A partir de diversos estudios se ha determinado que lo más complejo al hablar de zonas metropolitanas es determinar los límites territoriales que la conforman y delimitan.
El crecimiento de la Ciudad de México se ha visto influenciado por aspectos diversos. El crecimiento desmedido de la mancha urbana se dio a partir del desarrollo de la ciudad capitalista que ofrecía oportunidades de empleo y mejora en la calidad de vida, propiciando así la inmigración continua y masiva de las zonas rurales del país.
Factores demográficos
A partir de 1930, la ciudad inicia una serie de transformaciones. Los centros urbanos crecen y se desarrollan con la incorporación de migrantes y el aumento en la tasa de natalidad. En 1940 la Ciudad de México tenía 1,645 mil habitantes y en una década creció a 3’135 mil habitantes, es decir casi se duplicó en diez años manteniendo una tasa exponencial en los decenios subsecuentes.
Para el año 2000 ya éramos 17.6 millones Los resultados preliminares del Censo 2005 indican que México ocupa el onceavo lugar entre las naciones más pobladas del mundo con 103.1 millones de habitantes de los cuales el 8.4% habita en el Distrito Federal (8,670,000 habitantes) y el 13.7% en el Estado de México (14,161,000 habitantes) que juntos conforman la ZMVM (Zona metropolitana del Valle de México).
Este crecimiento se manifiesta espacialmente con los asentamientos irregulares que invadieron las periferias, los desarrollos habitacionales de vivienda popular promovidos por el estado se sembraron lejos de la ciudad central para evadir los problemas de regularización o reglamentación. Este modo operativo resulta a la fecha vigente debido a la obvia rentabilidad que implica desarrollar sin infraestructura en una suerte de “impresión de solución de demandas” lo que ha mantenido hasta cierto punto, ese equilibrio social entre las poblaciones marginales de escasos recursos y el gobierno. Este modo operacional se ha vuelto el modo “institucional” de hacer ciudad en el país.
Las periferias precarias son una condición presente en la mayoría de las ciudades de Latinoamérica, tanto en expansión como en consolidación. La oportunidad de adquirir una vivienda resulta aún poco viable para la mayoría de la gente, por lo que optan por acceder por la vía ilegal al terreno donde de manera progresiva construyen su vivienda con materiales de desechos y elementales condiciones de habitabilidad e higiene. Esta condición opera paralelamente con la falta de voluntad política para actualizar el modo en que se regula y configura el crecimiento urbano, pero sobre todo la noción de que el estudio del crecimiento y planeación urbanas no son importantes ni determinantes en el crecimiento y el modo de hacerlo en nuestras ciudades.
En el aspecto territorial implica uno de los principales tópicos en el tratamiento de las periferias. La ZMVM plantea, la resolución de varios problemas genéricos en ciudades de gran tamaño y crecimiento sostenido en el mundo, pero también se enfrenta a problemas tan específicos como el agua, la colonización de su espacio rural, su falta de consolidación y sobre todo, la falta de un plan rector de crecimiento a corto, mediano y largo plazo.
La ciudad consolidada, donde se encuentran los servicios urbanos y la infraestructura es sub-utilizada. Existe también un número importante de espacios sin construir que cuentan con toda la infraestructura para su desarrollo. Considerando que dentro de la ciudad es evidente que existe una gran disponibilidad de tierra, la infraestructura y el equipamiento se usan con poca eficiencia; la atomización eleva los costos y deteriora las condiciones de vida, esta alternativa apuesta por el rescate de la ciudad tradicional mediante la ocupación de baldíos dentro de la estructura urbana ya creada. La opción implica también el interés por rescatar los monumentos y los sitios históricos, revalorar las zonas centrales de la ciudad y aprovechar de mejor manera aquello que se ha venido acumulando como inversión a lo largo de mucho tiempo. Ejemplo de ello es el Centro Histórico y el programa de renovación que se está llevando a cabo con la finalidad de reactivar esta zona que sigue siendo un núcleo comercial y laboral de gran importancia en nuestra ciudad. Esta opción, sin embargo, no resulta muy viable en la medida que se necesitarían reformar leyes para poder acceder a las reservas territoriales del contexto urbano.
