La arquitectura industrial está obligada a estrictos requerimientos funcionales, pero en algunos casos el producto elaborado evoca inevitablemente un esparcimiento sensible. La elaboración de vino es precisamente una faena que se debe acoger de manera adecuada, sin embargo no podemos dejar de asociarla con el regocijo y celebridad de su consumo. Muchas vinícolas adaptan viejas bodegas agrícolas para su producción, pero el impetuoso desarrollo de la industria del vino en Chile ha obligado a levantar nuevas construcciones que intentan combinar las exigencias industriales con la evocación sensitiva. Recurriendo a materiales y formas voluptuosas que recuerdan la experiencia de su degustación, con espacios gratos y sensibles.
Barricas Nadalie
Incluso en la ejecución de una fabrica de barricas para almacenar el vino, la arquitectura chilena parece solazarse en la sensualidad. La mayoría de las barricas utilizadas en la elaboración vinícola provienen de Francia, con el fin de impregnar al producto durante su elaboración con los mejores aromas de madera. Pero un productor decidió trasladar los materiales e instalar el montaje de barricas para la creciente industria nacional en las afueras de Santiago. Encargando el diseño de sus instalaciones al arquitecto Martin Hurtado Covarruvias, conocido por sus notables construcciones en madera y ser parte de la destacada generación de profesionales de los 90 (compañero de Klotz, Radic, Puga, etc). En un apretado barrio industrial, Hurtado planteo grandes espacios de trabajo cubiertos por un sinuoso manto de estructura de madera laminada.
La ejecución de las barricas implica la acumulación y tratamiento de varios productos alejados de la luz solar, pero a la vez algunas fases de cuidadosa artesanía, de modo que debía combinar la amplitud de una faena industrial a oscuras con el meticuloso trabajo de elaboración, además de oficinas administrativas, ingreso y descarga de camiones. Esto lo logra con coberturas variables y patios de luz inmersos en las áreas de trabajo, que ventilan y otorgan un pequeño momento de verde y claridad en medio de la labor cotidiana. La estructura de marcos de madera laminada se conectan en diversas curvas que le dan continuidad a la cubierta, remarcando las distintas zonas y tratamientos luminosos.
Una parte fundamental de la ejecución de la barrica consiste en el armado y doblado a fuego de las piezas, que se realiza en un recinto inferior, pero permitiendo su ventilación y vista central en el conjunto, que recuerda el fundamento artesanal de su producción. El revestimiento exterior consiste en laminas de fibrocemento con tratamiento similar a la madera, pero garantizando una mejor conservación. El ondulado perfil de las bodegas y su calida terminación listonada recuerda indudablemente a las barricas que cuidan del preciado licor. Recientemente han colocado celosías metálicas sobre los ventanales de las oficinas exteriores debido al inclemente sol de la tarde en Santiago, pero los usuarios están complacidos ya que han interpretado las lamelas brillantes como el zuncho que abraza las barricas en e juego evocador de toda la edificación.
Viña Pérez Cruz
Entre las recientes vinícolas chilenas destaca indudablemente las instalaciones de la Viña Pérez Cruz, diseñadas por el arquitecto José Cruz Ovalle. Este renombrado arquitecto, se formo en Santiago y Barcelona, pero es tributario de la mítica Escuela de Valparaíso, cultivando una formulación minuciosa y sensitiva del proyecto, con una producción arquitectónica de gran sutileza y singularidad.
Para las bodegas de esta viña Cruz Ovalle afirma haberse inspirado en los arbustos de las parras y sus ramas quebradas, como también en los sombríos corredores y largos techumbres de las construcciones campesinas. Planteando varios cuerpos longitudinales ligeramente inclinados entre si, lo que genera un volumen que se posa extendido en el placido paisaje del valle vinícola.
