Introducción
La representación gráfica arquitectónica parece participar de un vertiginoso vórtice, movido por una decidida e aparentemente imparable evolución en los procesos de diseño paramétrico y representación gráfica digital. La velocidad con que se suceden los cambios es tan alta que conocimientos y técnicas de representación y de proyecto hasta hace poco hegemónicos son ahora mismo, más que contestados, relevados. Por tanto, colocar en perspectiva los procesos contemporáneos de representación gráfica resulta adecuado si se desea formar una visión crítica de los recursos en uso para concebir, registrar y representar la arquitectura. No obstante, las publicaciones que tratan de las relaciones entre la representación de la arquitectura y las demás manifestaciones culturales y artísticas, de la historia del dibujo y del origen de la perspectiva son tan numerosas y manifiestan opiniones tan frecuentemente contradictorias que una breve revisión se torna, más que conveniente, necesaria.
Orígenes y evolución de la representación gráfica
Los procesos de representación gráfica en uso por la arquitectura deben su origen a experimentos ópticos y a prácticas constructivas y pictóricas que la tradición sitúa en la Europa Occidental del periodo del bajo medioevo, pero tienen fundamentos consistentes, aunque discontinuados, en la Roma Imperial e incluso antes: en el arte prehistórico, los primeros registros gráficos se relacionan con la difusión de la pintura rupestre y el culto de los antepasados y de la fertilidad. A estos inicios remotos de los procesos de representación siguió un proceso milenario de aculturación, en el que el hombre adoptó el arte como parte de su orden simbólico, y las civilizaciones agrarias consolidaron unos sistemas de representación gráfica perfectamente adecuados a sus necesidades constructivas. Esta representación “antigua” era hecha mediante una disposición de figuras sobre un fondo más o menos neutral y uniforme, con apenas alguna representación de profundidad. El registro gráfico de las narrativas se centraba en la identidad de los objetos y en la relación entre éstos, sin atender necesariamente a una norma lineal o cronológica. Observadas desde nuestra mirada contemporánea, las imágenes generadas bajo este concepto parecen “indeterminadas” o “arbitrarias”: en ellas todavía no está presente el concepto de campo pictórico, por lo que no resulta fácil situar las figuras en acuerdo con una disposición “espacial”. En este largo período histórico anterior al Renacimiento italiano, se distinguen tres grandes momentos respecto a la representación gráfica: el modo “Egipto-mesopotámico”, el “grecorromano” y el “medieval”.(1)
En el modo antiguo Egipto-mesopotámico, la representación de narrativas mitológicas o políticas rara vez atendía a la fidelidad visual, sino a un canon esquemático, bajo el cual la disposición y dimensión de figuras ocurría según su importancia relativa en el contexto de la narrativa o del tema representado, sin considerar el alejamiento respecto al primer plano de la imagen. Para la representación gráfica arquitectónica, interesa que ahí estaban los rudimentos de un dibujo para la arquitectura.(2)
Comparada a este modo arcaico, la representación desarrollada por las civilizaciones griega y romana parece mucho más cercana a nuestra experiencia visual. El modo “grecorromano” era tan esquemático como su precedente, sin embargo, estaba fundado en una observación más atenta de las formas de la naturaleza. Poco a poco, la dimensión aparente de las figuras pasó a ser determinada según su proximidad relativa en la escena representada. Ésta se organizó en “paisajes” o “escenarios”, antepasados de los modernos recursos escenográficos. Todo esto contribuyó al desarrollo del escorzo de los cuerpos y de la profundidad en el “campo pictórico”. En algunos murales romanos del período pompeyano (siglos I y II), ésta alcanzó soluciones técnicas semejantes a la perspectiva cónica, sistematizada a partir del siglo XIV.(3)
En el período medieval, se redujo la preocupación por la fidelidad visual, retornando una representación basada en modelos o estándares. Durante diez siglos, el arte europeo concibió figuras suspendidas en un campo pictórico uniforme y adimensional que a menudo se confundió con representaciones del universo o del “paraíso”, en acuerdo con la mitología cristiana. De nuevo, la posición y la dimensión de los objetos se vieron determinadas por su importancia relativa en el contexto del tema representado. Aun al final del Medioevo, un desarrollo evidente de las técnicas constructivas todavía tardaba en reflejarse en la representación gráfica, una vez que los profesionales responsables de las obras arquitectónicas eran normalmente los mismos que las concebían.(4)
En los siglos XIV y XV, se notó un interés renovado por la historia y el arte romano, los estudios científicos, la observación del cotidiano y del mundo natural, acompañado de una búsqueda de la fidelidad en la representación visual.(5) Este movimiento cultural que parece tener sus orígenes en la Toscana, no obstante su progresiva y rápida difusión por toda Italia y Europa Occidental, consolidó un nuevo modo de representación, conocido como “renacentista”. La atención de los artistas cambió hacia la descripción, la disposición relativa y la visibilidad de las formas, con el consecuente desarrollo del escorzo y de la perspectiva. El plano pictórico se organizó dentro de unos límites más definidos, enseguida consolidados en una ventana que incorporó la profundidad de una mirada monocular, semejante a la humana. A principios del siglo XV, se fijaron los principios de la perspectiva cónica.(6) A partir de ahí, los objetos pasaron a ser dispuestos en este espacio en función de criterios físicos, matemáticos y visuales, que se pautaban por un observador exterior a la escena.(7) Un poco después veremos la sistematización de un dibujo técnico específico para la arquitectura, impulsada por obras importantes como la Catedral de San Pedro en Roma.
