Introducción
El reparto Vista Alegre, surgido en los albores del siglo XX en la ciudad de Santiago de Cuba, es contenedor de una gran variedad de tipologías arquitectónicas que atesora exponentes únicos de un amplio repertorio estilístico y habitacional, por lo que constituye un patrimonio de especial significación dentro del acervo cultural santiaguero. Desde el punto de vista urbanístico responde a las influencias del suburbio jardín y al pensamiento renovador de la época, de ahí que su estructura y morfología urbanas resultaran una expresión sui géneris de la ciudad que sentó pautas en el urbanismo contemporáneo cubano. Lo anterior fundamenta su condición de sitio urbano de gran significación donde se aprecian altos valores paisajísticos y ambientales, unidos a la historia que ha albergado durante cien años de existencia.
Sin embargo, Vista Alegre no ha quedado exento del fenómeno que representa las transformaciones inadecuadas e indiscriminadas de sus inmuebles, toda vez que estos manifiestan características particulares con potencialidades para ser ampliados, subdivididos y reusados. Estas acciones se consolidan actualmente como una atenuante a la problemática actual de la vivienda, y han contribuido a la proliferación de cuarterías y al deterioro del patrimonio habitacional del reparto.
Antecedentes del fenómeno de la cuartería en Cuba
Las cuarterías constituyen uno de los tipos habitacionales heredados de la etapa precedente al triunfo revolucionario de 1959, cuya esencia ha trascendido a la actualidad. Se caracterizan por: insuficiente espacio, hacinamiento, falta de privacidad, precariedad, pésimas condiciones ambientales, carencia de instalaciones hidrosanitarias adecuadas, en ocasiones baños comunes, deterioro técnico constructivo, soluciones estructurales improvisadas, redes técnicas en colapso por saturación y sobreexplotación. Estas precarias condiciones además suelen estar asociadas a fenómenos como promiscuidad, conflictos de convivencia, manifestación de ilegalidades, índices de insalubridad persistentes, conflictos sociales, entre otros.
Las cuarterías constituyen un fondo habitacional en riesgo permanente; tanto por su vulnerabilidad física ante amenazas de desastres naturales; como por su vulnerabilidad social, debido a las pésimas condiciones de habitabilidad e higiénico-sanitarias y al modo de convivencia en sus residentes. Este no es un fenómeno estático pues cada día prolifera con las continuas subdivisiones de las viviendas.
Podría afirmarse que ya desde la fundación de las primeras villas en el siglo XVI y su consolidación en décadas posteriores, aparece lo que podría nombrarse como los primeros “cuartos” o “habitaciones” para el hábitat de los más desposeídos, los cuales mostraban pésimas condiciones de ventilación e iluminación. Estos se hicieron más evidentes en los palacios habaneros por ejemplo, con la ubicación en el entresuelo de los dormitorios de la servidumbre. A mediados del siglo XVIII la ciudad colonial se expandió a otras zonas, evolucionando el hábitat de la burguesía criolla hacia nuevos barrios basados en la tipología de “La Casa Quinta” (1), lo que conllevó al abandono de las casonas del centro de la ciudad antigua y propició el surgimiento de “la casa de vecindad: la vivienda abandonada es dividida y vuelta a dividir para ser alquilada a grupos de recursos mínimos” (2).
De modo general, con el éxodo de la burguesía hacia nuevas formas de vida, las ciudadelas se convierten en la forma más popular del hábitat en el centro de las ciudades cubanas para los grupos sociales más pobres, caracterizándose por la especulación, insalubridad y hacinamiento, alta densidad habitacional y deterioro técnico constructivo y formal de los inmuebles. En las nuevas zonas la burguesía sigue construyendo edificios con patio central, los cuales no serán difíciles de adaptar, en su momento, como ciudadelas, siguiendo los patrones culturales hispanos pero ya con aportes específicos cubanos.
