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IRAZÁBAL, Clara. 7ª Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, Italia:. Poca etica y menos estética. Arquitextos, São Paulo, año 01, n. 006.11, Vitruvius, nov. 2000 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/01.006/964/es>.

La recién finalizada 7ª Bienal Internacional de Arquitectura de Venecia, Italia (1), celebrada del 18 de Junio al 29 de Octubre de este año, escogió un tema extraordinariamente pertinente para el primer evento de su escala en el área de la arquitectura y el urbanismo en el nuevo siglo y milenio: "Ciudad: Menos Estética, Más Etica". El tema invitaba a dilucidar la relación, no siempre resuelta, entre la calidad del diseño espacial y la responsabilidad social en un mundo que se vuelve cada día más urbano, y donde los problemas relacionados con las ciudades cobran dimensiones inéditas a velocidades vertiginosas. Mientras muchas ciudades han aumentado sus dimensiones transformándose en megalópolis policéntricas o ciudades-región – Ciudad de México, Calcuta, Manila, y Los Angeles, por ejemplo – la disminución de la calidad ambiental y de vida, los conflictos sobre el acceso a bienes y servicios, y la polarización social también se han visto dramáticamente aumentados. La dimensión sin precedentes de estos fenómenos – y en algunos casos su novedad – plantea inmensos e impostergables desafíos para la arquitectura y el urbanismo contemporáneos.

Con 12.000 m2 de exhibición, la Bienal de Venecia presentó exhibiciones de 82 arquitectos en el pabellón central y de otros 241 arquitectos en representación de 36 participaciones nacionales (28 pabellones en el Giardini di Castello y 8 muestras en otros lugares de la ciudad de Venecia). Al cierre de sus cuatro meses y medio de exhibición, se habían contado 70.700 visitantes en el parque de exposiciones, mas otros 40.000 en las áreas de muestra en Venecia, y 2.151 periodistas provenientes de 46 países (2).

El jurado internacional de la Bienal, presidido por Charles Correa y compuesto por François Barré, Peter Noever, Deyan Sudjic y Lara Vinca Masini, asignó varios premios, entre los cuales se destacan el León de Oro por la mejor interpretación del tema de la Bienal para el arquitecto francés Jean Nouvel, por "la extraordinaria versatilidad y creatividad poética de sus proyectos arquitectónicos y urbanos", entre los que se cuentan el Instituto Arabe en París, y la Sala de Conciertos de Lausanne. El León de Oro al mejor pabellón nacional se le concedió a España porque, según el jurado, "expone con elegancia, claridad y refinamiento las raíces culturales que han generado su arquitectura". Difiero profundamente de este juicio, ya que aunque si bien el pabellón español tenía una muestra variada y abundante de arquitectura, ésta no era en términos generales de una calidad destacable. Como se repetiría en muchas de las exhibiciones de la Bienal, España mostraba un montaje que traducía poca ética y menos estética. El jurado otorgó también el León de Oro a las carreras de los reconocidos Renzo Piano, el arquitecto italiano que alcanzó renombre con el Centro Pompidou en París; Paolo Soleri, el arquitecto italiano que emigró en 1955 a EEUU para trabajar con Frank Lloyd Wright en Arizona, donde construyó una ciudad alternativa; y Jørn Utzon, el arquitecto danés que diseño la Opera de Sydney.

En la entrega de premios, Latinoamérica fue reconocida en el editor del campo de la arquitectura Eduardo Luis Rodríguez, quien recibió un Premio Especial por el esfuerzo realizado a través de su revista "Arquitectura Cuba" por "crear una arquitectura indígena, elocuente y auténtica para Cuba". Aún celebrando el premio de Rodríguez, sería interesante ahondar en los significados de los calificativos ‘indígena’ y ‘auténtica’ en relación a la arquitectura cubana, y determinar hasta qué punto no están plagados de cierto grado de "orientalismo", es decir, de una consideración de la producción espacial en la isla como "exótica".