El gran alero horizontal unifica los distintos cuerpos estableciendo una referencia lineal que remarca la extensión de las praderas y contrasta con el quebrado perfil de las cercanas montañas de la Cordillera de Los Andes. Las aberturas entre los cuerpos generan amplias vistas de los viñedos y el cielo. Sin embargo lo mas singular de estas construcciones son los ondulantes pilares de madera laminada que se elevan gráciles y casi inestables, invitando a una cadencioso caminar bajo las sombras laterales. Los volúmenes se dividen en dos semicilindros volteados, que muchos rememoran también a medias barricas recostadas, dejando un pasillo superior de inspección visual.
La producción vinícola posee muchas tareas confiadas a la decantación gravitacional, esto implica trabajar permanente con diferentes niveles de altura, y por esta razón Cruz Ovalle plantea una circulación central elevada que supervisa las actividades y conecta las distintas funciones. Oficinas y laboratorios también se sitúan en estas alturas y obtienen una generosa vista al valle. Tanto así, que unos de los recintos abovedados al final del conjunto, que era simplemente una sala de inspección de grandes estanques de acero inoxidable, se ha convertido en un salón de fiestas que se alquila para matrimonios o ceremonias especiales. También el pasillo superior con paredes y estructuras curvadas sobre las faenas, ha servido de galería de arte y conserva varias obras dejadas en donación.
En el exterior las maderas de revestimientos y de los sinuosos pilares están algo desgastadas por el sol, pero en consonancia con las piedras de las bases y las tierras de los añosos viñedos que le acompañan. Por el interior el despliegue de maderas claras y iluminaciones cenitales que alumbran cuidadosamente las faenas y almacenamientos vinícolas otorgan una delicada penumbra a la producción. Sin embargo en las bodegas inferiores, húmedas criptas de hormigón armada hubo que retirar revestimientos de madera impregnadas que a los meticulosos enólogos les pareció que contaminaban el sabor del vino. En todo caso, los calidos y entrevesados interiores de las instalaciones, a pesar de las acuciantes labores industriales, recuerdan el cuerpo y aroma del sabroso Carmenere que produce la viña, y los sinuosos y sombríos exteriores evocan la sequedad del Syrah, aquella perdida cepa que se había mantenido oculta en los viñedos chilenos.
Viña Gracia
Un compañero de trayectoria de Cruz Ovalle, el arquitecto German Del Sol, le correspondió diseñar las instalaciones de otra vinícola emergente, la Viña Gracia al sur de Santiago. El arquitecto Del Sol se ha caracterizado por sus edificaciones turísticas que ofrecen notables experiencias de encuentro con el paisaje natural, y le valieron el Premio Nacional de Arquitectura en Chile el año 2007. Las instalaciones de la Viña Gracia parecen mas sencillas y rotundas, un bloque monolítico con perfiles semicilindricos, que afirma rememorar también a los toneles de vino. Recubiertos por un ranurado vertical algo desgastado, pero que por el interior revela un cuidadoso tamizado de la luz natural que se presta para las faenas y almacenamiento de vinos.
También las oficinas interiores se despliegan con volúmenes coloridos e hinchados que desafían la perspectiva y alegran el quehacer cotidiano, recordando quizás las imágenes oníricas y chispeantes de la embriaguez. El acceso formal a las barricas almacenadas evoca también un ambiente surrealista, con gruesos muros curvos recortados con fisuras que muestran retazos de las oscuras bodegas, empapadas de una humedad que despiertan el sabor etilico. Esta viña posee además extensas instalaciones de embotellado del vino, con maquinas y cintas transportadoras que imponen un ritmo frenético, pero no dejan de celebrar la producción de una de los mejores varietales chilenos.
Bodegas Kingston
La inversión extranjera también ha refrescado la producción vinícola local, en este caso a través de una familia británica con empresas en California, que decidió contratar a jóvenes arquitectos para iniciar sus explotaciones en el prolífico valle de Casablanca. Considerando una expansión creciente y una extensa experiencia en el rubro, eligieron los faldeos del viñedo para plantear una secuencia de edificaciones que aprovechara el desnivel del terreno en las tareas productivas. Los arquitectos Juan Carlos Sabbagh y Eduardo Cardemil, que inician su práctica independiente después de trabajar en una de las prestigiosas oficinas de arquitectura industrial nacionales, lograron realizar un diseño con pragmatismo y delicadeza.