Desde el siglo XVI hasta el fin del XX, el Occidente estuvo inmerso en una superestructura cultural que priorizó estos preceptos. En las artes visuales, este proceso de conformación mental y cultural se consolidó en el “paradigma de la perspectiva cónica”, un código que admite la representación del mundo visible en un simulacro llano, y que se relacionó a la posición privilegiada del Hombre frente al Mundo, y del Príncipe delante del Estado.(8) Este modo de ver hegemónico - aunque matizado por particularidades personales y regionales - distingue dos principales “momentos”: el “renacentista” y su heredero, el “barroco-manierista”. Si el primero es marcado por el desarrollo de las técnicas artísticas y por la exploración de las posibilidades ofrecidas por la perspectiva cónica con punto central(9), el segundo se diferencia por el progresivo interés por la complejidad en la descripción y disposición de los cuerpos en el espacio pictórico. El contrapunto, las torsiones, el uso de diagonales y de contrastes tonales son recursos que se utilizaron para conferirles más dinamismo y tensión a las composiciones. Del mismo modo, se puede hablar de un interés más decidido por temas sofisticados como la perspectiva cónica con múltiples puntos de fuga, la anamorfosis y la representación gráfica de los sólidos y de las luces, sombras y reflejos.(10)
En el campo de la arquitectura, es más fácil observar este cambio de mentalidad entre el Renacimiento y el Barroco si comparamos sus modos de composición: dentro del renacimiento, los arquitectos solían estructurar el espacio mediante el diseño por yuxtaposición de formas geométricas simples como el rectángulo, el círculo o el cuadrado. La presencia de estos elementos queda perceptible en los planos y en el resultado final, como se observa en la Capilla Pazzi (~1460) de concepción atribuida a Brunelleschi. Mientras, en un plano barroco se observaba una relación más compleja entre las partes de la edificación. La agregación de formas y la continuidad entre las superficies mediante curvas de radios múltiples resulta en una complejidad, una multiplicidad y un dinamismo visibles, por ejemplo, en las Quattro Fontane, de Francesco Borromini.
A finales del siglo XVIII, la codificación de los sistemas de representación gráfica y de descripción geométrica y matemática de los sólidos estaba ya completa. Las proyecciones ortogonales, el sistema de planos acotados y la perspectiva axonométrica, en desarrollo desde el siglo XVI, contribuyeron para que el dibujo técnico se formalizara como un documento de ordenación, asociado a aplicaciones industriales. La publicación de una larga serie de tratados y la enseñanza formal de las artes y los oficios organizada en las academias garantizaron la consolidación de este corpus de conocimientos.(11) La diseminación de estos sistemas, obras e instituciones en Europa y América confirmó la progresiva incorporación de los nuevos valores económicos, sociales, filosóficos y estéticos a los procesos de representación, asegurando una identidad entre éstos y la sociedad de la Revolución Industrial.(12)
Si para los humanistas de los siglos XV y XVI los procesos de representación gráfica estaban en el frente tecnológico y científico, hacia la mitad del siglo XIX éstos se habían vuelto casi vulgares entre arquitectos y artistas, soportados por toda suerte de técnicas y aparatos como la litografía, el papel transparente, los pantógrafos o la cámara oscura.(13) La perspectiva, más que un argumento de los debates acerca de las artes visuales, “se había convertido en un problema científico matemáticamente resuelto”,(14) desvinculado de la trayectoria del arte decimonónico. En este contexto, su alejamiento de la escena tecnológica parecía más evidente si comparada a la fotografía,(15) en estos momentos ya consolidada, o al cine, que enseguida despertaría verdadero furor. Sin embargo, la representación gráfica arquitectónica siguió evolucionando, impulsada por la necesidad de reflejar la ornamentación poco corriente ocasionada por la “batalla de los estilos” de la segunda mitad del siglo XIX y por la persistencia de una tradición de representación gráfica fundada en la búsqueda de la fidelidad visual y del impacto sobre el observador, a quien se intenta seducir o involucrar. Ejemplo de ello son algunos planos y perspectivas que, al incorporar valores “emocionales” del romanticismo mediante el uso de gamas tonales más variadas y sombreados más profundos, resultaron en dibujos que fueron considerados “más espectaculares que las obras mismas”.(16) Un siglo después, técnicas como la acrílica y el aerógrafo permitieron acabados cada vez más precisos y sofisticados, en lo que fueron auxiliadas por una sucesión de equipos de captura, tratamiento y proyección de imágenes.(17) De este modo, la representación de los edificios mediante un lenguaje figurativo y realista, que en el XIX era usual entre los arquitectos e indispensable en la formación académica, cambió en el siglo XX hacia un lenguaje altamente desarrollado, ejecutado por expertos ilustradores. En las artes plásticas, esta práctica encontró su paralelo en el “hiperrealismo” y en su intención de reproducir el mundo tal como sería percibido mediante el uso de una cámara fotográfica. Significativa suma de recursos económicos, intelectuales y tecnológicos fueron aplicados en la búsqueda por la fidelidad al objeto; el intento de representar el mundo visible y el proyecto arquitectónico mediante recursos pictóricos manuales alcanzó ahí su apogeo.
