El solar en un suburbio de Ciudad de México de características pueblerinas; el muro alto que conforma la calle estableciendo neto divorcio entre pasaje público y ámbito domestico a la manera árabe; el amarillo-cromo chillón y vulgar, el repellado de textura áspera de la construcción vernácula, todo ha sido ampliamente registrado. Nunca se menciona que el portón del garaje es ancho y por el pasan dos coches, señal de prosperidad y aceptación de las realidades del tiempo.
El precioso Studebaker de don Luis reluce en el garaje, y el garaje tiene dos puertas. Una comunica con el zaguán al lado, la otra lleva a la cocina en acero y cerámica estupendamente equipada mediante un pasillo que flanquea una escalera de servicio en caracol. Esta da acceso independiente a las habitaciones de servicio en la azotea y al baño intermediario que comparten. Las dos habitaciones abajo incluyen baños privados y en algún momento el de la principal ganó una Jacuzzi. Frente a la cama del arquitecto están sus discos y un Bang-Olufsen notable por su calidad técnica y el exquisito minimalismo de su diseño. Hay un baño de invitados a la derecha del zaguán y otro junto al saloncito superior de la biblioteca. La casa Barragán ha sido alabada como una puesta en escena de la memoria y de los sueños, pero conviene añadir que la maquinaria de escena era de ultima generación.
La sofisticación del planeamiento revela considerable habilidad de oficio. Las plantas rectangulares son subdivisibles en tres franjas paralelas a la calle y al jardín o en tres perpendiculares, tenue reverberación del viejo problema de los nueve cuadrados. En la franja paralela intermedia se disponen la escalera de servicio y sus pasillos, las antesalas en cuyos costados ascienden los sucesivos tramos de la escalera principal, el corredor virtual que lleva al estudio vecino; frente al jardín los conjuntos de habitaciones y baños se superponen a la secuencia de cocina, dos comedores y salón incluyendo el paso al estudio; frente a la calle se encuentran garaje, zaguán, baño y biblioteca. Las franjas perpendiculares incluyen la secuencia de garaje, pasillo y cocina, la secuencia de zaguán, antesala, comedores servida por la ropería-lavabo, la secuencia de salón y biblioteca de doble altura y continuidad marcada por la ausencia de puerta en la pared que los separa. Salón y biblioteca configuran un arreglo en L, algunos escalones separan el zaguán de la antesala de la planta baja, interceptada en su sección mediana. Las habitaciones y baño constituyen un conjunto integrado para efectos de la comunicación con las antesalas. La centralidad y la continuidad vertical de las mismas se pueden entonces reforzar por la variación de altura sobre los tramos de escalera y por la luz cenital. La casa prácticamente prescinde de corredores y aparece compacta en torno a un atrio de ropaje nuevo, no sin punto de contacto con la casa pompeyana del Poeta Trágico tan cara a Corbusier.
La referencia a Corbusier procede, porque aquí se plantea la activación funcional de la cubierta-terraza y es licito comparar favorablemente la solución de ascenso en Tacubaya con la rampa funcionalmente especializada en Poissy, incluso cuanto a la privacidad de la comunicación entre habitaciones mientras se sube. El impulso espiral hacia el cielo se contrarresta con la jerarquía que la doble altura confiere al conjunto lateral de salón y biblioteca, para luego reintroducirse con el giro alrededor de la extremidad de la pared divisoria y la descubierta de la escalera volada llevando al saloncito superior, hábil reelaboración de la escalera en la terraza del apartamento Beistegui. Las invitaciones rotatorias se reiteran con la provisión de un mínimo de dos puertas en cada pieza de la planta baja. A ellas se suman las intimaciones diagonales, mediante la sabia disposición de puertas, ventanas, escaleras y vanos de pasaje. Como en el Ministerio, una disposición sencilla y totalmente ortogonal se vive entrecruzada de recorridos que la tensionan y distorsionan, dilatando mentalmente el tamaño del espacio. El drama aumenta con el hábil manipuleo de pies derechos y pochés, que conecta Barragán tanto con Kahn y la actualización de la tradición Beaux-Arts cuanto a la tradición de planeamiento del "hôtel particulier" francés. Los "closets" de la planta baja dan espesor y sensación de umbrales a las puertas entre comedores, salón y el atrio.
La arquitectura de la Casa Barragán es una arquitectura de planos, pero no la del neoplasticismo ni la de la "planta libre" y su espacio sandwich. El manipuleo de alturas para lograr volumen adecuado a la naturaleza funcional y al tamaño de piezas distintas se acerca al "raum-planung" de Loos. La eliminación de corredores y la multiplicación de puertas por pieza permite conciliar una experiencia de fluidez espacial con una experiencia de autonomía de recintos. Resulta en una forma alternativa de síntesis entre el pintoresco y la racionalidad constructiva, que se vale de la planaridad de los elementos arquitectónicos despojados para provocar la impresión de modernidad al mismo tiempo que la impresión de atemporalidade. No se trata de la integración del pintoresco con el clásico que pretendía Corbusier, ni el sistema es fácilmente trasladable a la edificación en altura. Esta típicamente requiere la columna, y la columna es ajena al sistema compositivo de don Luis. Sin embargo, en una casa, el sistema permite una unidad formal y espacial más contundente, sin prejuicio de la privacidad. Puede evitarse la coexistencia de dos sistemas en la misma obra, como la de "planta libre" y compartimentación convencional con corredores en la Tugendhat de Mies, o la dificultad- visible en Garches- de camuflar puertas corrientes en la mampostería.
La búsqueda de unidad arquitectónica en el ámbito doméstico, el pragmatismo material y constructivo demostrado en el proceso y las dificultades evidentes de generalizar las estrategias de proyecto empleadas mas allá de la edificación baja sugieren, en contrapartida, una aceptación realista del eclecticismo tecnológico tanto de la construcción cuanto de la ciudad moderna, una aceptación de la coexistencia yuxtapuesta de la ciudad de las torres y de la ciudad de las casas. A través del planteo de una casa y estudio modernos como unidades autónomas en hilera alineadas y desarrolladas entre medianeras- que asocian además la vivienda y el trabajo- don Luís demuestra que la manzana tradicional no es de manera alguna incompatible con esa ciudad de casas, ni con el confort y la mundanidad burguesas.
En efecto, la Casa Barragán no aparece ascética. Humilde y dorada, patinada y brillante, francamente escenográfica, recibe bien una mundanidad culta y elegante: el saludo en el atrio, el tapado que se guarda en el ropero, la copa en el salón, la conversación con vajilla naif y cubiertos de plata logicamente maciza, el puro en la biblioteca, la charla intima en el saloncito, el baile en la azotea abierta al firmamento, el adiós en el zaguán. Tampoco desecha la celebración pagana del cuerpo sudando al sol en total privacidad y luego bajando la escalera para cambiar de ropa en el baño de invitados. Pero es igualmente plausible pensarla llena de niños inocentes o palco de meditación austera, y tanta polivalencia no es la menor de sus virtudes.
sobre el autor
Carlos Eduardo Dias Comas es arquitecto, miembro de la comisión que coordina el PROPAR de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Federal del Rio Grande del Sur y es responsable por la investigación "Arquitetura Brasileira Contemporânea: Cidade Figurativa, Teoria Acadêmica, Arquitetura Contemporânea"