El conjunto se plantea como una “ciudadela” en medialuna sobre la ladera, al modo de un campamento campesino o de los establecimientos patronales de la zona rural, aunque actualmente se encuentra ejecutada solo la primera edificación, como el primer engranaje de un pujante sistema productivo. El volumen simple remarca la condición geométrica industrializada, que emerge del horizonte de viñedos. Unas operaciones formales de desplazamiento de las caras en diagonal, basadas en el escurrimiento de las aguaslluvias, le otorgan al volumen una lectura compleja y diversa, aprovechando el recorrido de aproximación que rodea desde lejos la bodega. De este modo, el perfil de un galpón de trabajo se enriquece con la simplicidad de la forma y la diversidad de ángulos.
El tratamiento superficial de listones de madera, parece rememorar los surcos de los viñedos y darle una condición escultórica al volumen, sin embargo muchas piezas se han retorcido por el fuerte asoleamiento local. Sin embargo al interior resplandece con piezas estructurales y revestimientos de maderas claras que compensan la necesaria opacidad de la producción vinícola. El espacio esta dominado por la incesante selección y vertido de uva, que expone jubiloso la fruta originaria de un buen mosto, hábilmente iluminado desde las alturas como un altar fuente de vida.
Las bodegas de almacenamiento se entierran bajos gruesos muros de hormigón, pero las oficinas aprovechan la transparencia luminosa, en una disposición central que les garantiza vista sobre todas las faenas. También los portones de acceso utilizan mallas metálicas que generan una particular translucidez desde el interior y un brillo nocturno, que junto a los escasos pero cuidadosos ventanales, convierten el adusto volumen en una imponente envolvente de la febril actividad productiva. Es de esperar que las siguientes edificaciones vayan siguiendo la planificación general y la delicadeza de un diseño apropiado a las faenas, pero también a la complacencia de la producción vinícola.
Viña Altair
Los vinos “premium” o de alta selección, exigen terrenos y cepas mas sofisticadas y también una elaboración y ambientación mas cuidadosa. Los creadores de la selecta línea de vinos Altair y Sideral debieron instalarse al fondo del valle del Cachapoal, en los mas altos faldeos cordilleranos que poseen el mejor “terroir” de la zona y establecieron una férrea alianza con el arte contemporáneo para remarcar su producción. La instalaciones albergan gran cantidad de obras del destacado pintor vanguardista Bororo, y fragmentos de sus pinturas son utilizadas en las elegantes etiquetas. Además el escultor Francisco Gazitua realizo varias obras que reproducen las constelaciones estelares que le dan nombre a esta línea de vinos, así como levantar una monumental edificación que cierra el paisaje del valle.
Antes de enfrentar el hermética y solemne volumen que alberga esta producción la final del extenso recorrido por los viñedos, los visitantes son recibidos en una exquisita terraza que ofrece una espectacular vista al valle y degustación de dulces y agua para preparar el paladar que saboreara la refinada producción vinícola. El edificio principal esta constituido por un severo cuerpo longitudinal recto de piedra y hormigón, que parece proteger celosamente el tesoro elaborado en los fértiles terrenos agrícolas. Sin embargo el interior despliega una notable luminosidad, amplias circulaciones y salones de degustación, con materiales y obras de arte que otorgan una ambiente de calidez y sensibilidad.
Se desciende a las bodegas, con una esplendorosa solemnidad de escalinatas centrales, altos recintos y hornacinas que conservan los selectos mostos, en una silenciosa penumbra. Las instalaciones productivas se entierran en la ladera para aprovechar la decantación y humedad subterránea, utilizando los toneles mas seleccionados y sofisticadas maquinarias. Esta edificación, que le otorga un marco casi religioso a la elaboración vinícola, logra combinar una arquitectura monumental con la mas refinada sensibilidad sibarita.