En la actualidad nos encontramos con una gran diversidad de planes y programas de vivienda que buscan dar a esta gente una mejor oportunidad de adquirir una vivienda formal en una mejor zona a un bajo costo, pero estos solo se quedan en el estatus de “manifiesto” u “opinión académica”.
Esta condición, ha promovido en algunos círculos un interés por regular por medio de programas mixtos que implican tanto el aspecto económico como el social y arquitectónico. Estos nuevos programas están enfocados a cubrir las necesidades de los que no tienen más de 3 salarios mínimos en una nómina establecida. Estos programas han iniciado con gran éxito y se piensa que la vivienda informal dejará de existir a largo plazo, nuestros bordes dejarán de crecer y la ciudad será ordenada. Sin embargo ante esta utopía aún existe el problema real de la vivienda periférica en zonas de alto riesgo, en zonas de reserva ecológica, o en terrenos inapropiados propensos a catástrofes supeditados a eventos del medio ambiente.
El cuestionamiento surge a partir de si este tipo de vivienda resulta una verdadera solución a los problemas territoriales que implica el crecimiento territorial periférico, y su implementación ayude a bajar esa misma tasa de crecimiento. En la dicotomía que plantea la colonización de estos espacios por parte de la gente de escasos recursos, y su posterior consolidación por parte de los grupos oligárquicos o especuladores de bienes, resultan ser la unidad dinámica de transformación de las ciudades modernas. Este desplazamiento de un grupo de gente hacia otro sitio, y de otro asentándose en los “despojos” y adaptándolo a su modo de vida, es finalmente lo que le da forma y conforma las visuales de las ciudades contemporáneas.
Esta misma dualidad operativa, se manifiesta en una dualidad visual: en las ciudades que pertenecen a nuestro bloque económico, se plantea un problema de crecimiento incontrolado de las periferias por el grupo de gente más pobre; que a su vez es la mayoría. Esta condición nos plantea una imagen decadente e inacabada, en la que se tiene que atacar un problema de manera multi-direccional y en diferentes niveles.
Las ciudades modernas tienen que implementar modos de operatividad cuya inspiración sea el modo natural del crecimiento de estos asentamientos. La crisis actual de la Ciudad de México resulta de la caducidad de los reglamentos gubernamentales pero no se atienden las constantes ni se profundiza en los modelos urbanos tradicionales que conforman el modo de hacer ciudad en México. Está pretensión de implementar fórmulas probadas o genéricas solamente ponen en evidencia la falta de conocimiento sobre contextos y a manera de heterotopía.
Desconoce el propio espacio que pretende intervenir no reconociendo quizá el que sea su rasgo más característico: su singularidad.
Es necesario que los organismos especialistas en el urbanismo replanteen y establezcan un nuevo sistema que favorezca a los habitantes en función de la infraestructura y la unidad habitacional. Las periferias llegarán a consolidarse cuando se inicien proyectos en la ciudad que rellenen los espacios vacíos que ya cuentan con la infraestructura adecuada para habitarse. Estos bordes se re- definirán en la medida en que busquemos dar imagen a la ciudad y la limitemos.
La Ciudad de México plantea diversos escenarios por lo tanto diversas maneras de atacar un problema generalizado como la expansión de su mancha urbana. El aspecto de crecimiento horizontal es el más estudiado por su evidencia y resulta de diversos factores que pretendo tratar puntualmente a continuación:
En el caso de la Zona Metropolitana del Valle de México es hasta la década de los setentas cuando se plantea el problema que existe en cuanto al rezago habitacional y la carente planeación de la ciudad que crece desordenadamente y se extiende hacia las periferias del Estado de México. Ante esta situación surgen instituciones de financiamiento a la vivienda beneficiando al sector obrero como INFONAVIT y FOVISSSTE. Sin embargo este beneficio no llego a los sectores más bajos y la demanda superó la dotación ofertada por el sector público y privado teniendo como resultado el surgimiento de la vivienda informal o asentamientos irregulares.
Estudios demuestran que la solución para estos brotes es la accesibilidad en la adquisición de vivienda de interés social, a través de programas que incluyan este sector de la población, carente de un trabajo estable y con recursos menores a los tres salarios mínimos establecidos por ley. El mercado de la vivienda debe ser accesible y conveniente para que los inmuebles sean bienes que fluctúen y se vuelvan capital movible. El mercado encargado de la vivienda tiene una gran responsabilidad ya que al ofrecer mejores oportunidades los asentamientos irregulares disminuirán en la medida que la gente tenga acceso para la adquisición de una vivienda.
