudiante de arquitectura… y algunos dibujos, pról. y notas de Jorge Lacasa Sancha (Zaragoza, Institución Fernando el Católico): p. 30
38
Luis Lacasa, Escritos….: p. 99
39
Jorge Lacasa Sancha, “Prólogo”, en Notas…: p. 14
40
Luis Lacasa, Notas…: p. 30
41
Uso la toponimia antigua de Pekín por sugerencia del propio Jorge Lacasa, y por remitir a un momento temporal ya fijo en muchas memorias, como es el de la China maoísta roja. Henry Vicente Garrido 2006 “Entrevista a Jorge Lacasa Sancha”, Madrid (7 de noviembre)
42
Tal como anota su hijo Jorge, “rellena decenas de ‘cuadernos de trabajo’ con los materiales preparatorios para sus trabajos, citas bibliográficas y dibujos”. Jorge Lacasa Sancha, “Prólogo”, en Notas…, p. 16
43
Luis Lacasa, Escritos…: p. 99
44
Archivo Fundación Universitaria Española, Madrid (AFUE): “Inventarios de mobiliario y documentación de los distintos ministerios y legaciones del gobierno de la II república en el exilio” 1946-1955, Sección de Fondo: París, Serie: Gobierno y Administración: Presidencia del Consejo de Ministros, Signatura * PCM/57-8
45
Manuel Sánchez Arcas 1950 “La cultura soviética y su significado en el futuro de la cultura española”, Cultura y Democracia nº 1 (enero); y Manuel Sánchez Arcas 1950 “Tres congresos seudocientíficos”, Cultura y Democracia nº 3 (marzo)
46
Manuel Sánchez Arcas 1961 Form und Bauweise der Schalen (Berlín Oriental: VEB Verlag für. Bauwesen)
47
Manuel Sánchez Arcas y V. I. Buteskula 1964 Akademija stroitel'stva GDR: Inst. teorii i istorii stroitel'nogo istkusstva; Obolocki ; Zelezobetonnye obolocki i skladki, ich formy visjacie sistemy pokrytij (Moscú: Izd. literatury po stroitel'stvu)
48
Manuel Sánchez Arcas 1968 Stadt und Verkehr: Verkehrs- und Stadtplanung in den USA und in Westeuropa, Schriftenreihen der Bauforschung: Reihe Städtebau und Architektur; nº 5 (Berlín Oriental: Deutsche Bauakademie)
49
Arturo Sáenz de la Calzada 1978 “La arquitectura en el exilio”, en José Luis Abellán, ed., El exilio español de 1939, tomo V (Madrid: Taurus ediciones): p. 65
50
ANC: Fons Escorsa. J. Quero Morales 1947 “Carta a Domingo Escorsa (Béziers)”, París (18 de abril)
51
ANC: Fons Escorsa. Le Corbusier 1951 “Carta a Domingo Escorsa (Béziers)”, París (26 de Julio)
52
ANC: Fons Escorsa. Jacques Michel 1953 “Carta a Domingo Escorsa (Béziers)”, París (17 de septiembre)
53
De hecho, la única obra que pudo hacer Pradal durante su exilio, es la lápida colocada en la tumba de Largo Caballero, en el cementerio de Pére-Lachaise, en París. Véas en este sentido, Gemma Pradal Ballester 1991 Gabriel Pradal (1891-1965). Notas biográficas y documentales (Almería: Instituto de Estudios Almerienses)
54
Pericles García [Gabriel Pradal] 1959 “No volverán, pero…”, El Socialista (12 de marzo)
55
Pericles García [Gabriel Pradal] 1961 “Trafalgar, 29”, El Socialista (23 de marzo)
56
Pericles García [Gabriel Pradal] 1961 “Elogio de la trashumancia”, El Socialista (8 de Junio)
sobre o autor
Henry Vicente (Caracas, 1962) es Arquitecto de la Universidad Simón Bolívar (USB, 1988) y Magíster en Literatura Latinoamericana de la misma universidad (USB, 1994). Es Profesor de Teoría e Historia de la Arquitectura de la USB, y ha sido profesor invitado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Universidad Nacional del Táchira (UNET) y Universidad Metropolitana (UNIMET). Entre sus publicaciones se encuentran los libros: La ciudad invisible de Jorge Luis Borges (Caracas: Fundarte/Instituto de Estudios Regionales y Urbanos USB/Arkilíneo, 1999) y El vértigo horizontal (Caracas: Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, 1999), trabajos que obtuvieron diversos premios. Asimismo, ha publicado Arquitecturas desplazadas. Arquitecturas del exilio español (Madrid: Ministerio de Vivienda, 2007), catálogo de la exposición, del mismo título, inaugurada en Madrid en mayo de 2007, de la que ha sido Comisario. Su tesis doctoral, en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM), versa sobre el mismo tema, concentrándose en el exilio arquitectónico español en Venezuela