En el caso de La Habana, influenciado con la tipología de la casa quinta, surge el reparto El Vedado a mediados del siglo XIX. Se caracteriza por la elegancia de sus residencias y la belleza de sus jardines, ubicándose de un modo regular y ordenado, próximo al mar y orientado hacia las mejores brisas. Tales circunstancias le imprimen mejores condiciones ambientales, marcando el surgimiento del primero de una serie de barrios selectos a lo largo de la costa oeste de la ciudad. Fue un proyecto de vanguardia para su época y se considera un paradigma en el planeamiento urbanístico moderno latinoamericano.
Sin embargo, “a pesar de su imagen elegante, El Vedado tuvo desde muy temprano una mezcla social enmascarada por su gran coherencia visual” (3), ya que coexistía en él una población heterogénea que iba desde terratenientes, industriales y políticos, hasta obreros, muchos de los cuales se hacinaban en ciudadelas escondidas tras fachadas clásicas, compartiendo los servicios sanitarios y las cocinas.
A partir de 1959 con el triunfo de la Revolución se transformaron los patrones y estilos de vida. Las prioridades de la población se movían alrededor de resolver los problemas que la escasez de recursos y la necesidad entrañaban. Soluciones apresuradas modificaron el hábitat del reparto y muchas antiguas mansiones se refuncionalizaron para oficinas estatales. Así mismo se transformaron algunos edificios de apartamentos, grandes residencias y antiguas bodegas esquineras que, ante la necesidad de viviendas, fueron entregadas a personas necesitadas; “muchas, al poco tiempo, ya las habían subdividido o subarrendado” (4).
Amplios y ambiciosos planes se trazaron y se ejecutaron con el objetivo de solucionar la problemática de la vivienda en todo el país y eliminar las diferencias entre la ciudad y el campo, miles de nuevas comunidades vieron la luz en estos duros años de transformaciones y de dificultades económicas (5). En las décadas del setenta al ochenta “la vivienda alcanza una fuerte expansión, tanto por la puesta en marcha de las plantas de prefabricación, como por la participación de los usuarios en las obras de carácter artesanal y la creación de las microbrigadas, en las que se integraron a la construcción miles de trabajadores no especializados para la realización de bloques de viviendas y de edificios complementarios” (6).
A pesar de los ingentes esfuerzos realizados la demanda de viviendas fue superior a la construida debido al crecimiento vertiginoso de la población cubana, al déficit acumulado en los años de la república y a la propia depreciación del fondo habitacional existente, a la cual no se dedicaron recursos para el mantenimiento (7). En este período se intentaron eliminar las ciudadelas existentes en los centros urbanos a partir de la evacuación de los residentes hacia nuevos repartos, los mismos se resistieron a la idea de abandonar “el solar”; muchos tuvieron que hacerlo ante el inminente fallo estructural del inmueble o bajo el polvo del derrumbe. Otras han resistido el paso del tiempo y el deterioro que impone el hacinamiento, y se mantienen hasta nuestros días.
Similar situación ocurre de modo paralelo en la ciudad de Santiago de Cuba desde que, a finales del siglo XIX, muchas de las viviendas de mayor calidad estética y constructiva pertenecientes a las familias criollas más solventes se destruyeron, cuando los propietarios se vieron obligados a rentarlas por partes a individuos pobres. Esta situación trajo como consecuencia la proliferación de las cuarterías en la ciudad tradicional. Si bien “las ordenanzas municipales de Santiago de Cuba en 1881 prohibieron las ciudadelas porque afectaban el ornato, […] ya no era posible contener esa realidad” (8).
El éxodo masivo de la alta burguesía hacia el nuevo reparto Vista Alegre lo convirtió en lugar exclusivo donde se imitaban patrones sobre la base del lujo y la ostentación. Igual que sucedió en su coterráneo habanero El Vedado, las viviendas de Vista Alegre fueron el reflejo del ideal más caro de la época, en tanto se construían las más fastuosas residencias de la etapa republicana en la ciudad [imágenes 3 y 4]. Con el decursar del tiempo algunos de estos inmuebles fueron divididos, subdivididos y convertidos en cuarterías, incidiendo en el detrimento de sus valores arquitectónicos.
¿Cuarterías en Vista Alegre?
