La historia etimológica de la palabra adobe evidencia la antigüedad de este material de construcción compuesto de una mezcla de fango, arena, paja y otros componentes orgánicos que distingue la arquitectura de diferentes regiones del Norte de África, la cuenca del Mediterráneo y Oriente Medio, Latinoamérica y el sur de Estados Unidos… El término procedería del signo jeroglífico egipcio ‘tob’, que significa ladrillo, y que se incorporó posteriormente a otras lenguas, entre ellas al árabe como ‘at-tub’ o ‘atobe’, del que deriva el castellano ‘adobe’. La mezcla de adobe puede servir para fabricar en moldes ladrillos que se secan al sol; pero también puede ser usada aún fresca para construir la estructura deseada, que puede solidificarse con resistencia comparable a la de la piedra.
Definido como un material humilde, propio de arquitecturas vernáculas, el actual interés que suscita el adobe en ámbitos académicos y la práctica profesional actual, particularmente en EE.UU y diferentes regiones de Latinoamérica, evidencian la energía con la que éste sigue vigente. Se trata de un material que proporciona unos niveles de climatización óptimos en zonas muy áridas, manteniendo una temperatura estable en el interior del edificio, evitando recurrir a métodos artificiales y contaminantes; requiere métodos de construcción muy sencillos y es capaz de adaptarse a diferentes tipologías arquitectónicas. Soberbias construcciones suntuarias y domésticas de la región africana de Sahal, funcionales viviendas modernas en Nuevo Mexico, estructuras de tipología ancestral perviviendo en Siria, Irán o Turquía... La intensidad de esta actual mirada hacia el adobe responde no sólo a la preocupación por el medio ambiente sino hacia una búsqueda de nuevas posiciones físicas y psicológicas del hombre en el entorno. El arquitecto Nader Khalili (2) observa estas estructuras casi como síntesis alquímicas, producto de la unión de los elementos primordiales: tierra, agua, aire y fuego.
Enfatizando en el potencial que el adobe posee para recuperar una dimensión espiritual en la arquitectura trabaja Simone Swan, haciendo asimismo una reivindicación social sobre el significado de ésta a través de la interpretación poética de construir artesanalmente con tierra y elementos orgánicos. Su actividad prolonga las ideas del arquitecto egipcio Hassan Fathy, transplantando a Nuevo Mexico las arcaicas técnicas constructivas y elementos vernaculares de las arquitecturas mediterráneas y norte-africanas revividas por Fathy: “Cúpulas, arcos nubios, patios interiores…elementos que brindan solidez, belleza, armonía cultural y espiritual a un coste muy inferior al de las estructuras industriales convencionales, que requieren de controles mecánicos de temperatura.- explica Swan, quien desarrolla su trabajo al frente de Adobe Alliance (3) en una cruda zona desértica entre la frontera de Texas y México.“Seguimos fórmulas matemáticas tan arcaicas que son universales y, por ello, contemporáneas”, dice Swan, siendo su propia casa un manifiesto del ideal de una arquitectura capaz de brindar alternativas tecnológicas “para un mundo abocado al desperdicio de energía altamente tóxica”. La altura de los arcos, la disposición de patios, el tamaño de las ventanas…generan una estructura sólida y espacialmente amplia, aclimatada gracias a las propiedades del material y a la adecuada penetración de la luz solar.
El psiquiatra James Hillman llama la atención sobre la carencia de un vínculo profundo con la naturaleza y como esto ha devenido en patología de nuestra psique. Hillman recalca la necesidad de que la ciudad y sus elementos sean asumidos como entidades vivas como premisa esencial para rehacer ese vínculo. En las actuales experimentaciones avanzadas y argumentaciones de reconversión ecológica de los modos de habitar y construir, los edificios son concebidos como sistemas vivos: positivamente reactivos a las condiciones medioambientales y capaces de brindar un alto nivel de confort. Sin embargo, en subyace intacta en ellas la concepción tecnológica y artificializadora que define las aspiraciones arquitectónicas de nuestro tiempo y que evita el restablecimiento de ese vínculo más profundo con lo natural. El arquitecto Juhani Pallasmaa ha reivindicado la necesidad de aprender de la de insectos y pájaros, que construyen con materiales puestos a su disposición por la naturaleza, sofisticadas tipologías perfectamente adecuadas a sus necesidades vitales. En este sentido, la construcción en adobe constituye propiamente una expresión del hombre como animal constructor que asume una significación relevante como referente para esta evolución necesaria en la comprensión de la arquitectura.
La construcción en adobe permite retornar a una arquitectura esencial. Una idea que no debe leerse textualmente, para evitar incurrir en el error de pensar que es la solución para nuestras urgencias climáticas y de preservación del equilibrio ecológico. Modelos como el propuesto por Swan funcionan en ciertas condiciones y a escalas limitadas, pero lo que es fundamental rescatar de ellas es la idea conceptual de una construcción que recupera el sentido de la materialidad, del espacio y su magia contenedora; e inspiran para indagar, desde perspectivas más armonizadoras entre hombre y naturaleza, cuáles son los materiales que pueden brindarnos estos mismos beneficios a gran escala para el futuro.
notas
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Articulo publicado originalmente en el suplemento cultural de La Vanguardia.2
Ver www.calearth.org3
Ver www.adobealliance.org