La contribución de las vanguardias
El proceso de atomización social y diferenciación cultural causado por la transformación acelerada de los modos de producción se hizo más visible en el escenario artístico occidental a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Pronto se relacionó esta inquietud social a los experimentos formales de las vanguardias (Impresionismo, Futurismo, Cubismo, De Stijl, Suprematismo, Constructivismo, etc.), presentes en el arte desde los años 1880. En estas, interesa destacar su interés por los adelantos científicos e industriales (los maquinismos, la investigación acerca de la naturaleza física de la luz y del color, la electricidad, la fotografía, etc.). También ahí están algunas de las primeras búsquedas por superar los límites impuestos por la perspectiva cónica en tanto estructura conceptual condicionante de la percepción del espacio. Todavía hoy resulta inspiradora la representación del movimiento y de la velocidad en obras de escultores como Umberto Boccioni. Lo mismo se puede afirmar de las tentativas de superación de nuestra concepción espacio-temporal y de la totalidad del objeto desde una mirada “simultánea” del observador, encontradas en algunas pinturas de Pablo Picasso o Georges Braque.
En el panorama del período entreguerras, la arquitectura aceptó su papel como agente de ordenación y trasformación social. La necesidad de definir una imagen nueva, nítida y claramente identificable fue asumida como reto por parte de las vanguardias arquitectónicas, que de este modo reaccionaron al academicismo predominante. En el contexto de la enseñanza, la avanzadilla pertenece a la Bauhaus, que se alejó de la formación basada en la copia de los modelos clásicos y estableció nuevos métodos de educación, para formar diseñadores capacitados a proponer formas y procesos adecuados a un mundo concebido desde la convivencia con los objetos industrializados, ya no fruto de la artesanía. No obstante, el salto creativo que se suele asociar a esta primera generación del Movimiento Moderno no se dio desde la nada. Las innovaciones tecnológicas de la construcción (acero, hormigón, etc.) y la cruda realidad socioeconómica de la primera posguerra obligaron estos arquitectos a una senda innovadora, en la que les valió su conocimiento de la historia y su entrenamiento en la representación gráfica de complejos motivos decorativos, temas básicos en la formación Beaux Arts.(18)
Coherente con estas trasformaciones, un expresivo grupo de arquitectos de las vanguardias arquitectónicas de principios del siglo XX intentó utilizar los recursos de representación gráfica de modo más innovador y creativo, subvirtiendo y distorsionando los cánones visuales en búsqueda de efectos gráficos que realzasen sus concepciones. Entre los experimentos gráficos realizados por estas vanguardias, se pueden citar el collage o la inserción fotográfica de maquetas y paisajes del entorno de los proyectos arquitectónicos, utilizado por Ludwig Mies Van der Rohe desde la primera posguerra.(19) Los croquis expresionistas de Erich Mendelsohn, o las perspectivas de las vanguardias soviéticas (V. Tatlin, I. Leonidov y K. S. Mélnikov, etc.) que intentaban traducir sensaciones como dinamismo, contraste y movimiento mediante el uso de colores primarios y la incorporación de visadas distorsionadas por el acercamiento del observador al plano del cuadro fueron algunos de estos recursos. También la sustitución de las perspectivas cónicas por axonométricas de colorido fuerte y contrastado, por parte de Theo van Doersburg y del De Stijl, se identifica a una estética maquinista, a la impersonalidad y a lo moderno, en oposición al estilo Beaux Arts.
Hasta la segunda posguerra, los arquitectos convivieron con el hecho de que la representación gráfica solía cambiar más lentamente que las necesidades de la arquitectura o la tecnología de la construcción civil. Esta inercia se asoció a “una importante capacidad de adaptación del dibujo a los diversos estilos arquitectónicos.”(20) El cambio en esta realidad se hizo más perceptible a partir de la década de 1960: en un contexto de producción arquitectónica ya consciente del agotamiento del lenguaje clásico y que asimilaba la cultura industrial y tecnológica, se tornó evidente que las técnicas gráficas tradicionales, por más flexibles que fuesen, ya no bastaban para representar las propuestas formales que se concebían en aquel entonces.(21) Tecnologías oriundas del arte gráfico abrieron camino a la innovación en la representación gráfica arquitectónica, ya no limitada al dibujo, al grabado y a las técnicas de pintura. El uso creativo de estas técnicas en la producción y presentación de proyectos arquitectónicos se asoció a una estética “pop”, conformando un “estilo gráfico”(22) típico de propuestas de cuño futurista, utópico y tecnicista.(23) Más allá de la esfera europea, estas propuestas gráficas, estéticas y arquitectónicas se hicieron sentir en publicaciones de Norteamérica, Latinoamérica y del Oriente. Igualmente encontraron sus correspondencias en el universo del cine, de la literatura y de la música.