Los programas de vivienda no han tomado en cuenta al sector de la población que carece de condiciones crediticias o trabajos que brinden facilidades para adquirir una vivienda de interés social. La falta de visión de nuestro sector vivienda ha provocado que el crecimiento de esta tipología de vivienda rebase las expectativas y se vuelva un problema grave.
Los procedimientos correctivos implementados por los gobiernos a través de la regularización de lotes y alineamientos son insuficientes ante el agudo problema provocado por el rezago de atención e información así como el descuido sobre la formación de estos asentamientos de vivienda que crecen de manera exponencial. Al no prever la canalización de recursos para dotar de infraestructura y equipamiento estas zonas hay un desajuste en el presupuesto gubernamental; que finalmente se ve obligado a brindar de servicios básicos en estas regiones, por su inevitable consolidación.
En la actualidad la tendencia del desarrollo de la ciudad se dirige a la densificación. Las políticas implantadas en la presente administración tienen la finalidad de detener el crecimiento de la mancha urbana. Este proceso busca saturar la zona central donde existe el equipamiento y la infraestructura adecuada para la población lo que implicaría una reducción en costos y una mejora en los servicios de la ciudad.
La evolución de la ciudad se ha caracterizado por un constante crecimiento demográfico y expansión territorial. Durante el siglo XX se distinguen cuatro fases principales: desarrollo intraurbano de los periodos revolucionario y posrevolucionario (1900 a 1930), la industrialización manufacturera de 1930 a 1950; la metropolización de 1950 a 1980 y la cuarta fase con la desconcentración industrial, cuya principal característica fue el crecimiento de las regiones periféricas del Valle de México y la formación de la megalópolis.
Hablando de densidades encontramos que la mancha urbana tuvo su mayor crecimiento en las últimas décadas. Con un aumento de 95.1% de 1970 al año 2000, la vivienda creció de 1.56 millones a 4.18 millones en este periodo, un incremento de casi el 168%. La vivienda esta relacionada a la mancha urbana y en proporción se tiene estimaciones que aumentó casi 168%.
Sin embargo a partir de 1970 con la creación de los municipios y las delegaciones del sur, la mancha urbana comenzó a expandirse y las zonas que en un principio fueron rurales empezaron a desarrollarse.
Aún cuando ya existía una población importante, las Delegaciones del sur y los Municipios Poblados en 1970 tenían una mancha urbana que posiblemente era la cuarta parte de la actual. Estos dos grupos incrementaron su vivienda de 432 mil viviendas en 1970 a dos millones en el 2000. En resumen casi dos terceras partes de las viviendas estaban en el Centro de la ciudad, y ahora solo representan el 19.5% de la mancha urbana. Es decir 94% de la vivienda de 1970 estaba contenida en un equivalente al 30.5% de la mancha urbana actual (1).
La expansión del área urbana se articula, en su etapa inicial con la expansión de la vivienda en propiedad. Es importante notar que la oferta de tierra “urbana” periféricas en la ciudad representa, en si misma, una alternativa habitacional, vía la autoconstrucción para la `población de bajos ingresos.
El hecho de que la oferta de suelo urbanizable en la periferia no constituye una solución a la necesidad habitacional de los migrantes recientes como se creyó algún tiempo, el acceso a los terrenos periféricos por medio de la invasión de fraccionamientos irregulares es mas bien el hecho de familias que tiene una historia urbana con cierta integración a la economía urbana y a las redes sociales y políticas, sin lo cual es prácticamente imposible actualmente acceder a un lote irregular en la periferia, es mas bien la vivienda de alquiler y la oferta de cuartos en renta en las colonias populares consolidadas que responde a la demanda habitacional de los migrantes recientes.
El alejamiento progresivo de los terrenos periféricos respecto de una parte importante del mercado de empleo hace menos atractiva la alternativa de la autoconstrucción. No se ha podido encontrar una correlación entre la expansión espacial del área urbana y el decremento de la vivienda en renta, y esto es por dos fenómenos coincidentes: uno es la expansión de la ciudad con bajas tasas de lvivienda en propiedad y dos, la consolidación de las áreas urbanizadas en décadas recientes, su densificación a través de la multiplicación de cuartos de vivienda de alquiler. Por la aprehensión del fenómeno de expansión periférica de la ciudad, hemos evadido nuestra interpretación de su dinámica espacial al no incorporar a nosotros y a nuestros análisis este proceso de consolidación y densificación.