El triunfo revolucionario en el año 1959 trajo aparejado la refuncionalización de las grandes viviendas que habían sido abandonadas por sus propietarios al emigrar hacia los Estados Unidos. Muchas fueron convertidas en escuelas, otras en residencias estudiantiles y oficinas estatales, y algunas devinieron en viviendas multifamiliares, lo que trajo consigo transformaciones evidentes e irreversibles. En el caso de las residencias tomadas como viviendas multifamiliares fue necesaria la división en dos o tres partes en dependencia a la cantidad de familias beneficiadas, estas divisiones por lo general no ocasionaron cambios significativos en la apariencia externa del edificio ni en sus áreas exteriores, por lo que el reparto conservó sus valores fundamentales.
Sin embargo, en la década de los años noventa el reparto Vista Alegre tuvo un crecimiento progresivo de su población, que se evidenció a través de acciones espontáneas llevadas a cabo por los propietarios. Esto provocó la aparición de nuevas divisiones en las viviendas ya divididas, ampliaciones hacia los jardines y patios, nuevas inserciones en las áreas exteriores; acciones que dieron inicio al surgimiento de las cuarterías y aceleraron el deterioro físico ambiental, estético y técnico-constructivo del fondo habitacional, y del reparto en general.
Este fenómeno surgido en zonas residenciales como Vista Alegre es reconocido en términos de cuarterías residenciales o cuarterías de lujo, pero en cualquier caso no son más que cuarterías como el resto de las conocidas. La diferencia fundamental es que su contenedor físico es un inmueble residencial dispuesto de manera aislada dentro de la parcela lo cual determina que las divisiones, subdivisiones y ampliaciones del mismo se proyecten con énfasis hacia los exteriores.
Estas viviendas, parten de un volumen edificado con una disposición aislada dentro del lote, cuyo flujo predominante es interior exterior pues, al no presentar patio interior como en el centro histórico, las habitaciones o subviviendas salen directamente a las áreas de pasillos laterales exteriores, jardín frontal y patio trasero. Habitualmente no cuentan con solución sanitaria independiente utilizándose baños de uso común para varias familias, situación que ha generado la división de los cuartos de baños originales, nuevos baños dentro de las habitaciones, así como la construcción de letrinas exteriores.
Por lo general las cuarterías contienen entre 4 y 9 subviviendas, lo que se expresa directamente en la pérdida de los valores estéticos de los edificios y la descualificación del entorno, al modificarse la composición formal de fachadas y volúmenes. Las transformaciones más preocupantes son las que se producen en la línea de fachada y crecen hacia el jardín frontal.
Puede afirmarse que el incumplimiento de las regulaciones urbanas y constructivas establecidas para el reparto, aún cuando se consideran desactualizadas e inflexibles, ha incidido en el crecimiento gradual de esta tipología y el nocivo impacto ambiental que producen.
Caracterización urbana arquitectónica de las cuarterías
Frente a la problemática que significa la creciente aparición de cuarterías en el reparto Vista Alegre, se realizó una caracterización urbana a partir de un levantamiento que permitió inventariar y actualizar los lotes residenciales en función de su integridad, y localizar las cuarterías existentes. Este estudio, realizado en una primera etapa en el año 2003 (9), evaluó las acciones de transformación realizadas en los lotes, la cantidad de familias que habitaban las edificaciones, el estado técnico de las mismas y el estado de integridad y conservación de las fachadas, con el objetivo de identificar los inmuebles que se acercaban al concepto de cuartería o ya lo eran.
De los 624 lotes originales del reparto se inventariaron 459 que conservaban la función residencial; ya que los 165 lotes restantes habían sufrido cambios de uso. De estos 459 lotes, 228 se conservaban intactos, manteniendo sus valores arquitectónicos, funcionales y ambientales; mientras los 231 lotes restantes (50%) mostraban procesos de transformación de sus características originales, a través de divisiones, subdivisiones, ampliaciones y nuevas inserciones en las áreas de jardines, pasillos laterales y patios.
