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architexts ISSN 1809-6298


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COMAS, Carlos Eduardo. La máquina para recordar. Ministerio de Educación en Río de Janeiro, 1936/45. Arquitextos, São Paulo, año 01, n. 005.01, Vitruvius, oct. 2000 <https://vitruvius.com.br/revistas/read/arquitextos/01.005/967/es>.

Lucio Costa y equipo: Oscar Niemeyer, Affonso Reidy, Jorge Moreyra, Carlos Leão, Ernani Vasconcellos

El largo prisma puro de 14 pisos atraviesa la manzana cuadrada y céntrica desplegando en los extremos de su cubierta dos volúmenes sobresalientes, curvilíneos y azules, unidos por un pabellón apaisado y circundados por una terraza: casas de máquinas de ascensores y tanques de agua manipuladas para evocar la superestructura de un buque. El mar visible a cuatrocientos metros y las peculiaridades del programa confieren densidad inusitada a una metáfora ya entonces familiar. El Ministro exigía a la vez un edificio de oficinas eficiente y una re-presentación monumental de la nación que redescubría sus raíces y se construía nueva por la labor del Ministerio: una máquina para recordar.

Le Corbusier intentó satisfacerlo y no lo logró. El equipo brasileño fue más hábil. En nombre de programa y sitio, aprovechó la oportunidad para corregir al maestro, a partir de una comprensión cabal de sus innovaciones compositivas y de las continuidades disciplinarias que restablecían.

El prisma puro es aquí la excepción aislada y memorable frente a un entorno moldeandose con edificios continuos y alineados. El vidrio de su fachada sur revela las losas planas voladas de un esqueleto de hormigón y refleja la vieja iglesia vecina. El de la fachada norte se protege con brise-soleil móviles, enorme muxarabi que unifica el cuerpo del edificio. Las laterales estrechas y ciegas se revisten de granito local. En su base, los dos vestíbulos requeridos por el programa son el pretexto que transforma la sección central del pilotis en una sala hipóstila o en un propileo, un vacio entre dos solidos que remite igualmente al Grand Trianon de Gabriel o a la Bauhaus de Gropius, al Palacio de los Sovietes del mismo Corbusier. En la vecindad de la palma imperial plantada por Burle Marx, la geometría estricta de la columna cilíndrica y esbelta habla de las quintas de Río y de las orillas del Nilo.

El vestíbulo principal se penetra lateralmente y a el se adosan dos volúmenes de dos pisos y altura igual al pilotis, con servicios abajo, una galería y un auditorio arriba. La galería es una caja transparente, el auditorio es un trapecio abovedado y flanqueado por corredores vidriados. Coincidencia de eje longitudinal, anchura y especificación de material se conjugan para crear la ilusión de un un paralelepípedo único de extremidad rota y deformada por la cuña del auditorio, un bloque bajo continuo que cierra la calle menos importante alrededor de la manzana e intercepta el bloque alto. Las columnas exteriores de galería y corredores del auditorio se agarran por ménsulas a la losa de entresuelo, reforzando la ilusión y figurando un orden colosal contemporáneo.

Bandas plantadas de lado y otro del vestíbulo de empleados configuran un ala vestigial, paralelo al bloque bajo, y el equilibrio entre arquitectura y vegetación formaliza una idea insinuada por Corbusier en la composición del Palacio de la Liga de las Naciones Sin perder la linealidad de atajo, la esplanada de granito intermediaria se fragmenta en dos atrios, a que no son ajenos ni Campidoglio ni Versalles, o las plazoletas frente a las iglesias coloniales del país. Los azulejos que recubren el vestíbulo de empleados no son producidos en serie, integran paneles pintados y proclaman su descendencia de los claustros barrocos luso-brasileños.Las alusiones son ambiguas pero no esotéricas. Son declaración de linaje tipológico y, quizás, reivindicación de herencia, que acude a la mente mientras el cuerpo se sujeta a una elaborada coreografía de acceso.

