ARS y RB: ¿Qué es lo que la arquitectura está haciendo para afrontar esa crisis?
FM: Mi sensación es ambivalente. Por un lado, existe una necesidad clara por parte de muchos arquitectos ( a escala intergeneracional) de intentar adaptarse a este nuevo contexto, evolucionando, integrando con coherencia realidad económica, necesidades, con las posibilidades de optimización que brindan las nuevas tecnologías, optando por desarrollar sus propios intereses e inquietudes desde la investigación para abrir no sólo nuevas vías técnicas y constructivas sino también para generar simultáneamente una distinta toma de conciencia de la posición y capacidad de intervención en la sociedad del siglo XXI. Creo que es una búsqueda que es también consecuencia de una toma de conciencia de la importancia de afirmar y transformar el sentido de democracia y sociedad.
Por otro lado, y como decía anteriormente, en otros arquitectos creo que ha intensificado el ensimismamiento en una pose obsoleta y un pavor casi paranoico de pérdida de los viejos cánones de la arquitectura. En Cataluña acaba de surgir “AxA, Arquitectes per l’Arquitectura”, una asociación que aglutina a la vieja guardia de la arquitectura, parapetándose en un proteccionismo y una obstinación en seguir manteniendo el autoritarismo y aura poderosa del arquitecto. Subliminalmente en su posicionamiento, se victimizan por cómo su posición se ve amenazada por la circunstancia de la crisis, tomando una actitud de incomprendidos e incluso estimagtizados por una sociedad, incapaces de entender que es el arquitecto quiendebe estar al servicio de la sociedad.
ARS y RB: ¿Qué nuevos caminos pueden ser recorridos en este contexto?
FM: Yo vislumbro dos ejes fundamentales: por un lado la tecnificación. Que el arquitecto investigue en lo que se podría llamar una nueva industrialización. Superado el fordismo de la Revolución Industrial, hoy debemos plantear una industrialización en coherencia con el potencial que ofrece el mundo digital. Una industria inteligente y flexible al servicio de la arquitectura.
Si en los años 90, la revolución de la tecnología digital abocó a la búsqueda de complejas formalizaciones que fracasaron al materializarse (el último ejemplo es el Metropol Parasol de Jurgen Mayer H. en Sevilla, una forzada traslación literal del render digital a la realidad construida que evidencia el desencuentro total entre ambas). Apartarnos de este camino para buscar soluciones realmente basadas en la eficiencia y sostenibilidad que permite la sólida investigación en tecnología digital y en la producción de materiales es uno de los caminos principales.
Otro es reencauzar el poder intelectual y creativo del arquitecto en la construcción social y cultural, más allá de la construcción de edificios. Plantear cómo el conocimiento arquitectónico puede ser una sólida base para colaborar en la articulación de unas estructuras sociales en las transformaciones que demanda el siglo XXI.
ARS y RB: ¿Qué valores añadidos puede este contexto de crisis aportar como legado para la arquitectura?
FM: Fundamentalmente corroborar que la estructura social y económica (a niveles locales y globales) son totalmente insostenibles y así romper con la inercia pasiva en la que estábamos sumidos.
Como decía antes, la crisis de ideas precede a la crisis económica, pero la primera no quedo expuesta hasta la llegada de ésta. La crisis económica puso al descubierto lo que muy pocos se habían atrevido a ver tras el trasfondo de espectáculo y sobredosis arquitectónica.
Seguramente la crisis hará que se planteen si son necesarias muchas de las estructuras que se construyeron y, más importante aún, reconfigurar la idea de la importancia del edificio, entender y acatar si es o no necesario un nuevo edificio. Olvidar la idea del edificio como pieza decorativa, alienada del contexto urbano; introducir la paulatina transformación de convenciones acerca del significado del bienestar y la funcionalidad del espacio y el edificio para centrarlos en otros parámetros, más esenciales, más capaces de reconocer lo superfluo e incoherente con las necesidades y dinámicas reales del presente.