La 12 ª Bienal de Arquitectura de Venecia se inauguró la semana pasada, y confirma su rol como gran referencia del universo arquitectónico a causa de su tradición: es el escaparate máximo de referencia. El lema de este año "People meet in architecture", propuesto por Kazuyo Sejima, premio Pritzker –galardonada en 2010 junto con su socio Ruye Nishizawa- trata de rescatar la importancia del espacio público, y devolver a la arquitectura la responsabilidad original de pensar sobre los lugares de reunión de los individuos en un contexto de crecimiento explosivo de las ciudades. En un momento en que estamos inmersos en otro escaparate más empresarial y comercial, la Expo de Shanghái, estrella de los medios de comunicación, hay que reiterar el papel de la Bienal como el evento más importante para los arquitectos ya que, aunque le falte impacto mediático de otros festivales de arquitectura, es capaz de sintetizar la última producción contemporánea a través de las invitaciones especiales a los artistas y arquitectos y mediante también las delegaciones nacionales en sus respectivos pabellones. Por desgracia, su esencia a veces se ve distorsionada debido a una interpretación demasiado literal del tema o, por el contrario, cuando caen en elucubraciones que poco contribuyen al discurso arquitectónico o se limita a hacer una presentación basada en marketing del estado en cuestión.
Crisis económica, sostenibilidad y austeridad. La repetición de estos temas caracteriza tanto a los pabellones nacionales como los espacios destinados a los invitados. Cabe destacar sin embargo la capacidad también de síntesis presentada por algunos artistas, convirtiendo el Arsenale en uno de los espacios más interesantes de este año con una secuencia de salas que alternan artistas invitados y algunos pabellones nacionales.
Una película de Wim Wenders, quizás redundante pero hermosa y lúdica sobre el proyecto del Rolex Learning Centre en Lausana, Suiza, diseñado por la comisaria de la Bienal, refuerza la estrecha relación entre el cine y la arquitectura. Una promenade en 3D por el espacio seguida por una secuencia de los arquitectos sobre vehículos de dos ruedas de estilo Segway transporta el espectador a Lausana. Siguiendo esa lógica, y con un poco más de libertad e inspiración que Wenders, los cuatro cineastas a quienes se les pidió que crearan videos sobre las cuatro casas presentadas en el pabellón portugués, lograron, sin retórica forzada, cruzar su disciplina hasta llegar a la esencia de la arquitectura de forma sublime. Dada su importancia, publicaremos más adelante un artículo más extenso sobre el pabellón portugués en la revista Drops.
En la Bienale también destaca la participación neerlandesa con un manifiesto contra el abandono de los edificios de sus ciudades, en el que el visitante se encuentra el pabellón cubierto por una malla suspendida de maquetas de espuma a pequeña escala reproduciendo los edificios emblemáticos ahora en desuso. Al lado del pabellón neerlandés Bélgica presenta una de las contribuciones más interesantes y poéticas sobre el uso de materiales. Se trasladaron trozos de superficies decorativas, gastadas tanto por el paso de los trabajadores del lugar como por las sillas de la oficina, así como barandillas y puertas dispuestas como en un museo. Esa disposición llama la atención a la esencia de la degradación de los materiales y nos conciencia sobre la importancia del buen diseño en la arquitectura a ese nivel epidérmico.
En la Bienale encontramos cinco escenarios muy diferentes:
1 - Tenemos países que apuestan más por el arte que por la arquitectura, como los pabellones de Grecia, Polonia y Canadá. Además, existe cierta confusión con la Bienal de Arte dada la inclusión de artistas por parte de la comisaria para ocupar los espacios del Arsenale. Así, aunque el resultado a veces pueda ser interesante, existe un abismo evidente entre el tema propuesto y el discurso arquitectónico estructurada por parte de algunos pabellones nacionales. Por otro lado, la gran sorpresa de la Bienal es la participación de China debido a las expectativas del público sobre la representación del gigante asiático, aunque finalmente se disuelven al ver las instalaciones de su sala en el Arsenale. Teniendo en cuenta el potencial de marketing de los "logros" de la arquitectura de estrellas internacionales en este país, China contrariamente a lo que cabría esperar se limita a presentar tres instalaciones de arte que sorprenden por la simplicidad y un discurso muy austero sobre materiales y técnicas.
2 - Los países que apuestan por la sostenibilidad, teniendo como máximos representantes los proyectos del pabellón español, que reúne los proyectos ganadores del concurso Solar Decathlon. Lamentablemente, el discurso de la “arquitectura sostenible”, cuando se restringe a un accesorio de ahorro energético sin ser un proceso de reflexión intrínseco al diseño, se aleja de la consideración de la sostenibilidad. La presentación de las maquetas de viviendas unifamiliares ganadoras del concurso demuestra cómo el proceso de recubrir la arquitectura con paneles solares aun está muy alejado de los retos de la sostenibilidad.