En la esfera de la representación gráfica arquitectónica, los proyectos de las vanguardias deben ser vistos como exploraciones innovadoras, en el justo límite de los sistemas de representación vigentes. En este sentido, estaban en sintonía con proposiciones coetáneas en el campo de las artes plásticas, y se pueden asociar al momento en que la cultura occidental se abrió a la posibilidad de una teoría estética que incorporara la ciencia, la máquina, la industria y la velocidad.(24) No obstante, todas estas iniciativas ocurrieron dentro del paradigma de la perspectiva, que obligaba a observar el mundo por medio del cristal de la ventana descrita por Alberti en 1435 o de su versión moderna, el objetivo de una cámara. Como consecuencia, muchos textos tratan los principios del siglo XX como un periodo de significativos cambios en la cultura, en el arte y en la arquitectura, pero de pocas novedades en el dibujo. En esta historiografía subyace la idea de la representación gráfica arquitectónica como un tema ya consolidado, más adecuado a los manuales de aprendizaje.(25)
Es verdad que los registros gráficos de dibujos de presentación y de proyectos arquitectónicos encontrados desde el siglo XIX hasta fines del XX evidencian la continuidad de una serie de prácticas asociadas a la tradición artística y a la formación Beaux Arts. En paralelo a la permanencia de esta tradición cada vez menos visible en la bibliografía especializada, se nota la constante incorporación de nuevas técnicas y un interés en asociar los procesos de representación a las concepciones artísticas, culturales y científicas que se presentaban en aquél momento. No obstante, al partir desde dentro del mismo paradigma técnico y representacional vigente, estos intentos de conectar la arquitectura y las artes visuales a los adelantos científicos obtuvieron resultados limitados. Es decir, se buscó la superación del lenguaje clásico desde un abordaje todavía clásico. La conducta moderna, aún lineal y crono-orientada, resultó en iniciativas relevantes, pero incapaces de concretar una ruptura con el sistema de representación dominante. Sin embargo, otro cambio, más radical y significativo, estaba ya en curso.
Hacia un nuevo lenguaje.
La arquitectura busca su legitimación en precedentes históricos y tecnológicos. Algunos autores afirman que las propuestas deconstructivistas constituyen la referencia teórica más inmediata de algunas de las formas que hoy se generan,(26) mientras otros ven el Barroco como el periodo en que los arquitectos habrían empezado a romper con el espacio “clásico”, tal como era entendido en los siglos XV y XVI, y a plantear la creación de formas “orgánicas”.(27) No obstante, el hilo que conecta las exploraciones arquitectónicas contemporáneas no está atado a remotas actitudes o afinidades de orden formal, sino a las investigaciones llevadas a cabo por las neovanguardias. El escenario especulativo de finales de los años 1960 estaba ocupado por un vivo debate entre la vía tecnológica de la arquitectura high-tech, el historicismo, el Deconstructivismo y otras corrientes posmodernas. Como reacción a las posiciones defendidas por Aldo Rossi y otros teóricos, surgió una tendencia a la abstracción, que fundaba sus conceptos en la “revisión de la polémica original del Movimiento Moderno”.(28) El grupo neoyorquino conocido como los “Five architects” organizó una exposición en el Museum of Modern Art en 1967, donde declaró el intento de recuperar la experimentación radical de las vanguardias del inicio del siglo. El evento repercutió a lo largo de la década siguiente. La predominancia de la forma, de la estructura y de la geometría interna del proyecto sobre las funciones o la comunicación de significados en sus arquitecturas justificó la atención en los procesos tecnológicos y resultó en una serie de experimentos en el campo de la representación gráfica.(29)
En los Estados Unidos, Peter Eisenman persistió en la senda abierta por esta vertiente, siendo su Aronoff Center (1988) un iniciador del nuevo lenguaje. También los proyectos del Museo Guggenheim (1987) de Frank Gehry y de la Jewish Extention en el Museo de Berlín (1989), de Daniel Libeskind, son precursores de la tecnología de la construcción, en el vocabulario formal y en el uso de geometrías complejas para generar la forma arquitectónica.(30) Conceptualmente cercanos, encontramos a Elia Zenghelis, Rem Koolhaas, Bernard Tschumi y, poco después, Zaha Hadid, todos en algún momento vinculados a la Architectural Association School de Londres (la AA).(31) Sus experimentos formales, basados en múltiples combinaciones, en los ejercicios sintácticos y en la reflexión en torno a la geometría, intentaron “romper con el sistema clásico de representación - planta, sección y alzado”.(32) El proyecto de Zaha Hadid para Trafalgar Square (1985) es paradigmático de una arquitectura neovanguardista que intuye avances conceptuales. Sus planos registran múltiples niveles del edificio, mezclados con secciones y vistas transparentes. En las secuencias de perspectivas, el punto de vista con frecuencia está en distintas posiciones y alturas.(33) Para hallar las claves de su interpretación, quien lo mira es obligado a abandonar la tradicional posición de observador pasivo y es invitado a penetrar en el dibujo. Este modo de presentación, donde se intenta un recorrido espacio-temporal a través de una sucesión de perspectivas cónicas, tiene sus límites: ya en 1891 el matemático Henri Poincaré observó que la perspectiva, representación “bidimensional” de una realidad “tridimensional”, es inadecuada para demostrar la cuarta dimensión vislumbrada por la matemática. No obstante, los intentos de esta arquitecta de describir una “totalidad” del objeto mediante diacronías son testigos de que la arquitectura empezaba a considerar la posibilidad de un espacio-tiempo no euclidiano desde una experiencia “analógica”.(34)
La alternativa de las neovanguardias significó un rechazo a una situación conceptual estancada. Hay que reconocer en los trabajos de la AA y de estos arquitectos su sintonía con proposiciones coetáneas en el campo de las artes plásticas y de la filosofía. Los ejercicios formales de Eisenman, Daniel Libeskind, Bernard Tschumi y Zaha Hadid ejercieron influencia sobre el ambiente académico y profesional, y resultaron en relevante renovación en el lenguaje de presentación de proyectos arquitectónicos. No obstante, al trabajar desde los medios gráficos usuales de 1970 a 1990, las propuestas de las neovanguardias apenas incorporaron las innovaciones tecnológicas de la informática, y no alcanzaron alterar los paradigmas de la perspectiva y del sistema de vistas ortográficas. Por tanto, no se puede considerar su trabajo como una ruptura real con el sistema clásico de representación gráfica arquitectónica, sino más bien como iniciativas de innovación tecnológica – haya visto el uso del escáner de volúmenes en el despacho de Frank Gehry - o como experimentos en el límite más extremo de los sistemas de representación vigentes, como cuando Zaha Hadid utilizó la distorsión en las fotocopias como inspiración formal en sus proyectos.(35) Las especulaciones teóricas y proyectuales de Eisenman, Koolhaas y Hadid fundaron una base conceptual para la siguiente generación de arquitectos, que empezó a trabajar en los años 1990.
Conclusiones
La representación gráfica arquitectónica es mejor observada desde la perspectiva de un desarrollo continuo de los medios técnicos, entendidos como respuestas objetivas a las condiciones y demandas de nuestra sociedad. Conviene desestimar la noción de una secuencia de iniciativas creativas individuales y aisladas, en favor de la continuidad de la evolución técnica y de una intención innovadora, escudadas en el intercambio tecnológico y en una sólida tradición en la formación de recursos humanos.
En Occidente y principalmente a partir del Renacimiento, considerables esfuerzos intelectuales han sido invertidos en el desarrollo de herramientas que asociaran las matemáticas y otras ciencias a la representación de los sólidos en una superficie plana. Desde principios del siglo XV, la representación gráfica del escorzo y de la profundidad del espacio es hecha dentro de un código considerado universal, que admite la representación del mundo visible en un simulacro llano, restringido a un marco visual. El dibujo ha evolucionado en el marco de esta concepción hasta convertirse en canon para la práctica artística y para una larga diversidad de actividades afines, entre éstas la arquitectura.
Tan fuerte es la creencia en el paradigma de la perspectiva que aun hoy, al mismo tiempo en que se vislumbra la posibilidad de acceder a nuevas experiencias espaciales y visuales, la discusión acerca de este suceso se hace desde el mismo marco de la “ventana” de Alberti. No obstante, cada adelanto en el conocimiento humano ya trae en sí las semillas de su propia superación. Los sistemas de representación gráfica hoy reconocidos como “clásicos” fueron desarrollados desde una serie de iniciativas que, más que explorar sus límites, intentaron romperlos. Los frutos más evidentes de esta búsqueda están en las investigaciones científicas, artísticas y arquitectónicas del Renacimiento y del Barroco europeo, en las proposiciones de las vanguardias de los siglos XIX y XX, y en la revolución digital que ahora mismo presenciamos. Lo que distingue la situación actual de los momentos-clave anteriores es que, por primera vez en la historia de la representación gráfica arquitectónica, la evolución en los sistemas de representación gráfica es más rápida que las necesidades de la arquitectura y del mercado de la construcción. Si hasta el siglo XX, los cambios demoraban en migrar desde las áreas técnico-científicas hacia la arquitectura y la representación gráfica arquitectónica, hoy los diseñadores y arquitectos no tienen prejuicios en adoptar, en su labor profesional, adelantos en los campos de la informática, la cibernética, los videojuegos y el diseño gráfico. Sin embargo, las grandes estructuras culturales tardan en aceptar la transición hacia nuevos modos de percepción. Tantas veces comentada por nuestros coetáneos, la idea de ruptura en el paradigma vigente es todavía más una aspiración que una realidad. Pese a esto, el mero hecho de que se consideren cambios en esta mentalidad ya es en sí el signo más evidente de su evolución.
La representación gráfica no guarda necesariamente relaciones directas con la arquitectura que pretende describir. Los mismos sistemas de representación fueron utilizados para las más diversas proposiciones conceptuales o estéticas. Dicho esto, conviene matizar la complejidad de las relaciones entre el concepto arquitectónico, los medios tecnológicos y las técnicas de representación. Al resultado expresivo de estas relaciones intensas, ricas y cambiantes se ha llamado estilo gráfico. Independiente de utilizar recursos “manuales” o “digitales”, la mayoría de las estrategias desarrolladas por los arquitectos para demostrar sus concepciones se ha centrado en los registros gráficos necesarios a la construcción, que corresponden a los croquis y a los planos de proyecto. Otros tipos de dibujo como los esbozos y los diagramas son dedicados al momento de la concepción arquitectónica; en estos destacan la individualidad y la capacidad de síntesis.
El escenario actual de la representación gráfica arquitectónica presenta un evidente protagonismo de los medios digitales en el dibujo del proyecto de arquitectura. Sin embargo, la transición ha sido desigual: hasta los años 1990 el cambio tecnológico se concentró en la producción y documentación del proyecto. Como consecuencia, muchos arquitectos en actividad - a ejemplo de Eric Owen Moss, Peter Eisenman o Frank Gehry - todavía prefieren el dibujo manual y los modelos tradicionales como auxiliares en la búsqueda de una solución proyectual, reservando la producción “digital” para las etapas posteriores a la concepción.(36) No se ha cerrado el debate, pero parece claro que para la mayoría de los profesionales la concepción de espacios arquitectónicos sigue un proceso mental soportado por una diversidad de recursos gráficos. Cada uno elige la técnica de representación con la cual se encuentra más a gusto, sin pérdida de la calidad de los objetos arquitectónicos que concibe. El dibujo manual, lejos de dejar de ser útil, mantiene su prestigio como herramienta de representación del pensamiento arquitectónico y como componente relevante del estilo gráfico de cada arquitecto.
notas
1
Se sugiere la lectura de HAUSER, Arnold. História social da literatura e da arte. São Paulo: Mestre Jou, 1972, cap.1; GOMBRICH, E. H. Arte e ilusão: um estudo da psicologia da representação pictórica. São Paulo: Martins Fontes, 1986; y GOMBRICH, E. H. História da arte. São Paulo: LTC, 1995
2
El plano de la tumba de Ramses IV (preservado en el Museo de Turim), las elevaciones ortográficas para la escultura, los jeroglíficos dedicados a la construcción y los relieves de elevaciones de “casas del alma” en el arte mortuorio justifican esta posibilidad. Acerca de la representación técnica en la Antigüedad, una extensa bibliografía puede ser encontrada desde VILLANUEVA BARTRINA, Lluis. Historia de la representación arquitectónica y del diseño. Vol 1. Barcelona: UPC, 2005.
3
Rudimentos semejantes a la perspectiva artificialis, preservados en frescos romanos, son testigos de la evolución técnica del período Cf. PANOFSKY, Ernst. La perspectiva como forma simbólica. Barcelona: Tusquets, 1973, p.80-85, nota 24; MAIURI, Amedeo. La peinture romaine. Ginebra: Skira, 1953, p.15-42, passim. Los frescos fueron encontrados en sitios que sugieren su uso en escenografía teatral, lo que confirmaría ciertas traducciones del De Architectura Libri Decem, escrito alrededor del año 25 a.C. por Vitruvio, y el más antiguo tratado sobre arquitectura que llegó hasta nosotros. Cf. VITRUVIO. Los diez libros de arquitectura. Barcelona: Editorial Iberia, 1955; PÉREZ-GÓMEZ, Alberto; PELLETIER, Louise. Architectural representation and the perspective hinge. Cambridge, Mass.: The MIT Press, 1997, p.45-46.
4
En oposición a la idea de estanqueidad del período medieval, difundida sobre todo por la historiografía del siglo XIX, hoy se cree en una transmisión más fluida de conocimientos desde la Antigüedad hasta el Renacimiento. Evidentemente no se pueden ignorar desigualdades regionales y discontinuidades temporales, responsables por los contrastes culturales y técnicos entre los modos “clásico” y “medioevo” Cf. HAUSER, 2000, op.cit., p.290. Panofsky afirmó que, a pesar de no ignorar los valores clásicos, la Edad Media “no hizo ninguna tentativa de interpretar las obras clásicas desde un punto de vista crítico ni histórico”. Para él, allí no sería posible un sistema de representación fundado en la concepción de distancia entre observador y objeto, que es lo que origina la perspectiva lineal. Cf. PANOFSKY, E. Significado nas artes visuais. São Paulo: Perspectiva, 1991, p.22-23.
5
Frescos como los de Giotto da Bondone y de Tadeo Gaddi, del principio del siglo XIV, atestan la búsqueda de una representación artística más en acuerdo con la percepción visual y la nueva sensibilidad en el primer renacimiento toscano.
6
Se acredita a Filippo Brunelleschi el primer experimento sistemático de demostración de la perspectiva cónica (~1420). Ni sus cuadros ni sus escritos han sobrevivido, con lo que no se puede determinar cómo alcanzó sus resultados. Otros artistas y arquitectos utilizaron enseguida esta innovación. Se destacan Lorenzo Ghiberti, Donatello y Masaccio, autor de la Trinidad (c.1425-29), probablemente la más antigua pintura que reproduce con coherencia el efecto de profundidad del espacio. La controversia acerca del origen y desarrollo de la perspectiva sigue presente. Se recomiendan los textos de ARGAN, Giulio Carlo. Brunelleschi. Barcelona: Xarait Ediciones, 1990; DAMISCH, Hubert. El origen de la perspectiva. Madrid: Alianza, 1997, p.16-17; EDGERTON, Samuel: The Renaissance Rediscovery of Linear Perspective. New York, London: Icon, 1975; y el muy completo VAGNETTI, Luigi. De naturali et artificiali perspectiva – bibliografia ragionata(...) Firenze: Facoltà di Achitettura di Firenze, 1979.
7
Se debe a Leon Battista Alberti la primera publicación que trata de la “perspectiva lineal”, descrita en el Libro I de su De Pictura (1435). El texto no es claro: Alberti no explica cómo determina “la distancia que me parece entre la vista y el quadro” (sic). Cf. ALBERTI, Leone Battisti. De la Pintura. Murcia: Col. de aparejadores y arquitectos técnicos de Murcia, 1980 (reipr.) p.217. Hasta mediados del siglo XVI, la perspectiva cónica seguiría poco más que una colección heterogénea de construcciones intuitivas, basadas en el ápice del cono visual como un ojo simplificado. Cf. PÉREZ-GÓMEZ, 1997, op.cit., p.33; EDGERTON, 1975, op. cit., XI, pasim.
8
Cf. GARIN, Eugenio: Ciência e vida civil no renascimento italiano. São Paulo: EDUSP 1996. Acerca de la rápida difusión y predominancia de la “costruzione legitima” en el arte europeo, buenas bibliografías pueden ser encontradas en VAGNETTI, 1979 o VILLANUEVA, 2005.
9
En 1456, Andrea Mantegna concluyó San Tiago a camino de su martirio, fresco que representa edificios dispuestos en ángulo con el cuadro con la ayuda de “puntos de convergencia” auxiliares. De Mantegna es también el falso oculo de la Cámara de los Esposos (Palacio Gonzaga, Mantua, 1465?), más antiguo ejemplo conocido de espacio ilusorio en un techo. Aún destacables son los experimentos de Paolo Ucello.
10
Entre el XVI y el XVII veremos la estereotomía y la geometría proyectiva de Girard Desargues. En 1693, apareció el Perspectiva pictorum et architectorum…, obra de A. Pozzo dedicada a la ilusión óptica tridimensional en espacios cóncavos (cúpulas o bóvedas) y a la escenografía teatral. Cf. POZZO, Andrea. Perspectiva pictorum et architectorum A. P. S. J. Pars Prima... Trieste: Italo, 2003.
11
Una revisión crítica de los principales tratados acerca del dibujo, perspectiva y arquitectura puede ser encontrada en WIEBENSON, Dora (org.). Los tratados de arquitectura de Alberti a Ledoux. Madrid: H. Blume, 1988.
12
François Blondel estructuró un curso dedicado a la formación de arquitectos en 1671. En 1737, el topógrafo Fellippe Buache divulgó su método de proyecciones acotadas para uso en la topografía. A fines del XVIII, la Geometría Descriptiva del matemático Gaspard Monge se tornó la base matemática y conceptual sobre la cual se fundó el dibujo técnico contemporáneo, y método para la enseñanza en la Politechnique. Cf. WIEBENSON, 1988, op. cit., p.217-234; PÉREZ-GÓMEZ, 1997, op. cit.
13
Cf. ACKERMAN, James S. Architettura e disegno. La rappresentazione da Vitruvio a Gehry. Milano: Mondatori, 2002, p.250; y SAINZ, Jorge. El dibujo de arquitectura. Teoría e historia de un lenguaje gráfico. Madrid: Nerea, 1990, p.157-159. estas obras resumen los cambios en el dibujo de arquitectura desde el siglo XV hasta el XX.
14
Cf. CABEZAS GELABERT, Lino. La perspectiva, entre neoclasicismo y romanticismo. In: D´Art. no 20. Barcelona: Edicions UPC, 1994, p.191.
15
La fotografía tuvo sus inicios el la primera mitad del XIX, en manos de diversos inventores. Textos de Ruskin (1857) y Baudelaire (1859) atestiguan la conturbada relación entre la fotografía y las artes pictóricas del período. Cf. VILLANUEVA, 2005, op. cit., p.95-97.
16
Cf. WILTON-ELY, John in KOSTOF, Spiro (coord). El arquitecto. Historia de una profesión. Madrid: Cátedra, 1984, p.189. Algunas técnicas pictóricas más asociadas a la formación Beaux Arts, como el óleo y la témpera, han caído progresivamente en desuso entre los arquitectos. Sin embargo, la acuarela, surgida en el siglo XVIII, ha mantenido su status hasta los años 1990.
17
La proyección y reproducción de imágenes evolucionó desde la cámara oscura hacia un sin fin de aparatos: la cámara lucida (el prisma óptico), el fotomontaje, las diapositivas, la impresión por offset, la fotocopiadora, y los proyectores, hasta llegar al multimedia y a los acabados digitales.
18
La Bauhaus, fundada por Walter Gropius, personificó una renovación notable en Europa y, a continuación, en las Américas. Algunas de sus herederas son la Hochschule fur Gestaltung (Escola Superior de la Forma), fundada por Max Bill en Ulm (1951), y la New Bauhaus, fundada por Lásló Moholy-Nagy en Chicago (1937), más tarde School of Design. Punto y Línea sobre el Plano, de Wassily Kandisnky ha repercutido también en el trabajo de un sin número de educadores. Cf. ARGAN, 1990, op. cit.; BOYLE in KOSTOF, 1984, op. cit., p.274-9; GROPIUS, Walter: Bauhaus: novarquitetura. São Paulo: Perspectiva, 1977, p.86, 94.
19
Mies van der Rohe utilizó la inserción fotográfica, por ejemplo, en su propuesta para el concurso del Banco de Stuttgart (1928).
20
SAINZ, 1990, op. cit., p.194.
