Leandro Medrano/Manoel Doval: La superconcentración de población y factores de producción en la metrópoli madrileña, se hace con menoscabo de las ciudades de regiones más despobladas y descapitalizadas, en un proceso de permanente pérdida de recursos humanos y materiales de estas áreas. La descentralización de competencias en materia de vivienda y urbanismo a favor de las comunidades autónomas hace difícil o inviable políticas de reversión de esta desigualdad, lo que perjudica, en última instancia, a ambos espacios regionales. Contando con esas limitaciones constitucionales ¿Qué mecanismos de política territorial cabría poner en marcha para frenar estos procesos duales de crecimiento y despoblación?
Jose María Ezquiaga: En el caso de Madrid, no hay duda de que habría que poner en práctica el Plan Metropolitano. Falta un plan regional, un plan metropolitano. Ahora, es cierto que después de la crisis, la ley obliga a justificar los crecimientos sobre la base de la necesidad. Sin necesidad de nueva vivienda, no hay legitimidad para plantear los crecimientos. Lo que contrasta con la ley del suelo que se elaboró al poco de hacerse los PAUS, y que planteaba que todo el suelo era potencialmente objeto de desarrollo urbanístico, salvo aquellos suelos que, por una cualidad especial, natural o rural debieran excluirse. Justamente lo contrario del urbanismo que me enseñaron en la Escuela, según el cual, el crecimiento es siempre la respuesta a una necesidad y debe dimensionarse evaluando dicha necesidad. Y la necesidad, normalmente, suele ser la formación de hogares de una ciudad, etc. Yo diría que el principal problema metropolitano de Madrid, más que los PAUS, que pueden ser simplemente un caso fallido de espacio público de mala calidad, y que a lo largo del tiempo mejorarán, es la distorsión territorial. Los PAUS tienen baja densidad, pero mucha menos densidad tienen los municipios metropolitanos del oeste: Majadahonda, Pozuelo, Aravaca, Las Rozas. Ahí viven cientos de miles de personas, que se encuadran en una tipología dominante de ciudad-jardín, de vivienda unifamiliar, ocupando una gran cantidad de suelo, con una demanda de infraestructuras diarias enorme. No son, pues, los PAUS el principal problema de Madrid, territorialmente hablando, sino el disperso territorial. El municipio de Madrid cometió un error muy grave, apartándose de una tradición cultural, que viene de la época del Plan de Londres, y que consiste en que las ciudades estén separadas, que no se conurben unas con otras y, en la medida de lo posible, que estén separadas por un anillo verde. Esa idea tan importante se ha desfigurado en los últimos años, y el planteamiento ha tendido a la llamada saturación, a la ocupación indiscriminada, que obedece a la idea de que, en el fondo, no se puede evitar la urbanización en el último rincón; luego mejor planificarla. Eso muestra, en primer lugar, la pérdida de confianza de la Administración en su capacidad para dirigir los procesos sociales. Y si la Administración no dirige los procesos sociales, ¿quién lo hace? Al menos debería dejarnos la Administración a la sociedad civil la libertad para hacer las cosas por nosotros mismos, si ellos se declaran incompetentes. En cualquier caso, el tema pone de manifiesto la necesidad de un proyecto territorial.
LM/MD: Según planteabas en el artículo “reflexiones ante la Revisión del Plan” de la revista Urbanismo COAM Mayo 1991, el plan de 1997 trataba de resolver problemas de congestión de tráfico, carestía y especulación de suelo y vivienda y situación de Madrid en el sistema competitivo de ciudades europeo, apostando por un modelo concentrado, creación de nuevos ensanches periféricos, predominio de la vivienda como materia prima de la extensión de la ciudad y omisión del tratamiento positivo de la ciudad consolidada. Y hay que admitir que al menos los problemas de movilidad, especulación inmobiliaria y dispersión y fragmentación de la ciudad se han mantenido o aumentado. En este contexto, y considerando la futura revisión del Plan General de Ordenación Urbana de Madrid, la crisis inmobiliario-financiera y el endeudamiento de las finanzas públicas, junto con el previsible cambio de modelo productivo, no basado tanto en la construcción, sino en la innovación y en las nuevas tecnologías: ¿Cuáles deberían ser, a tu juicio, las futuras líneas fundamentales de la actuación política territorial en Madrid?
JME: Obviamente, se trataría de hacer más con menos. Eso, en el ámbito del urbanismo significa sacar partido de lo ya existente. Por tanto, la operación más común tendrá que ser el reciclaje, la reutilización, la mejora. Y sólo complementariamente, y con carácter minoritario, la sustitución y el crecimiento.