A partir de los años setentas, cuando se inicia una etapa de crecimiento desmedido en consecuencia de la inmigración y otros factores, los programas de urbanización fueron rebasados y se inicio el brote de asentamientos irregulares en terrenos periféricos desprotegidos por las autoridades. Estos brotes se convirtieron en grandes colonias populares que en la actualidad, por su dimensión e importancia han sido regularizadas por el gobierno y en ellas se han instalado los servicios públicos necesarios y la infraestructura suficiente para mejorar algunos aspectos en la calidad de vida de estas zonas. A partir de estos programas se ha dado pauta a que los brotes cada vez sean más comunes y rebasen la planeación urbana de municipios y localidades.
Una de las causas del crecimiento desordenado de la ciudad ha sido la incorporación masiva de suelo para la construcción habitacional. A últimas décadas han predominado los intereses económicos de grupos y particulares sin tomar en cuenta las políticas públicas de desarrollo urbano (2). El impacto que han tenido los desarrollos habitacionales planificados en el crecimiento metropolitano del Valle de México ha sido en muchos aspectos desfavorable por los impactos sociales, económicos y ecológicos que ha generado. La promoción de los desarrollos habitacionales como política pública para frenar la producción de vivienda irregular ha contribuido en la reproducción de fraccionamientos horizontales. “Según datos obtenidos de la Dirección Técnica para Autorizaciones Urbanas del Estado de México, hasta enero del 2003 fueron autorizados 48 conjuntos urbanos de vivienda popular, clasificados como de interés social, social progresivo, popular medio y residencial… en total la construcción de estos desarrollos representa la urbanización de una superficie de 16, 926, 686.55 m2, un total de 85, 156 viviendas y una población estimada de más de cuatrocientos mil habitantes.” Es decir se esta generando una densidad de 0.023 habitantes por m2, 50 viviendas por hectárea, índices que reflejan la baja utilización del suelo siguiendo la inercia del crecimiento horizontal por la aún grande oferta de terreno no colonizado.
Por otro lado, la vivienda es considerada por la sociedad mexicana como un producto que refleja el esfuerzo y el trabajo además de constituir un patrimonio que da estabilidad y futuro a las familias. Este modelo ha desvirtuado el modelo de vivienda vertical ya enfocando al mercado a la vivienda unifamiliar. Culturalmente, la vivienda unifamiliar responde a está necesidad de crecimiento dinámico de las familias que tienden a permanecer juntas por mucho tiempo y dicha preferencia obedece a esta versatilidad que ofrece el tener espacio susceptible de crecimiento y limita en el mercado marginal la comercialización de la vivienda vertical como opción de re-densificación. La vivienda vertical está asociada idiosincrásicamente a la clase media y alta asociada de igual forma a status o modos de vida cosmopolitas.
La Ciudad de México responde de diversas maneras a su configuración, pero es está condición histórica de horizontalidad y de susceptibilidad de crecimiento en esta línea los factores a los que debemos estar atentos.
notas
1
Juan Carlos García González. Crecimiento de la Mancha Urbana y de la Población en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México. 23 de Feb. 2004. Fundación de estudios urbanos y metropolitanos.
2
Decreto por el que se aprueba el Programa General de Desarrollo Urbano del Distrito Federal. Gaceta Oficial del Distrito Federal, 31 de Diciembre de 2003.
sobre los autores
Silvia Mejía, arquitecta, maestra en Arquitectura por la UNAM; egresada de arquitectura del ITESM Monterrey actualmente trabaja como Gerente de Investigación y Seguimiento de Programas del Centro de Investigación y Documentación de la Casa y como coordinadora del Boletín para Docomomo México.
Juan Carlos Espinosa Cuock, arquitecto egresado de la Facultad de Arquitectura de la UNAM del Taller Max Cetto. Actualmente se encuentra cursando la Maestria en Diseño Arquitectónico en la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) y realizando proyectos en forma independiente.