Aunque me queden sin mencionar algunas exhibiciones valiosas y muchas insignificantes, el propósito de este artículo es hacer mención de un número limitado de muestras que me suscitaron ideas que estimo importantes para el abordaje crítico del tema que planteó la Bienal. En particular, este ensayo se centra en la revisión de las contribuciones del continente americano, y en especial de Latinoamérica. La discusión de algunas exhibiciones de otras geografías se aborda en la medida en que las considero un aporte constructivo, aunque no siempre original, que contribuye a problematizar o dilucidar la tensión aparentemente insondable e irresoluble entre ética y estética en el mundo contemporáneo.

El pabellón de Estados Unidos presentó el trabajo realizado por dos profesores universitarios con sus alumnos en sus respectivos laboratorios de computación: Greg Lynn en UCLA y Hani Rashid en Columbia. En mi opinión, la muestra consistía en mucho despliegue multimedia para la representación de estos modelos computarizados, y poca sustancia. Expresado en los términos de la Bienal: mucha estética y poca ética. Un aspecto destacable de este pabellón es que presentaba una exhibición de un proceso de producción, en vez de productos acabados, sugiriendo que la producción arquitectónica debe crecer en dinamismo y conservar siempre su capacidad de mutación para responder apropiadamente a los retos de la urbanización contemporánea, así como a las nuevas capacidades informáticas y tecnológicas.

De los países latinoamericanos (3), Venezuela tiene el pabellón mejor localizado: el segundo a la derecha a la entrada del Parque de exposición. Diseñado en 1954 por Carlo Scarpa, el célebre arquitecto veneciano, el pabellón venezolano muestra esta vez la obra de Carlos Raúl Villanueva "Ciudad Universitaria de Caracas, La Construcción de una Utopía Moderna". Por todo lo elogiable que es esta obra y lo representativa de la modernidad venezolana de los años 1950, no creo que haya sido la escogencia más feliz como muestra venezolana en la primera Bienal del siglo, donde la mayoría de los países optó por mostrar facetas de su desarrollo arquitectónico y urbano más reciente. Sin descuidar nunca la estética, Carlos Raúl Villanueva fue un profesional de profunda ética, y el compromiso social que inspiró su obra es indiscutible, aunque sus efectos no hayan sido siempre los deseados. No obstante, a 25 años de su muerte (1900-1975) resulta imperativo el reconocimiento (¡y la elaboración!) de otros modelos de ética y estética en el país que guíen la producción del ambiente construido, y considero que ello es lo que ha debido mostrarse en la 7º Bienal (4).

En este sentido, Brasil responde más a tono con el reto que planteaba la Bienal, haciendo una exposición extensiva y bien representada de la obra de dos de sus más consagrados arquitectos del último siglo aún vivos y con prolífera obra en muchas ciudades de Brasil: Paulo Mendes da Rocha y João Filgueiras Lima (Lelé). Sin caer en el lugar común de mostrar (otra vez) la obra de Oscar Niemeyer y Lucio Costa, por ejemplo, Brasil aprovecha la oportunidad de la Bienal para mostrar que han habido – y hay – otros arquitectos y urbanistas, y otras obras dignas de reconocimiento internacional en Brasil. Sin embargo, los dos arquitectos mencionados continúan marcadamente la línea estilística de Le Corbusier y Niemeyer. Entonces cabe preguntarse: ¿por qué no se le da a otros modelos, a otra generación (los jóvenes), y a otro género (las mujeres), la posibilidad de representar la producción espacial brasileña en un foro internacional como lo es la Bienal?

Uruguay presentó el video "Montevideo: una ciudad para un teatro y un teatro para una ciudad". El documental, aunque muy bien elaborado, se focaliza demasiado en la explicación del proyecto de restauración del teatro, fallando así en abordar la problemática de la construcción ética de la ciudad, que insisto, era el tema de la Bienal. Hubiera sido oportuno mostrar más explícitamente cómo un concienzudo esfuerzo de restauración como éste cualifica su entorno urbano y se vuelve una metodología para el abordaje de proyectos similares en el resto de la ciudad y el país.

