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interview ISSN 2175-6708

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português
Há quem defenda que com a chegada da crise chegou também ao fim o reinado dos “Arquitectos-Marca”, há quem diga que os arquitectos estão em crise há muito tempo e até quem defenda que a recessão veio salvar a arquitectura

español
Algunos argumentan que con la llegada de la crisis también llegó a su fin el reinado de los "arquitectos-estrella", o que los arquitectos están en crisis desde hace mucho tiempo o sostienen que la recesión ha venido a salvar a la arquitectura

how to quote

BATISTA, Ricardo; SEVILHA, Ana Rita. Fredy Massad. Entrevista, São Paulo, año 13, n. 049.01, Vitruvius, ene. 2012 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/entrevista/13.049/4177/es_ES>.


Cortesia de Klaus Toons www.klaustoon.wordpress.com

ARS y RB: ¿Cree que nos encontramos ante el fin o la devaluación de la llamada "arquitectura de autor" o de la “marca-arquitecto"?

FM: No. Pese a todo seguimos viviendo en la sociedad del espectáculo y el consumo. Es evidente que no ha habido ningún tipo de autocrítica creíble por parte de los protagonistas. Como he dicho esta arquitectura sigue siendo un buen negocio en otros enclaves y la crisis mundial debería agravarse muchísimo para que esta arquitectura colapsase verdaderamente.

Yo constato que este momento es percibido aún como un impasse, subyace la convicción de que la arquitectura-estrella volverá una vez pase la crisis, y no se comprende que ésta es una arquitectura para un mundo ya totalmente obsoleto, insostenible y dañino. En mi opinión, sería deseable que este concepto desapareciera o se transformara, aunque soy pesimista al respecto. De cualquier manera, creo que es difícil prever qué sucederá.

ARS y RB: ¿Puede el aspecto social de la obra del arquitecto resultar beneficiado por este contexto?

FM: La arquitectura social pasó a un segundo plano en las últimas décadas, tras la resplandeciente arquitectura de marca. Hasta se dio el caso curioso de que, en un momento, se intentó mediatizar una supuesta arquitectura social convocando a arquitectos que nunca habían demostrado interés por la arquitectura de bajo coste para que ésta tuviera un cierto prestigio digno de interesar a publicaciones. Este caso se dio en la periferia de Madrid, donde se consumaron despropósitos como las viviendas en Carabanchel de FOA o las firmadas por Morphosis, que intentaron recurrir a la fórmula que funcionaba para la otra arquitectura, preocupándose más por la imagen exterior y el objeto que por proponer formas de habitar y proveer de buenos niveles de bienestar a sus ocupantes.

Éste es un problema endémico de esta sociedad de consumo, que todo lo que toca lo ha transformado en producto, pero en el caso de la arquitectura social es imposible que esto funcione.

Representativo también de la dudosa interpretación sobre lo social que se ha hecho en este contexto, ha sido el hecho de confundir la arquitectura social con arquitectura limosna. Ejemplo de esta trampa me parece la fascinación que genera en Europa el trabajo de Elemental Chile, con las multipublicadas viviendas en la Quinta Monroy, donde Alejandro Aravena –su responsable- recurriendo a fórmulas que vienen aplicándose en Latinoamérica desde los años 50, ha usado la construcción de unas viviendas miserables como un elemento de proyección para el ascenso de su perfil mediático y situarse en la elite de la arquitectura, vendiendo un concepto de lo social, la arquitectura de la austeridad…que es totalmente farisea: falsa, impostada.

Creo que la post-crisis debe potenciar una reconciliación de los arquitectos con la sociedad a través de una arquitectura inteligente, democrática, basada en nuevos conceptos de industrialización y un planteamiento complejo de la idea de sostenibilidad, que permita una arquitectura no entendida como objeto de lujo sino que comprenda sus fundamentos de calidad en base a la asequibilidad, la accesibilidad, el bienestar…

ARS y RB: ¿Está de acuerdo con la idea de que durante años el "arquitecto como Arquitecto" se ha convertido en irrelevante frente al "arquitecto artista", el "arquitecto diseñador" o "El arquitecto como entertainer”?

FM: Estoy totalmente de acuerdo, pero esto no es un síntoma que atañe solamente a la arquitectura sino que es un tema que afecta a toda la cultura actual. Los chefs de cocina han adoptado un perfil parecido.

Ser hoy solamente ‘arquitecto’ que piensa, que trabaja para que su arquitectura sea más eficiente, para mejorar y construir la ciudad, parece ser considerado algo demasiado aburrido o anticuado. Hoy todo tiene que convertirse en una especie de performance del ego, del talento y de la individualidad creativa y es evidente que la dedicación prioritaria de muchos personajes que hoy se presentan como ‘arquitectos’ es la creación de su aura y mito y la arquitectura no es más que un pretexto para esta finalidad.  Obviamente, con ello la arquitectura ha perdido su fundamento de servicio al individuo y a la sociedad.

Puede sonar una exageración, pero a veces se tiene la impresión de que demasiados estudios de arquitectos (y no sólo los de las ‘super-estrellas’) cuidan más la eficiencia del funcionamiento de sus divisiones de marketing que la dedicación a la reflexión y el desarrollo de su arquitectura. Y crítica, medios, instituciones… se han acabado sometiendo a estas dinámicas, convirtiendo sus acciones en formas de marketing.

En este contexto, me interesa el surgimiento y ascenso meteórico del personaje Bjarke Ingels: un personaje que, con una escasa obra construida pero con un repertorio de ideas supuestamente audaces y visionarias plasmadas en llamativos gráficos digitales, se puso en boca de todo el mundo, despertando una especie de irresistible efecto de fascinación a la que sucumbió todo el sistema arquitectónico, y que muchos críticos no se han atrevido a poner en cuestión por temor a ser acusados de estar fuera de su tiempo. Cualquiera suscrito al newsletter de BIG recibe regularmente la noticia de que el estudio ha ganado un nuevo e importantísimo concurso, con edificios cada vez más imposibles, y estos newsletters están cuidadosamente elaborados con la neta intención de deslumbrar, de afirmar a Ingels como el arquitecto más importante y demandado del momento.

Ingels es el más popular de una nueva generación de arquitectos que, en el contexto del hipercapitalismo, han querido ser celebrities a través de la arquitectura, herederos de las ambiciones de los star-architects y, a la vez, directamente asociables a figuras coetáneas como Justin Bieber o Lady Gaga: productos prefabricados, de consumo rápido, que alcanzan su auge a través de la red, que hacen de cada una de sus apariciones un impacto radical y rápido para un mundo que tiene cada vez más a lo inmediato y a lo acrítico.

Pero, al margen de filias y fobias arquitectónicas, para mí la cuestión más peligrosa es que tras el optimismo complaciente que rezuman estos personajes, en su ir a favor de la corriente, en su arquitectura y pose de vanguardismo naif subyace esa peligrosa perversión ideológica que les permite tanto trabajar para dictadores o democracias corruptas como sostener si complejos el capitalismo más extremo sin la menor traba ética.

Adolf Hitler e Albert Speer

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