Según los criterios anteriores, el estudio realizado permitió clasificar en cinco tipos los lotes residenciales:
1. Lotes sin transformaciones: conformados por aquellos inmuebles que conservaban sus valores formales y funcionales sin transformaciones significativas, con un total de 228 lotes.
2. Lotes Tipo I: Integrados por las viviendas que han sufrido ligeras modificaciones de su fachada, y fueron divididas en 2 o 3 subviviendas y no han sido ampliadas, cuentan con los vanos y la carpintería original y está en buen técnico la edificación; lo constituyen un total de 69 lotes.
3. Lotes Tipo II: compuestos por las viviendas que han transformado ligeramente la fachada, contienen entre 2 y 4 núcleos familiares y han sido ampliados hacia el fondo; mantienen las dimensiones de sus vanos, aunque con otra carpintería La edificación está en bueno o regular estado técnico. Se anexan a este grupo las viviendas que fueron remodeladas y modificaron su fachada, aunque se compongan por 1 ó 2 núcleos familiares; lo constituyen un total de 88 lotes.
4. Lotes Tipo III: aquellos que presentan fachada modificada o con nuevas inserciones, que pueden contener entre 3 y 5 núcleos familiares, y han sido ampliadas hacia los laterales; su carpintería ha sido modificada y presentan un estado técnico entre regular y malo; lo constituyen un total de 47 lotes.
5. Lotes Tipo IV: Lo integran las edificaciones que presentan nuevas inserciones en la fachada, ampliaciones ya sea hacia los laterales, en la línea de fachada o hacia el frente, y la carpintería original ha desaparecido. Contienen entre 5 o más de 6 núcleos familiares, y se observa un estado técnico del edificio entre malo e inhabitable. Este tipo, el cual agrupa 27 edificaciones, se acerca a los conceptos de cuarterías abordados anteriormente.
Los resultados de esa investigación advirtieron sobre la tendencia del fenómeno a proliferarse de no ser tomadas medidas inmediatas ya que no sólo existía un 12% del total de inmuebles con criterios de cuartería sino que otro 20% era considerado cuarterías en potencia, al representar más de 47 inmuebles subdivididos a partir de las intervenciones individuales de la población.
El 90 % de las cuarterías detectadas responden a diferentes manifestaciones estilísticas predominando las residencias eclécticas (59.2%), lo cual evidencia su construcción en las primeras décadas del siglo XX, y los bungalow de madera (14.8%); conjunto que demuestra su vulnerabilidad por la antigüedad que denota y el deterioro al que está sometido.
Partiendo del análisis de las planimetrías y las características estético formales de las cuarterías estudiadas, y basado en los indicadores de habitabilidad establecidos para la ciudad de Santiago de Cuba por la Unidad Inversionista de la Vivienda, se pudieron determinar las características de las cuarterías de Vista Alegre comparándola además con las tradicionales del centro histórico urbano; entre estas se refiere que:
- Los casos analizados no toman como base la planta de una casona colonial con patio interior, sino que se originan a partir de una planta compacta construida en la primera mitad del siglo XX, con dimensiones menores a las residencias del siglo XIX, lo que condiciona que el número de familias ubicadas en cada ciudadela sea menor, oscilando entre 4 núcleos como mínimo y 9 como máximo; se presentan con mayor frecuencia las que albergan a 4 familias, promediando un total de 6 familias por edificios.
- El flujo o funcionamiento en las cuarterías tradicionales se produce alrededor de un patio interior hacia donde tributan todas las habitaciones; en Vista Alegre, los casos estudiados presentan un flujo interior-exterior, las habitaciones o “subviviendas” abren sus puertas hacia las fachadas: principal, laterales y de fondo, característica que incide directamente en la pérdida de los valores estéticos de los edificios, al modificar las dimensiones de los vanos y sus funciones. Predomina el acceso a las viviendas desde el exterior por cualquiera de sus fachadas.