Dentro del pabellón internacional, dedicado a la exposición de arquitectos y firmas invitadas por la dirección de la Bienal, un grupo de jóvenes profesionales mexicanos entre los que se destaca Fernando Romero (1971-), grafican convincentemente un conjunto de estadísticas e información diversa sobre Ciudad de México en un libro de recién edición (2000) que, sin dejar de ser interesante, repite peligrosamente el modelo y formato del conocido y polémico libro S,M,L,XL – O.M.A., de Rem Koolhass y Bruce Mau (1995) (5), de quienes Romero fue pupilo. El libro en cuestión, titulado ZMVM, expone una realidad dramática e injusta sobre la transformación de la calidad de vida en la Zona Metropolitana del Valle de México, constituyéndose así, si se quiere, en un banco de datos importante de considerar para que nuevos proyectos en la megalópolis intenten con fundamento mejorar su calidad de vida. En eso se le debe conceder mérito a este libro. Sin embargo, el otro libro presentado por Romero en la Bienal, LCM 016 (también de 2000), que presenta el trabajo realizado por su grupo LCM (Laboratorio de la Ciudad de México) en su práctica profesional de año y medio, resulta prematuro y efímero, por no decir vulgar en su plagio editorial. Considero que una desmedida ambición de auto-promoción lleva a Romero a abortar, con la publicación acelerada de este libro, el necesario proceso de maduración de su obra, y el refinamiento necesario para su presentación.

En la Bienal expusieron países que abordaron de una manera más diáfana el tema de la exposición, y mostraron de forma espacial como abordarán la (re)construcción de sus ciudades. Entre ellos, a mi juicio se destacan Corea y Alemania. Con un envolvente despliegue multimedia, la exposición de Corea "Seúl: Ciudad de Etica, Ciudad de Naturaleza," explicaba los proyectos urbanos que se están desarrollando en el área metropolitana de Seúl, y reconocía a la vez la historia y la vocación de la ciudad (6). Así mismo, el pabellón de Alemania expuso de manera clara y convincente en "Transformación de una Ciudad" con planos, fotografías y textos, el desarrollo y decadencia de Berlín a principios y mediados del siglo XX, y su sorprendente recuperación ejecutada después de la caída del muro de Berlín en 1989 y proyectada hasta el año 2010 (7). Esta exhibición se vuelve tanto más interesante porque Berlín después de 1989 se ha convertido en un importante laboratorio de experimentación nacional e internacional de arquitectura y diseño urbano. Resulta criticable, no obstante, que la exhibición no evidenciara las grandes destrucciones de áreas de la ciudad que han acontecido después de la II guerra mundial, y sus fuertes consecuencias socio-políticas. Similares exposiciones dignas de destaque presentaron los pabellones de Bélgica, con los proyectos de recualificación del centro de Bruselas, en su estrenado papel de capital de la Unión Europea; y Rumania, con proyectos del concurso internacional para el diseño del área central de Bucarest, y proyectos del concurso nacional para el diseño de su plaza principal.

Como controversiales exposiciones conceptuales a destacar están la de Canadá, Francia, y Japón. La de Canadá, dirigida por el artista y arquitecto de Montreal Melvin Charney y titulada "Un diccionario…", expone 232 páginas del periódico New York Times con artículos en los que noticias trascendentales de cualquier geografía se desarrollan en espacios públicos o privados. Se sugiere así el papel relevante y a veces hasta definitorio del espacio en la generación de estos eventos, en los que muchas veces estos espacios trascienden la condición de meros contenedores para volverse propiciatorios y a veces hasta protagonistas de los mismos (piénsese, por ejemplo, en la manifestación de la Plaza Tienanmen en China en 1989, o la caída del muro de Berlín del mismo año). Las noticias a su vez aparecen clasificadas no por regiones geográficas, sino por destacados temas de las dinámicas y políticas urbanas contemporáneas, tales como segregación espacial, y reafirmación comunitaria. De esta manera se prueba fehacientemente la globalización de estas problemáticas, y lo inextricablemente ligadas que ellas están a la construcción – no sólo física, sino también social, simbólica, y política – del espacio. Para Charney, "las calamidades, desastres, y celebraciones se funden en una sola realidad totalizante. Uno no está seguro si las edificaciones y las ciudades se están construyendo o destruyendo. Lo que es cierto es un sentido general de turbulencia, y que en medio de esa turbulencia, la gente trata de crear un orden significativo".

Con una postura poco comprendida, pero que yo estimo como muy corajuda, considero que Francia mostró la exposición más conceptual del conjunto. En efecto, en el pabellón francés no se mostró nada, sino paredes blancas con escritos a mano en tiza de colores, donde se leía, entre otros mensajes, el siguiente: "Debido a que el pabellón francés convencional es el símbolo de poder institucional, debe ser suplantado simbólicamente. Así, debates, diálogos e intervenciones de ‘el otro lado’ se llevarán a cabo en el vaporetto (embarcación veneciana usada para el transporte público) – siempre listo para partir o llegar – en suma, tan inmóvil como el ‘primer motor’ de Aristóteles" (mi traducción). Jacques Hondelatte, junto con otros filósofos y comisionados responsables de esta intervención francesa en la Bienal, alegan que el tema de la Bienal – el cual contrapone la ética a la estética – no sólo resulta fuera de contexto histórico, sino que además es reaccionario, al enmascarar y no asumir la dimensión política de las transformaciones urbanas contemporáneas. Así, en las paredes desnudas del pabellón francés se denuncia a manera de eslogan provocador que "la función contemporánea de la ética es enterrar la política." En la práctica, la intención francesa en la Bienal era tener un vaporetto navegando los canales de Venecia mientras en él se discutían aspectos de la arquitectura y el urbanismo contemporáneos, con invitados de otros países, particularmente del Tercer Mundo. Así, podría interpretarse que Francia reconocía su pasado imperialista (y su presente como país "del norte"), y en un gesto de restitución hacia los países "del sur," los invitaba a expresarse en un diálogo de iguales teniendo como telón de fondo a la ciudad real y cambiante, en vez del pedestal ventajoso de su pabellón. Pocos entendieron esta intención, y menos aún aceptaron la invitación a participar en las actividades del vaporetto, por lo que Francia terminó abandonando antes del final de la Bienal su programa de eventos (8).

La muestra más abstracta la presenta Japón con su "Ciudad de Niñas". Kasuyo Sejima y Ryue Nishizawa presentan el pabellón como un espacio blanco virginal, con margaritas artificiales sembradas en el piso de piedras, y fotos de niñas alrededor, algunas sugerentes de una sexualidad prematura u obligada. Alguno puede interpretar que se trató de una protesta contra el carácter patriarcal y explotador de la mujer que tiene la ciudad contemporánea, y específicamente las japonesas. Tal postura habría sido pertinente y valiente en el contexto del tema de la Bienal. Sin embargo, si la exposición en efecto tuvo éste u otro fundamento ético aparte del mero despliegue estético (por demás criticable), no proporcionó los necesarios decodificadores para entenderla.

UN studio, Ben van Berkel y Caroline Bos, profesionales de Holanda, en una muestra pequeña pero densa en el pabellón internacional, propusieron un cambio de paradigma espacial en la era de la globalización que me parece digno de mención. Su propuesta consiste en cambiar las estrategias de diseño, pasando del enfoque en la unidad, al enfoque en el tiempo y el movimiento; del enfoque en la trama, al enfoque en el nodo; del collage a la hibridización; de la fragmentación a la inclusión; del enfoque concentrado en la funcionalidad de 9 a.m. a 5 p.m., a la visión holística de "24/7" (24 horas, 7 días a la semana). Sus agudas propuestas no fueron meramente teóricas, ya que incorporaron imágenes de edificaciones y espacios urbanos que incluían sus visiones metodológicas.

Estas propuestas metodológicas, sin embargo, encuentran expresión arquitectónica más precisa en los proyectos de la arquitecta inglesa Zaha Hadid, quien expuso por partida triple en la Bienal: en los pabellones inglés y austríaco, y en el pabellón internacional de muestras individuales. Las volumetrías, tectónicas, y relaciones contextuales de sus proyectos se constituyen en expresiones poéticas del tiempo (o la compresión del mismo), y las dinámicas de flujos (de información, capital, y materia) que conforman las redes de la globalización.

La 7ª Bienal de Arquitectura Venecia también convocó un concurso internacional de ideas efectuado por medios electrónicos que se tituló "Ciudad: Tercer Milenio." Para otorgar los premios al concurso se asignó una Comisión de Selección compuesta por François Barré, Peter Cook, Massimiliano Fuksas, Frédéric Migayorou, Paul Virilio, James Wines, y Greg Lynn. Estos premiaron a estudiantes y profesionales del mundo que expresaron sus visiones de ciudad no necesariamente vinculadas a espacios físicos específicos, sino principalmente a sistemas de relaciones y estructuras que definen la especificidad de la vida contemporánea. El concurso registró más de un millón de propuestas. Los numerosos proyectos fueron presentados en la Bienal en un denso audiovisual a múltiples proyecciones. Una cantidad importante de proyectos utilizó el poder de las imágenes computarizadas para presentar apocalípticamente en visiones surrealistas alguna(s) condición(es) característica(s) de la metrópolis contemporánea: su compresión espacio-tiempo, su conversión en objeto de consumo, y su mutabilidad, entre otras. Al otro lado del espectro, entre las propuestas realistas, se encontró el proyecto de rehabilitación del barrio La Vega en Caracas, del grupo Vereda Tropical del Instituto de Urbanismo, FAU, UCV. Con el mérito de ser uno de los pocos proyectos latinoamericanos en el concurso, el diseño de las páginas de web no lo favoreció: los textos no son legibles, y las imágenes describen más la cotidianidad del barrio que la intervención física propuesta o realizada. No obstante, dentro del contexto del concurso Ciudad: Tercer Milenio, el mensaje subyacente de este proyecto es contundente: la consolidación y rehabilitación de barrios se plantea como futuro viable – y deseable – para las ciudades del Tercer Mundo. Como este proyecto fue en realidad una excepción, tanto en la conformación del jurado como en la participación de proyectos y en la premiación, "Ciudad: Tercer Milenio" falló en darle un reconocimiento proporcional a la ciudad y los hacedores de ciudad del Tercer Mundo. Así, lo que puede haber sido sólo un fallo organizativo en lo que resulta por lo demás un concurso de resultados sumamente ingeniosos e inspiradores, termina por convertirse peligrosamente en una omisión de profundas implicaciones éticas.

Finalmente, aunque sin duda se presentaron exposiciones interesantes, en términos generales la Bienal dejó mucho que desear. Como no hubo ningún arbitraje en relación a lo que cada país y expositor resolvió llevar a la muestra, fueron menos las presentaciones de calidad frente a las abundantes exposiciones mediocres y sin referencia al fundamental tema del evento. Así, en términos de contenido, la Bienal resulta una metáfora del mundo en que vivimos, una exhibición cacofónica de voces desiguales en un intento errático de construir la arquitectura y el urbanismo de nuestro tiempo: una torre de Babel en el siglo XXI. Adicionalmente, el parque de exposiciones como tal, los celebérrimos Jardines del Castillo de la Bienal de Venecia, lucían descuidados y deteriorados, como lo estaban también varios de los pabellones, incluyendo el de Venezuela (a pesar de habérsele hecho un trabajo de restauración recientemente). Muchos pabellones, además, carecían de personas que sirvieran de guías y celadores. Estas razones, entre otras, pudieron ser las causas de que Massimiliano Fuksas, director de la sección de arquitectura de la Bienal de Venecia, fuera despedido por el Consejo de Administración de la propia Bienal, aparentemente por sus críticas contra la conducción y la estructura organizativa de la misma. En fin, poca ética y menos estética. Menos mal que no había viajado a Venecia sólo por la Bienal. Afuera de los Giardini aguardaba por mí la magnífica ciudad: "Venecia, La Serenísima…"

notas

1
La Bienal de Venecia, fundada en 1895, debe su nombre a la Exposición Internacional de Arte que se celebraba cada dos años en los Jardines del Castillo. Eventualmente, la Bienal se estableció como una de las más importantes instituciones para la organización de eventos relacionados con las variadas áreas de las artes y la cultura. Desde 1975, la Bienal ha organizado también exhibiciones internacionales de arquitectura. En medio de los jardines del parque de exposición, los pabellones pueden ser apreciados como una pequeña pero significativa antología de la arquitectura del siglo XX, con obras de Aalto, Hoffmann, Rietveld, Scarpa y Stirling.