3 - Los pabellones quizás más conservadores y pragmáticos muestran los proyectos arquitectónicos a través del lenguaje usual, publicables en catálogos, y apuestan por un discurso analítico y lógico capaz de entender el panorama de la construcción tanto de los arquitectos-estrella, como de la nueva generación. Este es el caso del pabellón italiano, que apuesta por la variedad con el fin de refutar a los que dicen que poco se construye en ese país. Según el comisario Luca Molinari la idea del pabellón "Ailati", Italia escrito al revés, es demostrar el aislamiento de la producción arquitectónica que desde el final de la hegemonía de la arquitectura italiana del siglo XVII, produjo, sobretodo en el siglo XX, una nueva arquitectura pensada “lateralmente, y que tiene como resultado una producción muy interesante y estimulante". En Brasil, el interés se centra casi exclusivamente en las oficinas de cuatro jóvenes arquitectos “nacidos después de la construcción de Brasilia”. La sección dedicada a Brasilia intenta mostrar los cincuenta años del Plan Piloto y la arquitectura de Niemeyer a un público que, afortunadamente, es más inteligente que ese simple collage de fotografías y de algunas plantas. Las cinco décadas deberían reflejarse en el pabellón de Brasil mediante la presentación de los problemas, el desarrollo y la reflexión sobre el futuro de la ciudad y no como un escaparate nostálgico, frágil y vacío. En este sentido, los arquitectos jóvenes, casualmente todos de São Paulo, son capaces de crear interés por sus proyectos públicos de gran escala. Cabe señalar también el pabellón de Japón con un análisis muy preciso del movimiento metabolista que celebra sus 50 años y analiza su contribución a la arquitectura japonesa hasta nuestros días. Las maquetas presentadas a gran escala son de proyectos de casas de Ruye Nishizawa y Yoshiharu Tsukamoto.
4 – Los pabellones que apuestan por la arquitectura paramétrica también hacen acto de presencia. Aunque el abismo que existía entre el discurso de la arquitectura paramétrica y el mundo real sea hoy en día cada vez más pequeño, con el aumento de su uso en términos de racionalización de la producción de piezas con formas tridimensionales complicadas, el gran drama de esta mirada es su aislamiento. Así, este discurso hermético es casi exclusivo de las escuelas de arquitectura, sobretodo AA, Columbia e IaaC. El pabellón de Austria es una colección de proyectos de estudios que han diseñado en Austria o de parte de austríacos que han construido fuera del país. Maquetas esculturales de Greg Lynn, Coop Himmelb(l)au, Owen Moss, etc., puestas una al lado de la otra, son formas experimentales que parecen difícilmente extrapolables a la realidad de la arquitectura. Aunque los procesos creativos de la innovación y estructura sean seductores, la propuesta de Austria, "Austria Under Construction, Austrian Architecture around the world, International architecture in Austria", refuerza su autismo al huir del tema propuesto por parte de los curadores de la Bienal, sobre todo si tenemos en cuenta los problemas más acuciantes de las ciudades contemporáneas.
5 – También tenemos que considerar los pabellones que han tenido visibilidad a través de una elegante discreción, utilizando una narrativa que es generosa y busca otras fuentes para contribuir a la Bienal en el sentido más amplio y coherente. Portugal y Croacia, de maneras muy diferentes, fueron capaces de traer esa frescura. En el caso de Portugal utilizaron el recurso del vídeo mientras que Croacia fue más allá de una simple presentación en la sala que le adjudicaron y propuso un pabellón flotante inspirado en el entorno veneciano. La osadía de esa propuesta, aunque terminó con un pabellón en un estado muy precario tras un largo viaje desde Kraljevica por el Mar Adriático que impidió que pudiera ser visitado por el público, se erigió como metáfora de la permanente amenaza en la que sobrevive la Venecia actual, tan frágil a la par que bella. Así, el pabellón es como un eco lejano de la inolvidable experiencia de hace 30 años, cuando se construyó el Teatro del Mondo de Aldo Rossi.
Fuera de la lista de los cinco escenarios de la Bienal se encuentra aislado el pabellón de Venezuela. Diseñado por Carlo Scarpa entre 1954 y 56, el edificio tiene serios problemas de mantenimiento a causa de su abandono, y se han hecho pequeños remiendos para tratar de salvar la integridad de la marquesina de entrada por el riesgo de colapso inminente. No ha quedado claro si la retirada de la participación de Venezuela tiene que ver con el estado del edificio o si es debido a su política cultural, pero encontrar las puertas cerradas del edificio nos llama la atención sobre el carácter paradójico de los desafíos de nuestra profesión: tenemos el doble reto de mirar a los buenos ejemplos de la arquitectura que deben ser preservados a toda costa, y luchar por el bien de la ciudad contemporánea, donde los arquitectos somos a menudo incapaces de proponer soluciones que salven los interminables suburbios de las grandes aglomeraciones sin planificación.
El lema de Sejima refuerza la idea, respaldada por un sentido optimista de la capacidad intelectual y técnica de la comunidad arquitectónica, de la necesidad de concienciar sobre la importancia del objeto arquitectónico como lugar de reunión. Además, nos interpela sobre nuestra capacidad de transformar el "vacío" y la necesidad de diseñar el espacio intersticial, que es donde funda y desarrolla la colectividad.