- Las afectaciones a las fachadas y áreas exteriores de las residencias son significativas; los ocupantes han multiplicado el área útil de la vivienda a través de ampliaciones hacia los laterales, el frente, el fondo y además en altura. Tales intervenciones transforman por lo general el aspecto del edificio, descalificándolo estéticamente; se consideran las más preocupantes aquellas que se producen en la línea de fachada o crecen hacia el jardín frontal.
- A diferencia de las ciudadelas tradicionales, las cuarterías en Vista Alegre exteriorizan su composición a través de nuevas puertas hacia el exterior, vanos de proporciones diferentes, pequeñas losas de hormigón en voladizo o colgadizos de zinc o fibrocemento que jerarquizan los accesos independientes a cada vivienda, cierres parciales de corredores y portales, entre otros.
- El interés especulativo no es la causa del fomento de estos tipos, sino que han evolucionado de manera espontánea como respuesta al crecimiento natural y al envejecimiento de la población residente. Los núcleos familiares tienen una composición que fluctúa entre una y nueve personas por familias. Los núcleos más frecuentes están compuestos por cuatro personas, promediando de 3.15 personas por viviendas, indicador que se encuentra por debajo del promedio del reparto en el último censo de población y vivienda realizado en el año 2002.
- En los casos estudiados sólo siete viviendas están conformadas por un local, situación que difiere mucho de lo que sucede en el centro tradicional, pero si se tiene en cuenta que el 53 % de las viviendas presentan situación de hacinamiento, entonces se puede observar que las 27 cuarterías no son más que habitaciones subdivididas en pequeños locales. No obstante, en el resto de las viviendas se encontraron varios locales con áreas entre los 45 m² y los 14 m² de superficie útil por personas. La mayoría de los espacios no presentan posibilidades de ventilación ni iluminación natural, el 43.8% solo se reventila a través de una abertura hacia el exterior con un deficiente nivel de iluminación natural.
- El 27% de las cuarterías detectadas no presentan solución sanitaria independiente y hacen uso de los baños y letrinas comunes para varias familias. Un 47% ha resuelto esta situación a partir de la división de los cuartos de baños originales, con la construcción de letrinas exteriores o de baños dentro de las habitaciones.
Considerando la situación tan precaria concentrada en estas unidades habitacionales y que incide directamente en el hábitat; fue necesario elaborar proyectos de trabajo para perfeccionar los procesos de intervención. En tal sentido constituye una línea de trabajo priorizado, por el estado cubano, revertir la situación actual de la vivienda y brindar a propietarios y moradores mejores condiciones de habitabilidad y mayor calidad de vida. De ahí que este trabajo continúe su investigación en una segunda etapa con el objetivo de perfeccionar los procesos de intervención en cuarterías y ciudadelas dirigidos fundamentalmente a lograr:
- Un enfoque sistémico o visión integral de los procesos de intervención en los inmuebles subdivididos con criterios de cuartería en el reparto, a partir del rediseño del mismo y la formulación de lineamientos para su adecuado funcionamiento (10).
- Acciones emergentes que tengan carácter permanente cuyo objetivo sea crear y/o mantener condiciones mínimas de habitabilidad y preservar la seguridad de la estructura del inmueble. Incluyendo acciones de conservación y rehabilitación de cubiertas, intervención en redes hidrosanitarias, reforzamiento estructural, entre otras.
- La erradicación de las cuarterías y ciudadelas, que ameritan acciones constructivas de extrema complejidad por ser inmuebles habitados con un alto nivel de hacinamiento, deterioro y poca superficie útil disponible.
Conclusiones
La cuartería caracterizada en este trabajo presenta rasgos distintivos que la hacen diferir de las desarrolladas en el centro tradicional. Se puede definir como un fenómeno producto de la necesidad inminente de vivienda por parte de la población como resultado de su crecimiento. Las transformaciones indiscriminadas e inadecuadas a las que se someten estos inmuebles inciden proporcionalmente en el deterioro de sus valores arquitectónicos, funcionales, técnico constructivos, así como en los ambientes urbanos en los que se insertan.
