Magdalena Reches y Julio Cesar Diarte: ¿Cómo se ve usted actualmente en relación a su profesión? Y ¿Cómo nos ve a los arquitectos recién recibidos?
Helio Piñon: Me sitúo en un ámbito profesional un poco peculiar, aunque me resulta francamente satisfactorio. No creo que el mercado sea el único estímulo que puede justificar la práctica del proyecto: se puede proyectar movido por cuestiones que plantea la propia arquitectura; una arquitectura que –como decía más arriba– arranca siempre de la ordenación de la ciudad.
Esa situación recontinuidad entre ciudad y arquitectura aparece en la actualidad como una utopía, aunque debería ser lo habitual, si la sociedad actual estuviera a la altura de los tiempos.
No hace falta tener un master en sociología para advertir el cometido claramente subalterno –para ser amable– que la sociedad reserva a la arquitectura: solo eso explica la proliferación de escuelas y el aumento progresivo de la desorientación. Paradójicamente, cuando una actividad ha alcanzado su grado máximo de inutilidad social –como ocurre hoy con la arquitectura– no hay justificación para que su práctica no aspire a la excelencia: es comprensible un abogado mediocre o un dentista poco cuidadoso; sin duda, ambos seguirán resolviendo –mejor o peor– los problemas de quienes solicitan sus servicios. Un poeta malo, por el contrario, resulta patético, ya que nadie le obligó a dedicarse a un quehacer tan prescindible.
Espero haber respondido con claridad a su última cuestión.
Helio Piñón_25 de noviembre de 2009