Viña Matetic
En el valle de Casablanca, cerca de la costa de Santiago, otra viña de selección edifico una imponente construcción para la producción y difusión de sus mostos, diseñada por el arquitecto chileno-suizo Laurence Odfjell. Enclavado sobre una cumbre longitudinal del valle para dominar las plantaciones de vides, pero a la vez se entierra para evitar la interrupción del paisaje agrícola. De este modo establece una amplia terraza superior que mira el valle, con un gran alero protector de estructura de madera, aberturas y salientes vidriados que anuncian las instalaciones y bodegas inferiores que se profundizan en el suelo.
No deja al azar ni un solo detalle en cuanto al proceso de vinificación y el cuidado del medioambiente. Armoniza la agricultura orgánica practicada en el viñedo y el paisaje natural del valle. Esta bodega, con una capacidad de 300 mil litros, cuenta con un diseño de flujo gravitacional, lo que permite lograr un optimo manejo de la uva proveniente del viñedos.
Los espacios y materiales de esta edificación se despliegan generosos, como el paisaje y los sabores que ofrecen. Desde la terraza se divisan los recintos de producción, expuestos como un delicado museo de barricas y faenas incesantes. Se desciende luego a silenciosos salones de exhibición, con patios interiores que matizan la iluminación interior y entregan placenteros segmentos de paisaje. Pero la mayor sorpresa lo constituye divisar un enorme salón inferior, al que se baja por una rampa curva entre enormes muros de piedra que se abre de pronto en un gran y solemne espacio. Es imposible evitar las analogías religiosas en este gran recinto ovalado en penumbra, sembrado de barricas expectantes. La altura y solemnidad de esta bodega, remarcada por focos de iluminación, evocan indudablemente una catedral aparentemente levantada para honrar al dios Baco y sus musas etílicas. Degustar posteriormente los delicados vinos elaborados en esta instalación constituyen no solo un placer, sino también un privilegio, en que se combina la admiración por el paisaje, la experiencia arquitectónica, el aroma y sabor del vino chileno que se desliza y despierta los sueños y sentidos.
Conclusión
Este repertorio de obras refleja indudablemente una pasión, no solo por la producción vinícola, sino por la arquitectura, el paisaje, los materiales y el espacio, como una profunda combinación sensible. La escabrosa geografía de Chile ha permitido cultivos agrícolas excepcionales que brindan vinos de calidad internacional, pero también sus arquitectos parecen fascinados por el paisaje, respondiendo con edificaciones que dialogan con los elementos naturales. Alejados de los dilemas sociales o culturales que preocupan a los grandes centros metropolitanos, esta arquitectura vinícola se solaza y reposa en la experiencia espacial, cubriendo no solo la actividad productiva, sino además todas las connotaciones que pudieran evocar. Transformando el trabajo arquitectónico de un servicio funcional a un verdadero y silencioso espectáculo. Aunque quizás debemos reconocer que después de estos recorridos y degustaciones quedamos absolutamente embriagados del paisaje.
referencias bibliográficas
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VIAL, Carlos J. Bodegas Kingston. Sabbagh y Cardemil. Santiago de Chile, Plataforma Arquitectura <www.plataformaarquitectura.cl>.
VIAL, Carlos J. Fabrica de Barricas Nadalie / Martin Hurtado. Santiago de Chile, Plataforma Arquitectura <www.plataformaarquitectura.cl>.
sobre los autores
Underlea Bruscato, arquitecta, doctora Universitat Politécnica de Catalunya, profesora en Unisinos y Unilasalle, Brasil. Investigador visitante en ETSAB-UPC, FAU Universidad de Chile en Santiago, y en el programa de doctorado Ciudad, Territorio y Sustentabilidad, Guadalajara.
Rodrigo Garcia Alvarado, arquitecto, doctor Universitat Politécnica de Catalunya, investigador visitante en las Univerdidades Kaiserslautern, Houston, Strahclyde y Bauhaus-Weimar, coordinador de investigación y post-grado, Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño, Universidad del Bío-Bío.