Rem Koolhaas es el autor del Palacio del Sur, una obra que dotará a Córdoba de un gran complejo arquitectónico que alojará actividades culturales y lúdicas y diferentes instalaciones para uso público. El proyecto, realizado por Koolhaas junto a Ellen Van Loon, ganó el concurso de ideas convocado en 2002 -en el que participaron, entre otros, Antonio Cruz y Antonio Ortiz, Rafael Moneo, Zaha Hadid y Toyo Ito- proponiendo un edificio longitudinal de 370 metros de largo que atraviesa en dirección este-oeste la Península de Miraflores, sita frente al centro histórico de la ciudad.
Su orientación y estructura como de viga flotante sostenida por grandes columnas le permiten maximizar las cualidades de la península, actuando como un enclave de convergencia que organiza los elementos diseminados sobre ella: el proyectado Parque Fluvial, el río Guadalquivir y el casco antiguo de la ciudad, procurando que se articule así un agrupamiento urbano coherente mediante dos factores: la carretera que discurrirá bajo el edificio, prolongando la unión de la península con el centro de Córdoba, y por la conexión visual con el parque de Miraflores, el río Guadalquivir y el núcleo histórico -destacando la vista sobre la antigua mezquita- que el edificio establece al estar concebida su cubierta como una gran promenade al aire libre y por las grandes aperturas en sus fachadas. El extremo este del edificio está sostenido por una columnata regular que, a medida que avanza hacia el lado oeste, un sistema de entramados complementa y gradualmente remplaza a las columnas, de forma que abre superficies amplias para el vestíbulo y el auditorio principal.
El interior de la estructura se implementa mediante una sucesión de espacios sólidos y espacios vacíos que corresponden al carácter de los programas públicos y privados que acogerá el Palacio del Sur una vez entre en funcionamiento: los más de siete mil metros cuadrados construidos distribuidos en seis plantas y dos sótanos cobijarán un hotel de cinco estrellas con 170 habitaciones, un área para la celebración de congresos, dos auditorios interiores (uno principal, emulando la forma de anfiteatro romano con aforo para 1.500 y otro menor, para 600 personas) y uno exterior capaz de acomodar a 500 personas, cafetería, aparcamiento para vehículos y una galería comercial. La secuencia de circulación interior a través del edificio se articulará fluidamente mediante escaleras, rampas, y escaleras mecánicas siendo asimismo intención de Koolhaas que el visitante no se sienta inmerso dentro de un espacio cerrado. A fin de dotar al interior de una cierta iluminación difusa, se emplearán tres tipos distintos de placas en tonos verdes que crean diversos niveles de transparencia, quebrando la fuerte intensidad de la luz solar del sur, para permitir diferenciar el carácter de los espacios interiores de acuerdo a su función programática y haciendo que la imagen de la ciudad traspase al interior del edificio.
La inteligencia mordaz del Koolhaas ideólogo-teórica, el que escruta el desarrollo de la metrópolis contemporánea y analiza desde la perspectiva de un antropólogo-sociólogo el estado del mundo de hoy, cristaliza en una arquitectura que se enorgullece de prolongar la continuidad con los legados modernos de Mies Van der Rohe y de Le Corbusier, experimentando para aportar con su propia obra innovaciones a esa línea de continuidad tanto en lo concerniente a lo conceptual como a lo material. Creyendo en que la arquitectura se fundamenta en el aferramiento a los valores de permanencia, de estética, de estructura y de integración de la dimensión social, la pose de fiereza de Koolhaas radica en un equivalente aferramiento a la idea de que el proyecto debe estar impregnado de las propias convicciones aun cuando esto implique rechazar las pautas señaladas para su concepción –como sucedió en este caso en concreto, dado que su propuesta para este edificio proponía un cambio sobre el emplazamiento originalmente previsto por las bases del concurso- puesto que así se incrementa la dimensión de riesgos a los que el arquitecto debe hacer frente, estimulando así una creatividad desde la que es posible el surgimiento de lo impredecible.
Aun sosteniendo esto, Koolhaas se opone a la espectacularidad efectista en la arquitectura que considera contraproducente para fomentar una auténtica inventiva que repercuta positivamente en el valor y calidad de ésta. “Generar espacios para necesidades reales” es una de sus máximas que se ve constatada en el concepto del Palacio del Sur, un edificio cuyo principal objetivo deberá ser actuar como dinamizador y catalizador para Córdoba, proponiendo una tipología de espacio urbano innovadora -y conscientemente deudora del legado del movimiento moderno- al crear un ámbito público cuya polivalencia asegure que se halle constantemente activo.
Se podría tender a pensar que existiría una disociación entre el arquitecto de rebeldía amanerada que hace de sus proclamas-manifiesto su herramienta de propaganda - creándose a sí mismo como una mega-estrella de divismo cinematográfico- y el arquitecto que se asume como real continuador de los ideales del movimiento moderno, desde cuya adscripción los trastoca y redefine con total libertad.
Con el proyecto del Palacio del Sur, Rem Koolhaas se yergue otra vez como valedor de muchos de sus principios ideológicos y como el realizador de mucha utopías inacabadas, creando un edificio de dimensiones impresionantes que, sin embargo, se mantiene cercano al individuo y se transforma además en un elemento de profundo valor social, capaz de producir una renovación consistente del contexto urbano cordobés hacia el inmediato futuro. Es muy difícil que una estructura semejante a la de este proyecto sea comprensible desde una concepción urbanística timorata sobre la ciudad europea; no obstante, este arquitecto –investigador de la realidad de la urbe asiática, donde está asumido trabajar a grandes escalas- acepta el desafío de romper con el tabú que han generado muchas acciones desacertadas y sabe realizar una macrointervención sobre el tejido de la ciudad y opera generando un juego positivo de tensiones entre la zona histórica y este edificio, que es simultáneamente contenedor de ciudad. El Palacio del Sur rinde homenaje a los postulados corbusieranos: la planta baja libre sostenida por columnas y la cubierta plana ajardinada, redefinidos a través del estilo y escala koolhaasianos.
sobre o autor
Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste, titulares del studio ¿btbW, son autores del libro "Enric Miralles: Metamorfosi del paesaggio", editorial Testo & Immagine, 2004.
Fredy Massad y Alicia Guerrero, Barcelona España