Las cuarterías constituyen un micro mundo, socialmente rico por lo variado de quienes lo habitan, marginal en ocasiones. Es por eso que resulta imprescindible vincular a la comunidad de modo responsable, con métodos participativos donde ellos tengan voz y aporten sus ideas, con sentido de pertenencia y comprometimiento, ilustrándoles como colocar los intereses comunes por encima de los particulares.
Para esto es preciso promover la comprensión del significado de su arquitectura y urbanismo lo cual ejercerá una influencia positiva en la formación ética y estética de la población del reparto, y lo que es no menos importante de los actores estatales involucrados en su restauración y conservación. Por otro lado la intervención estatal coordinada entre los factores implicados en la preservación del patrimonio edificado, es la única posibilidad de afrontar este fenómeno de forma sistémica. Queda demostrado que la acción espontánea de la población sobre los edificios y el entorno urbano, deterioran aceleradamente sus valores; y la ausencia de una reacción estatal que minimice estas consecuencias conllevan a la inminente desaparición del patrimonio edificado.
notas
1
SORALUCE, José Ramón; et al Arquitectura de la casa cubana. Editorial Universidades Da Coruña, coordinador José Ramón Soraluce Blond, La Coruña, España, 2001, p. 37.
2
SEGRE, Roberto; CARDENAS, Eliana; ARUCA, Lohania. Historia de la Arquitectura y del Urbanismo América Latina y Cuba. La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1986, p. 133.
3
COYULA, Mario. “Más acá del río y bajo los árboles a la sombra de un Vedado que ya no es más”, In: Colectivo de autores. Regulaciones Urbanísticas El Vedado. La Habana, Dirección Provincial de Planificación Física, Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, Ediciones Boloña, Ediciones Unión, 2007, p. 61.
4
Idem, p. 62.
5
SEGRE, Roberto. Lectura crítica del entorno cubano. La Habana, Editorial Letras Cubanas, 1990, p. 80.
6
Idem, p. 84.
7
REBELLÓN, Josefina; et al. “El Hábitat y sus condicionantes en Cuba”, Revista Arquitectura Cuba, n. 350, 1981, p. 24-25.
8
FLEITAS, María Teresa. “Santiago de Cuba: Cultura y Ciudad en el ocaso del ochocientos”, Revista SIC, n. 11. Santiago de Cuba, 2001, p. 34.
9
SAGUÉ, Ana Bárbara; MARTÍNEZ, Elvio; DÍAZ, Luis G. La cuartería en Vista Alegre. Antecedentes y situación actual. Tesis de Diplomado. Tutora: Arq. María Teresa Muñoz Castillo. Santiago de Cuba, Facultad de Construcciones, Universidad de Oriente, 2003.
10
En ese sentido, próximamente será defendida la tesis de maestría Lineamientos para la intervención en inmuebles subdivididos del reparto Vista Alegre con un enfoque sistémico, por la arquitecta Ana Bárbara Sagué Camps y tutoreado por la DrC. Maria Teresa Muñoz Castillo, en la Universidad de Oriente de Santiago de Cuba.
bibliografía complementar
Colectivo de autores. Regulaciones Urbanas de Santiago de Cuba. Instituto Provincial de Planificación Física, Santiago de Cuba, Documento inédito, 2003.
MUÑOZ CASTILLO, María Teresa. Los valores urbanísticos del reparto Vista Alegre en Santiago de Cuba. Tesis en opción al grado científico de Doctor en Ciencias Técnicas, Tutora: DrC. María Victoria Zardoya Loureda, Universidad de Oriente, Instituto Superior Politécnico “José Antonio Echeverría”, Santiago de Cuba, 2007.
sobre os autores
Ana Bárbara Sagué Camps es arquitecta, Especialista en conservación de la vivienda de la Oficina Provincial del Arquitecto de la Comunidad en Santiago de Cuba.
Elvio Martínez Sánchez es arquitecto, Especialista en conservación de la vivienda de la Oficina Provincial del Arquitecto de la Comunidad en Santiago de Cuba.
Maria Teresa Muñoz Castillo es arquitecta, Doctora en Ciencias Técnicas, Profesora Titular de Teoría e Historia de la Arquitectura y el Urbanismo de la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba.