La arquitectura de hoy en día, la comercial, la que trasciende en revistas cool – la que queremos copiar, comprar, reproducir... – pertenece a esta sociedad de consumo que hemos generado (y acrecentado) a lo largo de las últimas décadas. Hoy en día esperamos ver a nuestro arquitecto favorito haciendo zapatitos, mesitas, lamparitas “de diseño”, con formas “rarísimas”, salidas de las entrañas de los ultimísimos programas de dibujo. Hoy en día “no eres” arquitecto si no sabes manejar Revit, SketchUp, Solid o Rhino... Lo que produzcas con ello ¡es lo de menos!... Si los edificios son inútiles dinosaurios carísimos y con mantenimiento cero ¡Qué más da¡ ¡Venden! ¡Generan ganancias!
La comida rápida sigue extendiéndose alrededor del mundo como plaga, incluso en la milenaria China que tanto cuidado a tenido a lo largo de milenios por la alimentación, el ejercicio, el cuidado de la mente... Ahora empezamos a ver a un grupo selecto de gordos chinos pudientes que consumen “nombres” en el campo del diseño arquitectónico, que se “cargan” su milenaria filosofía vital en pos “de la modernidad capitalista”.
Hace años ya que nuestro oficio está en crisis, lo hemos metido en esta vorágine de consumir por consumir, de edificar por edificar, de vender urbanismo de kilómetros y kilómetros de plazas duras sin árboles, sin sombrita, sin gente... España está inmersa en un desempleo brutal de los arquitectos que emigran rumbo a Latinoamérica, África, inhóspitos y exóticos lugares a los que antes íbamos solo de vacaciones y a disfrutar de sus paradisiacas playas y su exótica comida.
Hoy debemos hacer mensajes rápidos, de solo unos cuantos caracteres en twitter, de respuestas inmediatas en facebook, queremos ser guapos untándonos cremas, rasurándonos con maquinillas que utilizan futbolistas, pilotos de F1 o golfistas adulterados. Ese tiempo de sentarnos a reflexionar (¡reflexionar, que palabra!), mirar a nuestro alrededor y con calma y tiempo retomar lo verdaderamente importante afecta no solo a la arquitectura de cartón piedra que se construye hoy en día, y que Frank Ghery o Zaha Hadid tan bien han ayudado a implantar, todo en este mundo moderno suena a falso, a mentira, a media verdad repetida hasta la saciedad.
Aquella arquitectura (y aquellos arquitectos) que prometieron la modernidad se han acabado, hablar de esto en foros de debate es casi de risa, hoy debemos resolver el problema de “los arquitectos”, su desempleo... Pero, ¿qué aporta la arquitectura de hoy ante la problemática de una población empobrecida a nivel global?
Tenemos los mejores programas de diseño, tenemos ordenadores capaces de hacer un “mega-render” en minutos, podemos googlear a los famosillos y enterarnos de cómo hacen y publicitan en la red global de internet... Sin embargo, me sigue pareciendo que nos olvidamos de lo importante, del detalle, de la maqueta de trabajo, del croquis a lápiz 2B, de los plumones, de visitar el terreno, de preguntar a la gente... ¿Le gusta el edificio que le propongo?... ¿Le gusta la ciudad que pienso?... ¿Le agrada el urbanismo que le propongo?
Los críticos parece, hasta hace nada, solo debíamos “resaltar” lo hermosas, bellas y preciosas que eran las propuestas comercializadas en medio mundo por Toyo Ito, Rodgers, Ghery, Koolhas, Calatrava (que mirenlo como acabo el hombre), Hadid o Meier, más alguno que otro(a) resultón que vendiera “su escultura”... Y así nos va hasta ahora. No había crítica que dijera, miren aquí también hay un Claudio Caveri que hace arquitectura “con la gente”, allá esta González Lobo fabricando techos raros con señoras gordas en el suelo, Marina Weisman desde Argentina nos señala que loa critica es también pensar, distanciarse y volver a proponer cosas innovadoras, diferentes apropiadas.
La arquitectura de hoy en día, la comercial, la que trasciende en revistas cool está rota, resquebrajada, en crisis...
Pero la gente está necesitada de nuevas propuestas, innovadoras, realistas, acordes con nuestros presupuestos, con la ecología de nuestro planeta finito... No queremos arquitectos(as) que vistan de Prada y salgan haciendo poses de novelistas en revistas caras de arquitectura...
Necesitamos de gente que pise fuerte en el suelo de lo real, como el grupo mexicano Ahorkados, o Laboratorio de Arquitectura Básica y sus casas de huacales, o Íñigo Ortiz Monasterio y sus techos de madera laminada...
Necesitamos de Juan O’Gorman y su radical arquitectura, de Juan Legarreta y su innovación compositiva, de Juan Segura y su amor por el oficio, de Rogelio Salmona y su delicadeza con los ladrillos, de Eladio Dieste y su magia estructural... Necesitamos de Factoría Desing que desde el Sur del mundo se compromete, de Solano Benítez y su ética constructiva, de Manolo Herrera, Ramiro Botello o Arturo Chávez que desde México construyen arquitectura con sentido...
Necesitamos reencontrarnos a nosotros mismos y replantearnos lo realmente importante, no recrear ‘revivals’ grotescos de lo que fue y se ha perdido...
Necesitamos de críticos que además de criticar “propongan”, necesitamos millones de grandes galpones para techar necesidades, necesitamos miles de escuelas, hospitales, drenajes, áreas verdes...
Necesitamos nuevamente queridos lectores volver a “a innovación” como motor que nos reconduzca por el camino de lo apropiado en arquitectura...
El 60% de la población mundial “no tiene nada” y solo hemos sido capaces de mostrarles por la internet y la televisión por cable “lo que no van a tener nunca”...
¡Es hora de cambiar la mentalidad! ¡¿No creéis?!
Pero esta solo es la opinión de quien escribe.
sobre el autor
Humberto González Ortiz es arquitecto por la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (1993-Graduado con mención honorífica). Doctor en Arquitectura por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, de la Universidad Politécnica de Cataluña. Tesis Doctoral: Carlos González Lobo... Caminos hacia lo alternativo dentro del ámbito conceptual, proyectual y contextual de la arquitectura” (2002 – sobresaliente). Investigador Independiente desde el año 2002.