El estudio dirigido por los arquitectos Emiliano López Matas y Mónica Rivera, es el responsable del proyecto Edificio Filtro (Permeable), ganador del concurso convocado por el Institut Català del Sòl para la construcción de 24 viviendas en el distrito barcelonés de Sant Andreu. El proyecto forma parte del programa de creación de viviendas de alquiler para jóvenes entre 18 y 30 años que gestiona este instituto. A lo largo del siglo XX, a partir del fundamento del Existenzminimum (viviendas de mínimo costo económico diseñadas para proporcionar el máximo confort), para muchos arquitectos ha resultado un interesante reto experimentar con el potencial que plantea proyectar un alojamiento a bajo precio que garantice una óptima calidad de vida. A diferencia de lo que ha ocurrido tradicionalmente en España, en Europa la vivienda social ha constituido siempre un modelo de entorno doméstico de calidad.
El Edificio Filtro (Permeable), desarrollado por Rivera y López Matas junto a Guillermo Zuaznabar, ofrece inteligentemente, a mínimo costo constructivo, a los habitantes de cada apartamento funcionalidad y comodidad basándose en el aprovechamiento máximo de los espacios y en la versatilidad de la planta, atendiendo también al ahorro energético. Rivera y López Matas son dos arquitectos jóvenes cuya sólida formación se refleja en una forma y actitud de trabajo muy rigurosa y minuciosa, cualidades fundamentales para un proyecto de este carácter. Son conscientes de la función y responsabilidad social de la arquitectura.
Herederos del Team X, y conocedores de su tiempo y lugar, saben que la idea de vivienda social no está enfrentada con la estética del buen hacer, como durante muchas décadas se ha intentado hacer creer en este país. Afrontan su trabajando llevando a cabo una investigación en el que contraponen los problemas específicos que plantea cada concurso o encargo con sus propios intereses personales. Conciben su despacho como un laboratorio donde experimentar, estudiar y discutir ideas sabiendo que cada día es necesario formarse y redefinirse. Experimentan dentro y fuera de la arquitectura, pero siempre retornan a lo suyo: no tienen la necesidad de manipularla con artificios. Se sienten más próximos a Josep Lluís Sert –cuya Casa Bloc de 1936 ha sido un referente para este proyecto–, los Eames o los Smithsons que al barullo de estrategias mediáticas. Su forma de hacer, tanto práctica como mental, va siempre desde dentro hacia fuera: de la parte al todo, para no perder contacto con lo real.
La planta tipo presenta un ambiente de 45 m2 con dos fachadas compuesto por dos crujías que permiten diferentes modos de división mediante tres paneles ligeros, de acuerdo a las necesidades de cada habitante. El mobiliario permite al habitante también generar los límites y divisiones que precise. Cubierta, ventanas, puertas, corredores de acceso y fachadas son asumidos como espacios potencialmente habitables, que prolongan el espacio del ámbito privado a la vez que dan lugar a diferentes ambientes públicos y semi-públicos que incentivan la relación comunitaria.
“Planteamos este concurso de vivienda pública como una oportunidad para investigar las necesidades cotidianas que tiene un usuario estándar en los tiempos que corren, para luego generar una propuesta que resolviese el máximo número de preguntas que nos planteamos: qué haces con la ropa sucia, dónde la metes, cómo resuelves en pocos metros su lavado, junto a un patio, su doblado, junto a la cama, cómo vives... Cosas bien simples a las que al final se les puede sacar mucho partido”, explican. Esta investigación sobre las exigencias más esenciales de lo cotidiano en el hogar de un joven ha permitido a los arquitectos la introducción de pequeños detalles que suponen un incremento notable en el buen rendimiento de piezas como la cocina o el lavadero.
La apertura de la vida doméstica hacia el exterior a través de la estructura de la vivienda aprovechando la benignidad del clima de la zona de ubicación, transforma a este edificio en un elemento diametralmente opuesto a las herméticas y aisladas cajas de cristal demandantes de gran consumo energético. La aplicación de recursos arquitectónicos destinados al aprovechamiento de las ventajas climáticas repercute en un aumento del nivel de confort al poder considerar el empleo del exterior del área de ingreso a la vivienda como un improvisado comedor o zona de reunión estival. Otro ejemplo de optimización es la posibilidad de transformar el espacio entre dobles ventanas, ganando una pequeña sala de estar o dormitorio que se mantiene a temperatura agradable todo el año gracias al simple gesto de abrir o cerrar los cerramientos para permitir una adecuada entrada de aire y luz solar. Estos espacios surgen de la apreciación de estos arquitectos de elementos tradicionales en la cultura mediterránea como patios y charladeras: reinventados y refuncionalizados, se incorporan al territorio doméstico urbano actual como ámbitos prácticos, de uso agradable y con ventajas ecológicas.
Un proyecto que asume la responsabilidad de inculcar en los futuros habitantes el conocimiento de qué es, cómo usar y para qué debe servirnos nuestra propia casa –posiblemente un importante factor a revisar para comenzar a solventar el problema de la vivienda en nuestro país, de manera que para habitar se prefiera optar por eficacia y bienestar antes que por acabados de lujo.
notas
[Articulo publicado en La Vanguardia, 03/11/2004].
[Publicación: dezembro 2004]
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste, Llerida, Espanha