La avenida principal del centro de Río se llama Río Branco y queda doscientos metros a poniente de la manzana del Ministerio. El prisma puro se ubica perpendicularmente a ella, el bloque bajo se desarrolla paralelo a lo largo del borde más distante. Su ensamblaje reconoce la dirección predominante de llegada al sitio, las bandas plantadas califican precisamente el reconocimiento. La composición resiste a la aproximación frontal, frustrando el ojo con pared o hueco que lo aleja. Solo la visión desde las esquinas cercanas a la Avenida Río Branco aclaran la anatomía y fisiología del proyecto, y esa visión es diagonal. Si el proyecto se elabora a partir de ortogonales, ejes, simetrías o asimetrías equilibradas, la ubicación de puertas y portales privilegia la percepción y el movimiento oblicuos, rotatorios, laterales, la horizontalidad de las losas desinfla las eventuales afirmaciones de centralidad. Eje conceptual y eje visual solo coincidirán en el auditorio al tomar asiento el visitante, reposo merecido al fin de una dilatada procesión.

Todo lo cual señala la adhesión a la idea de la Arquitectura Moderna como debate y integración entre aspereza clásica y topología pintoresca. La adhesión empieza afuera. La "promenade architecturale" que Le Corbusier contrapusiera a la "marche" académica puede aquí iniciarse al aire libre. El clima permite la extroversión, favorece la ambivalencia y la ambigüedad espaciales, es simpático a la exuberancia insinuada por la composición aditiva, acepta bien la porosidad del volumen construido. Nada más fácil que interpretar extroversión, exuberancia, porosidad, ambigüedad como índices de un paisaje y de un temperamento abierto, aunque controlado por la mesura serena que corresponde a un monumento.

Pero el Ministerio es a la vez monumento y prototipo. Esencialmente solidario y integrado con el sitio en que se emplaza, tiene además el potencial de reproducción del prototipo. Giedion decía que era "un paso cierto en dirección a una monumentalidad contemporánea". Una plaza semi-edificada circundada por manzanas cerradas no se vincula a la Ciudad de la Carta de Atenas. Más bien parece prototipo de edificio institucional que reinterpreta, en términos contemporáneos, las ideas tradicionales de calle, manzana, plaza y la oposición entre tejido y monumento.

De otro lado, el Ministerio es una aplicación pionera de la "planta y fachada libres" a un edificio de oficinas en altura, y el numero de sus innovaciones o refinamientos técnicos es notable-las losas-hongo forradas con material aislante en su cara inferior; los brise-soleil de control manual que se alejan de las fachadas para permitir el tiraje de aire y se calibran dimensionalmente para evitar la sensación de reja; las ventanas detalladas para asegurar la ventilación cruzada por arriba de los paneles divisorios del piso típico, la organización modular de las redes de luz y telefonía embutidas en los pisos y en el antepecho corrido de acero frente a las ventanas.

La calidad de construcción no desmerece la calidad del proyecto, en que el cuidado de índole pragmática está asociado a la preocupación significativa y la representación de situación no elude la responsabilidad de corrección. Los materiales son nobles y resistentes: una máquina para recordar que no perdurara materialmente seria una contradicción operacional, la minimización de costes de mantenimiento es medida económicamente sensata. La lucidez abstracta del partido y a la justeza de las proporciones se revisten con una tactilidad que otorga frescor apropiado a la calidez del medio. El Ministro quedó contento, la disciplina agradeció.

sobre el autor

Carlos Eduardo Dias Comas é arquiteto, membro da Comissão Coordenadora do PROPAR (Programa de Pesquisa e Pós-Graduação em Arquitetura) da Faculdade de Arquitetura da Universidade Federal do Rio Grande do Sul e responsável pela pesquisa "Arquitetura Brasileira Contemporânea: Cidade Figurativa, Teoria Acadêmica, Arquitetura Contemporânea".

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