2
Otros 10 millones de personas visitaron la página web de la Bienal: www.labiennale.org.

3
Hay tres pabellones latinoamericanos en los Jardines de la Bienal. El de Venezuela fue construido en 1954, el de Uruguay en 1958, y el de Brazil en 1964.

4
La exposición venezolana en la Bienal de Venecia contrasta significativamente con la participación de este país en la XII Bienal de Arquitectura de Quito (celebrada en Quito, Ecuador, del 13 al 17 de Noviembre de 2000). En esta última, Venezuela es fue país con mayor participación en la confrontación de trabajos, con 69 trabajos: 62 proyectos, 5 publicaciones y 2conferencias.

5
El libro S,M,L,XL – O.M.A. de Rem Koolhass y Bruce Mau [Monacellie Press, 1995] constituye un experimento bien logrado de comunicación de ideas a través de una experiencia marcadamente visual. En él, Koolhass y Mau presentan el trabajo de su Office of Metropolitan Architecture, a través de teorías, proyectos, y edificaciones construidas. El título S,M,L,XL se refiere a Small, Medium, Large y Extra Large, escalas en las que se ordena el trabajo presentado, dejando de lado el orden cronológico de las obras. Tal vez lo más atractivo del libro es que revela sólo los elementos necesarios para provocar reflexión y elaboración de conclusiones propias en el lector.

6
Más información sobre esta meritoria exhibición se puede obtener en la página de web www.korean-pavilion.or.kr.

7
Para mayor información sobre esta muestra léase "The Texture of the City: A contribution of Germany to the Architectural Biennial in Venice." Foyer: Journal for Urban Development. Berlin, Runze & Casper, jun. 2000.

8
Hay muchos otros puntos que pueden discutirse en relación a la muestra francesa en la Bienal. Se pudiera alegar, por ejemplo, que la selección de los idiomas inglés, italiano, y francés para la inscripción de los textos en el pabellón, es ya en si misma una muestra de imperialismo cultural, con la que los creadores de la exhibición del pabellón de Francia caen en su propia trampa, negando con esta decisión la intención que supuestamente los anima de invitar la participación de países tradicionalmente relegados de la discusión internacional sobre desarrollo en las áreas de arquitectura y urbanismo. En segundo lugar, la determinación en llevar a cabo esta intención de inclusión resulta también discutible cuando frente a la manifiesta incomprensión o indiferencia inicial del público, Francia interrumpe y deja sin finalizar su programa de eventos. Por último, considero interesante señalar cómo la interpretación del pabellón francés de mi colega parisina Marie-Hélène Fabre difiere radicalmente de la mía. Para ella, la postura de Francia en la Bienal es una vez más la de un país que se considera "superior" culturalmente y por lo tanto en la condición – o el deber – de dar "lecciones" a los demás. Bajo esta interpretación, la supuesta intención incluyente de la muestra sería entonces la plataforma usada para mostrar al mundo las condiciones de corrección y ‘progresismo’ político de Francia.

9
Pabellones nacionales en el parque de exposiciones "Giardini di Castello," principal lugar donde se celebra la Bienal de Venecia. Otras muestras de la Bienal se exhibieron en distintas partes de la ciudad, y en "El Arsenal", lugar que comprende edificaciones del siglo XIV y XVI donde antiguamente se contruía la flota bélica de Venecia, y que en 1999 fueron recuperados para museos.

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Imágen 1 - Otras muestras de la Bienal se exhibieron en distintas partes de la ciudad, y en "El Arsenal", lugar que comprende edificaciones del siglo XIV y XVI donde antiguamente se contruía la flota bélica de Venecia, y que en 1999 fueron recuperados para museos.

sobre el autor

Clara Irazábal es arquitecta y urbanista venezolana, profesora, investigadora y candidata a Doctora en Arquitectura por la Universidad de California en Berkeley, EEUU.

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