Magdalena Reches y Julio Cesar Diarte: Esto se relaciona al comentario que hace cuando se refiere a la gran diferencia entre el clasicismo y la arquitectura moderna.
¿El tipo ha dejado de ser un criterio vigente como herramienta de proyecto?
Helio Piñón: La renuncia a la tipología clasicista tiene una vertiente estética y otra funcional: por una parte, la nueva idea de forma que inaugura el arte moderno, en la segunda década del siglo xx –basada en la equivalencia y el equilibrio–, provoca la obsolescencia de los tipos clasicistas, basados en la igualdad y la simetría; por otra parte –como he señalado más arriba– la aparición de nuevos programas determina el agotamiento de la utilidad de esos mismos tipos. Ahora bien, el recurso al tipo es inevitable para cualquiera que tenga sentido común y aspire a la excelencia en su trabajo: recuerdo un texto de Alan Colquhoun (Typology as method design) en el que argumentaba la inevitabilidad de recurrir a la prefiguración que defiune el tipo, a la hora de diseñar desde una casa hasta un avión.
Naturalmente, los adeptos del “creativismo” a los que me he referido antes, deben rechazar cualquier recurso tipológico, por entender que es una rémora del pasado. En la actualidad, es un tema para el que no hace falta recurrir a la estética, basta con actuar de acuerdo con el sentido común: ¿Por qué cambiar de edificio, si el programa es idéntico y las condiciones urbanas, técnicas y económicas, similares? La obra de Gordon Bunschaft(SOM) –hasta 1973, fecha en que una falsa percepción de ls gustos del mercado provocó un declive continuado en la obra de SOM– es un ejemplo de cómo, gracias a una gestión lúcida de los tipos de edificios que la propia firma había desarrollado, alcanzaron las más altas cotas de calidad de arquitectura del siglo xx.