21
Momento en que aparecieron textos que intentaban superar los impasses vividos por la arquitectura moderna, y cuestionar el nuevo rol de la representación gráfica. Cf. VAGNETTI, Luigi. Il Linguaggio grafico dell'Architetto, Oggi. Genova: Vitali e Ghianda, 1965.
22
La noción de “estilo gráfico” presentada por SAINZ, 1990, op. cit., p.43, ha sido profundizada por PUEBLA PONS, Joan. Neovanguardias y representación arquitectónica: la expresión innovadora del proyecto contemporáneo. Barcelona: Edicions UPC, 2002, p.25-27.
23
Como ejemplo, se pueden citar la Walking City (1964) y la Plug-in City (1968) del Archigram, formado por Peter Cook, Ron Herron y otros. Cf. THOMSEN, Christian: Visionary Architecture: from Babylon to Virtual Reality. New York: Prestel, 1994.
24
Cf. PUEBLA PONS, 2002, op. cit. Acerca del cambio en las artes y la crisis en la estética del siglo XX, un resumen ha sido fornecido por GIANETTI, Claudia. Estética digital. Sintopía del arte, la ciencia y la tecnología. Barcelona: L´Angelot, 2002, p.165-166.
25
La historiografía del Arte no ha destacado los trabajos de E. C. Nerwal y Konrad Wachsmann, o las investigaciones geométricas del holandés M. C. Escher, a pesar de sus evidentes conexiones con el Surrealismo de Salvador Dalí, Giorgio de Chirico o René Magritte. En contra de esta visión reduccionista, en 1927 un ensayo de Erwin Panofsky declaró que la perspectiva cónica no era una concepción universal, sino una “forma simbólica” propia de un dado momento histórico y social. El texto se fundaba en la suposición, en la Antigüedad, de unos sistemas de proyección semejantes a la perspectiva cónica. La hipótesis, hoy desacreditada, impulsó innumerables estudios y contribuyó para cambiar la percepción que tenemos acerca de la realidad visual, y del rol de la representación gráfica en la cultura. Cf. PANOFSKY, 1973, op. cit. Para un panorama de la crítica a Panofsky se sugiere la lectura de EDGERTON, 1975, op. cit., p.153-162.
26
NOVAK, Marcos in BENEDIKT, Michael (ed.): Cyberspace: first steps. Cambridge, Mass.: The MIT Press 1992, p.219.
27
Para referirse a estas formas, Rafael Moneo habló de “geometrías olvidadas” que no han sido usadas a causa de las dificultades para representarlas. Cf. MONEO VALLÉS, José Rafael. “Idear, representar, construir”. In: XI Congreso EGA de Sevilla, mayo de 2006. Vol 3 (Debates). p.17-40 (ver p.34).
28
PUEBLA PONS, 2002, op. cit. p.12.
29
Cf. http://en.wikipedia.org/wiki/The_New_York_Five (Consultado en: julio 2010); en el trabajo de los “Whites” Peter Eisenman, Michael Graves, Charles Gwathmey, John Hedjuk y Richard Meier, y sus seguidores, Montaner observó la autonomía del proyecto frente al contexto, resultando en la negación de la topografía, del historicismo y de la nostalgia. Cf. MONTANER, Josep Maria. Después del movimiento moderno. Arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. Barcelona: Gustavo Gili, 2002, p.174.
30
Cf. PONGRATZ, Christian y PERBELLINI, Maria Rita. Natural Born CAADesigners. Young American Architects. Basel: Birkhäuser, 2000, p.17.
31
Cf. PUEBLA PONS, 2002, op.cit., p.12-13; MONTANER, Josep Maria. Arquitectura y crítica. Barcelona: Gustavo Gili, 1999, p.93.
32
Esta posibilidad ha sido comentada en MONTANER, 2002, op. cit., p.175.
33
Cf. http://www.zaha-hadid.com/masterplans/grand-buildings-trafalgar-square. Consultado el: 20/08/2010.
34
Diacronias son representaciones del proyecto que se pretenden simultáneas sin embargo distintas en el espacio-tiempo. También es posible ver en la narrativa simultánea de los dibujos de presentación de Zaha Hadid otro paralelo: con los murales del período medieval occidental. Se considera que Hadid, en los dibujos para este proyecto, ha logrado una innovación en el lenguaje de presentación de proyectos. Cf. EL CROQUIS, no 52+73. Madrid: El Croquis Editorial, 2000, p.21; SCHUMACHER, Patrick. Digital Hadid - landscapes in motion. Basel: Birkhäuser, 2004; PUEBLA PONS, Joan. Un código visual y arquitectónico singular. In: Revista EGA. no 13, año 13/2009. Valencia: Edicions UPV, 2009, p.161-162.
35
PUEBLA PONS, 2009, op. cit., p.161.
36
Cf. IMPERIALE, Alicia. New Flatness: Surface Tension in Digital Architecture. Basel: Birkhäuser, 2000, p.38; y STEELE, James. Arquitectura y revolución digital. Barcelona: G. Gili, 2001, p.183.
acerca del autor
Geraldo Benicio es doctorando en Expresión y Representación Gráfica por la ETSAB-UPC (España), tiene un máster en Arquitectura por la EA-UFMG y es arquitecto por la FAU-UFRGS. Es profesor universitario y actualmente vive en Barcelona, donde actúa como investigador, arquitecto e ilustrador. Este artículo es fruto de sus estudios doctorales.