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drops ISSN 2175-6716

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Lohania Aruca, La Habana Cuba, numa vista panorâmica da terceira cidade do mundo: São Paulo

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ARUCA ALONSO, Lohania. Mirada extranjera. Una vista panorámica de la tercera ciudad del mundo: São Paulo. Drops, São Paulo, año 01, n. 002.02, Vitruvius, ene. 2001 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/drops/01.002/1567/es_ES>.


A través de las paredes de vidrios transparentes, que cierran la Terraza de Italia, se contempla la caída de la tarde de un modo muy original. Este restaurante-mirador se localiza en el piso 41, de uno de los rascacielos del centro antiguo de São Paulo. Moviéndonos alrededor del amplio salón, como dentro de una pecera circular, se puede apreciar el entorno poblado por formas urbanas. La superficie que abarca nuestra visión llega hasta la abstracta línea del horizonte. Calles avenidas con centros arbolados, viaductos elevados (atestados de autos que comienzan a encender sus faros), edificios-torres, de las más variadas formas, funciones y alturas, hechos de hormigón y vidrios de distintos colores, apagados o brillantes; campanarios de iglesias, remates de cúpulas, integran el catálogo majestuoso de la urbe. Hileras de luces van iluminando, poco a poco, los contornos de los distintos barrios y municipios que conforman la Gran ciudad industrial de Brasil.

Sobre los cientos y miles de edificios, que nos rodean por todos lados; que siempre tratan de empinarse por encima del plano pedestre, se ejecutan ceremoniosos ballets aéreos. Decenas de helicópteros ejecutivos atraviesan de un lado a otro la urbe, y realizan sus vuelos - por ahora crepusculares - evadiendo de este modo las congestionadas vías del tráfico terrestre y los peligros de posibles asaltos. Aviones supersónicos, a mayor altura, marcan, con los guiños rojos de sus focos de posición, la llegada (¿o la salida?), por rutas internacionales hasta-desde el aeropuerto estadual de Guarulhos, en dirección al noreste de Sao Paulo. En sentido contrario, se desplazan otras naves aéreas, haciendo distintas maniobras, todas extraordinariamente perfectas, hacia el aeropuerto local de Congonhas. Van o vienen -desde-hasta- uniéndo a las más distantes ciudades brasileñas con las pistas, de aterrizaje o despegue, paulistanas.

Mientras tanto, al fondo del abismo, que precipitadamente se hunde con la mirada hacia el más allá de nuestros pies, circulan figuras humanas tan pequeñitas que son imposibles de identificar. Los ojos de los espectadores las contemplan absortos, desde sus asientos frente a alguna de las grandes vidrieras panorámicas de la terraza-restaurante-bar. Un público de turistas -japoneses, alemanes, estadounidenses, chinos y una pareja de canadienses-, presencia el impresionante espectáculo de la Gran ciudad, dilatada en todas las direcciones posibles, inacabable.

Es la imagen gigantesca, caótica y sintética de la cultura urbana capitalista del siglo XX. Detrás de esa imagen -ahora sí, definitivamente nocturna- hay otras realidades: las complejas relaciones entre ciudad y sociedad , la que la habita y utiliza. Estas también se expresan mediante formas, luces y sombras; son múltiples y contradictorias. El eje financiero de Brasil: La Avenida Paulista No más de quince o dieciséis largas cuadras (alrededor de 200 metros cada una) tiene la avenida más populosa e importante de São Paulo, desde el punto de vista financiero. Extraordinariamente activa por el día, al caer la tarde se vacían de empleados y público sus principales edificios: los bancos nacionales y transnacionales.

Las pocas viviendas "antiguas", que sobreviven a los lados de la avenida Paulista, algunos restaurantes, cines, garajes y cafeterías, permanecen alertas. Bajo tierra el metro paulista corre frenéticamente. De principio a fin, y en sentido opuesto, distribuye cientos de personas entre las estaciones de nombres sugerentes, tales como, Consolación, Trianon - MASP, Brigadeiro o Paraiso. El túnel aéreo de la calle se anima con anuncios lumínicos y las pantallas de enormes videos, que sustituyen a las vallas comerciales, crean un sin número de imágenes dinámicas, colgantes, que solicitan constantemente la atención de los peatones. Estos son más escasos a cada hora que pasa. El edificio del Museo de Arte de Sao Paulo (M.A.S.P.), también da la impresión de colgar sobre el valle que se abre a sus espaldas, sostenido únicamente por las poderosas vigas que lo penetran por sus extremos laterales.

La exposición permanente que se ofrece al público en el piso Introductorio, nos sorprende con expresivas temperas sobre tela -en formatos grandes- del pintor paulistano Cándido Portinari: "O pranto de Jeremías"(1944), "O ultimo Baluarte - A ira das maes"(1942), "Eremita penitente, ou, o Profeta"(1943). En la acera de enfrente el parque Teniente Siqueira Campos (Trianon), cerrado y discretamente iluminado, duerme acompañado por la mole estatuaria, ejecutada en bronce, del pionero Anhanguera. Los ciudadanos de los estratos sociales medio y superior se mueven silenciosamente por la avenida, en sus automóviles cerrados. Recorren el tramo indispensable, entre sus oficinas, fortificadas y vigiladas electrónicamente, y los repartos residenciales, donde sus condominios o viviendas individuales están igualmente dominados por altos y fuertes policías de la seguridad (seguranca) privada. A su vez, los vigilantes están protegidos por casetas de observación, desde las cuales controlan las entradas a vestíbulos, ascensores, azoteas y garajes. Las avenidas, las calles, los cruces de los semáforos, las entradas y salidas del metro, las paradas de los autobuses, son parapetos peligrosos del gran campo de batalla, que es toda la ciudad, entre la riqueza y la pobreza.

Un niño o un anciano pobres que se acercan al auto causan escalofríos a los choferes. Se viaja a la mayor velocidad posible, y los vehículos son detenidos solamente por los congestionamientos. Así sobreviven "los que tienen", o los que poseen al menos "algo", sumergidos en la cultura globalizada de la enajenación y la violencia.

Ahora, por favor, respire profundo y sonría optimistamente, en Brasil tan sólo acaba de empezar el siglo XXI.

notas

[publicación: novembro 2000]

Lohania Aruca, La Habana Cuba


Foto Nelson Kon


Foto Nelson Kon

 

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