El solar de 400x400 m es de topografia complicada. Partiendo de un vértice, una franja casi plana de 100 m de largo se pega a la única calle limítrofe al sur. De los extremos de esa franja el terreno sube encerrando una depresión oval. El extremo interno de la franja es también el extremo de la calle limítrofe y punto de encuentro de la misma con una calle perpendicular muy corta que arranca de la via principal del barrio. En ese punto se localiza el portón de aceso, construido en principios de siglo junto con la mansión elevada a la izquierda.
El encargo surge de la venta al Gubierno de la mansión y fracción adyacente de terreno. En el área considerable remanente, la familia Guinle plantea una urbanización residencial de lujo, combinación de edificios de apartamentos y lotes para vivienda unifamilial. Costa hace el plan general y proyecta seis edificios. Mantiene la depresión como parque colectivo, dispone un edificio frente a la calle, al lado del portón y los otros en una linea quebrada, que parte perpendicularmente y se desarrolla aproximandose a un arco apaisado entre dos de los límites del terreno y una calle serpenteante, que queda arbolada junto al parque y se prolonga y bifurca para dar aceso a los lotes unifamiliales detrás de la mansión.
Los edificios son barras de 65 m de largo y 15 m de ancho que siguen los principios de Le Corbusier: esqueleto de hormigón independiente con losas planas de entresuelo voladas, garaje en el subsuelo, pilotis de doble altura en planta baja, dos nucleos de ascensores y dos cajas de escaleras externas, dos apartamentos duplex y dos apartamentos normales en la planta tipo, apartamentos especiales circundados por terraza en la ultima planta. Los cinco tipos de apartamentos varian de 225 a 515 m2, organizados en fajas paralelas a lo largo de generosa circulación intermediaria.
El plan es directo, pero no desprovisto de sutilezas. La continuidad y el alineamiento de construcción a lo largo de la calle limítrofe se respectan y refuerzan. La rampa del garaje separa el edificio del vecino. Una plataforma de piedra negocia la pendiente relativamente débil, constituyendo una vereda elevada junto a los negocios que comparten el pilotis con la entrada de uno de los nucleos de ascensores. Una marquesina sobre delgadas columnas metálicas .protege los escalones de aceso a la plataforma y a la entrada de los apartamentos distribuidos en ocho plantas. La pared vidriada del negocio de esquina se torce indicando el camino hacia el interior del terreno.
La descubierta del parque es también la descubierta de la calle interior y de una sorprendente relectura del creciente georgiano, Edinburgo y Bath reelaborados para atender a las condiciones del siglo. Los bloques interiores – una planta más bajos – se disponen enfocando la vieja mansión, el parque y las vistas a poniente, en la dirección del mar. Continuidad y curvatura son virtuales, producto de la corta distancia entre los bloques en comparación con el largo de sus fachadas. La separación permite acomodar mejor los bloques a la pendiente,.abre espacio para el aceso al garaje y valoriza la otra entrada a los apartamentos del primer edificio, que se comprende entonces como bisagra en la articulación del tejido existente con la nueva intervención. Las ventajas pragmáticas del esquema son evidentes en comparación sea con el precedente antiguo, sea con los rédents curvilineos propuestos por Corbusier para Rio y Argel.
El pilotis de los bloques es canonicamente abierto, excepción hecha de los dos núcleos de ascensores y respectivos vestíbulos. Sin embargo, aunque el piso de mosaico portugués de la acera se extienda pilotis adentro, el desnivel en relación a la calle y la vegetación se utilizan para restablecer la gradación tradicional entre el dominio publico de la calle y el dominio semiprivado de la edificación. Tampoco el espacio del pilotis es indefinido funcionalmente. El segmento central entre los dos vestibulos sirve de "porte-cochère", los dos extremos parecen alpendres amueblados con sillas de jardin, locales de estar u espera semicerrados por el verde, que pueden usarse todo el año y proporcionan vistas espléndidas tanto del parque más abajo cuanto de los peñascos de granito que limitan el solar a norte. Si este es un trozo de Ciudad Radiante, hay que convenir que es una Ciudad Radiante de adulto, limpia de cualquier esquematismo y todo prejuicio en relación a la herencia figurativa del urbanismo occidental.
El tratamiento de las fachadas también sorprende. En el primer bloque, los salones y habitaciones frente a la calle exterior al sur se cierran con pared cortina cuyos paneles inferiores son de vidrio pintado de azul, las laterales se revisten en piedra, perforadas por una hilera vertical de ventanas cuadradas.correspondientes a los baños donde termina la faja intermediaria de la planta. En ambos los casos, la neutralidad horizontal domina. Pero frente al parque, para que se abren logicamente los salones y habitaciones de los bloques interiores, el vidrio se disimula detrás de elegantísimos recuadros de distinta textura, enrejados de piezas de cerámica rojiza o listones verticales de madera pintados de blanco, aquellos perforados por un marco céntrico cuadrado, estos interrumpidos en una de las mitades superiores. La disposición de los recuadros refleja los arreglos interiores ligeramente distintos de cada bloque, los enrejados protegen y animan las verandas que el clima propicia y la orientación reclama, los marcos son vestigios de ventanas y antepecho para apoyarse y disfrutar del paisaje. Las referencias al muxarabi luso-brasileño son obvias, pero debría registrarse la empatía con el Terragni de la Casa del Fascio.
La generosidad dimensional de los apartamentos y la simplicidad de sus plantas desarrolladas longitudinalmente contribuye a darles una calidad de casa desparramada muy acorde a la tradición brasileña de vivienda rural. Hasta en los duplex, sugerentemente dispuestos en la sección intermediaria del bloque, Costa prefiere conectarse con los "sobrados" coloniales – casas en hilera de dos plantas – y abstenerse de cualquier efecto seccional dramático comparable a los de Corbusier en sus "Immeubles-villa". La posibilidad económica de multiplicar las circulaciones verticales y reducir al mínimo las circulaciones horizontales comunes no es desechada y seguramente contribuye para aumentar la sensación de privacidad en los apartamentos. Ni la métafora del hotel ni la del buque o monasterio se aplican a una empresa deliberadamente anti-heroica, que rechaza la monumentalización de la vivienda y insiste en mantener un cierto decoro doméstico, una sobriedad delicada que no hace alarde del presupuesto privilegiado. Una colección de casas apiladas no es la unica opción para la vivienda colectiva, pero está lejos de ser la menos grata.
sobre el autor
Carlos Eduardo Dias Comas es arquitecto, miembro de la comisión que coordina el PROPAR de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Federal del Rio Grande del Sur y es responsable por la investigación "Arquitetura Brasileira Contemporânea: Cidade Figurativa, Teoria Acadêmica, Arquitetura Contemporânea".
